Psicopatología.
Trastorno de Dependencia de la Personalidad.
(Siguiendo el DSM IV)
Patrón generalizado de conducta dependiente y sumisa.
Es una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, esto ocasiona un comportamiento de sumisión y adhesión y temores de separación. Comportamientos que están destinados a provocar atenciones y surgen de una percepción de uno mismo como incapaz de funcionar adecuadamente, sin la ayuda de los demás. Patrón que comienza en la edad adulta y se da en diversos contextos, debiendo corresponder a cinco a más de los siguientes criterios:
-Tienen grandes dificultades para tomar las decisiones cotidianas, si no cuentan con excesivos consejos y reafirmación por parte de los demás. El miedo que sienten a la soledad les lleva a buscar protección y cobijo en los otros, de quienes esperan que sean capaces de decidir por ellos, aunque esto redunde un perjuicio propio.
-Son personas pasivas que permiten que los demás (frecuentemente una persona) tomen la iniciativa y asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida. En su trabajo evitan tomar responsabilidades y responden con ansiedad a cualquier cuestión relacionada con un rol de liderazgo. Dependen de un progenitor o de la pareja para decidir dónde deben vivir, qué tipo de trabajo han de tener y de quién deben ser amigos, esta necesidad de pedir ayuda va más allá de lo apropiado para su edad y momento de vida.
-Tienen dificultad para expresar desacuerdo con los demás, sobre todo con aquellos de quienes dependen, porque tienen miedo de perder su aprobación. Se sienten tan incapaces de funcionar solos, que prefieren mostrar su acuerdo con las personas de las que dependen antes que arriesgarse a perderlos, por ello, aunque haya situaciones en las que no están de acuerdo con el criterio del otro, no lo manifiestan así y asienten y actúan en función del criterio de la persona de quien dependen. Por lo mismo, por temor a contrariar, no muestran enfado cuando viven situaciones que no les benefician y les afectan negativamente, es más, sienten horror ante la discrepancia o la tensión interpersonal.
-Les resulta difícil iniciar proyectos, o hacer las cosas con independencia, creen que necesitan ayuda para comenzar y llevar a cabo las tareas debido a su falta de confianza, piensan que, por lo general, los demás van a llevar a cabo las tareas mejor que ellos. No se sienten capaces de funcionar independientemente, se ven asimismo como incapaces y necesitados de ayuda constante, para sentirse seguros necesitan ser supervisados y aprobados por otra persona, lo que les lleva a perpetuar su dependencia ya que no logran adquirir las habilidades necesarias para poder actuar por ellos mismos. Si sienten que pueden acometer una actividad por ellos mismos, tampoco lo hacen por el miedo que les supone el pensar que la persona de quien dependen, pueda sentir que son competentes o capaces y les abandone en su apoyo. Cuando les toca ejecutar tareas en su propio interés, les resulta difícil perseverar para poder llevarlas a cabo.
-Se puede dejar someter a las demandas del otro, aunque esto comporte malos tratos físicos, sexuales o verbales, o le obligue a enfrentarse a sacrificios extraordinarios. Van demasiado lejos para lograr la protección y el amparo de los demás, aun a situaciones irracionales y experiencias desagradables con tal de sentirse cuidados y protegidos.
-Su necesidad de mantener vínculos de dependencia les lleva a mantener relaciones desequilibradas y distorsionadas. De hecho pueden mantener durante mucho tiempo una relación con una pareja maltratadora, infiel o alcohólica con tal de no quedarse sola. No les gusta estar solos, en consecuencia buscan de quien depender, por ello, sus relaciones se ven distorsionadas por su necesidad de “pertenecer” a otra persona. Se sienten incómodos o desamparados cuando están solos, debido a sus temores exagerados a ser incapaces de cuidar de sí mismos. Pueden quedarse “pegados” en situaciones que en realidad no les interesan, o tal vez les incomoden, pudiendo llegar a extremos increíbles de subordinación y obediencia.
