Inigo Reta. Narcisismo

Iñigo Reta - Narcisismo

Iñigo Reta Monge.  El proceso del narcisista. Octubre de 2012

 La fotografía es el Narciso de Caravaggio. Un héroe beocio cuyo mito precavía a los muchachos a evitar ser crueles con sus amantes. Narcisismo es una alusión al mito de Narciso, amor a la imagen de sí mismo. Amor que dirige el sujeto a sí mismo tomado como objeto.

 

INTRODUCCIÓN
Para mi sorpresa hay escritos infinidad de bibliografía, artículos y opiniones acerca del narcisismo. Libros, autores, críticos… Y una pregunta viene a mi cabeza: ¿Quién escribe sobre narcisismo? ¿Con qué fin? ¿Evidenciarlo? evidenciarnos a los que pertenecemos a este “selecto” y amplio club, ¿o alimentarlo? Siendo quien escribe del tema un miembro inconsciente del mismo pero, eso sí, admirado.
Desde que era bien pequeño, como un recuerdo perenne siempre he querido escribir un libro. Quizá el hecho de que mi padre tuviera una librería desde antes que yo naciera haya influido y alimentado este sueño infantil. Recuerdo mi casa llena de libros, libros con preciosas dedicatorias. Apenas una o dos líneas, una idea breve, concisa, intensa y completa. Un agradecimiento, una mención a un deseo realizado…
Ahora llega mi “libro” y no encuentro dedicatoria. Para acompañar mi frustración leo el libro de Claudio Naranjo27 personajes en busca del ser” y ninguna de las personas conocidas por mí de este ámbito corresponde a mi eneatipo. Encuentro unos, doses, cuatros, seies, sietes y ochos de interesantísima trayectoria, contrastada práctica y con tremendos libros escritos. Pero nada en mi número (con todo el respeto para estas personas, soy yo quien no las conoce, lo que no significa que no sean personas muy valiosas). ¿Será que, al más vanidoso y efectivo del eneagrama, al final le cuesta tanto escribir desde sí? Que esto me sirva para redactar este trabajo sin la presión del perfeccionismo que tan a menudo me acompaña.
El narciso del siglo XXI está en el teclado, tras la pantalla…
EL PROCESO DEL NARCISISTA
El narcisismo es un concepto que fue introducido en la clínica por Havelok Ellis en 1898 para designar: “una tendencia por estar enteramente absorto en la admiración de sí mismo”. Sigmund Freud introdujo el concepto de narcisismo en el área del psicoanálisis a través de su libro “Introducción del narcisismo”, noción que ya había utilizado con anterioridad en su obra, pero con una definición más difusa.
Si bien se puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación. Estos desórdenes pueden presentarse en un grado tal, que se vea severamente comprometida la habilidad de la persona para vivir una vida feliz o buena al manifestarse dichos rasgos en la forma de egoísmo agudo y desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos.
Será la escuela psicoanalítica, con Freud a la cabeza, quien desarrollará el concepto. Distinguirá entre un narcisismo primario inherente al desarrollo, y un narcisismo secundario o patológico, en el que la vida se convierte en un  “yo-mi-me-conmigo”, es decir en un “yo mimé conmigo”. La corriente lacaniana  plantea que el narcisismo no es un estado en el que faltaría toda relación intersubjetiva, sino la interiorización de una relación.
El narcisista es alguien que se tragó sin saberlo el gran deseo de una Madre que no supo soltar el bebé que engendró para que viviera libremente en el mundo, que lo parió con la etiqueta eterna de “vendido”, de vendido a que me llene o  me sirva a mí. El lema sería: “Nacido para compensar, nacido para repetir, más función que individuo”. Vive apegado a una imagen de sí mismo que no puede soltar porque cree que soltándola se suelta a si mismo.
Las experiencias infantiles tempranas del narcisista se caracterizan por una falta de contacto auténtico con los padres. En terapia casi siempre habla de que nunca sufrió desilusiones, ni conflictos, ni decepciones, una experiencia idílica en su  infancia, la cual fue magnífica y sin contratiempos, y manifiesta  buena relación con los padres, especialmente con la madre, con quién tuvo una relación estrecha, y con quien ha quedado en simbiosis. Introyectó una imagen idealizada de al menos uno de los padres, para mantener cierta sensación de familia, armónica, estructurada, amorosa y ordenada.
Con posterioridad, conforme avanza la terapia el narcisista toma conciencia de haberse sentido incomprendido, utilizado, privado de libertad e invisible frente a lo que realmente era. Es destacable decir que el narcisista no era tratado, en absoluto, como alguien especial.
El narcisista se fabrica su propia imagen, que es opuesta al yo. Lo que ama el narcisista es su imagen, no su yo real ya que tiene una “mala imagen” de sí mismo, y sus actividades no van dirigidas a su yo, sino a potenciar su imagen, y, como consecuencia  el yo se resiente, reniega de su ser interior a favor de la apariencia externa,es la característica primordial del narcisista, el desplazamiento de la identidad desde el yo hasta la imagen.
La imagen es en sí misma una negación de los sentimientos. Por medio de la identificación con esta imagen de grandiosidad, el narcisista así ignora el dolor de la realidad interna. Pero la imagen tiene también una función externa en su relación con el mundo, es una forma de conseguir una aceptación de los demás, de seducirlos y de ganar poder sobre ellos.
Desprecio o idealización caracterizan el “mirar” narcisista, con lo cual nunca está en contacto real con nadie. En lo que al interés sexual se refiere, éste está ligado al otro en forma de fantasía ya que las actividades motoras que se requieren para establecer una relación están bloqueadas.
El sentimiento interno para que se pueda manifestar como una emoción debe alcanzar la superficie del cuerpo, cuando se inhiben los movimientos corporales (rigidez), se va produciendo una tensión corporal crónica, que ahoga la manifestación de los sentimientos. La rigidez corporal crea una armadura en el cuerpo que restringe movimientos y respiración, disminuyendo la actividad del metabolismo y la energía disponible para que el cuerpo se exprese y sienta. El narcisista, aparentemente dotado de un cuerpo ágil y enérgico, actúa sin sentimientos, lo que significa que además de bloquear el movimiento, bloquea en la conciencia la percepción.
