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Teoría del narcisismo de Otto Kernberg.
Otto Friedemann Kernberg es un psiquiatra y psicoanalista austríaco nacido en 1928, actualmente tiene 86 años y reside en Estados Unidos. Es profesor de la Universidad de Cornell y de Columbia, y realizó investigaciones por varios años en el Hospital John Hopkins. Actualmente trabaja en el Hospital de Nueva York y es miembro del Instituto Psicoanalítico de Nueva York. Su principal obra es “Desórdenes Fronterizos y Narcisismo Patológico” publicado en 1993, en lo que refiere al narcisismo y los trastornos narcisistas.
Ahora bien, ¿a qué refiere Kernberg cuando habla de narcisismo? Él propone dos narcisismos, narcisismo normal y narcisismo patológico. El narcisismo normal lo define como “la catectización normal del sí-mismo” (Kernberg, O., 1993, pp. 278). Este narcisismo surge a partir de las relaciones del sí-mismo con estructuras intrasistémicas (dentro del yo) e intersistémicas (ello y superyó).
A su vez, el sí-mismo es para este autor una estructura intrapsíquica formada por múltiples representaciones de sí mismo con sus correspondientes disposiciones afectivas. Las representaciones de sí mismo son estructuras afectivo-cognitivas que reflejan la manera en que un individuo se percibe a sí mismo en las interacciones reales con los demás y en interacciones fantaseadas con representaciones internas de otras personas significativas, es decir con representaciones objetales (Kernberg, O., 1993, pp. 278).
En consonancia con esto, el sí-mismo se encuentra localizado en el Yo y cuenta con imágenes ideales de sí mismo, imágenes objetales ideales y con representaciones objetales. El sí-mismo a su vez se encuentra integrado, ya que las representaciones que lo componen “están dinámicamente organizadas en un todo” (Kernberg, O., 1993, pp. 278-279). Esto hace que las representaciones objetales que lo forman se encuentren integradas, es decir, que se fueron integrando gradualmente las primitivas representaciones objetales ‘buenas’ y ‘malas’ hasta conformar imágenes integrales de los demás (Kernberg, O., 1993).
“Del mismo modo, el sí-mismo representa una integración de imágenes contradictorias de sí mismo ‘totalmente buenas’ o ‘totalmente malas’, que derivan de primitivas imágenes contradictorias de sí mismo de origen libidinal y agresivo, respectivamente” (Kernberg, O., 1993, pp. 279). Con esto quiere decir que, para que se desarrolle de manera óptima el narcisismo normal es necesario que esta estructura (el sí-mismo) logre integrar correctamente ambos componentes catectizados (libidinales y agresivos), pero también es necesario que la catectización libidinal sea mayor que la agresiva de lo contrario estaremos hablando de un narcisismo patológico. Asimismo, Kernberg (1993) plantea que en el acontecer clínico se puede reconocer un sí-mismo integrado (característica del narcisismo normal) por la continuidad de la vivencia de sí mismo a través del tiempo así como también en lo que respecta a las “áreas de funcionamiento simultáneamente existentes en diferentes interacciones psicosociales” (Kernberg, O., 1993, pp. 279).
Por tanto, un narcisismo patológico se caracteriza, por lo contrario, es decir, por un sí-mismo que se encuentra desintegrado con estados yoicos contradictorios (componentes libidinales y agresivos disociados), escindidos. Esto genera en la persona según Kernberg (1993) sentimientos de irrealidad, de vacío, de extrañamiento. A su vez, esto viene de la mano de la falta de integración de las representaciones objetales que a consecuencia de esto las vivencia como “caricaturas superficiales”, en palabras del autor “totalmente buenas” o “totalmente malas”. Por lo tanto, transforma a las representaciones objetales en bastante irreales y patológicas ya que no permite al paciente integrarlas en un todo y conformar así un narcisismo normal. A estos pacientes se les dificulta mucho establecer relaciones interpersonales y por ende mantener vínculos empáticos con su alrededor.
