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Personalidad y Metabolismo

Síndrome metabólico y personalidad.

Se estima que aproximadamente una cuarta parte de la población adulta en los EE.UU. y Europa cumple los criterios para el síndrome metabólico (Grundy 2008). Los rasgos de la personalidad han sido asociados a componentes del síndrome metabólico, el estudio de su papel en la etiología del síndrome ha venido siendo estudiado por diferentes autores, este apartado va a contemplar diferentes trabajos de Antonio Terraciano y asociados.
Los rasgos de personalidad han sido considerados características duraderas, sean de base temperamental o caracterológica e inciden en síndrome en su conjunto. Diferentes autores han venido investigando características relacionadas entre síndrome y personalidad. Las personas impulsivas tienden a tener una cintura más grande (adiposidad) (Sullivan et al., 2007, Terracciano et al., 2009), niveles más altos de triglicéridos (Sutin et al., 2010b), son más propensos a la hipertensión (Goodwin et al., 2006) y tienen más enfermedades crónicas (Goodwin y Friedman, 2006).
En contraste, las personas conscientes tienden a ser más delgados (Chapman et al 2009, Roehling et al., 2008, Terracciano et al 2009), tienen un colesterol HDL más alto (Sutin et al., 2010b), menos probabilidades de hipertensión (Goodwin y Friedman 2006). (Goldbacher y Matthews 2007) han vinculado los factores psicológicos con el desarrollo y la progresión del síndrome metabólico.
Citan Grundy et al., que el síndrome metabólico es una constelación de factores de riesgo antropométricos, metabólicos y hemodinámicos interrelacionados que aumentan significativamente la probabilidad de diabetes tipo II y morbilidad y mortalidad cardiovascular (Grundy et al., 2005), (Scuteri et al., 2009).
Dada la tremenda carga física y emocional del síndrome metabólico es importante identificar quién está en riesgo y cuáles son los puntos potenciales de intervención. La prevalencia del síndrome metabólico ha sido paralela al fuerte aumento de la obesidad, es de vital importancia identificar quién está en mayor riesgo y los puntos potenciales de intervención. Los rasgos psicológicos, además de los factores de riesgos fisiológicos y sociales, pueden contribuir al síndrome metabólico.
Sutinet al., realizaron en 2011 una amplia investigación acerca de la asociación entre síndrome metabólico y personalidad, (N = 2.419 en Cerdeña, Italia), centrándose en un subconjunto de participantes sobre los 45 años, ya que esta es la edad con mayor factor de riesgo, evaluando todos los componentes del síndrome metabólico (circunferencia de cintura, triglicéridos, colesterol de lipoproteínas de alta densidad, presión arterial y glucosa), controlando la edad, el sexo, la educación y el tabaquismo. La referencia guía fue el modelo de cinco factores (Big Five), para probar de qué manera correspondían con el síndrome los cinco principales dominios de la personalidad, Neuroticismo, Extraversión, Apertura a la experiencia, Amabilidad y Conciencia, y sus facetas correspondientes.
De acuerdo con la literatura que relaciona el Neuroticismo y la Conciencia con los resultados de salud, en el estudio de Sutin, A.R. et al., el Neuroticismo se asoció con el síndrome metabólico, mientras que la Conciencia fue protectora. Cada aumento de desviación estándar en Neuroticismo se asoció con una probabilidad aproximada del 15% de tener síndrome metabólico. Los análisis complementarios indicaron que los participantes que obtuvieron puntajes en el 10% superior del factor de Conciencia fueron casi 40% menos propensos, y en sentido inverso el 10% más bajo de Conciencia fue aproximadamente 40% más propenso a tenerlo. Asimismo, un aumento de la desviación estándar en Amabilidad se asoció con una reducción de casi 20% en el síndrome metabólico.
En el nivel de las facetas, los rasgos relacionados con la impulsividad y la hostilidad fueron los más fuertemente asociados con el síndrome metabólico. Los participantes que obtuvieron puntajes altos en N2: hostilidad, N5: Impulsividad o E5: Búsqueda de emociones eran más propensos a tener síndrome metabólico, mientras que aquellos que obtuvieron puntajes altos en C5: Autodisciplina o C6: Deliberación eran menos propensos. Otras dos facetas de la Conciencia, C2: Orden y C3: sentido del deber, también fueron protectoras. También en caso de facetas bajas en Amabilidad se encontró correspondencia con el síndrome metabólico, específicamente A2: Franqueza, o A3: Altruismo, y A4: Actitud conciliadora.
La impulsividad refleja la incapacidad de retrasar, inhibir o controlar el comportamiento. Bajo esta definición amplia, Whiteside y Lynam en 2001 identificaron cuatro facetas distintas de impulsividad que corresponden plenamente con los resultados de este estudio, N5-E5-C5 y C6, dos de estos componentes, N5: Impulsividad y C5: Autodisciplina, compartieron las asociaciones más fuertes con el síndrome metabólico.
Para diferentes autores la impulsividad refleja comportamientos relacionados con el síndrome metabólico. Por ejemplo, tienden a pesar más (Terracciano et al., 2009), hacer menos ejercicio (Courneya y Hellsten 1998), participar en comer o beber en exceso (Benjamin y Wulfert 2005) y mala salud (Sutin et al., 2010). En el mismo estudio se evaluaron relaciones entre triglicéridos y colesterol (LDL y HDL) con factores de personalidad correspondiendo resultados similares, puntuaciones superiores al 10% en Impulsividad tenían un riesgo 2,5 veces mayor de superar el umbral clínico para triglicéridos elevados.
El alto nivel de impulsividad o baja autodisciplina conlleva dificultades para el control de impulsos y, el involucrarse en conductas poco saludables (fumar, drogas, comer y beber en exceso, sobrepeso), y por tanto, pueden ser más propensos a tener niveles elevados de colesterol y triglicéridos.
A nivel de factores, el rasgo Neuroticismo no estaba relacionado con el colesterol total, el colesterol LDL, el colesterol HDL y los triglicéridos, excepto la faceta de impulsividad. En contraste, los participantes con alto nivel de Conciencia tuvieron niveles más altos de colesterol HDL y triglicéridos más bajos.
La apertura a la experiencia también se correlacionó positivamente con los triglicéridos. Aunque el neuroticismo no estuviera correlacionado con el colesterol o los niveles de triglicéridos, (excepto impulsividad), de acuerdo con datos clínicos (Chen et al., 2001, Horsten et al., 1997) las mujeres que obtuvieron calificaciones más altas en el rasgo depresivo tuvieron niveles más bajos de colesterol HDL.
El estudio de Sutin A.R el al., proporciona evidencia de que los rasgos de personalidad están asociados con biomarcadores relacionados con factores de riesgo clínicamente importantes, y controlables, para la enfermedad cardiovascular. Dada esta asociación entre la Conciencia y las conductas de salud, no es una sorpresa que la baja Consciencia es un predictor consistente de mortalidad (Kern y Friedman, 2008, Terracciano, Löckenhoff, Zonderman et al.