No se deja llevar por los sentimientos porque lo que atemoriza de verdad a un narcisista es el miedo a perder el control, y este miedo conecta con otro miedo mayor, el miedo a la locura. Por eso no se deja ir, ya que para el perder el control es volverse loco.
 En el narcisismo conviven varios rasgos y polaridades. La omnipotencia, la impotencia y la prepotencia. La omnipotencia es el lado inflado, la grandiosidad que, a menudo, va acompañada de desvalorización de otros. La impotencia (si no soy magnífico, soy basura) se manifiesta con frecuencia como un niño perdido, carente, miedoso, que siente envidia, vergüenza y rabia. La grandiosidad ayuda al narcisista a evitar darse cuenta del estado de impotencia. El narcisista sale de este estado de falta de fe a través de la prepotencia. Esconde su vulnerabilidad mintiendo y falseando la realidad a través de su propia imagen, o bien mediante la rabia, o bien por medio de la agresividad inhibe la tristeza y el miedo, porque su expresión le hace sentirse vulnerable. La negación de la tristeza y el miedo le permite al narcisista proyectar una prepotente imagen de fuerza, de independencia y valor, así es como esconde su vulnerabilidad, tanto ante sí mismo, como ante los demás
Una polaridad sería la siguiente: La de sentirse especial, tener unavisión de sí mismo distorsionada, considerarse extraordinario, creativo, listo e inteligente, brillante. El narcisista necesita ser especial, se piensa con el derecho a trato especial, con el derecho innato a algo que se obtiene con trabajo, riesgo y aprendizaje en el tiempo. El otro polo es el sentir que no tiene derecho a nada. Yontef aporta sobre el carácter narcisista esta imagen de globo. Cualquier fisura en la personalidad inflada remite inapelablemente a la personalidad desinflada. El globo pierde su plasticidad y sólo puede estar o completamente hinchado o completamente deshinchado. En realidad son dos falsas subpersonalidades inestables.
Tratar de manipular o impresionar a los demás conlleva la pérdida de respeto a uno mismo, y sin éste, tampoco se puede respetar a los demás. El narcisista no se respeta. Es otra polaridad narcisista, el sentirse especial y la falta de respeto a él mismo.
 Manipularon a sus padres cuando se sintieron manipulados por ellos. Mintieron y fingieron igual que lo hacían ellos. Con estas actitudes es muy difícil que el narcisista pueda querer y aceptar lo que ve, y que pueda tener un marco de referencia que le sirva para captar una referencia de cómo ser y actuar en el mundo con su propia presencia.
El narcisista falsea su historia, no quiere reconocer que es uno más, ya que esto no encaja con su sentido de vulnerabilidad o inferioridad. Prefiere verse otra persona, alguien superior o especial, por lo que necesita ampliar su imagen e incluir en ella orígenes y vivencias de más trascendencia. La tendencia a mentir sin el mayor escrúpulo es típico del narcisista, en su caso, la negación subjetiva de los sentimientos y el uso de una imagen que contradice la realidad de su ser, le conducen a perder la capacidad para discernir lo que es verdadero de lo falso, de tal forma, que él mismo está convencido de su propio engaño.
El narcisista se siente el preferido de alguna de las figuras paternas, algún progenitor ofreció una relación especial, de cercanía e intimidad, que le hace al niño sentirse especial y superior a sus hermanos ya que el progenitor le necesita especialmente a él. La identificación con el progenitor divide en dos el sí mismo del niño, por una parte, incorpora valores de la figura del progenitor en su conjunto, y desarrolla una imagen del yo que los refleje. Al mismo tiempo, se ve obligado a rechazar la parte de su yo a la que el progenitor pone objeciones, básicamente, los deseos corporales, y el deseo de ser independiente, ya que él siente que los valores parentales son superiores a los suyos propios. Ser especial es por tanto ser superior al yo corporal, el niño llega a creer que aquello que su progenitor rechaza de él es tan solo la parte inferior de su naturaleza. Parte inferior relacionada con instinto, naturaleza animal, sexualidad y motricidad.
Como en realidad anestesió el sentir, cuando quiere comunicar algo así “como sentimientos”, lo transmite bajo un contenido moral de “deberías”, mensaje que lleva implícita la descalificación del otro, puesto que el narcisista no acepta, ni reconoce el sentimiento de los demás, le parecen ”sensiblerías” sin sentido.
El  narcisista siente mucha vergüenza y utiliza elementos externos para lograr un sentir de seguridad, coherencia y entusiasmo por sí mismo. Todos necesitamos nutrirnos del exterior, pero no para sustituir nuestro sentido de identidad personal. El narcisista ve a lo de fuera como una extensión del sí mismo y de sus necesidades.
Habitualmente los narcisistas sienten un orgullo prepotente sobre lo que pueden hacer, se trazan metas muy elevadas, a las que, obviamente, no pueden llegar, y además no se responsabilizan de ellas, y no asumen que para poder llevarlas a cabo es necesario el esfuerzo, lo que les resulta difícil. Se creen con el derecho de tener las cosas hechas, o más bien, de que las hagan otros. No asumen que la lucha es normal, no asumen que deben luchar, y no tienen un sentimiento de confianza y aprecio hacia sí mismos mientras se esfuerzan por aprender, ya que se avergüenzan al comprobar que aún no saben, y eso les resulta intolerable.
Han disociado su cuerpo de tal manera que han invertido su libido en el ego y no en el cuerpo, y sin la aceptación de éste no puede existir el amor. Si una persona no se ama a sí misma no puede amar a las demás, amar es compartir el Yo con otra persona. La relación sexual es una expresión sexual cuando se comparte el Yo, pero, si no se comparte entonces es solamente una relación narcisista.
En consecuencia de lo anterior, en la relación sentimental con su pareja el narcisista paga el precio de su falta de sentimientos y se lo hace pagar a ella, es un seductor que depende de una imagen para obtener la excitación, que no el deseo sexual. La imagen de un amante irresistible, dominante y controlador le acompaña, junto con la insatisfacción permanente y la sensación de hombre impotente. El deseo sexual es intenso, porque considera que está en una posición dominante, y esta imagen alivia el temor que siente hacia las mujeres y le permite sentirse muy excitado a nivel genital.