-Cuando terminan una relación buscan urgentemente otra relación que les proporcione el cuidado y el apoyo que necesitan, ya que se consideran incapaces de vivir por cuenta propia. Pueden caer con facilidad en un estado anímico depresivo mientras no logren su objetivo. Tienen miedo a la soledad y continuamente están preocupados por el miedo a ser abandonados y tener que cuidar de sí mismos, aunque no exista ningún fundamento en su relación que pueda hacer pensar que esto vaya a ocurrir, estos miedos que padecen son excesivos y no realistas.
Síntomas.
En sus síntomas las características más habituales son el pesimismo y la inseguridad en sí mismos, el miedo a poder expresar sentimientos sexuales o agresivos, la pasividad, su baja calidad de autoestima, minimizan sus capacidades y sus valores, ya que se consideran a sí mismos como estúpidos o tontos, con una clara conciencia de incapacidad, todos estos sentimientos de insuficiencia y escasas capacidades de gratificación les lleva a entrar en accesos de tristeza o depresión por cuestiones banales para la mayoría de nosotros.
No aceptan las críticas, cualquier comentario de otros, es tomado como un testimonio de desaprobación, hace hincapié en la inutilidad que siente y le lleva a perder la fe en sí mismo. Son en general ansiosos, cualquier actividad a la que deban enfrentarse, o cualquier decisión que sea necesario tomar, les origina ansiedad, de ahí que eviten cualquier posicionamiento de responsabilidad, o trabajos donde sea necesario la toma de decisiones.
Buscan la sobreprotección y ser dominados por los demás. A tenor de sus características primordiales su distorsión cognitiva básica es el pensamiento dicotómico relacionado con la independencia, o son, o creen serlo totalmente dependientes, o son completamente independientes, con lo que estarían solos, siendo ese su temor básico, no existen para ellos grados intermedios. Este pensamiento también lo lleva a la propia valoración, o hacen las cosas insuperablemente bien, o son un fracaso total. La otra distorsión clásica es el catastrofismo, adelantan las consecuencias negativas de aquello que todavía no sucedió, es el temor anticipatorio a la pérdida, al abandono de quien dependen.
A nivel social, sus relaciones sociales se limitan a las personas de quien dependen, al no poder actuar independientemente tienen un funcionamiento alterado y un muy pobre bagaje social, no son asertivos y evitan las reuniones sociales, sólo acuden como sombra de su pareja, y se expresan con parquedad y dificultad en cualquier circulo. Si una persona ha desarrollado una enfermedad crónica en la infancia o adolescencia, o un trastorno por separación existe una predisposición a poder desarrollar una dependencia.
Ya Freud nos definió una personalidad oral-dependiente, caracterizada por la dependencia, el miedo a la sexualidad, la desconfianza en sí mismo, el ser sugestionable y pasivo con una gran falta de perseverancia y pesimismo.
Para Millon el centro de gravedad de los dependientes son los otros, no son ellos mismos. Adaptan su comportamiento ara agradar a aquellos de quienes dependen, y su búsqueda de amor les lleva a negarse pensamientos y sentimientos que podrían despertar desagrado en los demás. Los dependientes son notablemente modestos, obsequiosos, siempre agradables, dóciles, niegan su individualidad, subordinan sus deseos y ocultan cualquier indicio de que posean una identidad separada de los demás.
ParaClaudio Naranjo los dependientes provienen de familias grandes, donde la atención de los padres quedaba dividida entre muchos hermanos, o bien, de familias muy ocupadas, en las que el duro trabajo absorbía gran parte de las energías de la madre.
Estos antecedentes explican la resignación de la personalidad dependiente, y el gran esfuerzo por merecer amor, implícito en su conducta auto-denigrante y excesivamente generosa, el dependiente ha evitado la des-idealización de los padres, manteniéndose en una ingenuidad infantil sobre-confiada. No había otra salida para el niño más que rendirse a las circunstancias. No es que faltasen los cuidados de la madre, pero, las circunstancias le impidieron estar más presente, y el niño percibía que quejarse o llamar la atención no servía de nada.