Índice De Masa Corporal (IMC)

De los mismos autores, Sutin y Terracciano, data un estudio reciente (2017) sobre índice de masa corporal (IMC) y rasgos de personalidad. Cada vez tenemos más evidencia de que los rasgos de personalidad (las diferencias individuales en el pensar, sentir y comportarse), también contribuyen al peso corporal, los autores realizan un estudio transversal (N = 5,150), donde los participantes completaron una medida del Big Five, e informaron sobre su actividad física, dieta, ingesta de alimentos, altura y peso. (Obesidad (IMC ? 30) Similar a los estudios metabólicos, Neuroticismo y Conciencia tuvieron las asociaciones más fuertes con el IMC.
Una tendencia general a experimentar emociones negativas se asoció con mayor IMC, mientras que una tendencia general a ser organizado y disciplinado se asoció con menor IMC, cada desviación estándar mayor de Neuroticismo o cada desviación menor de Conciencia se asoció con un riesgo mayor de 20% en obesidad. Tal como en otros estudios (Armon et al., 2013, Brummett et al., 2006, Faith, et al., 2001), las asociaciones fueron más fuertes para mujeres que para hombres, existiendo una tendencia inversa en Extraversión, mayor riesgo de adiposidad en hombres que en mujeres (Jokela et al., 2013, Kakizaki et al, 2008, Shim et al., 2014).
La extraversión, no presenta resultados concluyentes, se asocia positivamente con el IMC en determinados estudios (Armon et al., 2013; Magee y Heaven, 2011), negativamente en otros (Sutin et al), y no relacionados en otros (Mõttus et al., 2013; Terracciano et al., 2009). Por último, apertura y amabilidad tienen una relación negativa (Magee y Heaven, 2011) o ninguna relación (Armon et al., 2013) con el IMC. La depresión ha sido implicada en el índice de masa corporal, (Luppino et al., 2010) (Sutin & Zonderman, 2012)
La relación entre los rasgos de personalidad y el IMC se debe en buena parte a los factores de estilo de vida conductual, la actividad física, la dieta y los ritmos regulares de alimentación representaron aproximadamente el 50% de la asociación con el IMC. Las personas más extravertidas, o con alto grado de conciencia o estabilidad emocional tienden a participar en más actividad física (Allen y Laborde, 2014; Rhodes y Smith, 2006, Wilson y Dishman, 2015), para mantenerse sanos, más que por su apariencia o peso. Por otro lado, respecto al peso, las personas con tendencia a experimentar emociones negativas son más propensas a usar los alimentos para regular sus emociones, mientras que para Walker, et al. (2015), Extraversión y Conciencia están asociadas con un mejor control sobre el comportamiento alimenticio.

