Trabajo y Ser Humano.
Conceptos Generales y Evolución Histórica.
Rubén Gallego Murciego.
1.- Qué Entiendo Por Trabajo.
La palabra trabajo etimológicamente proviene del vocablo latino “tripalium” que era un instrumento de tortura que se utilizaba para los esclavos. Del mismo modo, era también una herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos. Con el uso aceptado de esta palabra tal y como la concebimos hoy en día, hacía referencia al dolor causado por el trabajo generado por el desgaste físico que generaba el trabajar en el campo o hacía referencia al parto aludiendo al dolor de este hecho.
Haciendo una referencia al euskara, encontramos la misma conexión entre campo y cansancio ya que hoy en día se utiliza “nekazaritza” para referirse a la agricultura y comparte la raíz “nek-” que proviene de “neke” que significa cansancio. Con la llegada de los primeros artesanos, burgueses y mercantes, la palabra “lan” fue cogiendo más fuerza para referirse al trabajo como lo concebimos hoy en día. A pesar de que no exista diccionario etimológico reconocido de forma oficial, parece que esta palabra deriva en cierta forma de la palabra “landa” que significa “campo”. De hecho, al referirnos en esta lengua al trabajar mucho, se escribe “lan eta lan” mientras que se pronuncia “landa – lan” que a su vez proviene de “landan lan” que viene a significar “trabajar en el campo”. Observando estas referencias, no cabe duda que la palabra “trabajo” estaba muy ligada a la agricultura, el campo, el regadío e incluso en el mejor de los casos a la ganadería; y que ello era una tarea dura, suponía gran esfuerzo físico y cuanto menos cansancio.
La visión judeocristiana asocia el trabajo a todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de sus características o circunstancias; significa toda actividad humana que se puede reconocer entre las múltiples actividades de las que el hombre es capaz y a las que está predispuesto por su naturaleza misma en virtud de su humanidad. Afirma que el trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida, no puede llamarse trabajo; solamente el hombre es capaz de trabajar, solamente él puede llevarlo a cabo.
Si bien es cierto que como venimos comentando la palabra “trabajo” hoy en día se asocia a formas de expresión y afectividad, también no es menos cierto que el trabajo mantiene una asociación diríamos histórica con el concepto de “esfuerzo” si lo vemos desde la óptica sociológica.
Con el humanismo, el concepto “trabajo” puede referirse también a la representación del mundo afectivo propio y de la valoración de los medios extrínsecos que una persona tiene para llevar a cabo esas necesidades. Además mediante el trabajo, el sujeto produce algo por el cual consigue otra cosa para satisfacer cualquier necesidad. El término trabajar conlleva distintas apreciaciones en función de su finalidad: Ocuparse en cualquier actividad física o intelectual; Tener una ocupación remunerada en una empresa, una institución, etc.; Ejercer determinada profesión u oficio; Colaborar o mantener relaciones con una empresa o entidad; Intentar conseguir algo; Elaborar o dar forma a una materia, o cultivar la tierra. Esta elaboración puede ser material en forma de bienes o inmaterial en forma de servicios. La recompensa puede ser de la misma forma material o inmaterial independientemente de la forma que tenga lo que el sujeto da. Por ejemplo, una persona puede vender una silla y recibir dinero o vender una intervención educativa y recibir un pago en especies.
Cabe destacar que no todo lo que se produce a raíz del trabajo es un producto. Este concepto implica poner a disposición del mercado lo que la persona o personas han producido, hay una persona que vende y otra que compra y se establece un acuerdo entre ambas por el bien o el servicio adquirido y vendido. El ser humano en su devenir histórico, ha desarrollado una multitud de formas de relación a la hora de trabajar. Desde que se iniciara en la agricultura de subsistencia hasta la fecha, las sociedades han presentado numerosas necesidades que las personas han tratado de cubrir con el resultado de sus trabajos y sus esfuerzos, dotando así de una estructura tanto a nivel local como global en la que la jerarquización de las personas y las sociedades es la característica predominante entre las personas que tienen y no tienen, entre sociedades poderosas y no poderosas, culturas dominantes y dominadas etc.
