La Psicología actual ha alcanzado un importante desarrollo tanto en sus teorías explicativas como en el descubrimiento de técnicas de evaluación y tratamiento de las aflicciones del hombre y los problemas de salud mental. Ya no es la jovencita que tímidamente busca su espacio y ensaya explicaciones sobre un objeto de estudio gaseoso y poco estudiado, ha pasado ya un buen tiempo desde que Wundt, que en 1879 fundó el primer laboratorio de Psicología Experimental en la ciudad alemana de Leipzig, en donde formó a estudiantes del mundo entero en la nueva ciencia.
Hoy en día la Psicología avanza junto con la tecnología pues hemos aprendido a trabajar en equipo con científicos de las más diversas disciplinas sin confundir el segmento del conocimiento que nos toca. Cada cierto tiempo aparecen nuevas corrientes psicológicas, psiquiátrica, psicoanalíticas y otras como parte de una ciencia más completa e integrativa aunque sigue en algunos casos, aun revestida de ese positivismo lógico cientificista que pretende enseñarnos la última técnica para dar la medida de un hombre, como si se tratara de cualquier maquinaria de comportamiento predecible. Así, al caer en el simplismo mecanicista, muchas veces por pereza académica o no haber profundizado en nuestros estudios se confunde nuestra razón de ser como profesionales con el seguir una serie de procedimientos de éxito asegurado que pasa por el completar una anamnesis a paso forzado, no a la prescripción por recetario del psicofármaco de última generación vigorosamente impulsado por la próspera industria farmacológica.
Tenemos que hoy día muchos profesionales desconocen las raíces de la Psicología y no pocos han perdido de vista la última finalidad del trabajo en salud mental. Así, muchos estudiantes incluso profesionales jóvenes perciben la práctica profesional como el circunscribirse a los pasos indicados por la doctrina a la cual se remiten o a la atenuación de los síntomas.
Sin embargo encontramos que el arte del buen vivir difícilmente se aferra a una doctrina o conjunto de leyes y mucho menos depende en forma exclusiva de un coctel bioquímico. Más bien está referido a un estilo de vida en la que la persona se halla en armonía consigo misma y desarrolla esa armonía interior en el medio que le rodea. Al hablar de estar en armonía consigo mismo no nos referimos únicamente a un equilibrio biológico y psicológico sino a la totalidad del Ser, y es el Ser, su naturaleza y desarrollo en el hombre el objeto de estudio de la Ontopsicología.
El Ser, para la Ontopsicología no sólo es la esencia: lo más importante y característico de una cosa, sino que, en el caso del Ser Humano se refiere a la totalidad de sus sistemas y manifestaciones como entidad y organismo. Así, posee un nivel de expresión biológico que contiene una compleja red de sistemas que permiten posibilitar la vida en el medio ambiente. Contiene una estructura mental como producto superior de esa organicidad, que funciona básicamente en el ámbito de las representaciones o símbolos interiorizados que a manera de mapa sirven de guía para el organismo en su relación con el medio. Igualmente incluye a la psiquis, o yo óntico, elemento que energiza, hace experiencia, da sentido y propósito a los anteriores. Es oportuno señalar que esta división existe únicamente como intento explicativo y sólo para fines didácticos pues el Ser existe y funciona de una manera total e indivisible.
Según la Ontopsicología, el yo óntico posee direccionalidad, la razón de ser, el sentido el plan de vida en perfecta armonía y correspondencia con el universo. Sin embargo, por el hecho de tener que actuar de manera conjunta con los niveles biológico y mental, ve distorsionado su proceder por las exigencias que el cuerpo y la cultura (principalmente) exigen. En este punto, el cuerpo generalmente funciona como un aliado natural del yo óntico, pues con él mantiene comunicación directa con un código psicosomático gracias a esta comunicación y al mandato de los genes el cuerpo sabe lo que necesita y debe hacer incluso cuando es imperfecto y requiere atención o ayuda especializada, aun así lo hace de acuerdo a los fines del yo óntico. El problema surge con el yo cultural o psicológico, debido a la influencia que ejerce a través de él la cultura o demandas sociales, desviando al Ser de su natural direccionalidad o sentido.
La sociedad y la cultura que la sustenta, están apoyada en una serie de normas y costumbres que el hombre con su inteligencia ha conseguido arrancar a la naturaleza. A través de esas normas y teorías el hombre entiende y pretende controlar la sociedad, y gobernar al mundo. Para ello educa a las personas para que sean formales y obedientes, de manera que se ajusten al pape que se les asigna. Este sistema de creencias y valores sociales inventado por los hombres fiscaliza el crecimiento y comportamiento de las personas asignándoles roles que deberán cumplir bajo la amenaza de ser estigmatizados y/o expulsados. Debido a ello es que desde muy pequeños se forma un monitor de desviación que se encarga de favorecer el ajuste social y eventualmente desorienta al individuo de su propia dirección existencial apartándolo muchas veces del sentido de su vida y razón de ser.