Adiposidad central y rigidez arterial con relaciones sociales y rasgos emocionales.

(Midei y Matthews, 2010), realizaron estudio longitudinal para 160 adolescentes con el fin de buscar su asociación. La adiposidad central se evaluó mediante la relación cintura-cadera, y la rigidez arterial por velocidad de onda de pulso. Ya desde la adolescencia, se puede apreciar que el rasgo de ira y la actitud hostil se asocian con mayor adiposidad central y rigidez arterial.
La adiposidad central, o deposición de grasa corporal alrededor del abdomen, incluye tejido adiposo subcutáneo, que se encuentra directamente debajo de la piel, y tejido adiposo visceral, que se encuentra entre y alrededor de los órganos internos. Y es factor de riesgo para la salud; enfermedad cardíaca coronaria, apoplejía, hipertensión. (Kissebah F. y Krakower 1994; Lapidus et al., 1984). También ha sido asociada a otros factores de riesgo de enfermedad cardiaca; el exceso de insulina en sangre, la resistencia a la insulina y el aumento de los triglicéridos plasmáticos (Despré et al., 1990, Onat, et al., 1999). El estudio de Midei y Matthews mide la adiposidad en la adolescencia, ya que esta continua en la edad adulta (Eisenmann, et al., 2004), y en consecuencia establece una trayectoria de riesgo para la salud a lo largo de la vida
La rigidez arterial está involucrada en la fisiopatología de la enfermedad cardiovascular (Boutouyrie et al., 2002), y asociada con el envejecimiento, la hipertensión y la insuficiencia renal (Guerin, et al., 2001; Munakata, et al., 2003). El endurecimiento de las arterias es una mayor carga sobre el corazón y afecta adversamente la función cardíaca (Chang et al., 2006). La literatura insiste en que las asociaciones entre rigidez arterial y adiposidad central son evidentes tanto en adultos como en adolescentes.
Los resultados del estudio de Midei y Matthews sugieren que las carencias o disfuncionalidades de relaciones sociales y rasgos emocionales negativos tienen importantes consecuencias para la salud pudiendo ser detectadas desde la adolescencia, con lo que una intervención temprana sobre disfunción social y desregulación emocional, puede facilitar una menor predisposición al riesgo de adiposidad central y rigidez arterial, y sus consecuencias para la salud en general y, el riesgo de enfermedad cardiovascular en particular.
Los rasgos emocionales negativos han sido vinculados más consistentemente a una mayor adiposidad central, varios estudios transversales informaron una asociación positiva en adultos entre adiposidad y rasgos emocionales negativos, tales como ansiedad y hostilidad (Ahlberg et al., 2002, Kaye, et al., 1993; Niaura et al., 2002). Mecanismos que vinculan la rigidez arterial con las relaciones sociales menos favorables y rasgos emocionales negativos puede ser la elevada presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Al respecto hay diferentes estudios sobre ellos como factores de riesgo para la rigidez arterial (Lehmann, et all., 1993; O’Rourke, et all., 2002; Sutton-Tyrrell et al., 2005). Asimismo, la secreción de cortisol. Seeman et all, (1994) encontraron relaciones entre apoyo social y niveles de cortisol en los hombres, y se ha demostrado que los rasgos emocionales negativos; enojo, ansiedad y hostilidad se asocian con un elevado nivel de cortisol (Adam, et all., 2006), (Van Eck,et all.,1996). (Nelson, et al., 1999). Sólo un estudio ha examinado estas relaciones en adolescentes. Mueller et al. (1998) encontraron que entre los 15-16 años, el enojo expresivo más alto estaba asociado transversalmente con mayor grasa corporal central, Midei y Mattews en su estudio encuentran que los adolescentes con menos relaciones de apoyo y mayor enojo tenían mayor adiposidad central aproximadamente 3,3 años después, en independencia de los efectos del IMC.

Marcadores Inflamatorios.

