Psicopatología.
Trastorno LÍMITE de la Personalidad.
Border Line.
(Siguiendo criterios del DSM IV)
Es una de las personalidades más estudiadas debido al evidente sufrimiento que le acompaña, tanto interno, como en lo relacional, sufre y hace sufrir, y en consecuencia es una de las que más se diagnostican. Es un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y una notable impulsividad que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, así mismo pueden presentar infravaloración de sí mismos en el momento en que está a punto de lograr un objetivo, durante los periodos de estrés algunos presentan síntomas similares a los psicóticos, (alucinaciones, distorsiones, ideas de autoreferencia), con los siguientes criterios de diagnóstico:
Evitan un abandono real o imaginario, experimentan intensos temores a ser abandonados e ira inapropiada ante la separación, su percepción de una inminente separación o rechazo puede ocasionar profundos cambios en su afectividad, cognición y comportamiento. Son muy sensibles a las circunstancias ambientales, y la sensación de poder ser abandonados los lleva a conectar con el sentimiento de “ser malos”, no toleran el estar solos y necesitan sobremanera saberse acompañados.
Presentan un patrón de relaciones inestables e intensas, de entrada idealizan a quien se ocupa de ellos, comparten pronto su intimidad, pero, pasan rápidamente de la idealización a devaluar al otro, pensando que no reciben la suficiente atención, o que no les tratan lo suficientemente bien. Del otro lado, ellos pueden empatizar y pasar a compartir con su pareja, pero sólo con la expectativa de que la otro persona esté “allí” para corresponderles y satisfacer sus necesidades o demandas. Estas dos posturas identificación-devaluación, compartir-demanda, les lleva a cambios dramáticos en su opinión sobre los demás, pasan de sentirse beneficiados a poder ser castigadores o crueles con las otras personas, lo que despierta desilusión y desánimo en quienes les rodean.
Hay una alteración de la identidad, esta es permanentemente inestable. Aunque su propia imagen está basada en ser perverso o desgraciado, tienen cambios bruscos en la misma, es un patrón de inestabilidad en el sentido de uno mismo, pueden pasar a sentir que no existen en absoluto cuando viven una falta significativa de relaciones de ayuda o apoyo. Ahí se pierden valores, objetivos, expectativas sobre el futuro y aspiraciones profesionales, la sexualidad y su círculo de amistades, pueden pasar de inmediato, y con brusquedad, de una súplica de ayuda a ser unos vengadores justicieros con la afrenta de abandono ya vivida.
Tienen dificultades para saber quiénes son y para fijar objetivos y prioridades. Su patrón de infravaloración le lleva renunciar a un objetivo cuando lo tiene en la mano (una titulación), parece que prefiere sufrir por el hecho de no tenerlo, que satisfacerse por lograrlo. Cada cambio de imagen lleva implícito un cambio de valores y aspiraciones, en definitiva un cambio brusco de opinión de lo interno y de lo relacional, cuando sienten que no reciben la atención que merecen, se rebotan, y levantan un control hostil sobre todo lo que les rodea.
Presentan impulsividad, este trastorno puede estar asociado a otros trastornos, o a rasgos de carácter relacionados con el juego, el riesgo, la conducta alimentaria, la conducta sexual y la irresponsabilidad con lo material. La impulsividad les lleva a sobreactuar, de forma prematura, sin considerar consecuencias de los actos.
El temor a la separación, o al rechazo, o la expectativa de tener que asumir responsabilidad, o el hacerse cargo de su vida, les lleva a tener ideas suicidas, comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o de un comportamiento de automutilación, es un mecanismo de retroflexión que les lleva a hacerse a ellos lo que quisieran hacer a otros. En instancias graves disociación puede llegar a hacerse daño físico como expiación del sentimiento de maldad que sienten.
Pasan del estado de ánimo disfórico a tener periodos de ira, angustia y desesperación, soportan mal el estrés interpersonal, y es difícil que adquieran un estado de bienestar o de satisfacción. Es una inestabilidad afectiva. Tienden a mostrarse dependientes de los demás en actitudes de búsqueda de protección y seguridad, pero también muestran actitudes de manipulación y son impredecibles y volubles, lo que favorece la desconfianza hacia ellos y potencia la desconfianza que ellos sienten del mundo, lo que les lleva a actitudes hostiles y comportamientos poco agradables para los demás, y a dirigir la hostilidad contra sí mismos.
