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Carl Rogers. El proceso de convertirse en persona

Carl Rogers.
Psicología Humanista.
El Proceso De Convertirse En Persona.

El Psicoterapeuta.
-¿Cómo puedo servir de ayuda?
-El proceso de convertirse en persona.
-Una vida plena.
-Implicaciones.

¿Cómo Puedo Servir De Ayuda?
Una hipótesis general.

Para describir en pocas palabras el cambio que se ha operado en mí, diré que durante los primeros años de mi carrera profesional solía preguntarme: “¿Cómo puedo tratar, curar o cambiar a esta persona?”, en tanto que ahora mi pregunta sería: “¿Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio desarrollo?”
(…) Quizá debería comenzar con un aprendizaje negativo he aprendido lenta y gradualmente que la ayuda que puedo prestar a una persona conflictuada no reviste la forma de un proceso intelectual ni de un entrenamiento. Ningún enfoque basado en el conocimiento, el entrenamiento o la aceptación incondicional de algo que se enseña tiene utilidad alguna. Estas maneras de encarar la terapia parecen tan directas y tentadoras que, en épocas pasadas, ensayé muchas de ellas. Sin duda alguna, es posible explicar a una persona su manera de ser, indicarle los pasos que lo ayudarían a progresar, hacerle conocer un modo de vida más satisfactorio; sin embargo, de acuerdo a mi propia experiencia son fútiles e inconsecuentes. Toda su eficacia reside en la posibilidad de introducir una modificación efímera, que pronto desaparece y no hace sino fortalecer en el individuo la conciencia de su propia Inadaptación. El fracaso de cualquier enfoque intelectual me ha obligado a reconocer que el cambio sólo puede surgir de la experiencia adquirida en una relación; por consiguiente, intentaré enunciar de manera breve e informal algunas de las hipótesis esenciales de una relación de ayuda. Estas hipótesis han sido reiteradamente confirmadas por la experiencia y la investigación.
Formularé la hipótesis general en los siguientes términos: Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí mismo su capacidad de utilizarla para su propia maduración y de esa manera se producirán el cambio y el desarrollo individual.

La Relación.

¿Qué significan estos términos? Permítaseme considerar por separado las tres frases principales del enunciado precedente e indicar el significado que tienen para mí. ¿En qué consiste este tipo de relación que creo necesario establecer? He descubierto que cuanto más AUTÈNTICO puedo ser en la relación, tanto más útil resultará esta última. Esto significa que debo tener presentes mis propios sentimientos, y no ofrecer una fachada externa, adoptando una actitud distinta de la que surge a un nivel más profundo o inconsciente. Ser auténtico significa también la voluntad de ser y expresar, a través de mis palabras y mi conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí. Esta es la única manera de que la relación sea auténtica, condición que reviste fundamental importancia. Sólo mostrándome tal cual soy, puedo lograr que la otra persona busque exitosamente su propia autenticidad. Esto es verdad en el caso en que mis actitudes no me complazcan ni me parezcan conducir a una buena relación. Lo más importante es ser auténtico.
La segunda condición reside en el hecho de que cuanto mayor sea la ACEPTACIÒN y el agrado que experimento hacia un individuo, más útil le resultará la relación que estoy creando. Entiendo por aceptación un cálido respeto hacia él como persona de mérito propio e incondicional, es decir, como individuo valioso independientemente de su condición, conducta o sentimientos. la aceptación también significa el respeto y agrado que siento hacia él como persona distinta, el deseo de que posea sus propios sentimientos, la aceptación y respeto por todas sus actitudes, al margen del carácter positivo o negativo de estas últimas, y aun cuando ellas puedan contradecir en diversa medida otras actitudes que ha sostenido en el pasado.
Esta aceptación de cada uno de los aspectos de la otra persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación; esto es fundamental, puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado como persona parece constituir un elemento de gran importancia en una relación de ayuda.
También encuentro la relación significativa en la medida en que siento un deseo constante de COMPRENDER: una sensible empatía con cada uno de los sentimientos y expresiones del cliente tal como se le aparecen en ese momento.

