El Marco
Este marco no es más que un esquema o guión muy simplificado, destinado a poder servir de encuadre a cuanto sigue. Responde a mi propia composición y síntesis de sus elementos, y en cuanto tal cada uno puede sentirse o no, en todo o en parte, de acuerdo con él. Yo lo ofrezco en cualquier caso como referencia, porque creo que refleja suficientemente el entramado y las líneas básicas del enfoque terapéutico al que Fritz Perls fue dando forma poco a poco, que plasmó de un modo ya reconocible en “Yo (Ego en el original inglés), Hambre y Agresión” (YHA), y que con sucesivas simplificaciones y enriquecimientos a lo largo de sus años posteriores acabó cuajando en una forma de terapia revolucionaria, coherente y asombrosamente eficaz a la que quiso dar el nombre de “Terapia Gestalt”.
Era un enfoque organicista del que Fritz se sentía orgulloso por no estar basado en ningún tipo de teorías, sino, como él decía, “en la misma naturaleza”, en una observación fenomenológica del funcionamiento de los seres vivos -la formación de ‘Gestalten’ -, que aplicado al complejo mundo de los seres humanos proporcionaba un criterio con el que poder distinguir sus formas ‘satisfactorias’ e ‘insatisfactorias’ de interactuar con la realidad.
En ese sentido, cabe decir que la Terapia Gestalt es ‘a teórica’, pero de ningún modo quiere eso decir que el enfoque de F. Perls no tenga una fundamentación y unos principios bien definidos, simples y coherentes, dentro de una admirable flexibilidad. Y Fritz se esforzó en transmitírnoslos, porque, como él mismo decía, “Sin una perspectiva adecuada, el terapeuta está perdido desde el principio” (Prólogo a la edición de YHA 20 años después).
1. Principios Básicos.
¿Cuáles son esas líneas básicas de su concepción organicista, de las que deriva su específica técnica terapéutica?
Y La adopción de la nueva perspectiva gestáltica y holística, surgida de campos tan diferentes como la Física Cuántica, la Ecología, la Teoría General de Sistemas y la propia Escuela de Psicología de la Gestalt, y que apuntaba a la superación del pretendido “objetivismo’ de la ciencia clásica: consiguientemente, no hay separación total sujeto-objeto, el observador afecta a lo observado y viceversa, todo ser vivo estructura su campo perceptivo, su ‘realidad’, en términos de ‘Gesta/ten’, de figura y fondo, en función de sus necesidades o intereses; hay interdependencia organismo¬ ambiente; toda situación psicológica es un ‘campo’; hay necesidades de una parte y otra que pueden estar en conflicto.
(Fritz, que ya desarrolló este planteamiento básico en YHA, lo explicitó una y otra vez, tanto en “El enfoque gestá/tico” -EG-, como en “Sueños y Existencia” -SyE-) y en su “Dentro y Fuera… ” -DyF-). La pregunta básica que se plantea entonces es la de cuáles son las formas adecuadas y cuáles las inadecuadas de lidiar con estos conflictos.
Las formas inadecuadas: son las que provienen del ‘ego patológico’, es decir, del ego, de la mente, de la identificación con los introyectos y demás mecanismos: “respuestas fijas V obsoletas” que necesitamos ‘masticar’ para distinguir ‘lo que es mío’ de ‘lo que no es mío’… “El ego se hace patológico cuando sus identificaciones son permanentes, en vez de funcionar según los requerimientos de situaciones diferentes, y desaparecer con el restablecimiento del equilibrio orgánico”. Esas respuestas fijas, las que provienen de ese ‘ego’, sólo provocan más conflictos e incomodidades, en uno mismo o en el ambiente, o en los dos.
Porque el neurótico, incapaz de ver lo obvio, no acierta a distinguir cuál es la necesidad dominante en el ‘campo’, no sabe establecer la necesaria jerarquía de necesidades, no sabe distinguir sus verdaderas necesidades de sus necesidades neuróticas, las dictadas por sus mecanismos, en la situación. Esto es lo que ya en YHA, y más adelante y hasta el final de su vida, llama y llamará actuar desde ‘los límites del ego’.