2.- Relaciones con el Trabajo.
Las personas a la hora de ejercer la actividad del trabajo se han relacionado y relacionan de forma muy diversa con la actividad que supone el trabajar. Como hemos visto, resulta difícil delimitar qué sí es trabajo y que no lo es ya que depende de la óptica con que lo miremos, algunas actividades lo serán y otras no. En este caso echaremos un breve vistazo a las relaciones que las personas establecemos con el trabajo que son diferentes a las relaciones laborales en sí, ya que éstas primeras son más amplias que las segundas al incluir también actividades que no están ligadas a la actividad laboral a un modelo productivo ni a la mercantilización del resultado del trabajo hecho. Para ello vamos a hacer una clasificación que agrupe por una parte las relaciones que no entran en el marco mercantil y que no hay una retribución; y por otra parte, el trabajo el trabajo que sí es un producto que se comercializa y se retribuye.
Trabajo No Mercantilizado: Se refiere especialmente al trabajo de cuidados.
-Trabajo doméstico: Hay diversos enfoques como el eco feminismo que afirman que el sistema actual capitalista y patriarcal se sustenta en el trabajo de cuidados. Suele ser desempeñado en base a relaciones de parentesco de sangre (hijos – padres) o contractuales (marido – mujer). Tiene que ver con el trabajo básico de subsistencia.
-Trabajo voluntario: Estas acciones están enmarcadas en un colectivo o personalidad jurídica sin ánimo de lucro que comparten una parecida misión, visión, valores y objetivos. El resultado del trabajo es para terceras personas si bien las personas que lo realizan les mueven alguna motivación intrínseca explícita o implícita. Suele existir un contrato escrito y/o verbal entre el individuo y el grupo y su actividad está regulada por la Carta de Derechos del Voluntariado y su correspondiente ley.
-Trabajo comunitario: Esta forma de trabajo puede ser de dos tipos dependiendo de la voluntad o no del individuo y del beneficiario del resultado del trabajo: Trabajo para la comunidad: Un grupo de personas se pone de acuerdo para repartir las tareas de subsistencia y manutención necesarias para la supervivencia de la propia comunidad. Trabajo comunitario forzoso: Son trabajos impuestos por un órgano judicial a un individuo como subsanación a un delito menor que ha cometido.
Trabajo Mercantilizado: Se refiere al trabajo que se realiza a cambio de una contraprestación monetaria y/o en especias.
-Trabajo por cuenta propia: Está representada a nivel legal y jurídico por la figura de autónomo. Son personas que generan su propio puesto de trabajo a través de una empresa y que pueden unirse con otras personas para ampliar su propio negocio o poner otros negocios en marcha conformando sociedades en sus distintas variedades (limitadas, anónimas, cooperativas, comunidad de bienes etc.) Estas personas pueden también, contratar a terceras personas atendiendo al derecho laboral.
-Trabajo por cuenta ajena: Son personas que ponen a disposición del mercado de trabajo su fuerza de producción. Tienen por lo general un contrato escrito con la persona que le contrata donde se especifica el tiempo o periodicidad, las horas, distribución de las horas, lugar, salarios y otras cuestiones.
La diferencia entre ambas formas estriba en la forma de la relación. El trabajo autónomo, se lo realiza bajo la propia capacidad económica. La prestación consiste en brindar un resultado para aumentar la esta capacidad. En el trabajo por cuenta ajena, el aprovechamiento de la labor corresponde al empleador quien en compensación tiene la obligación de que abonar una contraprestación económica, por lo menos básica independientemente del resultado del trabajo.