La Aceptación No Significa Nada Si No Implica Comprensión.

Sólo cuando comprendo los sentimientos y pensamientos que al paciente le parecen horribles, débiles, sentimentales o extraños y cuando alcanzo a verlos tal como él los ve y aceptarlo con ellos, se siente realmente libre de explorar los rincones ocultos y los vericuetos de su vivencia más íntima y a menudo olvidada. Esta libertad es una condición importante de la relación. Se trata de la libertad de explorarse a sí mismo tanto en el nivel consciente como inconsciente, tan rápidamente como sea posible embarcarse en esta peligrosa búsqueda. El cliente también debe sentirse libre de toda evaluación moral o diagnóstica. Por consiguiente, la relación de ayuda que encontré se caracteriza, de mi parte, por una especie de transparencia que pone de manifiesto mis verdaderos sentimientos, por la aceptación de la otra persona como individuo diferente y valioso por su propio derecho, y por una profunda comprensión empática que me permite observar su propio mundo tal como él lo ve. Una vez logradas estas condiciones, me convierto en compañero de mi propio cliente en el transcurso de la aterradora búsqueda de sí mismo que ya se siente capaz de emprender.
No siempre puedo lograr este tipo de relación. A veces, aun cuando crea haberla alcanzado en mí, el cliente puede estar demasiado atemorizado como para percibir lo que se le ofrece. Sin embargo, podría afirmar que cuando soy capaz de adoptar la actitud que acabo de describir y cuando la otra persona puede también experimentarla en alguna medida, invariablemente surgirán el cambio y el desarrollo personal constructivo. Incluyo el término “invariablemente” sólo después de largas y cuidadosas consideraciones.

La Motivación Del Cambio.

Ya me he referido a la relación. La segunda frase de mi hipótesis general decía que el individuo descubrirá en sí mismo la capacidad de utilizar esta relación para su propio desarrollo. Intentaré explicar el significado que esta frase tiene para mí. Mi experiencia me ha obligado a admitir gradualmente que el individuo posee en sí la capacidad y la tendencia -en algunos casos latente- de avanzar en la dirección de su propia madurez. En un ambiente psicológico adecuado, esta tendencia puede expresarse libremente, y deja de ser una potencialidad para convertirse en algo real. Esta tendencia se pone de manifiesto en la capacidad del paciente para comprender aquellos aspectos de su vida y de sí mismo que le provocan dolor o insatisfacción; tal comprensión se extiende más allá de su conocimiento consciente de sí mismo, para alcanzar aquellas experiencias que han quedado ocultas a causa de su naturaleza amenazadora. También se expresa en su tendencia a reorganizar su personalidad y su relación con la vida de acuerdo con patrones considerados más maduros.
Cualquiera que sea el nombre que le asignemos -tendencia al crecimiento, impulso hacia la autorrealización o tendencia direccional progresiva- ella constituye el móvil de la vida y representa, en última instancia, el factor del que depende toda psicoterapia. No es sino el impulso que se manifiesta en toda vida orgánica y humana -de expansión, extensión, autonomía, desarrollo, maduración-, la tendencia a expresar y actualizar todas las capacidades del organismo o del sí mismo. Esta tendencia puede hallarse encubierta por múltiples defensas psicológicas sólidamente sedimentadas. Puede permanecer oculta bajo elaboradas fachadas que nieguen su existencia; sin embargo opino que existe en todos los individuos y sólo espera las condiciones adecuadas para liberarse y expresarse.

El Proceso De Convertirse En Persona.