Se aburren con facilidad y siempre están buscando el hacer algo, están atormentados por sentimientos crónicos de vacío. Es un sentimiento insoportable, tienen una profunda sensación de vacío sin fondo, un abismo que les dificulta la serenidad.
Expresan ira inapropiada o intensa, no saben hacer una manifestación acorde de la misma, o controlarla, a estas expresiones de ira les siguen sentimientos profundos de culpa y pena, ahí entran en el sentimiento de ser malos y de no ser merecedores de cuidado.
Ante el estrés extremo se pueden disociar, despersonalizar, o quedar fijados en una ideación paranoide, pero de corta duración, son síntomas pasajeros que no acreditan otros diagnósticos, los síntomas remiten cuando la persona límite siente que la persona de la que necesitan ayuda vuelve a estar con ellos (sea real o imaginariamente).
Presentan un mal rendimiento laboral o escolar, y son frecuentes las pérdidas de trabajo, las interrupciones en los estudios y los fracasos matrimoniales, también se pueden presentar situaciones hostilidad relacional, malos tratos físicos, o sexuales, el abandono en su cuidado y la pérdida temprana de padre o madre, o tal vez una separación, ante la cual reaccionan con una extraordinaria sensibilidad. Puede ser que en la familia de origen existan antecedentes de depresiones y adicciones. En su historia personal encontraremos por falta de perseverancia abundantes fracasos, tanto en lo afectivo como en lo profesional, parece que están comenzando todo de nuevo todo el rato, hay un pensamiento engañoso que confunde continuamente al límite y le lleva a tener que empezar de nuevo.
Hay momentos en los que funcionan bien, aparentemente hacen bien su trabajo, pero de pronto se derrumban, no disfrutan de lo que hacen, les falta alegría de vivir, cuando se desequilibran funcionan muy mal, su identidad, pensamiento y percepción están en peligro.
Síntomas.
De los criterios vistos se desprenden que hay una gran cantidad de síntomas, ansiedad de separación (necesidad de dependencia y protección), estado de ánimos variable, inestabilidad (continuos periodos de abatimiento donde se salpican momentos de euforia y accesos de ira), comportamientos autodestructivos, hostilidad interpersonal, impulsividad y los hábitos que en ella recurren (juego, sexo inapropiado, problemas alimentarios), e intensidad afectiva en los momentos de estrés, son polisintomáticos.
Parece que siempre están en crisis, discuten y acto seguido se deprimen, para quejarse poco después de su falta de sentimientos, la conducta es poco predecible y pocas veces logran aquello que está a la altura de sus capacidades, llegan a hacerse daño para llamar la atención en sus conflictivas relaciones, su característica básica es la decepción, en algún momento todos le decepcionamos y además saca poca satisfacción de las experiencias. Son especialmente hábiles para despertar sentimientos negativos en otros, y pueden proyectar un aspecto de su emocionalidad en una persona y otro opuesto en otra, con lo cual generan conflicto y resentimiento en el entorno. Pueden enemistar en lo laboral a los compañeros, y ser destructivos para instituciones y grupos, donde, con frecuencia, establecen un sistema de alianzas que divide al grupo.
Síntomas que provocan síntomas en lo corporal, síntomas físicos ciertos, que originan sufrimiento y dependencia del malestar, ya que el límite es una abandonador del tratamiento médico, también aquí se autodestruye, con lo que no es fácil que la enfermedad cure.
Distorsiona sus relaciones con los demás, los cuales son muy buenos y cubren sus necesidades, o son absolutamente malos , pasando a ser personas odiosas que les privan de sus necesidades de seguridad o amenazan con abandono, esto produce una sobrevalorización y una exclusión con los otros. Cambia frecuentemente de asignación de la bondad a la maldad, es un continuo vaivén. Utilizan el mecanismo de identificación proyectiva, los aspectos intolerables del yo son proyectados a otra persona a quién se induce a desempeñar el rol de lo que se ha proyectado.