Fuera de esta clasificación cabe señalar el trabajo sumergido que puede darse como forma de relación entre el empresario y el asalariado o entre vendedor y cliente. Es un trabajo remunerado que en general establece acuerdos de forma directa y oral. Están al margen de la regularización mercantil y los mecanismos de control y de los derechos y deberes laborales. Estas relaciones de trabajo han estado presentes en diferentes etapas o de forma simultánea a lo largo de la historia del ser humano. Desde que el trabajo se desagregó de la vida cotidiana de las personas en su espacio y tiempo (se trabaja fuera de casa de forma continuada y no en el mismo sitio que se hacía el resto de la vida y de forma intermitente) las relaciones con el trabajo han sido muy diversas y se establece una clasificación basada en la división del factor tiempo: Tiempo de trabajo, tiempo productivo, tiempo no disponible incluso tiempo retribuido (asociado a la recompensa física del trabajo); y tiempo libre, tiempo no productivo, tiempo disponible e incluso tiempo de ocio (asociado a la actividad física del descanso).
3.- La Distribución del Tiempo en Función del Trabajo.
A lo largo de nuestra vida hacemos diferentes tareas y para llevarlas a cabo, utilizamos un cierto tiempo. De este modo, tenemos tiempo para trabajar, descansar, para cumplir con otras distintas obligaciones y por último nos queda el tiempo liberado. Cabe destacar que la inversión de tecnología en la cadena de producción ha reducido las horas de trabajo y aumentado en bienestar, liberando tiempo a los trabajadores y trabajadoras. Como decíamos, una vez terminado el tiempo de trabajo, nos queda el tiempo de no trabajo. Este tiempo se divide en otros dos bloques: El de cubrir nuestras necesidades y nuestros compromisos sociales y el tiempo realmente liberado. Ambos se hacen en el tiempo libre que nos queda después de la jornada laboral, pero el primero tiene un carácter más obligatorio o de compromiso que el segundo. A nadie se le escapa que no es lo mismo un día soleado acudir a una junta de vecinos que ir a dar un paseo al monte con la familia después de estar trabajando duramente durante toda la semana, a pesar de que ambos se hagan en nuestro tiempo de no trabajo.
Aún así, esta clasificación deja exentos numerosos colectivos sociales como las amas de casa, enfermos, parados, en estas personas no se puede diferenciar con claridad un tiempo libre ya que todo su tiempo se encuentra disponible. Otra razón más se presenta a la hora de clasificar algunas actividades del tiempo de no trabajo, como el voluntariado. Esta actividad es propia del tiempo libre, pero contiene un compromiso social. Por lo tanto se presenta una nueva clasificación del tiempo que se divide en:
-Tiempo no disponible: Se divide en tiempo de trabajo remunerado o no y obligaciones no laborales como las obligaciones sociales o básicas.
-Tiempo disponible: Se divide en ocupaciones autoimpuestas que no tienen que ver con obligaciones anteriores como el voluntariado y el tiempo libre propiamente dicho como el ocio.
El tiempo es un valor preciado que tiene el ser humano, es lo que tiene desde su nacimiento hasta su muerte. Tal vez por la relevancia que le otorgamos como personas y sabedores de ello, la distribución de este tiempo ha estado presente a lo largo de la evolución histórica del ser humano desde que el modelo productivo sacó el trabajo a espacios de producción fuera del entorno de subsistencia donde el ser humano venía haciéndolo.
Desde que el ser humano pasó de ser autosuficiente como individuo y entró a formar grupos, colectividades y sociedades primitivas hasta la fecha donde ha construido una sociedad global e interdependiente, ha puesto a disposición suya y de los otros un tiempo de trabajo que se ha transformado en un tiempo productivo. Es decir, se ha pasado del trabajo que servía para cada cual a un trabajo que da como resultado un producto con el cual se comercializa y recibe una recompensa por él. Esta recompensa se pretende que sea la mayor posible para así ocupar menos tiempo de trabajo y tener más tiempo disponible o para satisfacer mayor número de necesidades. El trabajo desde hace miles de años se ha tornado en una actividad dependiente de otras personas y con una organización jerárquica y piramidal. Esta realidad en consecuencia, presenta tensiones en forma de fuerzas divergentes entre sí, agrupadas por colectividades sociales asociadas a unos intereses comunes.