Los marcadores inflamatorios, proteína C reactiva (CRP) y la interleucina-6 (IL-6), son marcadores intermedios de la salud que contribuyen al desarrollo, mantenimiento y empeoramiento de la enfermedad. La inflamación sistémica aumenta el riesgo de enfermedad crónica, incluida la enfermedad cardiovascular (Kaptoge et al., 2012), la diabetes tipo 2 (Pradhan et al., 2001) y la mortalidad (Harris et al., 1999.Luchetti,M. Barkley,J.M. Stephan, Yanick y Terracciano, A. en 2015 realizaron un trabajo de revisión sistemática sobre marcadores inflamatorios y personalidad, partiendo de 236 citas, los autores seleccionaron siete estudios para comprobar resultados de relación de marcadores con personalidad desde el Big Five.
El meta análisis apoyó la asociación entre la conciencia y la CRP y la IL-6 y también sugirió una asociación negativa entre la apertura y CRP, la Extraversión y la amabilidad, también reveló una asociación significativa entre CRP. Se puede apreciar en los análisis una asociación modesta pero consistente entre Conciencia y un perfil inflamatorio más favorable, esto apoya la información de que la Conciencia elevada puede ayudar en una mejor salud a lo largo de la vida. De hecho, la conciencia, la tendencia a ser organizado, disciplinado y autocontrolado, se ha asociado con marcadores inflamatorios: Los individuos menos conscientes tienden a tener niveles más altos de CRP e IL-6 (por ejemplo, Sutin et al., 2010, Turiano et al., 2013, Armon et al., 2013, Mõttus et al., 2013).
Para cada aumento de la desviación estándar en Consciencia, el riesgo de exceder el umbral clínico se redujo en aproximadamente 10-15%. Los individuos conscientes pueden mantener sus perfiles inflamatorios más saludables a medida que envejecen. Por el contrario, los individuos menos organizados, disciplinados y autocontrolados (menor conciencia) pueden tener menos recursos adaptativos para responder eficazmente a la exposición repetida al estrés, lo que puede contribuir a elevar los marcadores inflamatorios. (Lucheti et al., 2015).
También se reveló una relación significativa entre la proteína C reactiva y el factor de Apertura, pero no para IL-6. Las personas con mayores cualidades en Apertura participan activamente en actividades físicas y disponen de mayores estímulos cognitivos, lo que puede ayudar a reducir la inflamación sistémica (Hamer et al., 2012). De otro lado la menor apertura es asociada con una peor función cognitiva en la vejez (Sharp et al., 2010, Williams et al., 2013), y el aumento del riesgo de demencia incidente (Terracciano et al., 2014), en general la mayor inflamación sistémica es asociada con deterioro cognitivo (Schram et al., 2007). En definitiva, existe una asociación entre menor inflamación a lo largo de la vida y el factor de personalidad de Apertura.
El estudio no encontró asociación de inflamación con Neuroticismo en cualquiera de la meta-análisis. Pero si hay resultados heterogéneos. Algunos trabajos han encontraron relación positiva entre ambos (Sutin et al., 2010; Armon et al., 2013), otros no la hallaron (Mõttus et al., 2013; Turiano et al., 2013). Referido a facetas de Neuroticismo los estudios encontraron una mayor asociación con hostilidad, impulsividad y vulnerabilidad enojadas, no así con las facetas relacionadas con ansiedad y depresión
Es decir, las personas con falta de organización, compromiso y disciplina pueden tener niveles más altos de inflamación, debido a la propia inconsistencia de la conducta y por su tendencia a involucrarse en comportamientos insalubres. Al mismo tiempo, la inflamación sistemática, debido al agotamiento de los recursos físicos, emocionales y cognitivos necesarios para la adaptación saludable, puede tener un efecto en la personalidad producto del declive de los propios recursos, ya que con el paso del tiempo una mayor inflamación disminuye la energía y en consecuencia la capacidad de conciencia.
Rasgos de personalidad, nivel de actividad física y fuerza muscular la disminución de la fuerza muscular, (la fuerza generada por la contracción muscular), puede ir disminuyendo las actividades que desarrollan las personas (Doherty, 2001; Kallman et al., 1990). Según Nagi (1995), el desarrollo de la discapacidad es un proceso progresivo en el que la patología activa produce deterioro, y esto conduce a limitaciones funcionales incluyendo la movilidad (Ferrucci et al., 1997) además de otras actividades de la vida diaria.
Verbrugge y Jette en 1994 estudiaron cómo la personalidad contribuye al desarrollo de la discapacidad de movilidad. Por un lado, influye en el desarrollo y patología de enfermedades crónicas o agudas, lo que puede limitar la movilidad y producir discapacidad, y por otro lado, la personalidad actúa directamente cuando ya se instaló la patología pudiendo acelerar o frenar su proceso. Relacionado con personalidad se han venido encontrando correlaciones entre actividad física y neuroticismo, extroversión y conciencia. (Bogg y Roberts, 2004; De Moor, et al., 2006), (Rhodes y Smith, 2006).
Varios autores han aportado evidencia de que la emocionalidad negativa; ansiedad (McWilliams y Asmundson, 2001), ira y hostilidad (Anton y Miller, 2005, Higgins et al., 1991), soledad (Shankar, et al., 2011, Valtonen et al., 2009) determina y delimita la actividad física, pudiendo estos rasgos de personalidad con una mayor perturbación ser menos propensos a participar en actividades físicas. Hay varios estudios que evidencian la relación entre Neuroticismo y función física. Las personas altas en neuroticismo informan de limitaciones en movilidad y discapacidad (Chapman et al., 2007; Jang et al., 2002/2003, Kempen et al., 1999).
Tolea, et al., en 2012 realizaron un estudio sobre 1.220 participantes, con una muestra que de personas de entre 20 y 94 años, encontraron que la asociación entre neuroticismo y nivel de actividad (menor fuerza muscular), persiste incluso tomando en consideración otros factores de riesgo; edad, sexo, raza e índice de masa corporal), siendo esta asociación independiente del efecto de otros rasgos de personalidad. “Además, al explorar las asociaciones a nivel de facetas, encontramos que esta relación se extiende a la mayoría de los seis componentes del neuroticismo, lo que sugiere que este rasgo de personalidad como uno de los más importantes correlatos de la personalidad de la fuerza muscular”. (Tolea, et al.)
De la misma forma, en independencia de otras variables, en el factor de extraversión se encontraron correlaciones positivas con las facetas de cordialidad, actividad y emociones positivas, un mayor grado en cada faceta incide directamente en la fuerza, explicado esto en parte por un mayor nivel de actividad física. Estando esta apreciación en consonancia con los trabajos de (Rhodes, et al., 2002, 2004) y en el caso de De Moor et al., 2006, también fue considerada la búsqueda de sensaciones.
Dos estudios, (Courneya, et al., 2002, Rhodes, et al., 2003). Han encontrado una asociación positiva entre Apertura a la experiencia y fuerza muscular. Estas relaciones pueden permitir la hipótesis de que altos niveles de Apertura; personas abiertas interesadas tanto por el mundo exterior como por el interior, con vidas enriquecidas por la actividad; están relacionadas con la movilidad, y por lo tanto pueden resultar más propensos a participar en actividades físicas para tener también mayor fuerza. La conclusión que se desprende de los trabajos revisados es que puede haber varios rasgos de personalidad asociados con la fuerza muscular a través del efecto que producen sobre el nivel de actividad física. Además, tener múltiples rasgos negativos parece aumentar el riesgo de menor fuerza muscular.