Mecanismos defensivos en la personalidad límite nos encontramos la confluencia patológica, en sus momentos de fusión, proyecta, ms que su experiencia, si alguien le ayuda le parece que en esa ayuda viene implícito el daño que puede producir la ayuda, ya vimos que es retroflexivo, al punto de usar comportamientos autodestructivos, tras pasar por episodios de estrés, y antes de cargar la ira, se desconecta de sus emociones, hace una gran deflexión de todas las informaciones que no están acordes a su momento afectivo actual.
“En los años de desarrollo si el niño ha tenido un ambiente de cariño adecuado va progresando en un progreso normal de madurez desarrollando una imagen estable y razonable del mundo interpersonal. También aprende que las personas siguen existiendo aun que no las veamos, mama se va y luego regresa, el niño sabe que puede irse y después volver, así prueba su independencia y regresar para solicitar el apoyo, aprende la coexistencia de independencia-autonomía.
Asimismo el niño aprende que los padres hacen cosas que le gustan y otras que no, el niño se equivoca, hace daño y aprende que el amor sigue disponible.
El niño limítrofe no desarrolla un buen sentido de madurez, tiene dificultad para experimentar la constancia a través de los límites de tiempo, espacio y persona, si el objeto de amor no está representado en el campo sensorial actual, les resulta complicada la relación, tienen una escasa capacidad para mantener el sentido de relación cuando están separados, las separaciones significan abandono y amenazan al niño con la desintegración y la muerte psicológica. Cualquier amenaza tiende a la desintegración, fragmentación y pérdida de las funciones básicas del yo”. (Yontef G. 2002)
En la juventud tienen comportamientos absurdos de tipo antisocial, estados disfóricos incomprensibles, pensamientos obsesivos, mecanismos histriónicos e intentos de suicidio a causa de a situaciones absurdas, no toleran la soledad y son muy sensibles ante el rechazo, viven en un permanente estado de angustia. Frecuentan ambientes marginales y son propensos a los tóxicos. En esta época turbulenta de vida, una atención terapéutica puede ayudar a evitar la auto destructividad posterior, la ideación suicida y los problemas interpersonales.
Millon diferencia los trastornos límites en función de los rasgos predominantes de personalidad:
Límite dependiente o desanimado, personas necesitadas, deprimidas e impotentes, Colgadas de una relación que no les da la seguridad que necesitan, que les lleva a vivir en un estado desesperanza, son rechazados por aquellos de los que dependen. En su desarrollo hubo una sobreprotección parental ante el comportamiento triste y lastimero del niño y figuras blandas y faltas de energía. Aparece un vínculo extraordinariamente fuerte con uno de los padres, lo que lleva al desarrollo de un sentimiento de incompetencia y al fracaso en el desarrollo de autonomía.
Límite histriónico o impulsivo, con dificultades sociales, tienden a ser extravagantes en sus conductas cuando surgen las dificultades, lo que les lleva a altos niveles de estimulación. Hay una historia familiar de alta reactividad. Las experiencias infantiles giran alrededor del estímulo, con padres exhibicionistas y con una gran demanda de atención, predominan los aspectos compulsivos por la necesidad de satisfacer las demandas de los padres, con sentimientos de castigo y abandono al incumplimiento de las demandas parentales.
Límite pasivo agresivo o petulante, en el cual hubo una inconsistencia parental en la educación, los padres castigan y premian los mismos actos, con lo que el niño no se puede decidir sin equivocarse en algo, o sentir que algo lo hace mal. Personas propensas a la queja crónica, la irritabilidad, el descontento y la impaciencia que expresan de una forma hipocondríaca y con auto culpabilización. Están muy expuestos a las vacilaciones entre el afecto exagerado y el maltrato físico y verbal.
Limite autodestructivo, predominio de rasgos de descompensación, se cierra en sí mismo, se auto menosprecia y castiga, con elevado riesgo de suicidio, y que en lo interpersonal se manifiesta desde el resentimiento hacia los que más necesita. Ha vivido una experiencia infantil de abandono, caos familiar, maltrato sexual y físico, con, tal vez, algún miembro familiar con el mismo trastorno.
Diferencial con otros trastornos de personalidad.
Con el histriónico se parece en la búsqueda de atención, el comportamiento manipulativo y los cambios emocionales, pero este no es autodestructivo, ni siente vacío, ni soledad. El histriónico tiende a pasárselo bien y el límite no, tiende al sufrimiento.
