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La autorregulación emocional y su relación con el desajuste de los niños

Cualquier situación de maltrato o trauma único pueden provocar una profunda desregulación emocional. Eisenberg,N. y colaboradores desarrollan un amplio trabajo (2002-2004-2008-2009-2011) sobre la auto-regulación emocional y su implicación en el desarrollo de los niños, distinguiendo entre procesos de auto-regulación de esfuerzo y procesos menos voluntarios. Las diferencias individuales en la auto-regulación son bastante estables después del primer año o dos de vida, diferencias que están inversamente relacionadas con algunos tipos de problemas de externalización, y de internalización después de los primeros años. Las capacidades de autorregulación han sido relacionadas con factores genéticos y ambientales y con su interacción.
El concepto de regulación emocional proporciona un marco para comprender el papel de los procesos de desarrollo, adaptativos o desadaptativos. La regulación emocional y sus componentes son capacidades básicas que pueden propiciar un desarrollo positivo, o bien negativo en caso desajuste, de esta regulación dependen otros factores como los recursos sociales, motivacionales y biológicos disponibles.
En caso de desregulación, definida como la capacidad alterada de regular y / o tolerar estados emocionales negativos, se puede producir el trauma interpersonal y el estrés postraumático, asimismo las dificultades de regulación del afecto pueden actuar en otras condiciones psicopatológicas, trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, específicamente depresión mayor en la juventud, trastorno límite de la personalidad y el trastorno bipolar durante toda la vida. La exposición a eventos traumáticos y traumas interpersonales en la infancia ha sido asociada en multitud de estudios con una amplia gama de discapacidades clínicas, psicosociales y del desarrollo en niños, adolescentes y adultos, siendo la desregulación emocional una característica esencial para poder explicar el riesgo de relación entre trauma, maltrato, violencia doméstica, personalidad alterada y comorbilidades psiquiátricas.
Cuestión importante es conocer si la desregulación emocional es un factor de riesgo o una consecuencia de la psicopatología. (McLaughlin K, et al, 2011) investigan esta cuestión en un estudio prospectivo con 1065 adolescentes, evaluando depresión, ansiedad, comportamiento agresivo, problemática alimentaria y regulación emocional. Encontraron que la desregulación emocional contribuyó a variados trastornos psiquiátricos y psicosociales en la adolescencia, pero que no era primariamente una consecuencia de la psicopatología, ya que tal patología no predijo cambios en la regulación emocional con el tiempo. La desregulación infantil puede tener efectos perjudiciales a lo largo de la vida aumentando el riesgo de desregulación emocional en la edad adulta.
La regulación también puede ser definida por la intensidad y la valencia positiva / negativa con la cual las emociones son sentidas, experimentadas y expresadas. Las emociones y su regulación se producen continuamente en el tiempo y pueden incluir cambios en los tres dominios (comportamiento, experiencia y fisiología). Características de la regulación citadas en la inteligencia emocional son la conciencia emocional; capacidad de reconocer y distinguir emociones experimentadas por uno mismo y los demás, y la cognición social; capacidad de procesar las emociones sociales, incluida la empatía, el razonamiento moral, la teoría de la mente y la comprensión emocional. “Tanto la conciencia emocional como la cognición social son elementos clave en la capacidad de regular las emociones y están alteradas en una serie de condiciones psiquiátricas”. (Dvir, Y et al, 2014)
El término de autorregulación en sí mismo incluye procesos extrínsecos como intrínsecos, Ensenberg, N y Spinrad en 2004 apuntaron que ambos factores están indudablemente involucrados, la regulación que viene de fuera de sí (por ejemplo, el padre) y la autorregulación que implica procesos intrínsecos, postulan que muchos procesos involucrados en la modulación de la emoción son automáticos, y en consecuencia pueden ser difíciles de llevar a conciencia o de difícil manejo voluntario, “ven la regulación emocional como un continuo desde la regulación consciente, esforzada y controlada hasta la regulación inconsciente, sin esfuerzo y automática” (Ensenberg 2011)
Las capacidades implicadas en la regulación emocional que tienen una base temperamental son etiquetadas como control del esfuerzo, que incluye la capacidad de cambiar y enfocar la atención según sea necesario a fin de realizar una acción, y las habilidades de funcionamiento ejecutivo que participan en la integración de la información y la planificación. Eisenberg N et al, (2005 y 2009) han argumentado que es útil diferenciar los procesos verdaderamente autorreguladores involucrados en el control esfuerzo de otros aspectos del control (o la falta de ellos) que a menudo son difíciles de someter a un control voluntario.