Resumen.

Tanto los mecanismos conductuales como los factores fisiológicos contribuyen a la relación entre personalidad y salud, y en consecuencia con morbilidad y mortalidad. Hay una relación directa entre alto grado de neuroticismo y baja conciencia con la salud, han sido contemplados varios casos; niveles más altos de inflamación crónica (Sutin, et al., 2010), perfiles de lipoproteínas nada saludables, (Deiana, Uda, et al., 2010), sobrepeso/obesidad (Roehling, et al., 2008).
Incluso mediciones longitudinales informan de relaciones sostenidas en el tiempo, y de cómo los rasgos medidos en la niñez predicen marcadores inflamatorios en la madurez (Appleton et al., 2011) y en el trabajo realizado en treinta años por Kubzansky, Martin y Buka, en el 2009. El elevado neuroticismo y la baja conciencia pueden predecir morbilidad agregada. Un mayor riesgo de enfermedades específicas (Goodwin y Friedman, 2006), depresión mayor (Kendler y Myers, 2010), Alzheimer (Terracciano et al.), (Wilson, et al., 2007). Los rasgos de personalidad también están asociados con la progresión de la enfermedad.
Las facetas componentes de los factores de personalidad pueden tener un mayor poder predictivo (Paunonen, et al., 2003), por lo tanto, para comprender plenamente la relación entre rasgos de personalidad y carga de la enfermedad es predictivo su estudio, ya que hay varias facetas asociadas con vulnerabilidad a la enfermedad.
En particular, los rasgos relacionados con la impulsividad, implicados en la obesidad (Sutin et al., 2011), la adicción (Bechara, 2005) y la inflamación (Sutin et al., 2012), aumentan el riesgo de enfermedad a lo largo del tiempo. El efecto de la impulsividad sobre la enfermedad tiene un efecto acumulativo con la edad, ya que el daño que va acumulando el cuerpo como consecuencia de la impulsividad va a tener consecuencias más que previsibles en el envejecimiento.
Las escalas relacionadas con la depresión también se han asociado con índices de mala salud (Eaton et al., 2008), por el contrario, aquellos que tienen una disposición a la actividad tienden a hacer el ejercicio físico, y en consecuencia podrán mejorar a medida que envejecen, pudiendo vivir más tiempo (Terracciano, et al., 2008). En extraversión las puntuaciones más altas de emociones positivas son protectoras contra el desarrollo de la enfermedad, en definitiva, una actitud positiva es buena para la salud y puede ayudar a evitar la enfermedad (Boehm y Kubzansky, 2012).
En definitiva, los rasgos que reflejan los diferentes aspectos de la impulsividad del rasgo, impulsividad, búsqueda de excitación, así como una baja conciencia motivada por la baja autodisciplina y deliberación, ira y hostilidad, así como depresión y vulnerabilidad, están asociados con una mayor carga de enfermedad, y con mayor riesgo de desarrollar enfermedad a lo largo del tiempo, mientras que debería haber un riesgo reducido para aquellos con una alta actividad.