Estas tensiones son las que mantienen la realidad social operante y la han conformado tal y como hoy en día se presenta. Cada grupo social ha hecho fuerza para conseguir el máximo provecho del sistema en el que vive, un sistema desequilibrado que se ha valido de un Estado para regular las relaciones desiguales por naturaleza. Del mismo modo, se pretende comprender la realidad social en la que vivimos poniendo en contraposición ambos tiempos, el uso que se hace, los grandes actores de la historia, los grupos más representativos desde la antigüedad hasta el siglo XX. De esta forma se pretende tomar conciencia de la realidad, observar las fuerzas dominantes y dominadas, así como sus puntos de encuentro y ver así como se construye la historia del ser humano y llega tal y como la conocemos a nosotros hoy en día.
4.- Evolución Histórica del Trabajo.
El ser humano comenzó su supervivencia y desarrollo con la recolección, de la caza y más tarde de la agricultura y la ganadería en la llamada Revolución Neolítica. No había excedente en la producción, era una actividad de auto subsistencia y no era necesaria la configuración de una sociedad compleja ya que la propia comunidad servía de refugio para sí misma y no había bienes que administrar. La des unificación del tiempo dedicado al trabajo y el tiempo no dedicado a esta actividad, se empieza a notar con la Grecia Clásica. Para Aristóteles la interrupción del trabajo proporcionaba la felicidad, pero sólo pudieron tomar parte en esta actividad las capas sociales más acomodadas, viviendo a costa del trabajo de los demás. De esta manera los ciudadanos libres podían ser participes de la sociedad, tomando parte en la ekklesía o asamblea pública, siendo ésta a veces una tarea más importante que la del trabajo.
Esta división vino también de la mano de los militares en tiempos de paz en el Imperio Romano, ya que además de los tiempos de guerra y del duro trabajo, reclamaban descanso en contextos menos revueltos. En este sentido, en el siglo II a.C. los jefes militares reivindicaron el derecho al descanso después de un periodo de desgaste. En este tiempo no dedicado a la actividad productiva, los problemas existían debido a los desenfrenos y los excesos placenteros de los soldados en las fiestas, siendo siete mil personas procesadas.
En este contexto, paradójicamente, el tiempo de descanso comienza a ser tiempo de trabajo para otras personas ya que comienza a florecer lo que hoy en día conocemos como ocio; Nacen los teatros para representaciones dramáticas, los anfiteatros para las batallas y los coliseos además de muchas otras estructuras y trabajos para ocupar el tiempo no productivo de otras personas. A través de estos juegos se llevaba a cabo la propaganda política y el enriquecimiento de las capas altas de la sociedad, aumentando notablemente su popularidad con estas acciones sociales. En definitiva Roma inventó una ociosidad de masas basado en la manipulación y el consumo, distrayendo de esta forma a la gente de problemas más graves.
Después de la caída (476) de la primera sociedad compleja en Europa, la romana, hasta el descubrimiento de América (1492), durante poco más de mil años, el trabajo del ser humano ha estado muy ligado al campo y a la tarea de producción agrícola y ganadera en el marco de un sistema feudal basado en estamentos. La iglesia era la encargada de distribuir el tiempo de los ciudadanos haciendo tocar las campanas al inicio y final de la jornada laboral. El mismo modo, impuso las festividades religiosas como la Semana Santa, la Navidad o los domingos como días festivos, legando a haber hasta ochenta y cinco días festivos anuales. Cabe destacar que en el siglo XIII, se inventó el reloj para poder controlar con mayor precisión la distribución del tiempo. El tiempo dedicado a la no producción, se comenzó a utilizar sólo por las capas sociales mejor acomodadas y resultaba una forma de acercarse a Dios. Aún así se podían ver titiriteros, cuenta cuentos, malabaristas, por las calles. Los trovadores eran las personas que recorrían los pueblos recogiendo leyendas para después contarlas dándoles una forma poética. De todo esto en especial disfrutaban los nobles que organizaban un auténtico centro social en torno a sus castillos.