En otros casos, el niño se siente en una posición muy precaria dentro de la familia, lo cual le conduce al sentimiento de que quejándose podría perder lo poco que tiene. (C. Naranjo 2005). Vamos a aprovechar las reflexiones de Claudio para referirnos al vínculo afectivo inicial, (vínculo de apego) entre madre e hijo/a, vínculo que tal vez por no ser estructurado, o tal vez por no ser asimilado convenientemente por el niño, pudo traer consigo las características propias de la personalidad dependiente. Podemos pensar como Millon en la sobre-adaptación, o como Claudio en la falta de atención, lo que sí parece quedar claro es que cuando ese primer vínculo afectivo, no cimentó una confianza y libertad en la relación diádica madre-hijo, dejó establecidas las bases para un patrón de comportamiento dependiente.
Mecanismos De Defensa.
Mecanismo básico del dependiente es la confluencia, la fantasía de fusión, el mantener la simbiótica relación primigenia con la madre, es el dejar fuera de conciencia el propio aislamiento, la soledad y la individualidad. Es una falta de contacto con uno mismo, una falta de respeto a las opiniones y deseos de uno mismo y del otro, es el no aceptar las desavenencias. Esto lleva al estancamiento y la rutina. Cuando la persona no siente ningún límite entre él mismo y el ambiente que le rodea, cuando siente que es uno con él, está en confluencia con el ambiente. Las partes y el todo se hacen indistinguibles entre sí.
Los niños recién nacidos viven en confluencia; no tienen ningún sentido de distinción entre dentro y fuera, entre ellos mismos y el otro. Ya vimos como en el desarrollo se va creando el vínculo primigenio materno que genera el modelo interno de actuación, si este vincula con dependencia, desaparecen los límites debido a que estamos identificados con la madre, pareja, relaciones de amistad, afectivas, en definitiva, el grupo. Cuando este sentido de identificación total es crónico, y la persona es incapaz de ver la diferencia entre él mismo y el resto del mundo, está psicológicamente enferma, presenta un trastorno por dependencia en su personalidad. No puede vivirse a sí mismo pues ha perdido todo sentido de sí mismo.
La confluencia patológica tiene también serias consecuencias sociales. En la confluencia, se exige similitud y se niega la tolerancia de las diferencias. A menudo encontramos esto en padres que consideran a sus hijos como meras extensiones de ellos mismos. Padres que carecen de la noción de que sus hijos están destinados a ser distintos a ellos en al menos algunos aspectos. Y si los hijos no son confluyentes y no se identifican con las exigencias de sus padres, se encontrarán con rechazo y alienación: “Tú no eres hijo mío”, “Yo no quiero a un niño tan travieso”.
La persona en la cual la confluencia es un estado patológico no nos puede decir qué es ella ni puede decirnos lo que son los demás. No sabe hasta dónde llega ella misma y dónde comienzan los demás. No se da cuenta del límite entre sí mismo y los demás, no puede hacer un buen contacto con ellos. Tampoco puede retirarse de ellos. Tiene difícil poder contactar consigo mismo.
Mecanismo de defensa en la dependencia es la deflexión, con la que el dependiente se aparta del contacto directo con la otra persona, no mirando a quien habla, hablando con abstracciones y estereotipos, y quitando importancia a lo que se dice. Afecta a quien lo practica, ya que siente que no está sacando provecho delo que hace, que sus esfuerzos no le reportan lo que desea, y afecta a la otra persona quien se siente aburrido y confundido ya que no logra conectar con lo que ve o escucha.
Es una maniobra tendiente a soslayar el contacto directo con otra persona, un medio de enfriar el contacto real. La deflexión es un mecanismo activo en el que la energía esta utilizada para evitar centrarse en sí mismo. Ejemplos de deflexión son, la diplomacia, la fantasía, las explicaciones en la sexualidad, el aburrimiento, la apatía, la desenergetización, la desensibilización. El objetivo de la deflexión es quitar conciencia, bloquear el contacto.