Una condición básica (…) Al desarrollar las consideraciones que siguen daré por sentado que el cliente experimenta la sensación de ser plenamente recibido. Quiero decir con esto que el cliente es aceptado tal como es, cualesquiera que sean sus sentimientos (miedo, desesperación, inseguridad, ira), su modo de expresión (silencio, gestos, lágrimas o palabras) o lo que descubra que él es en ese momento. Este término recibido implica el concepto de ser comprendido empáticamente y ser aceptado. También corresponde señalar que lo que hace que la condición de ser recibido sea óptima es el hecho de que el cliente la experimente así y no su mera existencia en el terapeuta. Por consiguiente, al referirme al proceso de cambio daré por supuesta en todo momento la existencia de una condición de recepción óptima.

El Continuo Emergente.

Al intentar aprehender y conceptualizar el proceso de cambio, busqué inicialmente elementos que señalaran o caracterizaran el cambio mismo. (…) Poco a poco fui desarrollando este concepto de proceso y discriminé en él siete etapas; deseo destacar, sin embargo, que se trata de un continuo, y que aunque identifiquemos siete etapas o cincuenta, existirán infinitos puntos intermedios. Pensé que cualquier cliente, considerado como totalidad, habitualmente exhibe conductas que se agrupan constituyendo una franja relativamente estrecha de este continuo. Es decir, parece poco probable que el cliente manifieste absoluta fijeza en una esfera de su vida y total movilidad en otra; considerado en su conjunto, tiende a situarse en alguna etapa de este proceso. Sin embargo, según creo, el proceso que deseo describir se ajusta con mayor exactitud a determinadas zonas del significado personal; mi hipótesis es que en ellas el cliente se encuentra decididamente en una cierta etapa y no exhibe al mismo tiempo características de otras.

Las Siete Etapas Del Proceso.

