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El uso integrado de la plenitud de consciencia, la no-violencia y el cuerpo. (extractos)

“No puedes hacer lo que quieres hasta saber qué es lo que estás haciendo” Dicho favorito de Moshe Feldenkrais
La psicoterapia ha sido llamada “la curación hablada”. En las últimas décadas ha cambiado la naturaleza de ese hablar. La focalización en la experiencia presente, especialmente en la expresión de las emociones, vino con la Terapia Reichiana, el Psicodrama, la Gestalt, los trabajos de grupo y todo lo que le sigue. En ese momento, una buena parte de la psicoterapia dejó de ser un mero hablar acerca de las experiencias para convertirse en un tener experiencias. Las clientes pasaron de hablar a trabajar. Y el trabajo implicaba volver a sus cuerpos, a sus sentidos, por debajo de sus mentes, lejos de las teorías, lejos del hablar/hablar/hablar acerca de la experiencia. Cuando Perls decía a las personas que exageren sus movimientos y voces, estaba trabajando para profundizar su experiencia, para llegar a los sentimientos, para llegar a una experiencia viviente y alejarse del mero hablar. El método consistía en interrumpir cualquier intento de hacer un “viaje cerebral”. Y funcionó. Le dio al mundo maneras nuevas y maravillosas de hacer psicoterapia. El viraje hacia la experiencia era también un viraje hacia el presente, que es donde ocurre la experiencia. En los encuentros grupales una de las reglas era: habla únicamente de lo que está ocurriendo aquí y ahora, en este momento, en este cuarto. Quédate en el presente. En la terapia Gestalt la tarea consistía en quedarse en el aquí y el ahora. (Así como la tarea en el psicoanálisis era, asocia libremente.)  En resumidas cuentas, todo se reducía a esto: ¡métete en tu experiencia, quédate en ella, exagérala y aprende de ella! Y no esperes que yo haga nada de eso por ti. Esto constituía definitivamente una ruptura con el viejo modelo.
Hay dos procesos totalmente diferentes que determinan lo que cada uno experimenta. Uno es lo que está ocurriendo realmente a nuestro alrededor, y el otro son los hábitos que convierten esos eventos en información, ascendiendo los niveles del sistema nervioso hacia gestalts más complejas y organizadas y finalmente a la consciencia. Los niveles inferiores, sensoriales, no son usualmente problemáticos para la psicoterapia. Es a nivel de significados y sentimientos que la conversión de eventos en experiencia se transforma en altamente individual, creativa, humana y a veces innecesariamente dolorosa y limitante.
Los principios
Los principios son la parte más importante del conocimiento de una terapeuta, persona que trabaja basándose en sus propios principios.  Trabajar con ellos significa incorporarlos como base inconsciente y actuar continuamente desde esa actitud mental.
Estar con los principios no implica ningún esfuerzo una vez que uno se rinde a ellos, es prácticamente todo en nuestro trabajo. Los principios son parte de una actitud emocional que aprecia la libertad y vitalidad del otro, y nace de una consciencia que hace un seguimiento de todo lo que el otro expresa. Esa consciencia y actitud emocional son percibidas por las partes más profundas del otro, ganando la cooperación del inconsciente. Con ello el trabajo se hace infinitamente más sencillo. Carecer de principios es como trabajar a ciegas. En la medida en que los incorporamos, los usamos sin esfuerzo sin necesitar pensamientos especiales. Nos podemos sentir confortables ya que lo que hagamos sólo será una ayuda y no hará daño. Ese sentimiento nos da la libertad para ser más creativos. La terapia no es simplemente un trabajo. Esta idea no dice nada acerca de la terapeuta como instrumento, como artista o como sanador. La terapia es curación. El conocimiento de los principios nos arraiga en muchas tradiciones poderosas y libera nuestro potencial para ser útiles a los demás
La psicoterapia es curación y la curación sólo ocurre en seres vivientes. Sólo los sistemas vivientes se curan a sí mismos. La curación es un acto de recreación de sí mismo. Un ser no puede curar a otro. La curación sólo ocurre a seres vivientes. El médico ayuda, pero no cura. Tiene que esperar y ver si se ha curado su cliente. Sólo puede ayudar u obstaculizar la curación. El principio de la organicidad pone la curación y el control en manos de la cliente y de la relación cliente-terapeuta. El crecimiento de la paciente, su desplegarse, sus respuestas y resoluciones, sus terminaciones y nuevas direcciones, están todas en su interior. La terapeuta está ahí para ayudar a manejar el proceso por el que atraviesa la cliente para llegar a ese punto y lograrlo. En general, el principio de la organicidad afirma nuestro respeto a la vida y nuestra fe en la capacidad autocurativa del individuo. Crea una atmósfera de libertad, auto- determinación y responsabilidad para la paciente, permite a la terapeuta actuar y sentirse más como sanadora que como mecánica.  También trabaja mano a mano con los dos siguientes principios:  la plenitud de consciencia que reemplaza el esfuerzo físico como fuente de cambio, y la no-violencia que llama “copartícipe” al otro.