El excedente en la producción agraria servía para el intercambio, o para la venta en los mercados y así conseguir productos que la tierra no daba. En este creciente mercado, aparece una forma nueva de trabajo desligada del campo, la clase burguesa (siglo XII aprox.). La burguesía es el nuevo agente social formado por los artesanos y mercaderes que surgen en el entorno de las ciudades, bien en las antiguas ciudades romanas que habían decaído, bien en nuevos núcleos creados en torno a castillos o cruces de caminos -los propiamente llamados burgos-. Muchas de estas ciudades incorporaron ese nombre como Hamburgo o Estrasburgo en Europa y Burgos en España.
La burguesía nace como una nueva forma de poder y de trabajo en el cada vez más decadente sistema feudal. Es por ello que los conflictos sociales son cada vez más frecuentes y la gente dedicada al campo y con una educación empobrecida es utilizada en las revueltas con una clase cada vez con más ansias de poder en un sistema considerado injusto, corrupto e ineficaz para los intereses burgueses. Nos encontramos en el nacimiento del comercio tal y como lo concebimos hoy en día como una forma de trabajo totalmente desligada de cómo se venía haciendo hasta la fecha. El granjero que ha trabajado ya no vende sus productos cultivados sino que hay personas que trabajan gestionando las mercancías que van de unas ciudades a otras, ya sean productos agrarios o artesanales. En esta etapa de la historia, la vida cultural y recreativa expresaban los nuevos valores de la burguesía, intentando huir del viejo sistema feudal. A partir del siglo XIV el tiempo dedicado a actividades no productivas estuvo paulatinamente en alza y esto hizo que los nobles bajasen de los castillos a los nuevos centros sociales, las ciudades. Del mismo modo, ya no les valía con tener una formación militar y ser un buen administrador, sino que también tenían que ser capaces de hablar sobre la filosofía o la ciencia.
Europa entra rápidamente en un proceso de democratización del uso del tiempo y la fuerza dedicada al trabajo en los diferentes estamentos sociales y se enfrenta de nuevo al problema de la redistribución de la producción y el tiempo dedicado al trabajo, como deja patente la obra de Tomás Moro “Utopía” (1516). Cada vez más gente se dedica utilizar los recursos disponibles a su alrededor como la música, los paseos por los jardines o las humanidades. El ser humano encuentra por primera vez en su historia que su realización como persona ya no la puede obtener solamente del trabajo ya sectorizado a diferencia del pasado, sino a través de la cultura y la naturaleza.
Aquellas nuevas ciudades que abrían las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veían incrementar el nivel cultural, la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del señorío por lo que con reticencias, pero de manera firme, se fue difundiendo el modelo con apenas resistencias en los primeros pasos. Los burgueses ni eran señores feudales, ni campesinos sometidos a servidumbre, ni hombres de iglesia, provenían de estamentos inferiores y con motivación para el cambio y la apertura. En los burgos surgieron muchas instituciones sociales y formas de relación con el trabajo nuevas. El desarrollo del comercio llevó aparejado consigo el del sistema financiero y la contabilidad. Los artesanos se unieron en asociaciones llamadas gremios, ligas, corporaciones, cofradías, o artes, según el lugar geográfico. El funcionamiento interno de los talleres gremiales implicaba un aprendizaje de varios años del aprendiz a cargo de un maestro, el dueño del taller, que implicaba el paso de aquél a la condición de oficial cuando demostrara conocer el oficio, lo que implicaba su consideración como trabajador asalariado, una condición de por sí ajena al mundo feudal que incluso se trasladó al campo con los jornaleros que no disponían de tierras propias ni concedidas por el señor. En este mapa las revueltas eran cada vez más importantes ya que los burgueses veían mermar los ingresos por los impuestos que iban a parar a los estamentos más elevados y una población cada vez más hambrienta y numerosa.