Primera Etapa.
– Existe cierta reticencia a comunicar el sí mismo.
-La comunicación sólo se refiere a hechos externos.
– Los sentimientos y significados personales no se reconocen ni se .admiten como propios
– Los constructos personales son extremadamente rígidos.
– Las relaciones íntimas y comunicativas se consideran .peligrosas.
– En esta etapa no se reconocen ni perciben los problemas.
– No hay deseos de cambiar. – La comunicación interna sufre un intenso bloqueo.
Segunda Etapa.
– La expresión comienza a fluir en relación con problemas ajenos al sí .mismo.
– Los problemas se perciben como externos al sí mismo.
– No hay sentido de la responsabilidad personal en relación con los problemas.
– Los sentimientos se describen como objetos que no pertenecen al sujeto o que corresponden al pasado.
– Pueden manifestarse sentimientos, pero no se los reconoce como tales ni como propios.
– La posibilidad de vivenciar está limitada por la estructura del pasado.
– Los constructos personales son rígidos y no se reconocen como tales sino que se consideran como hechos objetivos.
– La diferenciación de los significados y sentimientos personales es muy limitada y burda.
– Pueden expresarse contradicciones, pero son pocas las que se reconocen como tales.
Tercera Etapa.
– Las expresiones referentes al sí mismo como objeto fluyen con mayor libertad.
– Las experiencias relacionadas con el sí mismo también se expresan como si fueran objetos.
– El sí mismo también se expresa como un objeto reflejado, que existe principalmente en los demás.
– Con frecuencia se expresan o describen sentimientos o significados personales no pertenecientes al presente.
– La aceptación de los sentimientos es mínima
-La mayor parte de ellos se revela como algo vergonzoso, malo anormal o inaceptable por alguna otra razón.
– Los sentimientos se exhiben y luego a veces son reconocidos como tales.
– La experiencia se percibe como algo perteneciente al pasado o bien como algo totalmente ajeno al sí mismo.
– Los constructos personales son rígidos, pero pueden ser reconocidos como constructos y no como hechos externos.
– La diferenciación de sentimientos y significados es ligeramente más nítida y menos global que en las etapas anteriores.
– Se reconocen las contradicciones de la experiencia.
– Las elecciones personales suelen considerarse ineficaces
Cuarta Etapa.
– El cliente describe sentimientos más intensos, del tipo presente pero, no ahora.
– Los sentimientos se describen como objetos del presente.
– En algunas oportunidades se expresan sentimientos en tiempo presente, que irrumpen casi en contra de los deseos del cliente.
– Hay una tendencia a experimentar los sentimientos en el presente inmediato; esta posibilidad va acompañada de desconfianza y temor.
– La aceptación franca de sentimientos es escasa, si bien se observa en alguna medida – La experimentación está menos “ligada a la estructura” del pasado, es menos remota y en ocasiones puede producirse con escasa distancia temporal.
– La construcción de la experiencia adquiere mayor flexibilidad. Se descubren algunos constructos personales, se los reconoce con claridad como tales y se comienza a cuestionar su validez.
– La diferenciación de sentimientos, constructos y significados personales aumenta constantemente y existe cierta tendencia a procurar la exactitud en la simbolización.
– Se advierte la preocupación que inspiran las contradicciones e incongruencias entre la experiencia y el sí mismo.
– Existen sentimientos de responsabilidad propia en relación con los problemas, si bien son vacilantes.
– A pesar de que una relación íntima aún le parece peligrosa, el cliente se arriesga y se atreve a relacionarse en cierta medida a partir de sus sentimientos.
Quinta Etapa.
– Los sentimientos se expresan libremente en tiempo presente.
– Está muy próxima la posibilidad de experimentar plenamente los sentimientos. Estos “surgen a borbotones”, “se filtran”, a pesar del temor y la desconfianza que al cliente le inspira la posibilidad de experimentarlos de manera plena e inmediata.
– Comienza a aparecer una tendencia a advertir que vivenciar un sentimiento implica un referente directo.
– Los sentimientos que “surgen a borbotones” suelen despertar sorpresa y temor y casi nunca placer
– Los sentimientos del sí mismo se reconocen como propios cada vez en mayor medida, hay una necesidad de ser esos sentimientos, de ser el “yo verdadero”.
– La experiencia adquiere mayor flexibilidad; ya no es algo remoto, y a menudo se produce con una demora mínima.
– La experiencia se construye de modos mucho menos rígidos. Se descubren nuevos constructos personales y se los examina y cuestiona críticamente.
– Existe una tendencia intensa y notoria a diferenciar con exactitud los sentimientos y significados.
– Las contradicciones e incongruencias de la experiencia son encaradas cada vez con mayor claridad.
– Aumenta la aceptación de la propia responsabilidad en los problemas que se encaran, y aumenta también la preocupación acerca de en qué medida el cliente ha contribuido a ellos.
-Los diálogos que se sostienen en el interior del sí mismo se van liberando, la comunicación interna se mejora y su bloqueo se reduce.
Sexta Etapa.
– Ahora el cliente puede experimentar como inmediatos los sentimientos que antes estaban “atascados”, inhibidos en su cualidad de proceso.
– Estos sentimientos fluyen hasta sus últimas consecuencias.
– Un sentimiento del presente es experimentado directamente, de manera inmediata y rica.
– Se acepta esta cualidad inmediata de la experiencia y el sentimiento que la constituye. Ya no hay temor, necesidad de negarlo o luchar contra esto.
– El cliente vive subjetivamente en la experiencia, pero sin advertirlo.
– El sí mismo como objeto tiende a desaparecer.
– En esta etapa la experimentación adquiere verdaderas características de proceso.
– Otra característica de esta etapa es la relajación fisiológica que la acompaña.
– En esta etapa la comunicación interna es libre y relativamente exenta de bloqueos.
– La incongruencia entre la experiencia y la percepción se experimenta vívidamente a medida que se transforma en congruencia.
– En este momento de vivencia desaparece el constructo personal pertinente y el cliente se siente libre de su sistema anteriormente equilibrado.
– El momento de la vivencia plena se convierte en un referente claro y definido.
– La diferenciación de la vivencia es penetrante y clara.
– En esta etapa ya no hay más “problemas” externos ni internos.
– El cliente vive subjetivamente una fase de su problema, que ha dejado de ser un objeto.
Séptima Etapa.
– Los sentimientos nuevos se experimentan de manera inmediata y rica en matices, tanto dentro como fuera de la relación terapéutica.
– La vivencia de estos sentimientos se utiliza como un referente claro.
– La aceptación de estos cambiantes sentimientos como propios aumenta y coexiste con una confianza básica en el proceso mismo.
– La vivencia ha perdido casi por completo sus aspectos limitados por la estructura y se convierte en vivencia de un proceso; esto significa que la situación se experimenta e interpreta como nueva, y no como algo pasado.
– Poco a poco el sí mismo se convierte simplemente en la conciencia subjetiva y reflexiva de la vivencia. El sí mismo se percibe cada vez menos como un objeto y, en cambio, se lo siente con mayor frecuencia como un proceso que inspira confianza.
– Los constructos personales se replantean provisionalmente, para ser luego validados mediante las experiencias ulteriores, pero aun en caso de serlo, se los plantea con mayor flexibilidad.
– La comunicación interna es clara: los sentimientos y símbolos se correlacionan de manera adecuada y hay términos nuevos para describir sentimientos nuevos.
– El cliente experimenta la elección efectiva de nuevas maneras de ser.