Otro mecanismo defensivo que puede cursar en la dependencia es el de retroflexión, el mal manejo de la asertividad, el no tener conciencia de lo que se necesita en un momento dado independientemente del otro, y manifestarlo, y en consecuencia tragarse la emoción que esto conlleva, la rabia o la ira. Cuando alguien retroflecta una conducta, se trata a sí mismo como originalmente quería tratar a otras personas u objetos. Deja de dirigir sus energías hacia afuera en un intento de manipular y llevar a cabo cambios en el ambiente que le satisfarán sus necesidades; más bien, reorienta su actividad hacia adentro y se sustituye a sí mismo por el ambiente como objetivo del comportamiento.
Literalmente llega a constituirse en el peor enemigo de sí mismo, ya que vuelve la hostilidad contra sí mismo psicológica a través del organismo, como en el caso de los dependientes, originando tensión interna que conlleva enfermedad, dificultad en el sistema respiratorio, desarreglos en el digestivo, problemas en la piel al retroflexionar la expresión no manifestando disgusto, ira o insatisfacción, la persona permite que la crítica penetre en su ser haciéndola suya. El retroflector dice “tengo vergüenza de mí mismo” o también “tengo que forzarme a mí mismo para hacer este trabajo”. Hace una serie casi interminable de afirmaciones de este tipo, todas basadas en la comprensión de que él y el mismo son dos personas diferentes.
Diferencial con otros trastornos de la personalidad.
Hay varios trastornos que tienen características comunes con la dependencia, aunque lo que caracteriza exclusivamente a la dependencia es el comportamiento de sumisión y adhesión. Es una de las afecciones más frecuentes en la clínica y puede existir en su desarrollo un elevado riesgo de trastornos de estado de ánimo, ansiedad y adaptativos.
La personalidad límite es más inestable, y aunque también tiene miedo al abandono, reacciona ante él con vacío, rabia y demandas al otro, en cambio el dependiente aumenta la mansedumbre y la sumisión, y busca urgentemente el reemplazo en la dependencia.
También el histriónico tiene una gran necesidad de aprobación, ambos son asimismo pegajosos e infantiles, pero, el dependiente se anula a sí mismo y es dócil, mientras que el histriónico en cambio demanda continuamente la atención. El dependiente mantiene relaciones de larga duración, con una sola persona, y no con varias como el histriónico, y no es tan abiertamente manipulador.
En el trastorno por evitación también hay una gran consideración de inferioridad, y asimismo son sensibles a las críticas, pero este tiene un gran temor al rechazo y a la humillación, mientras que el dependiente busca mantener las relaciones a toda costa, más que evitarlas o alejarse.
La psicoterapia con la persona dependiente.
” Posiblemente, todo lo que puedo hacer es ayudar a la gente a reorganizarse para así funcionar mejor, disfrutar más de la vida, sentir, sentirse más real ¿qué más quieren? La vida no es violines y rosas”. Fritz Perls
En el comienzo de la terapia las personas dependientes se muestran colaboradoras e intentan cooperar ante las preguntas, buscan, como no puede ser de otro modo, que el terapeuta les oriente, de entrada es bueno hacer hincapié en lo cotidiano del paciente. Es esencial, de entrada, respetar la vinculación afectiva que siente el dependiente, si actuamos sobre esta relación el dependiente puede experimentar ansiedad, se va a sentir en la disyuntiva de tener que escoger entre el apoyo afectivo que mantiene, aunque sea patológico, y el nuevo vínculo que se encuentra en terapia, esto le va a producir ansiedad ya que va a sentir que puede perder su apoyo, con lo que es bien posible que se muestre remiso a participar.
Es necesario escuchar sus quejas y atender sus síntomas depresivos y ansiosos, haciendo las técnicas o trabajos necesarios para paliarlos, esto le va a otorgar confianza y bienestar, y va a ayudar a que se establezca un nivel de confianza en el proceso y una vinculación terapéutica. Hay que tener muy presente que por su propia característica van a tender a “pegarse” del terapeuta, tenerle excesivo apego, o incluso enamorarse de él, por consiguiente es imprescindible ir trabajando los límites desde el comienzo, mostrando con claridad en qué consiste la relación terapéutica.