La no-violencia
La violencia en la terapia es muy sutil.  No es tan obvia en un medio cultural en el que la educación se basa en el modelo de la autoridad. Si uno cree saber lo que es mejor para el otro, eso es violencia. Es lo opuesto a la organicidad. Si una terapeuta formula preguntas para obtener más información para sí misma, muchas veces interrumpiendo a la cliente, eso es violencia. La cliente puede pasarse la hora de la sesión y hacer los movimientos que le pedimos, pero algo en su interior siente la ofensa y comienza a resistir.  La violencia en la terapia no es solamente el daño físico deliberado.  Es el no aceptar a la cliente como esa persona como totalidad que ella es, una persona con su propia historia, sus propias ideas, imágenes, necesidades, capacidades, deseos, cadencias. Violencia es estar atrapado en uno mismo y en la agenda propia para llegar a ser realmente curativo para el otro.
La no-violencia nace de una actitud de aceptación y de atención activa al modo natural como se desenvuelven los eventos. Trabaja mano a mano con la plenitud de consciencia que nos ayuda a comprender sin interferir. Toma mucho tiempo para aprender. Es por supuesto un credo básico tanto para el budismo como para el cristianismo, ambas corrientes de pensamiento de largas tradiciones y que han dejado muchas cosas escritas.
En la terapia vemos cómo opera la no-violencia de muchas maneras; una de ellas es nuestro trabajo con lo que llamamos “defensas” mejor es considerarlas como el modo de manejar la experiencia, que intentar traerlas sin que el paciente esté todavía preparado, cuando hablamos de esas conductas como defensas, revelamos nuestra actitud acerca de la fuerza y la autoridad y surge la imagen de que la cliente interfiere el camino de la terapeuta.
Para la paciente el manejo y el estilo con las que afronta las situaciones representa sus mejores esfuerzos para manejar el dolor y el miedo real en muchas situaciones; este estilo es una parte vieja y valiosa de las herramientas que tiene para manejar su mundo.  Nuestro apoyo a ese modo de manejar sus cosas demuestra un profundo respeto por la totalidad de la persona. Otra forma en la que opera la no-violencia es poniendo énfasis en la experiencia en lugar de ponerlo en los consejos e interpretaciones. No estamos para resolver problemas ni para decirle a la paciente quién es. Nuestra responsabilidad consiste en ayudar a que la cliente logre alcanzar ciertas experiencias claves, experiencias que no ha tenido antes, experiencias que le enseñan lo que es posible para él o ella.
La unidad
Tiene que ver con la pertenencia, con el ser parte de; tiene que ver con el escuchar y ser escuchado.  Muchas terapias consideran a la integración y la armonía como temas centrales. El método Feldenkrais, el rolfing, la osteopatía, la acupuntura y la terapia Gestalt son buenos ejemplos. Sea que hablemos de personas que constituyen una familia, de músculos que se unen para crear movimientos, de órganos que se armonizan para crear un cuerpo saludable, o pensamientos, ideas, impulsos, planes, sentimientos y memorias que se unen para crear un yo único, todos estos sistemas nos hablan de unidad e integración. Para estudiar estos sistemas exploramos el modo cómo permiten y apoyan la comunicación entre las partes y, a la inversa, cómo colapsan, sufren y mueren en la medida en que la comunicación se quiebra y detiene.
Los psicoterapeutas trabajan para que las partes se comuniquen, trátese de miembros de una familia, el cuerpo y la mente o partes de la mente. Ayudar a alguien, induciendo a esas partes a que salgan de sus escondites, ayudándolas a que hablen de una manera abierta y directa, es un arte lleno de destrezas muy especiales. Creo que la terapia Gestalt es especialmente buena para eso.  Los terapeutas gestálticos trabajan con el lenguaje del drama y del teatro. Trabajan con la interacción de las partes nuestras que representamos. La terapia gestáltica trata de partes y de todos. En la “silla caliente” uno crea un diálogo. Uno habla con una proyección de uno mismo, una parte que uno no quiere reconocer, una parte que uno quiere sacar del camino. En este diálogo las partes comienzan a comunicarse entre sí nuevamente.  Esa es la parte más importante del proceso; pone en movimiento nuevamente la comunicación.  Lo significativo no es solamente el diálogo sino el proceso mismo. Perls tiene confianza (y yo también) que si uno logra que esas partes se comuniquen nuevamente, pueden resolver sus diferencias y logra una armonía. Ciertamente no será así si no se comunican.  Cuando el diálogo tiene lugar en un contexto de seguridad e interés mutuo, como ocurre en las relaciones curativas, las posibilidades de la integración son mucho mayores.