Algunas Preguntas Acerca De Este Continuo Del Proceso.

¿Es éste el proceso por el cual se modifica la personalidad o sólo es uno de los tantos posibles? Lo ignoro. Tal vez haya diversos tipos de procesos que pueden introducir cambios en la personalidad; sólo puedo afirmar que éste parece ser el que se desarrolla cuando el individuo se siente plenamente recibido.
¿Puede este proceso aplicarse a todas las psicoterapias o sólo se lleva a cabo en el marco de una determinada orientación psicoterapéutica? No nos será posible responder a esta pregunta hasta tanto no tengamos registros de casos de otras orientaciones. No obstante, me aventuraría a pensar que tal vez los enfoques terapéuticos que asignan gran importancia a los procesos cognoscitivos de la experiencia y poca a sus aspectos emocionales deben desencadenar un proceso de cambio enteramente distinto.
¿Coinciden todos los psicoterapeutas en que este proceso de cambio es deseable, se mueve en direcciones satisfactorias? No lo creo. Pienso que hay quienes no valoran la fluidez. Nos hallamos ante uno de los juicios de valor social que tendrán que pronunciar los individuos y las culturas. Un proceso de cambio de esta naturaleza puede ser evitado fácilmente; para eso bastará con reducir o evitar las relaciones en que el individuo se sienta plenamente recibido tal como él es.
¿Es rápido el cambio a lo largo de este continuo? Mis observaciones indican lo contrario. (…) Un cliente puede iniciar la terapia en la segunda etapa y terminarla aproximadamente en la cuarta, y tanto él como el terapeuta sentirse legítimamente satisfechos del progreso alcanzado. Casi nunca ocurre que un cliente que, al iniciar su tratamiento, presenta los rasgos típicos de la primera etapa pueda ingresar en la séptima fase. Si esto ocurriera, requeriría años.
La Persona Que Funciona Integralmente.
A continuación intentaré definir las características de este proceso de movimiento, tal como surgen de las personas en tratamiento. Una mayor apertura a la experiencia.
(…) Un aspecto de este proceso que denomino “vida plena” parece ser un movimiento que se aleja del polo de las actitudes defensivas para acercarse al de la apertura a la experiencia. El individuo adquiere mayor capacidad de escucharse a sí mismo y experiemntar lo que ocurre en su interior; se abre a sus sentimientos de miedo, desánimo y dolor, así como a los de coraje, ternura y pánico. Puede percibir sus sentimientos y vivirlos subjetivamente, tal como existen en él. Es más capaz de vivir de manera plena las experiencias de su organismo sin verse obligado a impedirles el acceso a la conciencia.

Tendencia al vivir existencial.