Ya hemos visto que tenemos dos yos en el narcisista, el yo negado y escondido, que es el yo corporal que acoge los sentimientos, y el falso yo, la imagen, que está en la superficie, que es el que se presenta al mundo y representa la sumisión y la conformidad. La necesidad de ayuda, protección y reproducción, condujo a la necesidad de convivir en sociedad, tener un grupo de referencia y de pertenencia.Y de ser reconocido por los miembros del grupo convertidos en objetos significativos. Le llamaremos a esto: Necesidad Narcisista Primordial.
La estructura narcisista impone determinada relación objetal, un vínculo que tiene al sujeto como centro y que incluye a los otros, pero sólo para satisfacer sus deseos y necesidades. Esta necesidad no se satisface ni siempre ni en su totalidad, el reconocimiento puede ser negativo: se puede ser despreciado; y que para colmo de males los demás pretenden lo mismo que uno. Frustración que provoca ansiedad y odio. El sujeto se siente despreciado. Proceso que puede seguir dos caminos: el de la sublimación. Consiste básicamente en portarse bien, respetar y observar las expectativas del otro, esperar y aprender a buscar la gratificación narcisista a través del respeto y la preocupación por el otro. El del odio perverso, la impaciencia, la violencia y la prepotencia.
La autoestima es la medida en que la estructura narcisista se siente gratificada, y es un importante parámetro en el camino de la salud mental. Esta medida, se convierte en el patrón de la confianza y la seguridad del sujeto en sí mismo y en los demás. Para un buen equilibrio psíquico, para la salud mental, la autoestima debe tener determinada magnitud.Esto significa que es imprescindible obtener determinada cantidad de gratificaciones narcisistas, reconocimientos positivos del objeto significativo y del grupo de pares, anticipados por su representante internalizado, el super-yo.
El Yo se somete al Ideal del Yo, reprimiendo lo que éste considere inconveniente, perverso o malo. Así se forma un Ideal reprimido, prohibido. Podríamos llamarlo ideal del ello.
La autoestima se eleva con el cumplimiento de cualquiera de los dos ideales.
La diferencia está en sus consecuencias, internas y externas. Es el complejo de castración el motor de la elaboración del Complejo de Edipo. Idea cercana a la afirmación de la escuela kleiniana, donde la culpa es el motor de la reparación.
La indefensión y el desamparo con que la criatura humana comienza su vida es suficiente motivación para que ésta necesite experimentar un vínculo que confirme un modelo de gratificación narcisista omnipotente con algún otro semejante. Este otro debe ser capaz de brindarle ayuda y protección incondicional en algunos momentos, calmando así la ansiedad a que la criatura está condenada por su indefensión. Esta experiencia gratificante va creando en el sujeto una confianza básica. Fortaleciendo la raíz narcisista, favorece un desarrollo que podemos entender como sano, ya que su falta alienta una lamentable desconfianza frente a la vida, es decir una debilidad yoica difícil de superar.
Una vez que el narcisismo se afirma por medio de estas experiencias vinculares, se impone el aprendizaje de su control. Esto implica frenar la pretensión de obtener el amor incondicional de los otros. El narcisismo ávido de poder sobre los otros, debe convertirse en uno que respete además el narcisismo ajeno, aprendiendo a sublimar, a obtener el cariño y el respeto del otro mediante el cariño y el respeto otorgado a éste. De tal manera es posible una convivencia imprescindible. La idea es imponer un aprendizaje para evitar así el círculo vicioso de ansiedad y odio que derivan de la frustración inevitabledel principio de placer. Aprender a tolerar y a enfrentar a la frustración.
Para lograr este paso no hay más remedio que sujetarse a una sistematización del principio de realidad cristalizado en las normas culturales. Lograr un control de los impulsos narcisistas antisociales. Las normas de convivencia son necesarias y pretenden y buscan una convivencia armónica, pero aun así no pueden evitar que generalmente se encuentren distintas excusas para jugar de determinada manera la dialéctica del amo y del esclavo.
El proceso de socialización de la criatura humana es la elaboración del complejo de Edipo: reprimir impulsos hostiles antisociales prohibidos (incesto, homicidio y canibalismo, con sus series de significantes) y someterse  a las normas. Todo esto significa ni más ni menos que modular la estructura narcisista y adaptar la exigencia del principio de placer a alguna sistematización del principio de realidad, aprendiendo a hacerse querer y valorar a través de la sublimación. Aprender a buscar la satisfacción de la Necesidad Narcisista Primordial en el camino del respeto mutuo, proceso que requiere esfuerzo y paciencia. También implica lograr una socialización en la cual se tiende a colaborar y compartir con el otro en una interdependencia.
Si la respuesta social positiva no llega, sea del grupo de pares o del objeto significativo, la frustración, tarde o temprano, va a fortalecer los impulsos prohibidos. El miedo al rechazo, la marginación y la soledad son los aspectos más temidos del complejo de castración. Si el sujeto percibe que lo temido ha sucedido, si se siente rechazado o despreciado, lo reprimido fuerza su retorno con todo su poder destructivo.
No es posible adquirir una identidad yoica que pueda prescindir de la respuesta social positiva y gratificante. El Principio de Placer no contempla esfuerzo alguno. La criatura humana tampoco se somete fácilmente al Principio de Realidad, por más que su vigencia es una exigencia de la pulsión de autoconservación. Así, la necesidad de convivir en sociedad con otros semejantes, impuso la sublimación que creó a la cultura sistematizando al Principio de Realidad.

 

TRASTORNO NARCISISTA
Masterson considera que el paciente que manifiesta un trastorno narcisista de la personalidad parece estar perpetuamente motivado a buscar la perfección entodo lo que hace, que aspira a conseguir riqueza, poder y belleza y, a encontrar a otros que reflejen y admiren su grandiosidad. Comenta que debajo de esta fachada defensiva se encuentra un estado de vacío y rabia en el que predomina la envidia.
Así cuando encontramos a personas que habitualmente expresan reproches o quejas sobre lo que los demás “deberían haber hecho por ellos y no han hecho” o acerca de lo “injustamente” tratados que son, podemos pensar en la posibilidad de una base narcisista. Visto así puede parecer que hablamos de personas “muy egoístas”pero la realidad es que:
  1. Estas personalidades sufren mucho.
  2. Se sienten muy amargados y frustrados.
  3. Su manera de pensar, de reaccionar y de relacionarse forma parte de un problema
y de un aprendizaje que habitualmente se ha iniciado en la niñez.
