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Instituto Ananda. La relación terapéutica

Psicoterapia implica comunicación y más específicamente comunicación verbal. Desde el paciente comunicación auténtica, racional y efectiva, transferida desde la verdad de su persona, y establecida en el compromiso de la búsqueda de su propia evolución. Autenticidad en el nivel de la verdadera lógica, y en el ámbito de la comunicación emocional.
Desde el terapeuta calidad humana, conciencia en el momento y capacidad técnica para inspirar la comunicación a través de su verdadero interés. Ayudando al paciente a ver si existe, o no existe, congruencia entre lo que está expresando y su realidad vivencial, buscando la apertura hacia la verdad, para vivir de acuerdo a ella.
Un verdadero buscador quiere oír, y sabe oír porque está dispuesto a pagar el precio del “sufrimiento inevitable”, y se involucra en respetar la realidad de las cosas. La relación que se establece entre paciente y terapeuta es el aspecto más importante de la terapia, el diálogo es la parte esencial del método gestáltico y se manifiesta en vivenciar al otro tal cual es y mostrar el sí mismo verdadero, compartiendo el darse cuenta, ya que el diálogo en gestalt conlleva autenticidad y responsabilidad, a través de la perspectiva existencial de la relación.
Una relación terapéutica, sea en individual o en grupo, es un evento que ocurre, es un proceso de contacto, donde dos personas, se conectan y reconocen entre sí, con el objeto de realzar el darse cuenta necesario para la autorregulación. En gestalt la relación terapéutica es horizontal, terapeuta y paciente hablan el mismo lenguaje en la experiencia directa de ambos exhibiendo presencia total, el paciente tiene pleno acceso a la información de su propia experiencia, pudiendo así vivenciar desde adentro lo que el terapeuta observa afuera. Siendo ambos responsables de sí mismos, el terapeuta de su presencia, de su conocimiento del sí mismo y del sí mismo del paciente, de sus procesos del darse cuenta y contacto adaptados a la necesidad del otro, siendo los dos responsables de la consecuencia de su actitud en el encuentro y de crear y mantener una atmósfera adecuada.
Siguiendo el esquema de Yontef en la relación terapéutica destacan estas características de diálogo:
• 1. Inclusión.
El terapeuta acepta la experiencia fenomenológica del paciente, entra respetuosamente a su mundo fenomenológico, lo vivencia y acepta tal como es. El terapeuta se permite ser afectado por el paciente y situarse lo más plenamente posible en la experiencia del otro, sin juzgar, analizar o interpretar, conservando el sentido de la propia presencia, separada y autónoma. Aplicación interpersonal y existencial de la confianza fenomenológica en la experiencia inmediata. Por parte del terapeuta es necesaria la comprensión del paciente, comprensión en la escucha y el sentir del paciente, no como lugar de investigación (objeto), sino como Ser, y, la capacidad de escuchar su mensaje, no en su contenido, sino en lo que encierra, llevando el sentir del otro a su propia piel, y caminado con él por caminos ya transitados. Un buen entendedor no necesita palabras porque lee el gesto.
El terapeuta sabe, y entiende, que un quehacer demasiado explícito conlleva posiblemente la estimulación de las defensas, y que lo implícito da la opción al paciente de recibir, o no, el contenido de su mensaje, intentando que el paciente lo integre en su quehacer al asimilar el contenido. Un profundo grado de comprensión puede ser el vehículo de una vivencia de aceptación profunda y liberadora. Las intervenciones dictadas exclusivamente por teorías importan menos que la comprensión de lo que está pasando, ya que el sentirnos entendidos nos ayuda a progresar en la exploración de nosotros mismos.
• 2. Presencia.
El terapeuta muestra su verdadero sí mismo. El terapeuta gestáltico se expresa al paciente. En forma regular, sensata y discriminada, expresa observaciones, preferencias, sentimientos, experiencia personal y pensamientos. Si el terapeuta confía más en su interpretación que en su presencia personal, lleva al paciente a confiar en fenómenos que no están en su propia experiencia inmediata como herramienta para su propio darse cuenta. Una relación auténtica es la que no está dominada por el ego, con su fabricación de imágenes y su búsqueda del propio yo. En una relación auténtica hay un flujo hacia fuera de atención manifiesta y alerta hacia la otra persona, en la que no hay ningún deseo. Esa atención alerta es la presencia.
