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Psicoterapia de grupo y psicodrama

J.L. Moreno, Psicoterapia de Grupo y Psicodrama.
Fondo Cultura Económica 1966 (1.959).

El fundamento de la psicoterapia de grupo es la doctrina de la interacción terapéutica. El fundamento del psicodrama es el principio de la espotaneidad creadora, la participación libre de todos los miembros del grupo en la producción dramática y en la catarsis activa.

Fuentes.

La psicoterapia de grupo proviene originariamente de tres fuentes. En primer lugar es la rama de la medicina. No es casualidad que fueran los médicos los primeros precursores y pioneros de la psicoterapia de grupo esta es una forma especial de tratamiento, que se propone como tares curar tanto al grupo, como un todo, como al miembro individual a través del propio grupo. La gran contribución de la psicoterapia de grupo a la ciencia del grupo ha consistido justamente en ocuparse en forma realista de la patología del grupo.
Los médicos estamos acostumbrados a tratar el individuo de un cuerpo como separado de otros individuos, el psicoanálisis hace acostar al paciente y lo trata individualmente. El tratamiento en grupo de varios individuos creó una nueva especie de problemas teóricos y clínicos, que no habían estado presentes en la medicina, por ello la segunda fuente en la que se apoya la psicoterapia de grupo es en la sociología.
Era necesario descubrir principios científicos más allá del individuo y que abarcara la salud psíquica de varios individuos. Para ello fue preciso crear una nueva medida; el método sociométrico, una microsociología, no académica sino experimental. Ciencia que fue derivando en la sociometría, cuyo objeto de investigación son, la composición de los grupos, selección de pacientes aptos para el trabajo, síndromes grupales y los métodos de tratamiento.
El ámbito de trabajo profesional de la terapia de grupo no es de competencia exclusiva del médico, en el mismo rango sociólogos, trabajadores sociales, pedagogos y psicólogos trabajan en ella. Lo importante en este campo es el entrenamiento, la experiencia y la habilidad del especialista. Se han desarrollado métodos para trabajar el individuo, y pronto se hizo evidente que las relaciones entre los miembros individuales de un grupo no se reducían a la comunicación verbal, actuaban unos sobre otros, y esto planteo la cuestión de cómo podrían utilizarse esta relaciones en bien de los participantes, este comportamiento inconsciente, psicomotor y activo. La interacción de los miembros, sus relaciones recíprocas, llegan a tener más importancia que la interacción con el terapeuta.
La tercera fuente de la psicoterapia de grupo es la religión. Religión deriva de “religare”, ligar, es el principio de reunir todo en uno y del ligar conjuntamente, de la aspiración a un universalismo cósmico. En un orden católico-cristiano o bien, indo-budista una psicoterapia de grupo sería religiosa, esto es, sus valores fundamentales y sus objetivos estarían determinados por los propios sistemas religiosos. A falta de tales sistemas, el psicoterapeuta de grupo ha de enfrentarse con los objetivos axiológicos que dominan en el espíritu de la época y con sistemas de valores que se basan en premisas científicas.
El hombre es algo más un ente psicológico, biológico, social y cultural; es un ente cósmico, es co-responsable de todo el universo, de todas las formas de ser y de todos los valores. La existencia del universo es importante, es más importante que la vida o la muerte del hombre como individuo, de una civilización particular o de un género, desde aquí postulo “una voluntad del supremo valer”, que une a todos los seres, teniendo al cosmos como valor supremo, como primera y última existencia.
El grupo terapéutico es por esa razón no solo una rama de la medicina y una forma de sociedad, es el primer paso hacia el cosmos. El carácter de la psicoterapia de grupos trae al grupo problemas que antes estaban reservados a la religión, el psicoterapeuta no puede ignorar la angustia determinada por la posibilidad de que la humanidad perezca y el mundo deje de existir. ¿Qué compensación podría< ofrecer la psicoterapia sino hubiera un sentido último en la vida? Sea el universo bueno o neutral, lo importante para el terapeuta es conocer esta estructura y ajustar su percepción y sus métodos a ella, y si el universo es malo y hostil el terapeuta ha de saberse co-responsable de la propia estructura.

Historia.