El impulso a la unidad es la fuerza curativa.  El proceso de comunicación organiza a las partes en todos. Esa es la curación. “La psiquis se reorganiza espontáneamente”, para citar a Ken Wilbur. El sistema nervioso se reorganiza espontáneamente, según Feldenkrais. Dada la comunicación entre las partes comprometidas en un movimiento, estas se integrarán espontáneamente alrededor del funcionamiento que requiera el mínimo esfuerzo. Lo extrínseco cesa. La salud es el resultado de la atención que cada parte presta a la otra. En esto consiste la fe de los sanadores.
En terapia tratamos de establecer y ampliar la comunicación entre lo consciente y lo inconsciente, entre la mente y el cuerpo. Cuando trabajamos con la niña, escuchamos frecuentemente a una parte que ha sido reprimida mucho tiempo en el silencio. Cuando la paciente logra una visión interior, introspección o discernimiento profundo, encuentra un significado o la aceptación de sí misma, se trata nuevamente de una parte que entiende y acepta a otra.
El principio de la unidad afirma que el universo es fundamentalmente una red de relaciones en la que todos los aspectos y componentes son inseparables del conjunto y no existen aisladamente. Esto contrasta radicalmente con la visión Atomista y Newtoniana de las partes indestructibles, indivisibles, y aisladas de materia flotando en un contenedor llamado espacio, que si no fuera por ellas estaría completamente vacío.  Las consecuencias que tiene este tipo de consciencia creada por estas visiones contrastantes de la realidad afectan todos los niveles del ser y de la vida.
Al llamar nuestra atención sobre algunos aspectos de nosotros mismos y de otros que están aislados y en conflicto… estamos abrazando la unidad. Cuando nuestro camino es la aceptación y la curiosidad; cuando nuestro objetivo es unir todos los aspectos de la persona: mente/mente, mente/cuerpo, yo/universo; cuando sabemos que como parte de nuestro ser estamos conectados el uno al otro y a este mundo, estamos abrazando la unidad.  Ese conocimiento es el poder curativo de este trabajo.
El contacto
La comprensión es otro ingrediente esencial para ganar la cooperación del inconsciente. El inconsciente aprecia que la terapeuta sepa lo que está ocurriendo, si la terapeuta entiende la situación inmediata puede llegar a conclusiones inteligentes acerca del pasado de la paciente, algo en esta se va a relajar y permitirá que el proceso vaya más allá. Ocurre como un proceso, la paciente necesita saber que la terapeuta entiende lo primero para seguir a lo segundo. Si la persona siente tristeza, lo que va a ayudar a esa tristeza a profundizar y a progresar, será una señal de la terapeuta que se da cuenta de que ella está ahí, una simple frase puede ser suficiente. Esta habilidad para entender (y de demostrar silenciosamente comprensión) se combina con la actitud cálida aceptante y es el principio de la terapia.
El contacto mueve el proceso al demostrar que hemos entendido lo que está siendo expresado. Al igual que en una conversación ordinaria, el demostrar comprensión permite a quien habla continuar con lo siguiente que quiere abordar.  Si uno no comprendió bien, la persona que habla tratará de comunicar lo mismo nuevamente, tal vez de forma distinta. O el que habla simplemente puede renunciar, cambiando el tema o yéndose. En terapia todo el proceso, necesita moverse, desde la relación, a la plenitud de consciencia, a la experiencia, al procesamiento. La experiencia necesita pasar de querer que se hable de ella, a ser sentida, a ser estudiada, a ser expresada, a ser comprendida.
El contacto también permite focalizar aquellas partes de la experiencia que están en el umbral de la consciencia. La insinuación de tristeza de la que se da cuenta la terapeuta y que menciona, podría haber estado fuera del campo visual de la consciencia. Al mencionarla la trae al centro de atención y `permite que algo ocurra con la tristeza. Este nuevo foco de atención es más interesante que el tema del que se estaba hablando y lo reemplaza fácilmente.  Se abre entonces la oportunidad para que el proceso se profundice.
Las afirmaciones de contacto pueden referirse también a temas de poco riesgo y ser totalmente obvias, y ser, no obstante, muy efectivas, cuando la paciente está en su interior trabajando, sin hablar (y se detiene y deja espacio a la terapeuta para hablar), esta puede decir algo muy simple, y al paciente comenzar a hablar acerca de ellos. Simple, pero funciona. Mantiene al proceso en movimiento y en la dirección en que quiere seguir. La afirmación de contacto debe ser ofrecida de tal manera que haga posible que la cliente exprese su desacuerdo. No buscamos, por supuesto el desacuerdo; cuando ocurre muy a menudo perturba la comunicación y puede arruinar la cooperación con el inconsciente.