Entonces tenemos que aquello conocido como cultura y civilización en buena cuenta se ha convertido en el árbol de la ciencia del bien y del mal, pues probar de su fruto ha significado para el hombre apartarse del orden natural, la pérdida de su inocencia y la expulsión del paraíso en donde vivía en perfecta armonía con el resto del universo.
El hombre al privilegiar la razón en detrimento de su Ser, produce o favorece la enfermedad de su cuerpo y la aparición de síntomas, de seguir esta dirección equívoca generaría una neurosis ontopsíquica, que lo privaría de la satisfacción de vivir presentándose acompañada de síntomas de naturaleza psicológica como ansiedad, estrés, depresión, enfermedades psicosomáticas, etc.
Sin embargo no siempre la civilización tiene un efecto pernicioso para el Ser Humano, se puede apreciar como en algunas culturas primitivas el hombre tiene la oportunidad de crecer en contacto íntimo con la naturaleza, en ellas su vida social y familiar no lo apartan de su propia naturaleza, ellos son por lo general seres simples y auto realizados. Igualmente en sociedades más próximas a la nuestra hallamos comunidades y grupos familiares en los que se favorece que sus miembros se desarrollen sin ejercer una conducta fiscalizadora, descalificadora o manipuladora sobre ellos. Tal vez por tener un estilo de vida cercano a la naturaleza y estar acostumbrados a observar los eventos y procesos que en ella ocurren, les resulta más fácil reconocer lo natural en el hombre y respetarlo.
Acerca de la Ciencia y la Ontopsicología.
La Ontopsicología considera como parte fundamental del ser humano al cuerpo biológico y por la tanto reconoce el gran valor que tiene la ciencia médica, biológica, física y química. Igualmente ocurre con las ciencias de la salud mental o comportamiento. El desarrollo de la ciencia y de la tecnología así como el correcto uso de las mismas son de gran importancia para favorecer o entorpecer que el hombre logre su propósito. El elemento extraño del enfoque ontopsicológico al lenguaje científico experimental viene a ser el yo óntico o espíritu pues debido a que el método científico exige que objeto o suceso en estudio deba ser susceptible de ser medido, replicado (que pueda repetirse a voluntad) y que posea constante comportamiento ante condiciones similares. Estas exigencias formales de la ciencia experimental hacen que no sólo el yo óntico si no otros fenómenos como las instancias del yo, los fenómenos sociales y otros fenómenos físicos poco frecuentes o únicos en la naturaleza queden fuera del alcance de la ciencia tal como la conocemos hoy.
Esto último no pretende negar el valor del método científico, sino poner en perspectiva su condición de instrumento para adquirir conocimiento. Y es el método científico el camino seguro por excelencia para arribar a nuevo conocimiento Sin embargo, no se puede pretender imponer los mismos métodos o procedimientos desarrollados para el estudio de fenómenos físicos frecuentes al estudio o investigación de otros fenómenos de naturaleza más sutil y compleja, como lo son aquellos que se dan en la psicología y en otros niveles más elevados, la energía y el Ser.
La Neurosis Ontopsíquica.
A diferencia de otras neurosis, la de la naturaleza ontopsíquica se produce cuando el individuo descuida la integración de su yo óntico con los demás niveles de funcionamiento de su identidad, es decir, puede presentarse cuando a pesar de ocuparse de su salud biológica y de vigilar el no enfermarse psicológicamente, abandona su desarrollo óntico ya sea por desconocimiento o por la deformación de valores y prioridades de la sociedad provistos a través de la familia y de los medios de información (TV, radio, diarios, etc.).
En la neurosis ontopsíquica el individuo bien puede evidenciar enfermedad o malestar psicológico por el contrario, a pesar de llevar una vida socialmente exitosa y tener una apariencia normal, no consigue escapar a la sensación de estar incompleto, de llevar una vida carente de sentido o no logra una sensación de bienestar duradera. La capacidad de percibir en uno mismo la neurosis ontopsíquica solo se da en personas que gozan de buena salud a nivel biológico y mental, pues el Ser, si bien se realiza y actúa de una manera integral, cuando se trata de establecer o restablecer la salud inicia su labor con los mecanismos homeostáticos de los niveles más básicos y va ascendiendo en las jerarquías del nivel del Ser.