De la misma forma, y relacionado con la autoridad, el dependiente va ha ser proclive a que el terapeuta le diga lo que debe hacer y cómo y cuándo debe hacerlo, lo que le volvería a dejar en un nuevo marco de dependencia. Para esto hay que fomentar la participación activa en la toma de decisiones, e ir desarrollando su propio sentido de eficacia. El trabajo parte de los elementos más claros de comportamiento, y que son los específicos del motivo de la consulta, para ir avanzando paulatinamente hacia los esquemas de personalidad que sostienen las distorsiones, todos estos elementos son en principio secundarios para el dependiente, ya que constituyen su estructura de vida desde la infancia.
Esquemas cognitivos típicos en la personalidad dependiente (según Freeman):
“No puedo funcionar sin el apoyo de otros”.
“No puedo vivir sin el apoyo y consejo de otros”
“Es probable que me equivoque si hago las cosas solo”
“Estoy acabado si otros me abandonan”
“Necesito tener gente cerca”. “Si estoy solo puedo sufrir daño”
“Trabajar con otros es mejor que trabajar solo”
Objetivos terapéuticos:
Trabajo sobre signos y síntomas presentes en momento de las primeras consultas. Trabajar el síntoma sin olvidarnos que es la manifestación de lo intrapsíquico, es la luz que nos alumbra en el ir descubriendo los rasgos personales, y por lo tanto no podemos tender a suprimirlo sin tomar en cuenta que está llamando nuestra atención sobre lo en apariencia secundario.
Concentrarse en las propias sensaciones corporales. El reentrenamiento de los sentidos, sobre todo en el interno, facilita la capacidad de concentrarse en general en las propias sensaciones corporales, y por tanto en los síntomas. Es la toma de conciencia de lo que es real y propio en cada situación. Se reprimen funciones vitales con contracciones musculares, el sistema motor ha perdido en gran medida sus funciones como sistema operante, y a través de la retroflexión se ha convertido en carcelero, más que en auxiliador de importantes necesidades biológicas. Por esto, el concentrarse en las propias sensaciones, dejándolas aparecer sin forzarlas, permite que surja la gestalt escondida y tener la capacidad de distinguir “quién soy yo” en las propias sensaciones. Enfrentando a los hechos (al síntoma), desde la indiferencia de contacto plena, y no desde la compulsión a la evitación. Esto permite que aflore la gestalt reprimida y la oportunidad de cerrar el ciclo interrumpido.
Reentrenar activamente los sentidos.
Requiere un esfuerzo darse cuenta de que la percepción es una actividad y no una simple actitud pasiva, es hacernos conscientes del juego de figura – fondo que, nos demos cuenta, o no, estamos creando en todo momento y en toda situación, dentro y fuera de nosotros. Es necesario desarrollar su sentido de autoeficacia estableciendo metas de trabajo claras y específicas, que puedan ser alcanzables por el dependiente, con la finalidad de refutarle su creencia de “no soy capaz, o, no valgo para nada”, metas que fomenten su autonomía y le sirvan para darse cuenta de que puede hacer cosas sin depender de otros. Estructurar elementos básicos de comunicación para las relaciones afectivas, para poder relacionarse con el sexo opuesto sin que medie únicamente el interés explícito de de consolidar una relación afectiva. Es necesario desculpabilizar la sexualidad.
Reconocimiento de creencias irracionales, pensamientos y emociones funcionales y disfuncionales. Ir descubriendo interpretaciones estereotipadas, para fortalecer esquemas con la finalidad de actuar sobre las distorsiones cognitivas. Generalizaciones y pensamientos extremos del tipo todo-nada, o análisis realizados con base en interpretaciones absurdas y sin sentido. “La visión interna”: La responsabilidad del control de la propia imaginación. Responsabilidad del propio acontecer interno, de huir de la pasividad y asumir una actitud activa. Desarrollar la capacidad imaginativa junto a la capacidad para distinguir entre realidad interna y realidad externa.