Una mirada retrospectiva a civilizaciones tanto primitivas como altamente desarrolladas muestra como una antiquísima sabiduría el adscribir un papel decisivo a las fuerzas de grupo en la configuración de la vida social. Pronto se reconoció que dentro del grupo es más fácil objetivar y resolver los problemas individuales.
La psicoterapia de grupo es más ‘antigua que la terapia individual. Un estudio comparativo de las particulares relaciones entre los seres animales pluricelulares desde la vida en grupo de los hombres hasta la de los animales y los protozoos permite extraer la consecuencia de que ha existido una psicoterapia de grupo inconsciente universal, mucho antes de que se desarrollara la de nuestro tiempo, metódica y consciente.
Las danzas rituales de los primitivos, el “consejo de los ancianos” así como el consejo de guerra de las tribus indígenas son ejemplos de su conocimiento de las fuerzas que actúan en el grupo. Sobre este saber se basaba también, al parecer, el precursor del drama griego, el coro. Probablemente fue un grupo sin líder cuyo objetivo era informar sobre los hechos del presente y del pasado.
En esta labor formativa no correspondía la dirección a ningún miembro determinado del coro, sino que todo miembro que tuviera algo que comunicar estaba autorizado a ello y lo hacía espontáneamente. Otros intervenían en el relato, completándolo, confirmándolo, hasta que de nuevo espontáneamente se abordaba un nuevo tema. La eficacia del coro residía en a comunicación entre los miembros del grupo.
Vemos en 1.931, año en que recibió su nombre, el verdadero comienzo de la psicoterapia científica de grupo, en el nacimiento de la sociometría como método científico para poder captar las estructuras grupales. Cuando hace 25 años introduje en la literatura el término de “psicoterapia de grupo” no pude prever que esta disciplina se convertiría en un movimiento de amplitud global. Introduje este nombre especial para hacer resaltar que se trataba de una “terapia” de grupo y no de un análisis sociológico y psicológico. El término es el nombre común a todos los métodos de tratamiento de grupo y ha contribuido a crear una base conceptual común.
Mis comienzos prácticos se remontan• al año 1910. En los parques de Viena comencé entre 1910 y 1914 a formar grupos infantiles, para jugar con ellos, improvisadamente al teatro, y plantar así la semilla de la psicoterapia de grupo y el Psicodrama. Proseguí el experimento con grupos de discusión con prostitutas, en Spittelberg, en los años 1913-14. Mis observaciones y estudios en un campo de refugiados de Mlttendorf en Viena coronaron este primer periodo.
Gracias a la investigación histórica de los últimos años sabemos dónde hay que buscar los primeros comienzos conscientes de la psicoterapia de grupo. Los gérmenes los encontramos en Europa, en Francia, Rusia, Alemania y especialmente en Austria; de allí fueron trasplantados a los Estados Unidos. El desarrollo del psicoanálisis en Viena preparó el terreno natural para el despliegue de sus antítesis. La psicoterapia de grupo se originó en oposición y como protesta contra los métodos individuales entonces dominantes.
El derrumbamiento del ámbito cultural europeo en el curso de ambas guerras mundiales y entre ellas, así como el influjo de la revolución rusa, promovió la emigración de muchas ideas. Fue en los Estados Unidos donde estas las tuvieron éxito en definitiva. En otras palabras: la criatura fue concebida en Europa, pero nació en Norteamérica.
Pero mientras los sociólogos excluyeron al individuo, el psicoanalista dejó fuera al grupo. Nuestro problema consistía en buscar un método para influir terapéuticamente sobre el individuo y sobre el grupo. Los instrumentos de nuestro laboratorio fueron, por tanto, los pacientes en el marco de un grupo, un marco espacial particularmente estructurado con fines terapéuticos.
La máxima resistencia contra el desarrollo de la psicoterapia de grupo procedió lógicamente, entre los años 1914 y 1.932 del psicoanálisis de Freud. Él vio en la situación de grupo el retorno forzoso e insuperable a la horda primitiva. Freud no fue consciente de las constelaciones fluidas y en incesante cambio, de los grupos reales; nunca se ocupó del estudio de grupos concretos. ¡Qué interesante hubiera sido el análisis de su propio grupo familiar, si tanto lo fue el de sus propios sueños!
El primer paso que había de superar los límites trazados por Freud consistió en el desarrollo de una ciencia de los grupos terapéuticos: la sociometría. Era importante para el médico considerar la composición de los grupos terapéuticos para comprender adecuadamente y seleccionar a los pacientes-miembros. El descubrimiento más importante fue que cada grupo tiene una estructura propia de diversa cohesión y profundidad y, después, que nunca dos grupos son iguales; cada grupo tiene ya en la primera sesión una determinada estructura, que se desarrolla en forma típica en el curso de las sesiones posteriores y que indica en cada caso la intensidad del éxito terapéutico.