Cuando uno hace contacto no inicia una discusión acerca de quién tiene la razón. ¿De quién es la experiencia después de todo?  La paciente tiene automáticamente la razón, si dice “no, no estoy triste” no hay discusión. (Lao Tse dice que es mejor retroceder una milla que ganar una pulgada). No nos ocupamos de ofrecer explicaciones o teorías. No estamos dando consejos ni haciendo preguntas. Esas cosas crean una impresión totalmente errada. Simplemente estamos tratando de demostrar que estamos con la persona, conscientes de su experiencia y siguiendo el flujo de su proceso.
Expresión emocional
Como en toda terapia que trata creencias profundamente enraizadas y recuerdos dolorosas, surgen emociones fuertes y la necesidad de expresarlos. Una vez establecido un espacio de seguridad y apoyo, la cliente puede experimentar una abreacción emocional espontánea, tal vez por primera vez desde la niñez. Una vez iniciada, esta abreacción es casi una necesidad orgánica. Surge hacia afuera y, si no es interrumpida, fluye hasta completarse. La capacidad para trabajar con emociones es una parte importante de las destrezas de olas personas que trabajan como terapeutas. Los sentimientos son parte de las bases biológicas de la conducta. Tienen un despliegue natural. La función más importante de la terapeuta durante una abreacción emocional es ayudar a ese despliegue de emociones, apoyarlo y ayudar a hacerlas seguras. no presionamos contra las resistencias, procesamos los sentimientos cuando surgen espontáneos, sin forzarlos de ninguna forma. Cuando se considera a la abreacción emocional como lo central y la terapeuta la promueve deliberadamente, se piensa que la resistencia sería una parte negativa de la cliente. De ahí surge una lucha en la que la terapeuta y una parte de la cliente trata de que ocurra la experiencia y la expresión de los sentimientos, mientras otra parte de la cliente lucha en contra habitualmente. El efecto es frecuentemente un conflicto para la cliente, apareciendo sentimientos de culpa y fracaso de una parte y una natural resistencia a ser forzada de la otra. La parte que no quiere sentir ni expresar también tiene una historia que contar. La  escuchamos
La expresión espontánea de emociones fuertes es un estado de consciencia específico, caracterizado por un involucramiento intenso, centrado en la experiencia presente, actividad física espontánea y una capacidad limitada para pensar y razonar.  Se libera una enorme cantidad de energía. Las explosiones de rabia, los sollozos profundos, el dolor abrumador de   una pérdida, inundan la mente hasta desbordarla. En la terapia estos sentimientos vienen por olas, mediadas por memorias e introspecciones entre cresta y cresta. Parecen incontrolables, aunque están ocurriendo muchas cosas para controlarlas.  En la lucha por controlarlas se vuelven más dolorosas.  Una vez que se expresan libremente y se permite que sigan su curso, no sólo resultan tolerables, sino que se convierten en un alivio. Pueden resultar incluso placenteros y deseables, como pueden serlo la ira justa y el pesar en tanto mensaje final de amor a los que han muerto.
La tarea más importante es apoyar su expresión espontánea.  Los movimientos espontáneos, y las tensiones, son maneras de cómo la cliente maneja su experiencia. El manejo es mayormente inconsciente y muy ligado al material nuclear. Todo lo que hagamos por apoyarlo es reconocido como tal a los niveles más profundos. Creamos una sensación de seguridad y se nos permite participar en estos niveles del proceso de la cliente.  La oposición a lo espontáneo nos separa de la otra persona y nos convierte en parte del problema. De modo que apoyamos lo espontáneo.
El objetivo de la terapia no es el logro de alguna experiencia particular, sino un cambio que organice las experiencias de un modo diferente, un cambio en la manera de tener experiencias. Con tal objeto no nos bastan las experiencias; son necesarios los significados. Debemos extraer el significado del modo cómo organizamos la experiencia, el modo cómo hacemos las cosas, el modo cómo ordenamos y percibimos el mundo y el modo cómo pensamos acerca de él. Debemos buscar significados en el estilo de nuestras interacciones, en los usos que hacemos de nuestro ser físico, el modo cómo creamos y almacenamos tensiones, cuáles son los sistemas de nuestro cuerpo que se hacen cargo del estrés. La postura, las expresiones faciales, los gestos, los hábitos, todos tienen significados. En pocas palabras, toda experiencia está incorporada y organizada en imágenes y creencias, es decir en significados.
La terapia no se detiene cuando la cliente se encuentra en contacto con su experiencia. Ahí es donde comienza. La terapeuta tiene que saber cómo ayudar a la cliente a acceder a su experiencia y a quedarse en ella para llegar a comprenderla
Psicoterapia centrada en el cuerpo
El uso integrado de la plenitud de consciencia, la no-violencia y el cuerpo. Ron Kurtz