Afirmar la asertividad, mediante la expresión de afecto positivo y de oposición. Ensayo de conductas, modelado y entrenamiento específico en expresión de asertividad, y en consecuencia la vivencia de las emociones que esto conlleve, como rabia o ira. La ira es una emoción displacentera de sentimientos que varían en intensidad. Irritación, enfado, furia o rabia causados por la indignación y el enojo que sentimos al vernos vulnerados en nuestros derechos.
El dependiente no se manifiesta así por miedo al abandono, en consecuencia no actúa por el mismo la emoción que esto supone, pueden último extremo, consciente o inconscientemente buscar en el otro, que este viva un acceso de ira, para así poder hacerlo él mismo, pero ya quedó clara la gran dificultad que tiene para expresar su desacuerdo con los demás. La ira es el componente subjetivo o experiencial del proceso emocional, a veces obnubila o dificulta la ejecución de los procesos cognitivos, es pues, una emoción moral, muy explosiva, que puede llegar a generar situaciones de odio y violencia, verbal o física, y puede llegar a conducir, como la hostilidad, a conductas agresivas, esto el dependiente lo sabe, puesto que en el aprendizaje que le trajo hasta aquí, en algún momento, y por las circunstancias que fuesen, aprendió a no manifestarla.
La ira cumple funciones adaptativas: Organización y regulación de procesos internos psicológicos y fisiológicos de autodefensa y la regulación de conductas sociales e interpersonales. La ira produce sensación de energía o impulsividad, y moviliza energía para reacciones de autodefensa y ataque, fuertes, resistentes y con vigor.
“La investigación psicológica todavía no se ha pronunciado, no se ha inclinado aun de manera concluyente, sobre si la ira hace que aumente o disminuya nuestra capacidad para afrontar situaciones difíciles”.
Cuando se vivencia la emoción y el afrontamiento queda suspendido puede producirse una acumulación de energías y tensión no consumidas por el organismo. Organismo que ya se ha regulado y se ha preparado de forma homeostática para hacer frente movilizando la energía y tensión suficientes para afrontar. Si esta energía producida por el organismo no es canalizada de una forma adecuada, tanto socialmente, como adaptada acorde a las necesidades de la propia persona, puede ser perniciosa para ésta, si es que no encuentra formas de suprimirla.
En consecuencia hay que ir trabajando en la adquisición de habilidades sociales necesarias para la interacción. Habilidades para el afrontamiento de problemas, analizando ventajas y desventajas de las situaciones de vida, para ir a la búsqueda de soluciones alternativas. Desde esta perspectiva contemplar la situación más catastrófica posible en las situaciones temidas. Es un trabajo de observación y registro de los elementos que puedan ofrecer dificultad para ir planificando cambios en las interacciones concretas con el entorno.
Resistencias: Comunicar lo experimentado y respetar las resistencias. Para que el paciente recupere las partes aisladas o alienadas de la personalidad, debe comunicar al terapeuta todo cuanto experimenta en cualquier nivel, sin excluir nada, pero también sin que esto suponga tener que hacer esfuerzo. Para abarcar toda la situación orgánica la comunicación comprende la experimentación mental, emocional y física.
Las resistencias en gestalt no son obstáculos a superar o destruir, son energías valiosas que ayudan al paciente a superar sus impulsos o a enfrentarse a lo que vive como exigencias del exterior, no se pueden destruir, ya que si les priva de estas funciones de resistencia y dominio de sí no les queda nada que les interese. Perls distingue resistencias somáticas, intelectuales y emocionales, en todos los casos están presentes las tres, pero en la mayoría de los casos uno será el aspecto dominante.