Se trataba de no empezar con teorías e hipótesis rígidas, sino de encontrar métodos y test que condujeran al descubrimiento de estructuras típicas de los grupos terapéuticos. He aquí algunos de los principios diagnósticos importantes para el terapeuta de grupo:
• 1. Todo grupo tiene una base oficial y sociométrica, la estructura consciente e inconsciente del grupo.
• 2. Todo grupo se desarrolla según determinadas leyes sociométricas.
• 3. La atracción y repulsión entre individuos y grupos obedecen a la ley socio dinámica.
• 4. Hay líderes populares, poderosos y aislados, y correlativamente hay grupos centrados en el líder, otros centrados en el grupo mismo y grupos sin líder.
• 5. Todo grupo tiene una determinada cohesión: la tarea del psicoterapeuta consiste en conducir al grupo enfermo, de un nivel inferior de cohesión a otro superior.
• 6. La valoración terapéutica del proceso sociométrico se ha visto confirmada en la psiquiatría, en la educación, y en la industria.
El paso del diván a un espacio libre y pluridimensional fue de gran importancia teórica y práctica. El grupo necesita no sólo un andamiaje abstracto sino un espacio concreto en el que puedan desenvolverse libremente las interacciones entre los pacientes. El local puede consistir en un podio sobre el que se sitúa el terapeuta o pueden los pacientes sentarse en círculo sobre sillas o libremente en el suelo al modo de las conversaciones socráticas, o puede uno servirse de un teatro terapéutico con escenario propio, para subrayar el objetivo terapéutico del grupo.
El pensamiento terapéutico ha sufrido una honda transformación merced a la psicoterapia de grupo. En los métodos individuales el paciente no es más que “paciente”, nunca le es permitido desempeñar el papel del terapeuta. En la psicoterapia de grupo, en cambio, un paciente es agente terapéutico del otro; un grupo es agente terapéutico de otro.
A esta interacción la he llamado el principio de la interacción terapéutica, en el que la autonomía de los individuos participantes no se pierde como en la masa, y en el que se aprovechan sus capacidades terapéuticas. Las interacciones sociales pueden ser en sí mismas y en un momento dado terapéuticas o dañinas; la tarea consiste aquí precisamente en formar grupos terapéuticos que sean eficaces para los participantes.
No menos importante que el principio de la interacción terapéutica es el principio de la espontaneidad, de la espontánea producción de grupos, de la libre participación sin impedimentos, de todos los miembros del grupo. El carácter espontáneo de la participación es importante no sólo por razones terapéuticas, sino por motivos diagnósticos. En el curso de las sesiones puede resultar útil poner límites a tal o cual miembro, pero semejantes limitaciones deben estar siempre analíticamente fundamentadas y no resultar del capricho del terapeuta.
Otra transformación radical de la sesión individual consiste en el carácter directo e inmediato de la interacción en el grupo, que tiene todas las cualidades de una prueba de realidad. El paciente se ve confrontado con personas y situaciones reales, no sólo con las suyas, sino con las de otros individuos. Mientras el escenario en la terapia individual no es de especial importancia, en la psicoterapia de grupo debe ser cuidadosamente configurado.
La terapia individual se distingue de la psicoterapia de grupo en puntos esenciales. La psicoterapia de grupo contiene el proceso psicodinámico del individuo en una forma factible de integrarse. De ahí que en la psicoterapia de grupo se pueda tratar a todo individuo y a la totalidad del grupo separada o conjuntamente. Los métodos individuales no tienen esta ventaja. Es imposible tratar a un individuo y a su correspondiente mundo social en su totalidad, en el diván, mediante un psicoanálisis. Mientras el psicoanálisis supone que los procesos en la psique aislada y en el grupo son uno y el mismo, es fundamental para la teoría de la psicoterapia de grupo la idea de que el grupo tiene su propia estructura social en la cual, sin embargo, los procesos individuales desembocan sin perder su autonomía. Frente a la “transferencia” psicoanalítica situamos nosotros el “encuentro”, en lenguaje sociométrico.
En oposición a la reserva y distancia del terapeuta sentado detrás del diván, la actitud del terapeuta de grupo es abierta; está amenazado por todos lados y tiene que afrontar todas las agresiones que parten del grupo. El líder del grupo debe tener no sólo la experiencia del psicoanalista sino también la presencia de espíritu y el valor de poner en juego toda su personalidad en el momento preciso. Para llenar el ámbito terapéutico con su calor, su empatía y su expansión emocional; en otras palabras: no está aislado del paciente ni el paciente está aislado de él. Ambos son miembros de un pequeño grupo. El terapeuta ocupa el centro de su grupo y debe por ello desarrollar una forma especial de “personalidad de grupo”.