Por otra parte, la autoestima depende del narcisismo. “El nivel o la intensidad de la autoestima indican la medida de la catectización narcisista del sí-mismo. Sin embargo, la autoestima no es un simple reflejo de las ‘catexias instintivas’, sino una combinación de componentes afectivos y cognitivos” (Kernberg, O., 1993, pp. 280). Siguiendo con esta idea, nos encontramos con que la autoestima es regulada por distintas estructuras intersistémicas e intrasistémicas como ya mencionamos más arriba. En lo que refiere al yo concretamente, oficia como regulador de la autoestima ya que cuenta con algunas funciones de autocrítica que actúan midiendo la realidad del sí-mismo. Asimismo, el yo interviene en la autoestima a través de las relaciones objetales que se relacionan con el sí-mismo integrado.
En lo que refiere al superyó, éste controla la autoestima mediante el ideal del yo y mediante sus aspectos críticos y punitivos que formulan objeciones al sí-mismo logrando mediante estas estructuras la regulación de la autoestima.
En cuanto al ello, “la autoestima aumenta cuando se han satisfecho las necesidades instintivas y cuando el sí-mismo ha logrado conciliar sus necesidades internas con los requerimientos ambientales” (Kernberg, O., 1993, pp. 282).
Por último, el autor enumera 3 factores de la realidad que pueden intervenir en la normal regulación de la autoestima: “1) gratificaciones libidinales provenientes de objetos externos; 2) gratificación de metas y aspiraciones yoicas a través del buen funcionamiento o éxito social; 3) gratificación de aspiraciones intelectuales o culturales concretadas en el entorno” (Kernberg, O., 1993, pp. 282).
En resumen, la catectización libidinal del sí-mismo aumenta con el amor o la gratificación provenientes de los objetos externos, el éxito alcanzado en la realidad, la creciente armonía entre el sí-mismo y las estructuras superyoicas, la ratificación del amor de los objetos internos, la gratificación directa de las necesidades instintivas y la salud física (Kernberg, O., 1993, pp. 282).
Ahora bien, para que el narcisismo normal se desarrolle es necesario que el aumento de la catectización libidinal del sí-mismo vaya a la par con la catectización libidinal de los objetos (Kernberg, O., 1993).
En contraposición a este narcisismo normal, Kernberg (1993) desarrolla el concepto de narcisismo patológico, el cuál se caracteriza por pacientes que cuentan con reacciones neuróticas o desórdenes del carácter:
Su patología caracterológica es una defensa contra la anormal vulnerabilidad de su sí-mismo (…) el contenido de las metas y expectativas yoicas y de las demandas superyoicas ha quedado fijo en un nivel infantil, en contraste con las aspiraciones y expectativas narcisistas maduras de los sectores yoicos más libres de conflicto (Kernberg, O., 1993, pp. 284).
En lo que refiere a este narcisismo patológico Kernberg (1993) explica que existen a su entender, distintos niveles o tipos de desórdenes narcisistas según el grado de integración del sí-mismo, distinción que la hace de acuerdo a lo observado en el acontecer clínico. El más benévolo es aquél en el que:
La movilización de conflictos centrados en la agresión (…) junto con la fijación o la regresión a conflictos neuróticos infantiles en el marco de un yo y un sí-mismo relativamente bien integrados, dan lugar a severas frustraciones y/o distorsiones del narcisismo normal (Kernberg, O., 1993, pp. 284-285).
En un nivel más severo de patología narcisista tenemos a aquellos que presentan procesos identificatorios patológicos, “el sí-mismo adopta las características de un objeto internalizado patógeno, en tanto que en algunos de sus aspectos más importantes (manifestados en la relación con ese objeto) están proyectados en representaciones objetales y objetos externos” (Kernberg, O., 1993, pp. 285). En la clínica estos pacientes se presentan como “individuos que (en sus relaciones objetales intrapsíquicas y su vida externa) se identifican y aman a un objeto que los representa a ellos mismos (en el presente o en el pasado)” (Kernberg, O., 1993, pp. 285). Este tipo de narcisismo patológico sería análogo a lo que Freud desarrollo en su teoría como relación objetal de tipo “narcisista”. Asimismo, aún en este tipo de relación, para Kernberg (1993), sigue existiendo una relación entre objeto y sí-mismo.