Es el requisito previo para toda relación auténtica. El ego siempre desea algo, y si cree que no puede obtener nada del otro se mantiene en un estado de completa indiferencia. Tú no le importas. Y así, los tres estados predominantes de las relaciones egóticas son: el deseo, el deseo frustrado, (ira, resentimiento, acusación, quejas), y la indiferencia. (Eckhart Tolle)
• 3.Compromiso con el diálogo.
El terapeuta dialogal está verdaderamente comprometido con el diálogo, permite que lo que está “entre” tome el control. Es un proceso interpersonal donde lo que ocurre es algo más que el contacto entre dos personas, es algo que surge de la interacción entre ellas. Es permitir que el contacto ocurra, en lugar de manipular, hacer contacto y controlar el resultado. El compromiso con el diálogo significa una relación basada explícitamente en lo que se vivencia, y respetando lo que vivencia el otro, y además aceptando que el resultado sea determinado por el “entre” y no controlado por ninguno de los dos.
Podemos tomar contacto a través de la fuerza de voluntad, o a través de una elección, pero, en sentido profundo así no entramos en contacto, el contacto mutuo es un evento relacional que puede ocurrir cuando dos personas viven la actitud “yo-tu” y toman y permiten el contacto. Cuando dos personas expresan sus verdaderos sí mismos, en una actitud de “yo-tu”, a veces se produce un libre flujo de energía efectiva entre ellas, renunciando al control del sí mismo y del otro, permitiendo que ocurra el “tú”. No podemos saber con antelación si el “tu” se producirá, podemos tomar contacto con una actitud que permita profundizar el diálogo, pero si intentamos forzar el “tú”, nos tratamos a nosotros mismos y/o a los demás como un objeto manipulado o idealizado. Si no se permite que el proceso ocurra en libertad, el contacto será entre dos seres ideales llamados paciente-terapeuta, y no entre dos personas reales.
Cuando el terapeuta adopta actitud (interés, apertura, ternura, confianza) y la usa como “norma de salud”, como principio ideal, está imponiendo un criterio externo, un humanista “debería”, que influye y dificulta la verdadera relación yo-tu, lo mismo que cuando no se da libertad al alejamiento o privacidad (tal vez llamándola resistencia), o se menosprecia lo intelectual, o se evita la frustración, o se confunden los roles entre ambos. El diálogo es un proceso abierto centrado en el presente y orientado hacia el contenido, que conduce de manera natural a incrementar el darse cuenta, ya que este es su objetivo básico.
Es el factor de creatividad, del arte, de improvisar, cuyo secreto no está en el talento, sino en “el ángel o el duende”, partiendo desde la humildad del terapeuta a la entrega a una inspiración superior. Mas allá de la comunicación genuina, o de la estrategia técnica, un dejarse llevar por la confianza en la inspiración del momento. Dejarse mover por “un algo” que está más allá del propio terapeuta. Es la intuición, el “ver dentro”, el conocimiento transracional. Por un lado las intuiciones sensoriales de percepción del ambiente, y por otro, las intuiciones superiores, las que se presentan en la conciencia y son percibidas por el yo, por el centro de la conciencia en la percepción del objeto en su totalidad, sin la intervención de la mente analítica. Captando no la calidad del objeto sino su esencia “lo que es”, captando la idea de la intuición, no su revestimiento.
• 4. El diálogo es vivo.
El diálogo es algo que se hace más que algo de lo cual se habla. Es diálogo vivo porque es inmediato. Contactar es vivir, más que hablar acerca de vivir, es hacer y vivenciar, mas que analizar, es experimentar en el presente. Contactar es relacionarse con lo inmediato y con la vida ahora. Relacionarse es vivir más que relatar historias. La gestalt contribuye al diálogo expandiendo los parámetros del mismo, ya que incluye expresiones no verbales, bailar, dramatizar, actuar, gesticular, que se hacen en el presente y centrados en la experiencia más que en el concepto.