Van a ir apareciendo continuas resistencias al cambio, bien sea que el ambiente que le rodea se lo hace ver, sobre todo la pareja que ve peligrar sus “derechos”, o bien, cuando el dependiente se sienta más asertivo e independiente, surgirá con fuerza el miedo al abandono, es bueno comprobar con él las ventajas y desventajas del cambio, tal vez sienta que la trae más ventajas el continuar siendo dependiente, con lo que hay que ayudar a clarificar la situación, viendo los efectos a largo plazo de su actitud, y continuar buscando otras formas más adaptativas de satisfacer sus necesidades.
Vamos a resaltar dos técnicas gestálticas de uso recomendable con personas dependientes:
Juego de polaridades, trabajar con los dos opuestos para explorar lo que se pretenda, apoyo-sumisión, aceptación-rechazo, perro de arriba-de abajo… El trabajo de polaridad es básico en gestalt, es el trabajo con los opuestos. En el caso de los dependientes está claro su pensamiento dicotómico relacionado con sumisión-abandono y desvalorización. Jung nos brinda tres principios. El primero de ellos es el principio de los opuestos. Cada deseo inmediatamente sugiere su opuesto. Por ejemplo, si tengo un pensamiento positivo, no puedo dejar de tener el opuesto en algún lugar de mi mente. De hecho, es un concepto bastante básico: para saber lo que es bueno debo conocer lo malo, de la misma forma que no podemos saber lo que es negro sin conocer lo blanco; o lo que es alto sin lo bajo. Es un trabajo de aprendizaje básico para el terapeuta.
El diálogo, Silla vacía o silla caliente.
La silla vacía era una de las técnicas favoritas de Perls y es una de las “marcas de la casa” de la gestalt. En la silla vacía el paciente sitúa a cualquier personaje de su vida con el que tiene una situación inconclusa. Consiste en establecer un diálogo entre las distintas partes que están en oposición en el paciente. El objetivo es integrar las partes alienadas y proyectadas para que las haga suyas y las reincorpore a su personalidad. Y asimismo, que pueda ponerse en el lugar del otro, sin que esto lo origine temor, ansiedad o tensión, ya que a través de la nueva percepción adquirida puede hacerse una nueva visión del otro. Usada en su momento, la silla vacía pone en acción sentimientos y permite encontrarse con situaciones o personajes inconclusos para verlos en el aquí y ahora. Esta técnica nos permite poner en juego un concepto clásico de la Gestalt, el perro de arriba y el perro de abajo; el perro de arriba identifica los deseos, necesidades y potencialidades, el de abajo, identifica las excusas, pretextos y obstáculos que interpone.
Técnicas expresivas: En terapia gestaltica las técnicas expresivas podrían ser consideradas como instancias de alguno de estos tres principios: la iniciación de las acciones, el completar las acciones, la búsqueda de lo directo. O en otras palabras: expresar lo in-expresado, completar la expresión y hacer que sea directa. Las palabras no dichas y las cosas no hechas dejan una huella que nos une con el pasado. Una considerable parte de la ensoñación y pensamiento del dependiente es un intento de vivir en la fantasía lo que no vive en la realidad.
Técnicas de integración: estas técnicas promueven la integración de la personalidad y se llevan a cabo de diversas maneras. Hemos visto hasta ahora muchas formas de intentar posibilitar que la persona vaya hacia su autorrealización, en la integración de partes escindidas, alienadas, negadas, reprimidas, es la base del proceso terapéutico. En llegado el momento puede ser necesario plantear la posibilidad de la ruptura de la relación que le “castiga”, si esto ocurre es necesario ir revisando las vivencias catastróficas que le acompañan con respecto a la pérdida de la relación, ayudándole a ver que esto siempre es posible que ocurra, y que de ser así, la vida sigue, que puede seguir adelante y puede sobrevivir.
No es fácil terminar la terapia con un dependiente, el terapeuta ha de tener mucho cuidado en que el vínculo terapéutico no implique una nueva dependencia, el dependiente puede sentir que sin la terapia no va a poder consolidar sus progresos, es bueno ir terminando con pautas concretas, gradualmente y planificando entre ambos sesiones de cierre, espaciando las sesiones y recordando al paciente que puede tener sesiones de refuerzo si es necesario.
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