Con el esquizotípico tiene en similitud en que en ambos puede haber ilusiones paranoides, pero en el límite sus síntomas son más pasajeros y como respuesta a situaciones externas.
Con el narcisista y el paranoide comparte la reacción colérica e estímulos menores, pero estos ni tienen miedo al abandono, ni son autodestructivos.
El antisocial usa la manipulación para sacer provecho y el límite lo hace para buscar que se ocupen de ellos, su estilo de relación es la pobreza personal.
Con el trastorno de dependencia comparten el temor del abandono, pero así como el límite entra en contacto con sentimientos de vacío emocional, rabia y demandas, el dependiente reacciona con sumisión, mansedumbre y buscando rápidamente otra relación.
El trastorno límite también se ha llamado esquizofrenia ambulatoria, personalidad “como si”, Esquizofrenia seudoneurótica y trastorno sicótico del carácter, es la frontera entre la neurosis y la psicosis, en el CIE 10 es el trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad. Da lugar a sintomatología histriónica, obsesiva, antisocial y psicótica con mucha rapidez.
También para el psicoanálisis este trastorno está en un punto intermedio entre una personalidad neurótica o una psicótica, existen dificultades en el proceso de separación-individuación con el que el niño va construyendo su personalidad, en este proceso surge una ambivalencia con el progenitor con el que se establece un vínculo más estrecho, el niño quiere mantener el cuidado de la madre, y al mismo tiempo, deseando su autonomía, escinde entre una imagen positiva y una negativa de la madre, esta escisión va a afectar al self del niño y va a generar la inestabilidad propia del trastorno límite.
El no haber podido integrar satisfactoriamente la relación con sus padres trae consigo que sus relaciones interpersonales carezcan de realismo, a través del aprendizaje aprendió a despreciar sus sentimientos y a auto culpabilizarse y castigarse asimismo, para los modelos cognitivos todo esto configura esquemas cognitivos desadaptados, que producen distorsión cognitiva, y que se regulan por polaridades de sometimiento-falta de individuación, de abandono-pérdida, de culpa castigo, y conllevan dependencia y privación de lo emocional.
La Psicoterapia.
No es una psicoterapia fácil, el límite lleva a cabo sus impulsos y transferencias, tanto positivas como negativas, lábiles y fijas, que pueden no ser fácilmente reconocibles, también en terapia surge la identificación proyectiva, de la que el terapeuta necesita desprenderse para ser libre en su conducta, la escisión lleva al border line al amor y al odio hacia el terapeuta y la terapia, lo que puede provocar contratransferencia si el terapeuta no está atento. Necesitan una amplia gama de dialogo, requieren más revelación del terapeuta, un tratamiento más orientado hacia la realidad de lo que pasa, parecer ser más útil que uno interpretativo, para poder establecer el vínculo terapéutico.
Trabajar lo conductual en cuanto a control de impulsos y accesos de ira, entrenamiento en habilidades sociales para mejorar su conducta interpersonal, lo cognitivo en su sensibilidad a la crítica y al rechazo, en la aplicación de técnicas de control emocional, y en cuanto a los factores de estrés que inundan su vida, tal vez malos tratos, autolesiones y hostilidades en el ámbito familiar, en el laboral y en lo social, son técnicas adecuadas para el tratamiento de lo sintomatológico.
En este trabajo de conducta y cognición se hace sobre las creencias, ideas, pensamientos; ego- sintónico, el paciente límite no renuncia a su realidad, sino que la amplía, en función de tomar en cuenta también las otras realidades, del terapeuta o de personas cercanas. Hay que trascender la función dialéctica del vínculo terapéutico, el crecimiento no viene dado por una sintonía empática y sin conflicto, ni por anulación de la propia realidad del paciente en comparación con la del terapeuta, el crecimiento va a venir dado por esa ampliación del darse cuenta en y con el mundo. No es fácil dado que el proceso del darse cuenta en la personalidad límite es muy repetitivo y tiene mucho sedimento, se centra en pensamientos que no están basados en la percepción de lo obvio, de lo que va ocurriendo en el momento actual.