Es el factor relacional, la creación del vínculo terapéutico, armónico y en confianza, donde el paciente explicita en libertad sus contenidos, sintiendo que el terapeuta puede entender lo que le ocurre, y comunica su pensar libremente, liberando cargas y aceptando su realidad como ser humano, en relación con el mundo, vínculo donde se produce asimismo la expresión de los sentimientos del terapeuta hacia el paciente, sean agrado, confrontación, o aprobación, siendo decisivo el aspecto amoroso, la capacidad de ver al otro como un sujeto, no como objeto de investigación. Buber dice que uno no puede elegir el sentir amor, eso es algo que uno permite que ocurra.
• 5. La Técnica de trabajo.
La gestalt es una relación persona a persona no explotadora ni manipuladora, en la cual el terapeuta considera a cada persona como un fin en sí misma. El terapeuta, aunque desempeñe su rol profesional, no impulsa ni estimula un orden jerárquico respecto al paciente y procura que la relación entre ambos sea horizontal. El terapeuta trata al paciente como un “tu”, como un fin en sí mismo. No como un “ello”, o sea, un medio para conseguir algo externo al fin en sí mismo, (el narcisismo del terapeuta). Cada persona, cada encuentro, cada momento en gestalt lo tratamos como un fin en sí mismo.
Inmersas en este concepto de finalidad, están las técnicas de trabajo, técnicas no en el sentido cercano al arte, sino en el de gajes del oficio, es decir, en el conjunto de intermediaciones técnicas dictadas por las diferentes escuelas terapéuticas. Un componente básico a toda terapia es la proposición de una estructura de comunicación o tarea psicológica donde se pueda trabajar a través del tiempo.
En el momento en que hay una técnica, una regla, algo ocurre, siempre que la actitud sea la correcta. La utilización de una de técnicas debe implicar claridad de exposición, y capacidad de motivar a través del ejercicio. Técnicas en función del “momento terapéutico”, del ahora. Que no son guías a seguir, ni ejercicios que por llevar un orden establecido son salvadores en ese mismo orden, sino vehículos al servicio del proceso de evolución. Técnicas cuyo ejercicio correcto, en actitud correcta, llevan a una toma de conciencia.
Igualdad En El Lenguaje (Horizontalidad).
En el análisis el paciente hace asociaciones libres y el terapeuta interpreta. En gestalt los dos hablan el mismo lenguaje. El lenguaje analítico es vertical, el terapeuta hace algo “para o por” el paciente, el clásico modelo paciente-enfermo, donde la intervención es dirigida por el terapeuta, dejando al paciente sin herramientas para saber cómo hacerse cargo de su crecimiento. El paciente puede sentirse mejor ante tal intervención, pero, no sabrá de donde viene, ni como se hace, con lo que aumentará su convicción de debilidad e irresponsabilidad.
La relación “yo-tu” es horizontal, el terapeuta asume la responsabilidad de establecer el clima para el diálogo y de facilitar la experimentación fenoménica del paciente, proporcionando el contexto para el crecimiento. Así el paciente toma conciencia de lo que él verdaderamente puede hacer. La sanación es el surgimiento organísmico en el paciente de su propio darse cuenta. El encuentro (no el terapeuta), es sanador, y este encuentro explica los vacios intrapsíquicos del paciente. La relación horizontal es estar totalmente ahí uno con otro, expresándose en el presente. El diálogo horizontal es la matriz para llegar al centro de la existencia del paciente. En gestalt el diálogo y la existencia actual están en primer plano y la transferencia se maneja a medida que surge e interfiere.
Lo Espiritual.
En psicoterapia ese factor se contiene en la noción de que la mera presencia de una persona en un más alto nivel de conciencia, es potencialmente una ocasión de transformación que puede enriquecer la interioridad de otros. La expresión de un aspecto energético del espíritu está presente en forma sutil en cada encuentro. Es importante el contacto en la atención, el contacto del “ser”, en el terapeuta, que mas allá de las técnicas de psicoterapia entiende que se puede hacer un “don” de la verdadera presencia.
Es el mundo espiritual, la conciencia superior, el entender que aun en nuestra insignificancia, nuestros actos, emociones y razonamientos trascienden mas allá de nosotros mismos, nuestro medio y nuestro ambiente, trascienden a la unidad del cosmos, a la familia universal, provienen de constelaciones anteriores y enmarcan las venideras en la permanencia de lo impermanente.