Utilizan el término “procesos de control reactivo” para referirse a los sistemas de respuesta motivacional y de evitación relativamente involuntarios de respuesta. Estos aspectos del control reactivo se superponen conceptualmente con el Sistema de Activación Comportamental de Gray
Jeffrey Gray (1987) continuó la hipótesis de Eysenck respecto a las bases biológicas del neuroticismo, pero rotando los ejes, de manera que aparecerían dos factores diferentes:
1) la susceptibilidad al castigo, mejor descrita como ansiedad, y
2) la susceptibilidad al refuerzo, mejor descrita como impulsividad.
El modelo de Gray se trata de un modelo factorial-biológico. Al igual que Eysenck, sostiene que las bases de las diferencias individuales en personalidad se encuentran en mecanismos biológicos que sustentan los procesos de aprendizaje, emoción y motivación, y propone dos dimensiones básicas de personalidad: Ansiedad e Impulsividad. Estas dos dimensiones son unipolares, no ofreciendo un polo opuesto, sino un gradiente de mayor a menor ansiedad e impulsividad.
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En la base conductual de los trastornos de conducta estaría la necesidad de la activación conductual y una débil inhibición. La interacción de estos dos sistemas facilitaría la exageración de rasgos como la agresividad, la frialdad y la impulsividad. (Gray J. 1982).
Problemas de externalización. Control y ajuste eficaz
El control del esfuerzo se ha vinculado a los problemas de externalización de los niños (agresión, desafío, delincuencia). El control eficaz contribuye al procesamiento de la información relevante para el funcionamiento adaptativo, así como a la modulación de la experiencia emocional y el comportamiento, asimismo evita o palía la desregulación emocional.
El cambio en los problemas de externalización se ha asociado con varios aspectos. La regulación atencional y el control inhibitorio han estado relacionados inversamente con los problemas de externalización tanto en el niño pequeño como en el preescolar en varios estudios, ejemplos; (Hill et al., 2006, Spinrad et al., 2007; Belsky J. et al., 2007, Eisenberg 2009. Se han obtenido relaciones inversas entre la autorregulación y los problemas de externalización en numerosos países, estando la autorregulación más fuertemente relacionada con la externalización de los niños con alta emotividad negativa.
Nigg JT (2004), en su estudio sobre el desarrollo del temperamento argumentó que el trastorno de conducta involucra al menos dos caminos temperamentales diferentes:
Uno se basa en una baja respuesta al miedo y una baja afiliación (que resulta en una baja empatía y simpatía). Aquí la resistencia fisiológica al castigo potencial es  débil, niños propensos a la emoción negativa y las dificultades en su regulación, y en la inhibición de su comportamiento, esta desregulación perjudica el desarrollo y el uso de la cognición involucrada en el procesamiento de información, y merma la calidad de las interacciones con padres y compañeros.
La segunda vía que conduce a problemas de impulsividad, está enfocada a los incentivos, los niños propensos a la agresión proactiva, tienen baja inhibición al miedo, lo que socava el desarrollo de la conciencia, pero no presentan problemas consistentes con los procesos de autorregulación, de acuerdo con estos argumentos la investigación apoya la predicción de que la agresión reactiva está asociada con una mayor reactividad al cortisol que la agresión proactiva (o baja agresión).
La regulación emocional y la internalización de los problemas
Los aspectos de autorregulación se han relacionado teóricamente con la internalización. Las investigaciones plantean la hipótesis de que hay una relación inversa entre los problemas de internalización y el control de esfuerzo o las capacidades de regulación emocional. Diversos estudios muestran esta relación, (Eisenberg, N et al 2011, Carver et al., 2008), aunque las relaciones significativas obtenidas parecen variar con la edad, hay diferentes estudios que esta relación negativa la cifra entre los 10 y 14 años de edad.
Los niños con problemas de internalización pueden parecer excesivamente controlados porque su comportamiento manifiesto es inhibido o rígido. Sin embargo, este tipo de sobre control no es volitivo, sino que es reactivo (Eisenberg et al., 2002). De hecho, los niños con problemas de internalización se han referido como sobre-adaptados, aunque la relación entre control e internalización no sea directa. Se pueden generar con la internalización una clase de problemas de emoción y conducta como ansiedad, depresión, retiro y quejas somáticas. La regulación del afecto es particularmente importante para los niños con estos problemas porque el afecto negativo está altamente asociado con la internalización (Carver et al., 2008).
Los problemas de internalización implican dificultad para controlar la atención, la cognición y la emoción, para inhibir pensamientos, (por ejemplo, rumiación), y cuando son graves, pueden estar asociados con un sesgo atencional hacia estímulos negativos.  El control atencional puede reducir el sesgo hacia estímulos amenazantes en niños sujetos a afectividad negativa (Eisenberg y Carver) y puede facilitar el movimiento de la atención de pensamientos negativos a neutros o positivos, contribuyendo a la calidad de las interacciones sociales, ya que las habilidades de control pueden permitir un comportamiento flexible y adaptativo cuando se enfrentan a situaciones desafiantes y, por tanto, prevenir problemas de internalización.