Vínculos Entre Los Rasgos De Personalidad Y Longevidad.

Existe una creciente evidencia empírica de la asociación predictiva entre los rasgos de personalidad y la mortalidad (Hampson & Friedman, 2008). En general, hay una buena evidencia de que un mayor nivel de Conciencia y niveles más bajos de hostilidad y de personalidad tipo D están asociados con una mayor longevidad, de la misma forma, aunque en una menor evidencia, se ha sugerido que Extraversión, Apertura a la experiencia y los bajos niveles de supresión emocional pueden estar asociados con una mayor esperanza de vida. En cuanto al Neuroticismo los resultados no son concluyentes, ya que muchos de sus componentes restan longevidad a la esperanza de vida, pero algunos componentes en algunos niveles pueden ser saludables o protectores.
Los rasgos de personalidad son relativamente consistentes, en el sentido de que la gente no cambia radicalmente de un día para otro, aunque algunos aspectos de la personalidad en la edad avanzada pueden relacionarse con la personalidad en la infancia. Sin embargo, el cambio se produce a largo plazo, ya sea debido a fuerzas naturales, (envejecimiento fisiológico), o por una intervención intencional (Costa PT, Jr., McCrae R. 2006).
Aunque los rasgos de personalidad muestran un cambio de nivel medio a lo largo del curso de la vida, también hay una estabilidad sustancial de las diferencias individuales, incluso a lo largo de varias décadas (Caspi y Roberts, 2001, Hampson y Goldberg, 2006; Roberts y Del Vecchio, 2000). Así, la personalidad representa un núcleo de diferencias individuales relativamente estables, donde las alteraciones pueden ser inducidas, bien intencionalmente, o pueden ocurrir naturalmente.
Los rasgos de personalidad se consideran dimensiones fenotípicas de la variación humana, reflejando tanto las influencias genéticas como las ambientales. A nivel genético se supone que los rasgos de personalidad reflejan complejas interacciones entre genes específicos, en lugar de la Presencia de un solo gen (Plomin R, Caspi A. 1998-1999).
Además, los rasgos de personalidad son producto de grandes grados de interacción gen-medio ambiente, de momento no ha sido posible identificar las condiciones ambientales bajo las cuales los genes específicos pueden estar vinculados al fenotipo de la personalidad. Las causas conductuales de morbilidad y mortalidad; tabaquismo, alcohol y drogas, la alimentación insalubre, la falta de actividad física, y las conductas de riesgo están relacionadas con las disposiciones básicas de personalidad, según se desprende de una gran cantidad de estudios, factores menos evidentes, como los estilos de toma de decisiones en salud (Flynn K, Smith M. 2007) también se han vinculado a la personalidad.
La exacerbación de síntomas perturbadores y la desadaptación que provocan se han relacionado con la psicopatología, también en diferentes estudios (Hampson SE, et al., 2000-2006), la disfuncionalidad en las relaciones sociales, la falta de apoyo social, percibido o recibido, todo son causalidades que influyen en la relación entre salud y enfermedad.

Patrones De Personalidad.