  1. Su necesidad de aprobación y valoración por los demás provoca una gran inestabilidad emocional, sobre todo cuando no son reconocidos por los otros, o no lo son en la medida que ellos desean y/o necesitan.
  2. Necesitan ayuda profesional para darse cuenta de las dificultades que presentan.
 Andrew P. Morrison, en su introducción al libro “Essential Paperson Narcissism” comenta que la vergüenza y sus efectos relacionados como la humillación, la deshonra, la desesperación y mortificación son sentimientos “centrales” en la experiencia narcisista (como sería la culpa en las personalidades neuróticas). También sugiere que los deseos por ser “único” con relación a un objeto idealizado; la vergüenza y humillación sobre estos deseos y la vulnerabilidad que se genera (con el siempre presente temor a no ser logrados, o a la respuesta de compasión por parte del todo poderoso objeto) definen un elemento esencial de la experiencia narcisista.
En el mismo libro, Reich enfatiza el componente afectivo del narcisismo (la autoestima) para indicar oscilaciones en la patología narcisista. A la pregunta acerca de si el narcisismo es definido por grandiosidad o vulnerabilidad, responde que “ambos”,queriendo decir que la vulnerabilidad en la autoestima es fundamental, siendo la grandiosidad narcisista compensatoria (defensiva).
En este sentido, Millon también comenta que el sufrimiento suele ser percibido como excepcional y digno de atención profesional pero que una vez implicados en un tratamiento, los pacientes narcisistas ofrecen resistencias que hacen de la reestructuración de la personalidad un objetivo difícil de alcanzar; insisten en culpar a los demás de todas sus dificultades y adoptan una posición de superioridad frente al terapeuta percibiendo cualquier intento de confrontación constructiva, como una crítica humillante.
Millon explica que el terapeuta puede captar inicialmente el interés de los narcisistas permitiéndoles centrarse en símismos y que se puede conseguir que reconstruyan su autoestima promoviendo la exposición de sus anteriores logros.
Unode los objetivos terapéuticos será ayudarle a pensar en los demás, incluso si al principio es de manera instrumental (intentar infundir un interés real al principio será muy complicado por no decir imposible). Otro de los objetivos será ayudarle a entender y aceptar que las imperfecciones son inevitables, que los fallos no tienen por qué ser vistos como algo terrible; explicarles que de los fallos se puede aprender si no son vistos como fracasos absolutos. Se trataría pues de intentar que perciban los fallos como señales o partes de aspectos que son mejorables ayudándoles a relativizarlos. Si losnarcisistas consiguen apreciar los beneficios de las imperfecciones (falta de presión,descenso del temor a la crítica) de no necesitar ser infalible, tal vez sean capaces deconsiderar su parte de responsabilidad en las dificultades que puedan tener.
El narcisista acudiendo a terapia puede realizar un cambio más profundo si consigue acceder a la expresión de los sentimientos negados y suprimidos, y para hacer esto necesita liberar la tensión muscular crónica que bloquea los sentimientos y hacer conscientes los recuerdos reprimidos que el narcisista reprimió o negó desde pequeño. La imagen es en sí misma una negación de los sentimientos. Por medio de la identificación con esta imagen de grandiosidad, el narcisista así ignora el dolor de la realidad interna.

 

EL MITO DE NARCISO
El mito de Narciso ha llegado hasta nosotros con algunas variantes. Según una leyenda beocia era un hermoso joven que vivía cerca del monte Helicón y del cual se había enamorado otro muchacho, Aminias. Narciso despreciaba el amor y, disgustado con los deseos de Aminias, le envió de regalo una espada, con la orden implícita de que se diera muerte. El amante obedeció pero antes de morir maldijo al amado; y, en efecto, al pasar junto a una fuente y ver su propia imagen reflejada sobre las aguas, Narciso se enamoró de sí mismo tan perdidamente que acabó por suicidarse ante la imposibilidad de satisfacer su pasión.
La versión de Pausanias es una clara racionalización del mito tradicional. Supone que Narciso habría tenido una hermana gemela con la que iba siempre de caza y de la que estaba enamorado. Cuando ella murió fue tanta su pena que se pasaba los días contemplándose en las aguas de un arroyo, pues la imagen borrosa de su propio rostro le recordaba el de su hermana muerta. Ésta habría sido, endefinitiva, la causa de que la gente creyera que estaba enamorado de sí mismo.
Por otro lado, el relato más conocido sobre el Mito de Narciso es el queOvidio relató en su tercer libro de “Las Metamorfosis” en el año 43a.c. La tragedia comienza a gestarse ya desde la concepción del niño Narciso, puesto que él es fruto de la violencia sexual. El dios-río Cefiso después de raptar y violar a la náyade de Liriope engendró en ella a un joven de espléndida belleza, a quien dieron por nombre Narciso. Preguntado sobre si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias, el sabio capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente “Sí, siempre y cuando nunca se conozca a sí mismo”.
A lo largo de su vida Narciso va a provocar en hombres y mujeres, mortales y dioses, grandes pasiones, a las cuales no responde por su incapacidad para amar y para reconocer al otro. Según el relato de Ovidio, entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de todo cuanto se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor por él, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando Narciso preguntó “¿Hay alguien aquí?”, Eco contenta respondió: “Aquí, aquí”. Incapaz de verla oculta entre los árboles, él le gritó: “¡Ven!”. Después de responder: “Ven, ven”, Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor. Tentado por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie del agua, sintió una fascinación por su propia imagen de la que no pudo sustraerse. No podía tocar ni abrazar al ser que veía reflejado en el agua, pero tampoco podía apartar su vista de él. En otra versión del mito, uno de los menospreciados por Narciso se queja a los dioses y Némesis, la diosa de la venganza, se encarga de castigar su orgullo.
De cualquier modo, Narciso, subyugado por la bella imagen de sí mismo que le devolvía el río, se retrajo de toda posible relación amorosa con otros seres, e incluso de atender sus propias necesidades básicas, y su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en la flor narciso, una flor tan hermosa como maloliente. Mientras tanto, Eco, consumida de melancolía, se retiró a una cueva donde su cuerpo también se consumió quedando de ella solo una voz sin forma que repite, en la lejanía, la última frase o sílaba que se pronuncie.