El nuevo orden surgido condenaba todo tipo de desocupación y valoró el trabajo como forma de salvación. La desocupación era perseguida por la ley contra vagos y maleantes. La nobleza y el clero fueron las capas sociales capaces de disfrutar del tiempo no dedicado a la producción. Sin embargo en este momento, la música y el teatro alcanzan su máximo esplendor a través de los corrales de comedias, convirtiéndose en entretenimiento para la población de masas. Todo ello desarrolló un incipiente capitalismo comercial con el incremento o surgimiento de la economía monetaria, la banca. La aparición de burgueses ricos y de una plebe urbana pobre originó un nuevo tipo de tensiones sociales, que produjeron revueltas urbanas. Este inicio del capitalismo ofrece otra forma de trabajo todavía más alejada de su origen, pero que a su vez es una forma de manutención para cada vez más personas. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras.
El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. Este comercio genera gran fortuna y riqueza en las personas que se dedican a comercializarlo ya que la materia prima era conseguida en gran parte esclavizando a las personas autóctonas del lugar de procedencia de la materia y ello dejaba enormes beneficios. Cada vez se concentraba una mayor riqueza en la clase burguesa y los estamentos superiores existentes ya que este sistema feudal no fue totalmente abolido en gran parte de Europa (y en algunos países como el nuestro sigue presente con el reinado, ducados y marquesados) hasta que la Revolución francesa suprimió solemnemente “todos los derechos feudales” en la noche del 4 de agosto de 1789 y “definitivamente el régimen feudal”, con el decreto del 11 de agosto. La Revolución Francesa hizo decaer a la iglesia y se sustituyeron algunas fiestas religiosas por otras civiles, hasta el punto de hacer uso durante algunos años de un nuevo calendario.
Cabe mencionar que hasta estas fechas, los negros e indios nunca habían disfrutado de tiempo no productivo y fue cuando se abolió la esclavitud que comenzaron a dedicar su tiempo al trabajo y al ocio. En este periodo el ocio se empieza a contemplar como en la Grecia Clásica, a través de las obras como la “Enciclopedia”. La ociosidad era controlada, al igual que el ocio, que vio nacer la lotería nacional como instrumento de ocio y de recaudar dinero para las arcas de estado. De todas formas quienes realmente están amasando grandes fortunas son los burgueses, los dedicados en especial al comercio. Esta apropiación y acumulación de riqueza es la que permite que las personas más enriquecidas puedan por primera vez en la historia tener a su alcance los medios físicos y técnicos para la producción en masa poniendo estos medios a disposición de una nueva clase, la trabajadora.
El descubrimiento de América ha dejado un vencedor en el mundo, Inglaterra. Con la decadencia de España, Inglaterra domina los mares y la llegada del oro, plata e innumerables productos y su comercio ha dejado una buena cantidad de dinero en manos de los primeros capitalistas. Es así como el ser humano conoce otra nueva forma de trabajo de personas que pasan de la pobreza y la dureza del entorno rural a una prometedora urbe y sus industrias como forma de trabajo, a pesar de que no tardan en llegar las incesantes dificultades.
Estamos en la Revolución Industrial que se inicia en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña y que se extendió unas décadas después hasta una buena parte de Europa occidental y Estados Unidos. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el neolítico, que vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada. La Revolución Industrial marca un punto de inflexión en la historia, modificando e influenciando todos los aspectos de la vida cotidiana de una u otra manera. La producción tanto agrícola como de la naciente industria se multiplicó a la vez que disminuía el tiempo de producción.
A partir de este momento se inició una transición que acabaría con siglos de una mano de obra basada en el trabajo manual y el uso de la tracción animal siendo estos sustituidos por maquinaria para la fabricación industrial y el transporte de mercancías y pasajeros. La expansión del comercio fue posible gracias al desarrollo de las comunicaciones con la construcción de vías férreas, canales o carreteras. El paso de una economía fundamentalmente agrícola a una economía industrial influyó sobremanera en la población, que experimentó un rápido crecimiento sobre todo en el ámbito urbano.