Son patrones íntimamente relacionados con la salud física, social y mental, y en consecuencia con morbilidad y longevidad.
Respecto a la personalidad tipo D son estudios de referencia los llevados a cabo por Denollet, (1998), Denollet,Van Heck (2001), tipo D personalidad angustiada, definida por el afecto negativo simultáneo y la inhibición social, Denollet, De Jonge et al., (2009), personalidad descrita por una propensión general hacia la angustia sicológica, caracterizada por la depresión, la ansiedad, ira y otras formas de emoción negativa, combinada con recursos sociales inadecuados para compensar esta angustia (Denollet, Schiffer et al.,2010), asociada con marcadores inflamatorios y estrés oxidativo (Kupper, Denollet, et al., 2009), que son factores relacionados con la progresión de la enfermedad cardiovascular. Estos estudios sugieren que la ansiedad, asociada con trastornos del sistema simpático contribuye al riesgo de mortalidad relacionada con el Tipo D.
Mols, y Denollet, (2010), realizaron una revisión sistemática de la literatura disponible sobre la personalidad de tipo D en la población general, rescatando 19 artículos, donde se muestra con claridad que la personalidad tipo D tiene un impacto negativo en el estado de salud mental, (depresión, ansiedad, TEPT, malestar mental, afrontamiento pasivo y menos apoyo social). En la salud física (quejas somáticas y menor estado de salud), y en el marco laboral. En consecuencia, la personalidad tipo D representa altos niveles de Neuroticismo junto con bajos niveles de la faceta Gregarismo en Extroversión, con posibilidad de una baja puntuación en Amabilidad y Conciencia. (Denollet, et al., (2009) Al respecto citan Chapman et al., (2007) que el gregarismo con limitada sociabilidad o afecto positivo con paralizado optimismo son características difíciles de conceptualizar, aunque puedan ser creadas estadísticamente, por lo cual la descomposición en facetas del modelo de los cinco factores con el fin de crear combinaciones lineales de facetas puede permitir aislar los efectos de la personalidad tipo D sobre la salud.
Patrón Tipo A. Teoría introducida por primera vez en la década de 1950, Friedman en 1983 propone que la combinación de impaciencia, conducción dura, competitividad y hostilidad se asocia con la enfermedad cardiovascular. No obstante estudios que también datan de los años 1980, (Barefoot, et al; Shekelle, et al., 1983), propusieron estudiar la hostilidad en particular considerándola como componente “tóxico” primario de la personalidad tipo A, (estudios de Dembrosky 1987-1989).
El patrón tipo A, caracterizado por la urgencia, la actividad y la necesidad de estimulación, de superación y de éxito profesional, es un patrón que vive en dependencia del estrés. A nivel emocional se asocia preferentemente con ira y cólera, sea manifiesta o reprimida, a nivel cognitivo su actitud es hostil, y en lo conductual es competitivo, agresivo e impaciente, mantiene una elevada hipervigilancia y altos niveles de tensión muscular, involucrado en la tarea (trabajo), el patrón A se desentiende de todo lo demás, incluso de su propia salud. Todos estos rasgos se combinan con un resultado negativo para la salud y en particular con la salud cardíaca.
Este patrón de comportamiento presenta un tipo de activación fisiológica que implica una respuesta autonómica al estrés con mayor demanda de oxígeno y aumento de la frecuencia cardíaca, esta activación da origen a una importante secreción de cortisol y catecolaminas, altos niveles de colesterol, y una mayor tendencia a la adopción de un estilo de vida nocivo para la salud cardiovascular, con hábitos como el tabaquismo y el sedentarismo.
El patrón A está asociado a la ansiedad en función de la agresividad, la alta competitividad y la alta motivación para los logros, en consecuencia, es menos funcional en lo interpersonal que en lo laboral, y tiene una posible predisposición a la cardiopatía coronaria y a infartos cerebrovasculares, (ictus). Ira, agresividad e irritación crónicas como respuesta al estrés, conforman una emocionalidad muy perturbadora, con poca tolerancia a la frustración y dificultad en la conexión emocional, todo ello unido a la predisposición a la hiperexcitación.

Conciencia.

Conciencia implica fiabilidad, autodisciplina, necesidad de logro, sentido del deber, es decir, ser cuidadoso en la ejecución de algo, poniendo adecuadamente los medios para conseguir un fin, rasgos similares relacionados con la diligencia. Esta gran dimensión se ha relacionado con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas a través de una serie de estudios, La consciencia parece ser el único dominio grande para el cual no existen resultados negativos. Sin embargo, En un estudio, (Fry PS, Debats DL 2009) sobre conciencia y longevidad, modelando todas las facetas, surgió la hipótesis de que perfeccionismo, deliberación y persistencia compulsiva como rasgo de personalidad está fuertemente asociado con la mortalidad en la última hora de la vida, de acuerdo con sus resultados se mostró evidencia de un mayor riesgo de muerte en estos casos. En este caso, la Conciencia se asoció con la reducción, mientras que el perfeccionismo se asoció con un mayor riesgo.
Por tanto, es necesario distinguir entre conciencia adaptativa de la extrema rigidez, deliberación obsesiva y compulsión. La primera confiere un componente autorregulador que facilita la adaptación, ya que protege de la inflexibilidad o rigidez extrema (Moffitt T, et al. 2011). Debido a la autodisciplina y al orden que conlleva, la conciencia ha sido vinculado en la mayoría de los estudios a comportamientos de salud, actividad saludable y dieta, abstención de fumar, de alcohol y abuso de sustancias, y adecuada relación con los marcadores inflamatorios, la IL-6 se asocia con estrés crónico, las enfermedades crónicas relacionadas y conductas negativas de salud, siendo un importante predictor de la mortalidad en las personas mayores.

Apertura A La Experiencia.