Las formas adecuadas: son las que provienen del ‘ego sano’, del ‘sí mismo’ esto es de la percepción orgánica del campo total; quiere decir, percepción integral, holística, de sí mismo y la situación, y orientado, no por su identificación con sus mecanismos, con sus respuestas fijas, sino por su capacidad de ‘concentrarse’ en sus propias sensaciones, en su ‘sentimiento de sí mismo’ en la situación de que se trate. Ello requiere, en expresión temprana de Fritz (en YHA) , adquirir “el alfabeto de sentirse a sí mismo” y educar activamente los propios sentidos, externos e internos, para aprender a captar, a la vez, tanto la realidad interna como la externa, presentes en la situación…
Ese ‘sentimiento de sí mismo’, como criterio de orientación sobre la propia respuesta ‘orgánica’, real, holística, en cada situación, viene a ser lo mismo que, en su artículo ‘Teoría y Técnica de Integración de la personalidad” de 1948, en “Esto es Gestaln, designa como ‘la brújula biológica”, que apunta a la necesidad de mantenerse en contacto con las sensaciones en el propio cuerpo sin rechazarlas ni evitarlas, pero distinguiendo las placenteras de las molestas. Criterio de placer y displacer, pues.
Revolucionario en una época regida por el imperativo freudiano de atenerse al ‘principio de realidad’ para no caer en el abismo caótico del ‘principio de placer’. Fritz, dejando de lado todo prejuicio, se adhiere a la guía segura de este criterio biológico universal, que hoy día recibe su apoyo desde el campo de la neurobiología. Ello no era sino otra forma de apuntar a la fe en la autorregulación organísmica como fuente de homeostasis tanto a nivel individual como colectivo, algo que ya aparecía también como básico en YHA. Más tarde, ya en la época californiana, a ese estar en contacto integral con la situación es a lo que llamará actuar desde ‘los límites de lo propio’, o ‘límites del self’, actuar desde el ‘organismo total’ o la ‘personalidad total’.
Era lo mismo para él, en otra de sus expresiones favoritas, que ‘tener un centro’: “Sin un centro estamos perdidos”, dirá en su DyF. Y también: “Este lograr el centro propio, el estar cimentado en uno mismo, es tal vez el estado más alto a que puede aspirar un ser humano”.
Para captar la importancia que Fritz otorgaba a este tema de los ‘límites del ego’, y que estoy persuadido que él tenía bien presente en su actuación, oigámosle decir: “Al no entender estas leyes, todas las terapias y las relaciones personales seguirán siendo artimañas apoyadas en trucos” (en DyF). “Está aquí implicado el tema de la ‘identificación’ y la ‘alienación’, qué es mío y qué no es mío, el quién soy yo y quién no soy yo, los mecanismos neuróticos, la distinción entre realidad e ilusión, entre lo verdadero y lo falso en uno mismo, esto es, en las propias formas alternativas de funcionar o de responder en las diferentes situaciones. O sea, en la forma de ‘hacer la gestalt’ en cada situación.
Para Fritz, está claro, lo falso es el ‘ego’, la mente, el carácter, el auto concepto, la identificación con los mecanismos… Lo verdadero es el ‘sí mismo’, entendido de esa forma orgánica y holística. Por tanto, está aquí el tema central de los conceptos de ‘ego’ y de ‘si mismo’ o ‘self. El siempre lo tuvo claro, y no tuvo necesidad de mayores complicaciones teóricas, aunque en un principio adoleciese de expresiones ambiguas en YHA. Por lo demás, aunque no lo diga expresamente, viene a distinguir ego y self del ‘yo’, del que dice que no es más que ‘un símbolo de identificación’, o sea, el que se atribuye la autoría del pensamiento, emoción o acción de que se trate en cada situación.
Por tanto, ese pensamiento, emoción, etc., que uno se atribuye como propio -‘yo pienso’, ‘yo siento’… – puede provenir de estar funcionando, o haciendo la gestalt de la situación, desde el propio ser orgánico o ‘self, o por el contrario, puede surgir de estar haciéndola desde el propio ego.