A mi juicio, una segunda característica del proceso de una vida plena consiste en una mayor tendencia a vivir íntegramente cada momento. (…) Pienso que cada momento es nuevo para la persona que se abre a su nueva experiencia de manera plena y sin defensa alguna. Nunca antes habrá existido la configuración compleja de estímulos internos y externos que existe en este momento. Por consiguiente, esta persona deberá reconocer que “lo que yo sea y haga en el momento siguiente dependerá de ese momento, y ni yo ni los demás podemos predecirlo de antemano”. Con frecuencia vemos que los clientes expresan este tipo de sentimientos.
Una manera de expresar la fluidez de este vivir existencial es decir que el sí mismo y la personalidad emergen de la experiencia, que ahora no debe ser distorsionada o moldeada para ajustarse a determinada estructura preconcebida del sí mismo. Esto significa que el individuo se convierte a la vez en observador y partícipe del proceso de la experiencia organísmica, y no se ve obligado a ejercer control sobre él. Este vivir en el momento no implica una ausencia de rigidez, de organización estricta y de imposición de la estructura sobre la experiencia. Significa, en cambio, un máximo de adaptabilidad, un descubrimiento de la estructura en la experiencia, una organización fluida y cambiante del sí mismo y de la personalidad. Pienso que esta tendencia al vivir existencial se observa con mucha claridad en las personas que se han embarcado en el proceso de la vida plena; hasta se podría decir que ésta es su característica esencial. Esta tendencia implica descubrir la estructura de la experiencia en el proceso de vivirla. Por otra parte, la mayoría de nosotros incorporamos a nuestra experiencia una estructura y evaluación preconcebidas que nunca abandonamos por completo, y mediante las cuales distorsionamos y simplificamos la experiencia, cuya fluidez dificulta su introducción en nuestros casilleros, cuidadosamente preparados para alojarlo.
Una de las cualidades principales de los clientes que veo aproximarse a la vida plena y madura consiste en que abren su espíritu a lo que está sucediendo ahora y descubren la estructura de ese proceso, cualquiera
que sea su naturaleza.

Mayor confianza en el organismo.

Otra característica que debemos señalar es que la persona que vive el proceso de una vida plena experimenta mayor confianza en su organismo como medio para alcanzar la conducta más satisfactoria en cada situación existencial. (…) Al elegir el rumbo que adoptarán en una situación determinada, muchas personas se apoyan en ciertos principios por los que se guían, en el sistema nominativo de algún grupo o institución, en el juicio de los otros (…) o en su propia conducta en una situación similar del pasado. Sin embargo, cuando observo a los clientes cuyas experiencias tanto me han enseñado, descubro que esos individuos son capaces de confiar en sus reacciones organísmicas en una situación nueva, porque han descubierto que si se abren a su experiencia, la orientación más útil y digna de confianza consiste en hacer lo que les “parece bien”, pues de esa manera hallarán una conducta realmente satisfactoria.
(…) La inclusión de información que no pertenece a la situación presente y la exclusión de los datos que sí se relacionan con ella son los dos procesos que más a menudo restan confiabilidad al proceso cuando el proceso de computación considera recuerdos y enseñanzas como si fueran esta realidad, y no meros recuerdos y enseñanzas, aparecen respuestas de conducta equivocadas. El error también se origina cuando se impide el acceso a la conciencia de ciertas experiencias amenazadoras y, por consiguiente, éstas quedan excluidas de la computación o bien son incorporadas a ella, pero de manera distorsionada. Sin embargo, a la persona que vive una vida plena su organismo le merece absoluta confianza, puesto que utiliza todos los datos disponibles y de esa manera el conjunto resulta más adecuado.
Por eso mismo su conducta se aproxima en una medida considerable a la satisfacción de todas sus necesidades: de estímulo, de relación con los demás y otras similares. En esta evaluación, balance y computación, el organismo no es infalible.

Carl Rogers. El proceso de convertirse en persona