Como consecuencia del desarrollo industrial nacieron nuevos grupos o clases sociales como el proletariado, compuesto de trabajadores industriales y campesinos pobres. El desarrollo humano de nuevo va acorde con la producción, pero en esta ocasión nada tiene que ver con los siglos precedentes. Existe una nueva división social entre el que tiene los medios y el que vende su fuerza de trabajo, desigual por naturaleza, dando esto pie al desarrollo de problemas sociales y laborales, revoluciones y nuevas ideologías que propugnaban y demandaban una mejora de las condiciones de vida de las clases populares como el sindicalismo, el socialismo, el anarquismo o el comunismo.
Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este nuevo contingente humano. La carencia de espacio físico fue el primer problema que sufrió esta población socialmente marginada; debía vivir en espacios reducidos sin comodidades mínimas y carentes de higiene.
A ello se sumaban jornadas de trabajo ya que el control de los horarios laborales cayó en manos de los burgueses quienes aumentaron la jornada laboral en ocasiones a más de catorce horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños con salarios miserables, carentes de protección legal frente a la arbitrariedad de los dueños de las fábricas o centros de producción. El trabajo pasó de lo artesano a la gran producción, gracias a la producción en cadena. Como contraste al proletariado industrial, se encontraban los burgueses que fortalecieron el poder económico y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la regulación de los precios por el mercado, de acuerdo con la oferta y la demanda.
En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre. Avalados por una doctrina que defendía la libertad económica, los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagando en general bajos salarios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros. Es aquí donde Karl Marx introduce en el siglo XIX el concepto de plusvalía entre otros que ayudan a interpretar de forma crítica la realidad y lo define como la expresión monetaria del valor que el trabajador asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y que se apropia gratuitamente el capitalista. Este nuevo orden capitalista, hizo que el tiempo no productivo fuese sinónimo de descanso para enfrentarse a las duras jornadas laborales, incluso para los niños. El proletariado por su parte, intentó reducir su jornada laboral y aumentar de esta manera e tiempo libre disponible, lucha que dio como origen los derechos sociales en el mundo contemporáneo.
Esta situación comenzó a adquirir importancia a principios de siglo XIX cuando el fenómeno de urbanización y maquinismo empezó a ser una realidad. El tiempo libre servía sólo para reponer fuerzas después de una dura jornada laboral y la funcionalidad del tiempo, se disoció en productivo y no productivo. La ociosidad era contraría al trabajo y constituía una lacra social, ya que el hombre tenía la obligación de trabajar para ganarse el pan y el ocio sólo era permitido cuando servía para descansar. Con la Revolución Industrial, la balanza se desequilibra enormemente a favor del tiempo dedicado a trabajar mientras que antiguamente el tiempo libre se llenaba también con actividades productivas de subsistencia, teniendo la vida del ser humano un aspecto más unificado.
Contrariamente, además de los capitalistas, el ocio era disfrutado por los aristócratas que vivían de la renta de los siglos anteriores, sin la necesidad de trabajar, a pesar de que esta actitud fue criticada por algunos escritores de la época; La clase burguesa que fue tan revolucionaria y trajo grandes cambios sociales, se convirtió en una clase conservadora, haciendo todo lo posible por mantener su clase y poder social a costa de la clase trabajadora. Este acomodamiento de las capas altas de la sociedad a costa de la mayoría, provoca un orden social difícil de sostener. El sistema capitalista empezó con unos pocos poseedores de los bienes tangibles tenían la opción de ordenar a su antojo su tiempo y el de los demás. Mientras, el proletariado que suponía la mayoría de la población, dependía de esta personas para mantener su trabajo y se sometía a jornadas laborales de hasta catorce horas desde los siete años.
El problema del tiempo libre en la Revolución Industrial se convirtió en un problema social porque en un sistema vivido de forma tan injusta por el proletariado, casi nadie tenía la posibilidad de ese tiempo. Los pensadores marxistas, los primeros teóricos de la sociología del ocio, luchaban por mejorar la calidad de vida para el proletariado.