Por último, propone el tipo más severo de narcisismo patológico en el cual ya no existe relación entre objeto y sí-mismo, en este caso el vínculo se establece entre “un sí-mismo grandioso, primitivo y patológico, y la temporaria proyección de ese sí-mismo grandioso en los objetos” (Kernberg, O., 1993, pp. 286). La relación es entonces de sí-mismo a sí-mismo, es decir que “una relación objetal ha sido remplazada por una relación narcisista” (Kernberg, O., 1993, pp. 286).
Estos tres tipos de trastornos narcisistas, poseen una mejor o peor integración del sí-mismo dependiendo a cuál tipo de narcisismo patológico refiramos, pero aun así todos tienen aunque en distinto nivel un sí-mismo con una estructura integrada.
En relación a esto, nos encontramos con que -al igual que Freud- Kernberg (1993) coloca a la homosexualidad como una patología. Kernberg ubica la homosexualidad dentro de los trastornos de tipo narcisista, clasificándola en sus distintos tipos de gravedad. En el menos grave, “el sí-mismo infantil edípico se somete al padre edípico prohibitivo y dominante, y con frecuencia hay una represión subyacente de las tendencias heterosexuales, como consecuencia de la renuncia a los impulsos sexuales hacia la madre edípica prohibida” (Kernberg, O., 1993, pp. 290). El siguiente nivel de patología está “caracterizado por una identificación conflictiva con una imagen de su madre y que trata a sus objetos homosexuales como una representación de su sí-mismo infantil” (Kernberg, O., 1993, pp. 290).
Y por último, está el tipo más severo de relación homosexual donde “el otro miembro de la pareja homosexual es ‘amado’ porque el paciente lo ve como una extensión de su propio sí-mismo grandioso; de ahí que la relación (…) es (…) de sí-mismo a sí-mismo (grandioso y patológico)” (Kernberg, O., 1993, pp. 290). En este tipo de clasificación se puede ver que el tipo de relación que se establece es exactamente el mismo que en el narcisismo patológico descrito anteriormente, lo único que cambia es que el autor quería distinguir, separar, la homosexualidad de la heterosexualidad reafirmándola en sí misma como un tipo de relación patológica, ya que en sí estos tres tipos de trastornos narcisistas clarifican un tipo de vínculo patológico que es igual al narcisismo patológico de relaciones heterosexuales.
Por otro lado, en contraposición a todas las patologías narcisistas presenta a los trastornos fronterizos de la personalidad. Estos cuentan con un sí-mismo desintegrado caracterizados por tener escindidas o disociadas las representaciones del sí-mismo y la de los objetos. En consonancia Kernberg (1993) también distingue a los trastornos narcisistas de los cuadros que presentan identificaciones psicóticas en las que sí-mismo y objeto se encuentran fusionados.
Ahora bien, en lo que refiere a los pacientes con trastornos narcisistas de la personalidad, Kernberg hace una descripción caracterológica sobre los mismos.
Son aquellos caracterizados por una exagerada centralización en sí mismos, por lo general acompañada de una adaptación superficialmente eficaz, pero con serias distorsiones en sus relaciones internas con otras personas. Las ambiciones desmedidas, fantasías grandiosas, sentimientos de inferioridad y una excesiva dependencia de la admiración y el homenaje de los otros, suelen estar presentes en ellos formando combinaciones diversas. Junto con la sensación de hastío y futilidad y la continua búsqueda de gratificación de su necesidad de brillo, riqueza, poder y belleza, presentan serias deficiencias en su capacidad de amor y preocupación por los demás (Kernberg, O., 1993, pp. 235-236).
En lo que tiene que ver con la psicogénesis del cuadro, el autor refiere a que el tener una figura materna “crónicamente fría, narcisista y al mismo tiempo sobreprotectora parece ser el principal elemento etiológico en la psicogénesis de esta patología” (Kernberg, O., 1993, pp. 245).
Por lo tanto, para Kernberg (1993), se deben considerar dos indicadores, que en su análisis conjunto y simultaneo dan los parámetros significativos para medir la normalidad o la patología del narcisismo, estas son “las consideraciones económicas (…) que tienen en cuenta la intensidad o el monto de la catectización narcisista (…) y (…) el análisis combinado de las cargas libidinales y agresivas” (Kernberg, O., 1993, pp. 288).
Uso del término narcisista en el psicoanálisis
Extractos de Lacan, Kohut y Kernberg.
Ander Gastón Lujambio. Pamplona, noviembre 2.019