Hay diferentes enfoques en cuanto a la conexión de Apertura a la experiencia con mortalidad, diferentes estudios no encontraron ningún efecto, protector o de otro tipo (Christensen et al., 2002; Wilson et al., 2005, Bennett, 2004), donde, tal vez, la corta duración del seguimiento puede haber reducido su capacidad de observar un efecto de apertura. (Turiano M. 2013). Por el contrario, otros estudios (Williams et al., 2009; Oswald et al., 2006) relacionaron una baja apertura con una mayor reactividad a la presión sanguínea, y una desregulación del cortisol en el afrontamiento al estrés. Taylor et al. (2009) también encontraron una relación negativa entre apertura y presión arterial, que mide parcialmente la relación entre apertura y mortalidad. En todo caso, parece que existen conexiones subyacentes entre apertura y reactividad al estrés.
Asimismo dos estudios, (Jonassaint et al., 2007) (Turiano y Spiro, 2012), al descomponer el factor de Apertura en facetas más específicas, encontraron que la flexibilidad cognitiva y conductual, y el interés en la estética eran predictores particularmente importantes de mayor longevidad, confirmando que algunas facetas de apertura son mejores predictores de mortalidad que otras (Jonassaint et al., 2007; Swan y Carmelli, 1996). En general el factor de Apertura distingue entre personas intelectual y artísticamente curiosos de aquellos que tienen creencias tradicionales y un estilo de vida más imaginativo y participativo.
Para Caspi et al., (2005) la apertura contiene diversos rasgos, entre ellos la imaginación, la no convencionalidad, la creatividad, la intelectualidad y los intereses generales. En definitiva, apertura abarca la flexibilidad cognitiva y conductual, las tendencias cultas y la sintonía con eventos y experiencias internas y externas. Turiano, et al., en 2013, mediante análisis factorial exploratorio extrajeron facetas de la apertura, para examinar el riesgo de mortalidad durante 18 años. Dos facetas surgieron de los adjetivos de apertura: intelecto y creatividad, ambas tuvieron fuertes correlaciones positivas con el factor de apertura general. El estudio asoció un aumento de la creatividad con una disminución del riesgo de mortalidad.
La creatividad predijo el riesgo de mortalidad por encima y más allá de la edad, la educación, el tabaquismo y el estado de salud. La creatividad además de permitir potencialmente que las personas de cualquier edad se adapten mejor a las circunstancias de la vida, también tiene especial relevancia en adultos mayores. De hecho, en el estudio de Daffner, Mesulam et al., de 1994 la disminución de la curiosidad en la vejez está relacionada con el envejecimiento patológico del sistema nervioso central. El mantenimiento de un estilo de vida comprometido con el mundo intelectual promueve un envejecimiento cognitivo más exitoso e incluso un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer (Hertzog, et al. 2009). Terminan las conclusiones de su estudio Turiano et al., diciendo que promover la creatividad a lo largo de todo el curso de la vida, y sobre manera en la madurez, puede retrasar la aparición del deterioro cognitivo leve, y la disminución de la salud cognitiva y física asociada con el envejecimiento normativo.

Extraversión-Optimismo.

El dominio de extraversión contempla la sociabilidad, la actividad y el estado de ánimo positivo, todo ello inmerso en un estilo de vida activo, cordial y comprometido, diferentes estudios tienden a asociar estas causas de extraversión con un menor riesgo de mortalidad. Es decir, los niveles más altos de Extraversión están asociados con una mayor longevidad, considerando que, aunque el deseo de excitación sea parte de la extraversión, impulsividad y bajo auto-control están encuadrados en Neuroticismo (alta) y Conciencia (baja) (Costa Y Mc Crae 1992).
Chapman, Roberts y Duberstein en 2011 en la relación entre extraversión y longevidad citan el optimismo-pesimismo como una dimensión única, definida principalmente por altos niveles de Extraversión y secundariamente por niveles bajos de Neuroticismo, siendo el optimismo es una tendencia estable a esperar resultados futuros positivos, y el pesimismo es la tendencia contraria. a esperar resultados negativos. A veces el optimismo y el pesimismo se operacionalizan como dos constructos separados, y a veces se consideran extremos opuestos de un solo continuo ( Kubzansky el al., 2004-2009), y existen debates académicos sobre la manera en que el optimismo está relacionado con el Big 5.
Hay una amplitud de estudios donde quedan relacionados los bajos niveles de optimismo con diferentes cánceres, e incluso muertes por enfermedad cerebrovascular, Schultz et al., 1996; Allison et al., 2003; Kuvzansky et al 2001, estando el optimismo relacionado con un menor nivel de presión arterial; Raikonnen, Mathews et al., (1999), y menores niveles de marcadores inflamatorios; Roy B. et al., (2010) Sea que existe un patrón de madurez creciente con la edad, debido a las propias responsabilidades del crecimiento, matrimonio, crianza de los hijos y mayor responsabilidad laboral. (Roberts, B et al., (2006), o bien sea como dicen Costa y Mc Crae en 2006, los cambios se deben en gran parte a la biología del envejecimiento, hay evidencia de que los descensos en Conciencia y Extraversión (Turiano N et al., 2011), y una menor claridad en la Apertura en un periodo de tiempo están asociados con una peor autoevaluación de la salud durante el seguimiento, lo que sugiere que es conveniente investigar para buscar una mayor información relacional y que las intervenciones relacionadas con la personalidad merecen una seria consideración.

Síndrome metabólico y personalidad

Melchor Alzueta S.
Pamplona 2016

 

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