En este sentido Karl Marx reivindicó una mejora de las condiciones del trabajo industrial, ya que a pesar de ser la primera necesidad de la existencia, se había convertido en una experiencia carente de sentido y alienante. Esto ponía las bases de un Estado del Bienestar y para alcanzarlo según este autor, había que transformar las características de trabajo industrial según los principios comunistas. Tomaba el tiempo libre como indicador más claro para medir el progreso social, puesto que indicaría un reparto equitativo de la riqueza y también de la necesidad de trabajar. El tiempo libre era indispensable para que el hombre descansase, pero también para darle la oportunidad de desarrollar sus capacidades creativas. Para conseguir esta meta, se proponía la pereza como forma de protesta ante la desigualdad social del ocio.
Con los años, el tiempo de ocio fue posible para el proletariado ya que en este espacio de tiempo, podían consumir los distintos productos producidos en las fábricas y equilibrar de esta forma la oferta y la demanda o lo que es lo mismo, la producción y el consumo. En este tiempo libre se optó por culturizar al proletariado ya que no servía de nada disponer de tiempo libre si luego no se sabía qué hacer con él y de ahí que los sindicatos se convirtieron en auténticos centros de educación popular. Esta democratización del ocio se hizo en base a tres hechos fundamentales: Reducción de la jornada laboral, mejora en las condiciones de trabajo y el aumento de los salarios incluso en época de vacaciones.
A pesar de ello, Georges Friedmann a mediados del siglo XX observaba varías características del trabajo industrial alienantes y penosas como la fragmentación de tareas, que anula cualquier síntoma de creatividad e iniciativa personal, la subordinación del ser humano a la máquina, el ritmo del trabajo automatizado, monotonía y tedio en las tareas, deterioro de las relaciones interpersonales debido a la competitividad.
Erick Weber atribuyó a la compensación del ocio a algunas características como el reconocimiento de un mayor status social, la distracción y el placer, e encuentro con uno mismo, la mejora de las relaciones interpersonales, el interés por la cultura o el reciclaje profesional, la sensación de autonomía a la hora de tomar decisiones y un largo etc. Comienzan a emerger con fuerza diferentes movimientos sociales como el marxismo, el anarquismo, el nacionalismo, el sindicalismo y todos ellos con un eje central: El cambio en el orden social. Estos movimientos más o menos radicales, mantienen que el estado legitima a través de las leyes el orden predominante y proponen desde un reparto equitativo de las ganancias obtenidas de la venta de la fuerza de trabajo a desmantelar el estado como legitimador de las diferencias entre clases. Una manifestación de estos movimientos cada vez más organizados es la lucha de clases. La estructura de clases es el sistema de estratificación correspondiente a las sociedades industriales que emergen a partir del los siglos XVII y XVIII.
Esta estratificación es desigual y conforman a la población en estratos sociales en una determinada sociedad, dejando a un número de personas en la exclusión social y fuera del sistema de producción ya que hay menos oferta de puestos de trabajo que personas dispuestas a trabajar. Este grupo de personas son el excedente del mercado de trabajo y así siempre habrá alguien dispuesto a trabajar por menos precio de quién lo está haciendo. De esta forma se mantienen los salarios, los costes de producción, la competitividad y el sistema hegemónico.
Dependiendo de este excedente en la mano de obra, los derechos sociales y la presión y lucha de clases irán en una dirección u otra. Así, en la historia la clase obrera ha conseguido derechos como la limitación a ocho años de la edad a trabajar en Inglaterra en 1933, la imposición de la jornada laboral en setenta horas semanales en 1847 en Inglaterra y más tarde en 1919 a cuarenta y ocho horas semanales en Europa, descanso dominical en España en 1904, derecho a vacaciones pagadas en 1936 etc. En época de crisis económica como la actual, con un excedente de mano de obra récord en Europa, los derechos sociales conquistados por la clase obrera están mermando.
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– Apuntes del ciclo grado superior de animación sociocultural .promoción 2001 – 2003 en instituo usandeizaga – peñaflorida de donostia – san sebastián.
Rubén Gallego Murciego.
Rentería. Junio 2.014