Socialización y regulación emocional
El medio ambiente también juega un papel en el desarrollo de la regulación emocional y el control del esfuerzo. Dado el importante papel de la familia en la vida de los niños, la socialización de los padres en la regulación-esfuerzo ha sido un tema de investigación considerable. En su estudio de 1998 Eisenberg et al, propusieron que la socialización de la regulación emocional puede ocurrir en al menos tres maneras: (a) las reacciones parentales a las emociones de los niños, (b) la expresión de la emoción en la familia o hacia el niño, y (c) La discusión de la emoción.
a.- Reacciones parentales a las emociones de los niños;  El cuidado materno sensible, la capacidad de respuesta de las madres a las señales de sus hijos y a las reacciones emocionales, diferentes estudios avalan la relación entre crianza sensible, mayor regulación emocional y menor negatividad, Belsky J, et al, en 2007 encontraron que la sensibilidad materna predecía una mejor inhibición de la atención.
Las interacciones maternas de calidez y apoyo también fomentan las habilidades de regulación emocional, el apoyo positivo también ha sido asociado con un mayor control de autorregulación-esfuerzo, así como la capacidad de respuesta de los padres a la necesidad del niño, el respeto a su autonomía, y el establecimiento de límites maternales precisos, también se ha relacionado con una baja desregulación y un mayor control del esfuerzo. Asimismo, el estilo de crianza, que refleja las actitudes y comportamientos generales de los padres hacia los niños, también está relacionado con la regulación emocional de los niños. Los padres autoritarios, negativos y punitivos, así como la expresividad negativa de los padres, se han asociado con niveles más bajos de control de esfuerzo en diferentes estudios.
-b.- La calidad de las reacciones familiares ante la expresión emocional de los niños, especialmente las emociones negativas. Las reacciones parentales a las emociones negativas de los niños proporcionan a estos, información concluyente sobre la experiencia y la expresión de las emociones. Las adecuadas respuestas emocionales pueden ayudar a los niños a reducir sus emociones negativas y ayudar a las habilidades de los niños a comprender las emociones. Al contrario, las reacciones no favorables pueden inducir emociones negativas y desregulación. A mayor comprensión de los cuidadores a la expresión de las emociones de los niños habrá una mayor regulación de la emoción-control del esfuerzo, mientras que ante respuestas punitivas habrá niveles más bajos. Los padres que son conscientes y apoyan las emociones de sus hijos, validan y etiquetan sus emociones y ayudan a su hijo a manejar las emociones de manera constructiva. Las relaciones de apego seguro se caracterizan a menudo por madres que están emocionalmente disponibles y responden a las necesidades de sus bebés.
c.- Discusión de la emoción. Los padres que discuten las emociones con sus hijos previsiblemente les enseñarán sobre los significados de las emociones, Qué deben y no deben expresarse, y las consecuencias de expresarlas o no expresarlas. Los hijos de padres que son emocionalmente expresivos en la familia tienden a ser emocionalmente expresivos por expresividad tanto positiva como negativa, por tanto, la expresividad de los padres en el hogar es un correlato importante del desarrollo de las habilidades de regulación de los niños.
La depresión materna, se caracteriza por los niveles relativamente altos de afecto negativo en el hogar, puede interrumpir la regulación emocional de los niños y el control del esfuerzo, los hijos de madres deprimidas tienen problemas con la regulación. Eisenberg en diferentes trabajos encuentra una relación negativa entre la discusión de las madres sobre las emociones y las reacciones negativas de los adolescentes en un conflicto entre padres e hijos. Por tanto, los padres que son sensibles y cálidos y / o expresan las emociones apropiadas en el hogar son propensos a criar hijos mejor regulados, que tienen menos probabilidades de desarrollar conductas problemáticas y tienen más probabilidades de ser socialmente competentes.
Por lo tanto, la influencia de los padres puede estar operando a través de los efectos sobre la capacidad de autorregulación de los niños. Es posible que esta relación mediada se produzca en algunas etapas de desarrollo y no en otras. Es importante reconocer que los niños pueden evocar ciertas reacciones parentales y que es probable que el proceso de influencia entre la crianza de los hijos y la autorregulación de los niños sea probablemente bidireccional. Es decir, los niños que no están regulados pueden obtener interacciones sociales de menor calidad.  Además, hay abundante evidencia de que incluso dentro de las interacciones entre padres e hijos, hay una regulación recíproca de la emoción, es decir, la calidad de los padres y el comportamiento del niño se afectan entre sí durante las interacciones y probablemente a través del tiempo.
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La autorregulación emocional y su relación con el desajuste de los niños
Melchor Alzueta S. 2017