Para Albert Rams Narciso, en el mito, no se enamora en realidad de sí mismo, sino de aquel a quien ve reflejado en el agua y esa (la discriminación entre uno mismo y la imagen especular)es una de las grandes claves de la cuestión.
Narciso se olvida, o nunca supo, que el asunto no es lo que uno ve, sino, con qué ojos está mirando, y esa mirada del narcisista es la misma mirada del Otro/Madre que le creó a él y que deforma el reflejo para convertirlo en un monstruo que atrapa y engulle a su verdadero sí mismo. Según el autor el narcisista no conoce el gozo de necesitar. El goce de confirmar lo sabido le gana la partida al gozo de la sorpresa. Y la sorpresa sólo puede venir de un tú reconocido como tal, cuya escucha y contacto le devuelve el verdadero yo a una identidad esclava de su programa inconsciente.Fueron una cosa en manos de alguien que, de alguna manera, también se sintió a su vez una cosa de alguien. Es por esto que la relación entre sujetos es más una relación objetalizada.
También me parece imprescindible remarcar que en el mito Narciso (una identidad violada) es hijo de una madre también violada. El narcisista nunca escuchó un “tú”. Un “tú eres tú”. En su lugar una y mil veces escuchó aquello de “Tú eres yo, o un sub-yo. Existes porque me sirves. A través de ti eludo mi falta”.
A modo de interpretación del mito encontramos en Narciso, igual que en Edipo, no sólo la satisfacción del deseo prohibido sino también el castigo por haberlo concretado: un crimen y su castigo.
Narciso, hermoso y joven, seduce fácilmente y con su sola presencia a muchos hombres y mujeres, dándose el lujo de rechazarlos. Esta es la fantasíaoptativa, concretada: Juventud, belleza, fácil poder de convocatoria. Anhelado poder obtenido sin mayor esfuerzo. El deseo de ser deseado, se proyecta en los otros. El resto diurno:la envidia de estos atributos vista en otros. No confiar en  los propios; o simplemente anhelados, sufriendo su falta. Vivencias cercanas a la soledad y a la marginación. El castigo es la soledad temida, a la que Narciso es condenado.
Tiresias aporta al mito el concepto del error de creer que lo que no se conoce, o se niega deja de ser un problema. El mito de Narciso tendría una moraleja para la convivencia social. Trasmite el peligro que conlleva abusar del poder.
NARCISISMO Y SOCIEDAD
Partiendo desde el punto de vista del contexto de la sociedad actual en que vivimos, se me hace muy difícil pensar cómo sería una sociedad que fomentara el amor. Recogiendo la idea de Erich Fromm:
“Si el amor es una capacidad del carácter maduro, productivo, de ello se sigue que la capacidad de amar de un individuo perteneciente a cualquier cultura dada depende de la influencia que esa cultura ejerce sobre el carácter de la persona media. Al hablar de amor en la cultura occidental contemporánea, entendemos preguntar si la estructura social de la civilización occidental y el espíritu que de ella resulta llevan al desarrollo del amor. Plantear tal interrogante es contestarlo negativamente. Ningún observador objetivo de nuestra vida occidental puede dudar de que el amor fraterno, materno y erótico, es un fenómeno relativamente raro, y que en su lugar hay cierto número de formas de pseudoamor, que son, en realidad, otras tantas formas de desintegración del amor”.
Entendiendo el capitalismo como un movimiento que fomenta la valoración prioritaria del capital, de lo inerte, sobre el potencial humano, lo que está vivo.
En este contexto se me hace difícil imaginar la forma de vida de los indios americanos, de los aborígenes australianos o de los esquimales habitantes de los iglús. Referencias según el libro “Iron John” de Robert Bly donde habla de otras maneras de relación entre padres e hijos, y de cultivar una masculinidad que no busque imponerse ni a la de otros ni a la feminidad.
Relaciones desde la fuerza de cada uno sin luchas de poder, sin necesitar manejar al otro para obtener mi satisfacción y buscar ésta dentro de uno y no tanto en el dominio del entorno, de los otros. Desde este posicionamiento mi salida al mundo será de otra manera, más auténtico y menos basado en el juicio y en el control(valga mi personal interpretación del libro).
Sí parece a simple vista que el estilo de vida y los valores reinantes en el entorno son diferentes a los de la sociedad actual. El consumo, la búsqueda del bienestar mediante el cúmulo de bienes, el individualismo, el ritmo de ir por vida, incluso la proximidad con la naturaleza y el anhelo de trascendencia y unidad han de ser aspectos diferenciadores. ¿Cómo serían las personas narcisistas en aquellas épocas y lugares?
De los apuntes de “Cultura Narcisista” de Alzueta, M. hablando sobre la sociedad actual y el narcisismo; los conceptos de identidad y de amor, he recogido la siguiente exposición:
“Podemos elegir con nuestro libre albedrío amar o no amar, cuando un científico trabaja su laboratorio, necesita de una fuerza creadora que le ponga en contacto con su capacidad intelectual, y esta fuerza no es otra que el amor, que es la forma más alta de inteligencia que podemos expresar, y que nos da el poder de trascender nuestros propios límites y la capacidad de entrega para poder crear. Cuando un hombre o una mujer aman aceptan la totalidad del otro ser, como es, no seleccionan aquello que está bien o mal. Esta cultura narcisista insiste en decirnos cómo tenemos que ser y estar para poder ser amados, nos da pautas y crea parámetros de belleza para obtener la felicidad, limita nuestro criterio y delimita totalmente lo que es objeto de amor, y esto produce insatisfacción ya que atenta directamente contra nuestra libertad…
… La diferencia estriba en que en esta sociedad narcisista hay una pérdida notoria de la conciencia del sí mismo, la identidad ya nos viene estructurada en su totalidad por la propia cultura. El siervo del señor feudal le debía a éste sus actos, pero no sus pensamientos, el cristiano doblegado a la culpa de su pecado tenía la esperanza de la salvación eterna. La diferencia es que el sistema social ahora ocupa todo el espacio individual, sea emocional, racional o corporal, y está en toda la sociedad en su conjunto. Al ser esta cultura narcisista una totalidad en sí misma, no hay otra esperanza que la de permanecer en ella supeditado a sus dictados, que marcan cualquier tendencia y engloban la totalidad y lo segmentado. Lo ocupa todo”.