De igual manera ocurre con el desarrollo de la conciencia, si bien ésta es un producto superior de los niveles de integración y funcionamiento del organismo, su radio de acción o capacidad de enfoque siempre se inicia con los niveles más básicos y rudimentarios, y va evolucionando hacia los niveles superiores de acuerdo a las experiencias e integración.
Entonces tenemos que la neurosis ontopsíquica se presenta cuando la persona en su vivir contradice su dirección natural, cuando en su existir niega la vectorialidad de su Ser. Esto puede ocurrir cuando el hombre trata de ser algo diferente a lo que en realidad es, así sería con quien dedica su vida a la contabilidad sintiéndose un artista en su interior, le ocurriría al militar que ve la vida de una manera mística, al médico que hubiera querido ser aviador, etc. En general se da en quien lleva un estilo de vida diferente al señalado por su yo más profundo, el Yo óntico. En un mundo aquejado por guerras, hambre, enfermedad y miseria, donde es común la presencia de enfermedades psicosomáticas y otras más de naturaleza más apremiante puede parecer una exquisitez el ocuparse de la neurosis ontopsíquica, o de otras enfermedades sólo perceptibles en las manifestaciones superiores del Ser.
Sin embargo no es así, es el Ser quien da sentido y propósito a la vida pues al apartarse de dicho propósito el hombre se pierde a sí mismo y así pierde su condición de Ser Humano al vivir como el drogadicto o el enajenado, de espaldas al mundo real, en contradicción con el orden existente en el universo, convencido de una ficción que el mismo ha creado, o le ha sido impuesta por otros, conduciendo así a las instituciones y las sociedades por un camino igualmente extraviado, acuñando valores sin sentido, convirtiendo su vida en un despropósito.
El Retorno a la Inocencia.
Afortunadamente es posible el retorno a la inocencia, para casi todos, pues por muy confundido o enfermo que se halle un sujeto, por muy desestructurado que se halle su condición de Ser Humano el yo óntico se hallará incólume en lo profundo de su ser, señalando la dirección correcta (como una brújula), pugnando por seguir su camino y realizar su propósito. El retorno a la inocencia viene a ser el reencuentro con uno mismo como parte de un todo exacto, armónico, equilibrado, es el reencuentro con nuestra humanidad, con toda su naturaleza biológica, la cual se reconoce como propia en su real condición, se cuida con respeto y mantiene en salud. Implica el reconocimiento de la propia historia, de la historia colectiva y el descubrimiento de los roles o historias (familiares e individuales) aprendidos e incorporados conscientemente. Contiene el darse cuenta de nuestra particular forma de relacionarnos con nosotros mismos y con el universo. Involucra el tomar conciencia de nuestro organismo, de la dinámica y estructura de nuestra mente, de nuestro psiquismo y del correspondiente correlato que existe en el universo.
Una vez logrado esto podremos oír claramente los requerimientos de nuestro cuerpo, leer nuestro mapa mental e ir ajustándolo según varíe el paisaje, entonces podremos apreciar con suficiente claridad el sentido de nuestra vida señalado por nuestra onticidad y seremos exactos, sin error en nuestro proceder.
Si bien este camino de retorno se puede señalar con relativa facilidad, el seguirlo puede ser difícil, y a veces puede parecer imposible, sin embargo, no sólo es perfectamente viable, sino que la decisión siempre estará en nosotros. Si observamos nuestro estilo de vida promedio apreciaremos que por lo general no damos un trato del todo saludable a nuestro cuerpo y lo tenemos habituado a recibir elementos tóxicos como el humo del tabaco, el smog, cantidades inmoderadas de alcohol, exceso de grasas saturadas y otros; sabiendo que no son saludables nos resistimos a apartarlos de nuestra dieta. En el aspecto psicológico ocurre algo similar pues a pesar de que nos damos cuenta de que hay aspectos en nuestra personalidad que deben cambiar, nos cuesta mucho el reconocerlo y más aun el iniciar un proceso psicoterapéutico. En el aspecto ontopsicológico también es duro avanzar pues no sólo se requiere el tener un nivel saludable en los aspectos anteriores, sino que además el cultivar como estilo de vida las características más elevadas de la condición humana, es decir: la moderación, la fraternidad la gentileza, el amor, la lealtad y otras cualidades que en nuestra decadente sociedad parecen extraterrenas. Sin embargo, si observamos con cuidado podremos encontrar ejemplos vivos de dichas cualidades.
El proceso de sanación óntica al igual que el de recuperación física y el de psicoterapia por lo general requiere de un entrenador o psicoterapeuta ontopsicológico que ya haya pasado por un proceso formativo y conozca dicho procedimiento. Al igual que otros procesos recuperativos toma tiempo y trabajo el ponerse en forma, pero los beneficios justifican ampliamente el esfuerzo e inversión.