La creación de un ambiente terapéutico que tenga en cuenta sus necesidades, tanto de aceptación como de apego, estimulando desde ahí su autonomía, le ayuda a sentirse tranquilo, sabiendo, eso sí, que va a acompañar el proceso le intensa emoción que les caracteriza, ya que apoyarle en que asuma su responsabilidad puede conllevar rechazo a la terapia. Es importante que la presencia del terapeuta sea firme, y con límites claros, trabajando la sobre actuación y la responsabilidad, aunque esto, como ya dijimos, va a llevar en más de un caso al abandono de la terapia, ya que no sólo basta apoyo y empatía para intentar llevar a buen fin el proceso.
El paciente límite busca y teme la confluencia, así en algún momento siente que su supervivencia depende de no tener ninguna diferencia, en otros momentos se asusta al sentirse fusionado, y abandona la terapia, se separa el yo de la confluencia y voluntariamente rompe el vínculo, y esto le lleva al aislamiento. Para mantener el contacto terapéutico adecuado con él hay que saber moverse entre separación y conexión, entre los ciclos que impregnan su vida. Dejar que vaya y vuelva para fortalecer su verdadero sentido del yo, en la posibilidad de conectar y separar del terapeuta, que ya sabe que el paciente límite va a pasar por estos ciclos durante el proceso.
El terapeuta necesita establecer una relación que construya constantemente la unión holística del sí mismo y del otro, igual y diferente, conectado y separado, amado y odiado, dependiente e independiente, estos pacientes dividen los todos diferenciados del sí mismo-otros, separación-conexión igual-diferente, este es uno de los procesos caracterológicos más importantes de los pacientes límites. El contacto, el encuentro sanador, es la unión del yo-Tu, un darse cuenta de las diferencias. (Yontef G. 2002)
En los momentos en que el límite se escinda y sienta los momentos de descompensación hay que generar confianza y trabajar la reestructuración cognitiva, evitando que se auto castigue, haciéndole ver que sus dificultades son temporales y que si atraviesa la crisis va a poder ver las cosas de otra manera.
Es necesario consolidar el vínculo entre el paciente border line y sus afectos, trabajando desde la realidad, sabemos que es un paciente regresivo y no parece adecuado hacer introspección mientras no sea capaz de hacerse cargo de su emocionalidad. En Delisle G (2000) se presentan las indicaciones de Greenberg para el trabajo con estos pacientes:
• -Una relación interpersonal intensa que le permita ser reconocido y apreciado en tanto que persona única y digna de amor.
• -El permiso de separarse e individualizarse, con el fin de reactivar su proceso de crecimiento.
• -La posibilidad de ensayar nuevos conocimientos, y esto en un entorno que le soporte y le de seguridad.
• -El desenredo de la madeja compleja de sus defensas primarias, y la restauración de su capacidad de contacto en el presente.
Bibliografía Consultada:
DSM- IV-TR. (2002) Manual diagnóstico de trastornos mentales. Barcelona. Masson.
Belloch A. Sandín B. y Ramos F. (1995) Manual de psicopatología. Madrid. Mc. Graw Hil.
Delisle G. (2002). Las perturbaciones de la personalidad. Madrid. Libros del CTP
Erikson Erik (2000) El ciclo vital completado. Barcelona. Paidos
Fromm Erich. (1996) El Corazon del hombre. México D.F. Fondo Cultura Económica.
Horta E., Requena E., Talarn A., y Jarne A. (2006) Psicopatología Clínica. Barcelona .UOC.
Jarne A. y Talarn A. (2005) Manual de psicopatología clínica. Barcelona. Fundación Barraquer
Kaplan. & Sadock. (2008) Sinopsis de psiquiatría. Barcelona. Wolters Kluver Health.
Millon, T. (1998). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Barcelona: Masson
Naranjo Claudio. (2005) Carácter y Neurosis. Vitoria. Editorial La Llave D.H.
Reich Wilhelm (1976). Análisis del carácter. Buenos Aires Editorial Paidos
Lowen A. (1972) La depresión y el cuerpo. Buenos Aires. Editorial Paidos
Lowen, A. (2009) La espiritualidad del cuerpo. Buenos Aires. Editorial Paidos.
Vallejo Ruiloba J. (2006) Introducción a la psicología y la psiquiatría. Barcelona. Masson.
Yonteff Gary. (1995) Proceso y diálogo en gestalt. Santiago de Chile. Cuatro Vientos Editorial