También quiero reflejar el siguiente concepto de Lacan (sacado del texto de Alzueta, M.) acerca del deseo en este momento social en que la necesidad propia no es reconocida por la persona, no la identifica en la propia corporalidad y la busca en lo externo, que está fuertemente influido por las exigencias económicas del sistema (el consumo), deseo que tiene la facultad de no colmarse en sí mismo y que crea dependencia.
El deseo se determina por el aforismo “El deseo es el deseo del otro”. Lacan lo que nos viene a decir es que el primer modo que toma el deseo es el deseo de reconocimiento, esta es la tendencia fundamental de la actitud narcisista, donde querer no es lo mismo que desear. Ya dejó dicho Lacan que “Se quiere lo que no se desea, y se desea lo que no se quiere”. El deseo en sí es un deseo de nada, es lo no dicho, lo que no se articuló en la demanda. En el momento de transmitir el impulso a través del lenguaje, queda un residuo sin especificar y que por no ser manifiesto no puede satisfacerse. Este excedente sobre lo manifiesto, que es a la vez lo faltante en el contacto, es el deseo, lo no manifiesto en la demanda.
El deseo entonces queda en ese lugar que resulta de la diferencia entre lo que se demanda y lo que se recibe o es satisfecho. Esto impulsa a seguir demandando, a que la demanda se repita pues el deseo irá siempre más allá de ésta, está sujeto a ella, y por tanto es insaciable.
En la sociedad actual, la “sociedad del bienestar”, donde tenemos muchas cosas y necesitamos tener siempre más, es arrolladora la imagen de los niños pequeños abriendo los regalos el día de su cumpleaños. Decenas de regalos y la insaciable voracidad de abrirlos todos y desear que les sorprendan con algún otro que no está al alcance de su vista, sin poder parar y disfrutar de uno primero, y de otro luego, y así paso a paso.
La potente idea de que el deseo es un deseo de lo otro, o del otro explica que el narcisista quiera ser causa de deseo de los demás. Esto unido al individualismo reinante y a la desconfianza del otro genera que el narcisista crea que si el otro le desea es porque algo quiere conseguir de él. Aparece aquí la paradoja de que quiere que el otro le desee pero si esto ocurre juzga el deseo del otro como una carencia. Esto es un espejo durísimo sobre la propia carencia, una devolución implacable de la propia proyección. Y esto le causa angustia.
Subtipos de personalides narcisistas y personalidades con rasgos narcisistas
Este apartado me ha parecido de especial relevancia a la hora de profundizar en el narcisismo y en la intervención terapéutica con las personas que muestran rasgos narcisistas. Esta clasificación esta tomada del []Instituto Argentino para el Estudio de la Personalidad y sus Desórdenes. Personalidades Narcisistas y Personalidades con Rasgos Narcisistas. Realizado por Dolores Mosquera.
 Teniendo en cuenta el amplío espectro de la patología narcisista he intentado establecer una diferencia entre las personalidades narcisistas y las personalidades con rasgos narcisistas. Para esto recurro a dos grupos. En el grupo 1 he incluido a personalidades narcisistas principalmente explotadoras que suelen carecer de empatía, que se muestran totalmente indiferentes al sufrimiento humano y que tienen la capacidad de funcionar en el entorno y de camuflar sus “secretos”. En el grupo 2 he incluido a personalidades con rasgos narcisistas que si bien pueden resultar explotadoras y ocasionar sufrimiento ajeno, se caracterizan por presentar un malestar y sufrimiento intenso que dificulta su integración, adaptación, funcionamiento y eficacia en la sociedad.
Grupo 1
En este grupo situaría a los narcisistas con comportamientos antisociales y psicopáticos(que pueden llegar a ser peligrosos para otros) y a las personalidades funcionales que en rara ocasión suponen un riesgo para los demás (narcisistas funcionales, personas con habilidades; que han conseguido triunfar en la vida sin llegar a ser peligrosos para otros, personas que si bien pueden carecer de empatía, han aprendido que es importante tener presente a los demás para poder adaptarse al mundo y conseguir sus objetivos). A continuación se reflejan algunas características propias de este grupo de pacientes mediante subtipos:
  1. El narcisista sin principios: es un subtipo mencionado por Millon y al que he hecho referencia anteriormente. Es un subtipo que podemos observar en personalidades patológicas y que conviene tener presente en nuestras valoraciones (especialmente si tenemos algún tipo de relación con pacientes que se encuentran en prisión o acuden derivados por un juez para evitar entrar en ésta por ejemplo). Millon explica que es un subtipo observado a partir de las dos o tres últimas décadas en programas de rehabilitación de menores y cárceles.
También comenta que aunque estas personalidades suelen tener éxito y mantener sus actividades dentro de los límites de la ley, no es raro que inicien tratamientos clínicos. “El comportamiento de estos narcisistas se caracteriza por un arrogante sentido de la propia valía, una indiferencia hacia el bienestar de los demás y unas maneras sociales fraudulentas e intimidatorias.
Son conscientes de que explotan a los demás y de que esperan reconocimientos y consideraciones especiales sin asumir responsabilidades recíprocas”; “Las evidentes características del narcisista sin principios apoyan la conclusión de que en estas personas se mezclan características narcisistas y antisociales”; “Estos narcisistas funcionan como si no tuvieran otro principio que el de explotar a los demás en su propio beneficio. Carecen de un auténtico sentido de culpa y apenas tienen conciencia social, son oportunistas y charlatanes que disfrutan con el proceso de estafar al prójimo.                                                                                Disfrutan jugando con los otros, se burlan de ellos y les desprecian por la facilidad con que han sido seducidos. Sus relaciones se mantienen mientras tengan algo que ganar”. Quizás este subtipo coincida con el denominado por Meissner (1979) como “manipulador o psicopático” y con el desalmado de la pionera clasificación de Schneider.
  1. El narcisista psicopático-sádico: Es un perfil similar al anterior aunque más extremo. En este subtipo encontramos las características que menciona Millon para el subgrupo anterior y además, disfrutan haciendo daño a los demás. Aquí entrarían las personalidades más sádicas y retorcidas como los violadores múltiples y algunos asesinos en serie. Resulta evidente que estas personalidades no serán frecuentadores de las consultas.
  1. El narcisista práctico y funcional: También similar al narcisista sin principios de Millon solo que se trataría de una variante más adaptada, aquel que destaca en su vida cotidiana, que aprende a manejar a las personas de su entorno a su antojo sin que éstas sean conscientes de su verdaderas intenciones. Este subtipo suele estar muy integrado en la sociedad y también será difícil que acuda a nuestras consultas en busca de ayuda y/o atención. No se caracteriza por un sufrimiento interno y tampoco hace sufrir a los que le rodean (a no ser que sienta la necesidad de cambiar de planes
y estas personas dejen de serle útiles. Aún así será cauto en el planteamiento).
  1. Narcisista elitista: Subgrupo descrito por Reich y Millon posteriormente. Es similar al subgrupo 6 del grupo 2 pero menos “sutil”, está muy centrado en venderse a sí mismo y puede resultar descarado, demasiado evidente: “Al hablar excesivamente de sí mismos, estos narcisistas se exponen a que haya discrepancias entre lo que son y cómo se presentan. A diferencia de muchos narcisistas que advierten esta disparidad, los elitistas están absolutamente convencidos de su Sí mismo”: “En vez de esforzarse por adquirir cualificaciones y talentos genuinos, prácticamente todo lo que hacen persigue persuadir a los otros de su especialidad”; “muchos son arribistas que intentan cultivar su sentido de especialidad y ventaja personal asociándose con los que poseen logros y reconocimiento genuinos”; “en cualquier actividad a la que se dediquen invierten sus energías en hacerse propaganda, en jactarse de sus éxitos, ciertos o falsos, en conseguir que cualquier cosa que hayan hecho parezca maravillosa, mejor que lo hecho por los otros y mejor de lo que realmente es”.
  1. El limite narcisista: subtipo sugerido por el Dr. Vicente Rubio en el que además de las características y síntomas más aparentes (comportamentales) del TLP, hay un importante fondo histriónico-narcisista de protagonismo, aparatosidad, desmesure en los síntomas, de importancia, de ser diferente, “el más limite”. Se trata de personas que consideran que tienen que ser tratadas de forma diferente porque son especiales.
Un ejemplo que ayuda a visualizar este subtipo, sería el paciente que acude demandando que le atienda el “jefe”, “director” o “responsable”. En este subgrupo no se incluirían las personas que han aprendido a relacionarse de esta manera y que no saben hacerlo de otra forma; se trata de personas que presentan nula empatía y que consideran que los demás están ahí para atenderles cuando ellos lo necesiten.
Grupo 2
En este grupo situaría a las personalidades con rasgos narcisistas que podemos ver con más frecuencia en las consultas de psicología y psiquiatría, personas que pueden ser o no habilidosas pero que independientemente de su eficacia, se sienten mal con ellos mismos y presentan un sufrimiento que les limita en su vida cotidiana, por lo menos en alguna o varias áreas de su vida. A efectos prácticos y didácticos lo divido en 8 subgrupos de personalidades con rasgos narcisistas:
  1. El narcisista desesperado (basado en el “helplessnarcisist” A. Freeman): Son personas que se caracterizan por presentar un estilo “si-pero”. Se trata de individuos que si bien buscan ayuda, demandan tratamientos y acuden a las citas, no permiten ser tratados. Acuden con una aparente baja autoestima que suele movilizar atención y cuidados por parte de otros, pero para los que nunca es suficiente la atención y ayuda que reciben, es como si necesitasen “algo más”, algo que no encuentran y que les acabe de llenar. Sería una especie de narcisista ambivalente, en el que cuando se le propone algo que aparentemente acepta, acaba haciendo lo contrario (predominando en algunos, los comportamientos pasivo-agresivos).
  1. El narcisista frustrado. Se trata de un estilo similar al anterior, un individuo que acude en busca de ayuda, que acude a las citas y aparentemente escucha las sugerencias pero que en los momentos críticos expone realmente lo que siente y piensa. El narcisista desesperado también acude a terapia con una “aparente baja autoestima” aunque cuando se le cuestiona surgen razonamientos del tipo “yo estoy por encima de los demás”, “Mis valores son superiores”, “La injusticia proviene del mundo y yo soy una víctima inmerecida”. Es decir, suelen atribuir sus dificultades a algo externo, por ejemplo: la falta de cuidado en su infancia, gente que les hace o ha hecho daño, funcionamiento del entorno, etc, cuando la realidad es que presentan una gran dificultad para asumir su responsabilidad o centrarse en lo que depende de ellos. La frustración principal es la de no haber conseguido lo que esperaban para sí mismos o no llevar una vida como les gustaría o como creen “merecer”.
  1. El narcisista aparente o “inflado”. Un estilo en el que predomina la tendencia a encantar y agradar. Para estas personas, la valoración de los demás es importante, necesitan ser reconocidos y sentir la aprobación de los que les rodean. Son sujetos muy vulnerables a la crítica aunque presentan un amplio repertorio de habilidades y tienen gran capacidad para captar la atención de los demás y generar sentimientos positivos. La dificultad principal en estas personas es el temor a ser “descubiertos” pues en este caso la autoestima es inferior de lo que aparentan y se cubren de fachadas en un intento de vender su imagen tal y como creen que será aceptada.
Curiosamente es un perfil que se suele identificar e intentar encajar con patologías como la límite (es más atractiva para ellos). En este subgrupo podemos situar también
a personalidades habitualmente funcionales pues la fachada les puede (y suele) funcionar.
  1. El narcisista dependiente. Un estilo en el que predomina una predisposición y servicialidad que no encaja. Aparentemente muestra preocupación por los demás, pero ésta es percibida como excesiva y “artificial”. En este subtipo la sensación de vacío y el temor a quedarse solos tienen un peso importante. Se trata de personas que parecen vivir “por” y “para” otros; que intentan encajar, “caer bien” y gustar. Es un subtipo que tiene muchas dificultades con la crítica. Con los desconocidos se muestra muy seguro, tiene facilidad para conectar con la gente y causar buena impresión pero en el fondo sabe que su actitud no es “real” y se puede sentir muy vulnerable si intuye que otros lo sospechan. Un aspecto que le desconcierta y no entiende, es por qué los demás no son capaces de “corresponder” de la misma manera (dando respuesta a sus deseos verdaderos: que sus necesidades sean cubiertas por aquellos a los que “elige” como posibles candidatos a suplir sus carencias). Aunque parece “disfrutar” complaciendo a los demás, en realidad espera algo a cambio. Es un subtipo que puede “explotar” y ser verbalmente abusivo cuando “ya no puede más” (por la tendencia a acumular resentimiento y rencor cuando los elegidos no responden como él espera que respondan). Sería una especie de narcisista “codependiente”, en el que la preocupación por los demás y el volcarse en ellos tiene como fin satisfacer su ego mediante la aprobación y el reconocimiento de lo que hace. En el fondo lo que busca es ser reconocido y recompensado.
  1. El narcisista aparentemente funcional. Se trataría de un estilo que es capaz de desarrollarse adaptativamente en las distintas áreas de su vida, pero necesita utilizar la manipulación y el adoptar cualquier rol que considere útil para conseguir sus propósitos (por ejemplo una apariencia servicial, amable, y colaboradora), aunque internamente esté buscando destacar, sin importarle lo que ocurra con los de su entorno, o si resultan perjudicados por las estrategias que ha empleado. Una vez que ha obtenido lo que persigue, es probable que esa fachada “servicial y amable” se desmonte y surja la verdadera “personalidad”, ya que los demás habrán dejado de ser útiles a sus propósitos. La dificultad para este subtipo de personalidades puede surgir cuando se encuentran con personalidades similares (se dará una lucha de poder), o cuando se ven frustrados sus objetivos. Llevado al extremo se podría hablar de personalidades psicopáticas, pero en un grado menor se trataría de un patrón relativamente común. En ocasiones son catalogados como “trepas” a nivel laboral, o como “aprovechados” en otros ámbitos. Este perfil coincide con el subgrupo 4 planteado en el grupo 1 (el narcisista elitista de Reich y Millon) aunque como señalaba en ese apartado, este subgrupo es mucho más sutil y menos “descarado” a la hora de mostrar sus intenciones y motivaciones.
  1. El narcisista salvador. Es un perfil habitualmente funcional, si las cosas van bien se puede mantener estable y funcionar con éxito. Para algunos, su vida gira en torno a los demás, sobre los que sienten una gran responsabilidad, atribuyéndose mayor poder o capacidad de solucionar sus problemas, y limitando la responsabilidad ajena en las dificultades de cada uno. Este tipo sobrevalora sus capacidades y potenciales sintiéndose responsable de lo que le ocurre a otros. Pueden ejercer profesiones relacionadas con la salud o los cuidados (médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, etc.). La dificultad principal de este subtipo es la falta de control sobre los demás o sobre factores externos: si algo no sale como espera, se puede desarmar y venirse abajo (por este motivo lo he situado en el grupo 2 en lugar del grupo 1).
  1. El narcisista compensador: Subgrupo planteado por Millon y que describe muy acertadamente las características comportamentales de algunos de los pacientes que podemos atender en la consulta “los orígenes en los que se basan sus comportamientos claramente narcisistas se derivan más de un sentido subyacente de inseguridad y debilidad que de sentimientos genuinos de confianza y alta autoestima. Tras su apariencia seudoconfiada, la postura que adoptan públicamente, están movidos por fuerzas similares a las de las personalidades negativistas y evitadoras”; “representa a los pacientes denominados –narcisistas- en la comunidad psicoanalítica y que han sufrido traumas en su infancia”; “esencialmente estas personalidades intentan disimular o compensar sus deprivaciones infantiles. Son similares al antisocial, pero el narcisista compensador intenta superar su sentimiento de vacío mediante la creación de una ilusión de superioridad y construyendo una imagen propia de gran valía, en vez de usurpar el poder y el control que los otros poseen o mediante la acumulación de posesiones”; “necesitan que los demás secunden su esfuerzo por conseguir prestigio”; “son extremadamente sensibles a las reacciones de las otras personas, vigilan y escuchan atentamente en busca de cualquier juicio crítico y se sienten ofendidos por cualquier signo de desaprobación”; “saben que son un fraude, que pretenden una posición más elevada de la que se merecen”.
  2. El antisocial aprendido: se caracteriza por presentar conductas y razonamientos antisociales pero es un paciente en el que se puede observar una gran contradicción: notaremos respuestas emocionales, malestar ante determinados aspectos y sorpresa cuando los confrontamos o les informamos de algo de lo que no son conscientes.
Así mismo, es una persona que se puede (y suele) desarmar cuando mencionamosel sufrimiento de otras personas. Se trata de pacientes con diagnóstico de trastorno antisocial que si bien cumplen criterios por las “formas” o determinadas conductas, no lo harían por “las motivaciones”. Aunque no siempre es evidente (habitualmente se han hecho “expertos en bloquear emociones y predomina la negación como mecanismo de defensa), hay un sufrimiento importante. En este caso, su narcisismo consistiría en una fachada de invulnerabilidad, dureza, y una especie de “yo” prepotente que no tiene en cuenta a los demás. Este subgrupo de pacientes tiene dificultad para tener en cuenta a los demás pero puede aprender a hacerlo con ayuda. En muchos casos sus planteamientos sobre la vida, sobre lo que está bien o mal giran en torno a aspectos aprendidos en un entorno difícil en el que han tenido que aprender
a “defenderse para sobrevivir y no ser pisado”. Es un subtipo que a “primera vista” se puede confundir con el narcisista sin principios del grupo 1.
Una vez planteados estos subtipos es importante aclarar que si bien estas personalidades pueden mostrar rasgos narcisistas, son susceptibles de ser tratadas. Se trata de personas que sufren y que no están a gusto con su vida. En la mayoría de los casos existe una alteración de la identidad importante y múltiples mecanismos de defensa. Evidentemente esta información hay que “buscarla”, con mucha paciencia y tacto pues no es habitual que sean conscientes de las dificultades que presentan y nos podemos quedar con lo aparente si no profundizamos en las valoraciones.
BIBLIOGRAFÍA

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Claudio Naranjo, 27 personajes en busca del ser.

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Página web Instituto Ananda.

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Guillermo Borja, La locura lo cura.

Iñigo Reta Monge – El proceso del narcisista.
Octubre de 2012