De modo que no todo pensamiento, sentimiento o acción que me atribuyo como ‘yo’ en una situación es necesariamente fiable, por mucho que pueda parecer ‘espontáneo’. En realidad, puede ser simplemente ‘automático’, que es lo que sucede cuando ese pensamiento, emoción o acción proviene del ego, de algún mecanismo que interfiere impidiendo, ‘interrumpiendo’ la verdadera respuesta ‘orgánica’ o ‘real’ a las necesidades presentes en la situación.
Ello se reconoce por la sensación de conflicto o incomodidad que deja en uno mismo y en la situación. De aquí la necesidad de estar en contacto con la propia ‘brújula biológica’ en todo momento. Esta es la concepción sencilla y operativa que Fritz nos proporciona de estos conceptos centrales. El criterio está en lo que uno siente, pero poderse fiar de lo que uno siente puede llevarle a uno toda la vida. En este camino de aprender a discriminar, “no hay atajos”, como nos advierte Fritz (introducción a SyE). Se requiere un ejercicio continuado de focalización del propio ‘darse cuenta’ en todo tipo de situaciones. “Con el tiempo debería haber una continua autoconciencia y conciencia del objeto durante todo el tiempo que Vd. esté despierto” (YHA).
Nada menos que a eso es el horizonte al que nos invita Fritz. No parece ser nada Distinto a la actitud de ‘meditación en acción’ propia de las tradiciones budistas, ni de la continua ‘observación de sí’ que postula el Cuarto Camino.
“En cuanto a los mecanismos neuróticos, baste señalar que Perls los describe como confusiones a la hora de discriminar entre lo propio y lo ajeno en uno mismo, como confusiones de identificación: “Ciertamente, esta confusión en la identificación es de hecho la neurosis”. “La terapia consiste en rectificar las identificaciones falsas. Si la neurosis es el producto de las malas identificaciones, la salud es el producto de las buenas identificaciones”…
“Las buenas identificaciones son aquellas que promueven las satisfacciones y las realizaciones de objetivos tanto del individuo como de su entorno”. Ya vemos aquí una vez más la perspectiva holística de Fritz, en cuyo apoyo cabrá invocar otras muchas citas. Pero de momento volvemos a ésta. Las buenas identificaciones son las que provienen del ‘self orgánico, de la ‘personalidad total’, de la identificación con el campo total. “El darse cuenta de y la responsabilidad por el campo total, por el sí mismo tanto como por el otro, es lo que da significado y pauta a seguir a la vida del individuo” (EG) Las malas identificaciones son, claro está, las que provienen de la ceguera del ego. Subrayo las palabras ‘pauta a seguir’.
Otros conceptos importantes en la perspectiva gestáltica de Fritz son el ‘interrumpirse’, el ‘contacto’, la ‘frontera de contacto’, ‘contacto-retirada’…
O lo del “interrumpirse” a sí mismo, que tanto menciona Fritz en el EG, tiene que ver, obviamente, con interrumpir el ciclo gestáltico de satisfacción de la necesidad: el individuo, en vez de ‘completar’ el ciclo, llegando a hacer ‘contacto’ con la necesidad (verdadera) que lo puso en marcha, hace ‘contacto’ antes con lo que algún mecanismo interviniente en alguna de sus fases le presenta como necesidad sentida (pero neurótica: p. ej., miedo), lo que hace que el ciclo verdadero quede ‘interrumpido’ y surja en cambio una ‘situación inconclusa’ (la no satisfacción de la verdadera necesidad), lo que dará lugar en el futuro a ‘situaciones repetitivas’. Naturalmente, la cosa viene de atrás: “Los mecanismos neuróticos de introyección, proyección y retroflexión son en sí mismos mecanismos de interrupción, a menudo desarrollados a consecuencia de interrupciones provenientes del mundo exterior’. (EG). Y particularmente, a lo largo de la infancia, como también precisa el propio Fritz en este contexto.
O la ‘frontera de contacto’ o ‘límite de contacto’ (la palabra inglesa ‘boundaries’ se traduce indistintamente por límite o por frontera) no tiene para Fritz otro sentido que el de definir con qué necesidad hace ‘contacto’ el sujeto en la situación de que se trate. Si en esa situación el sujeto se está identificando con algún mecanismo de su ego, o lo que es lo mismo, si está funcionando desde ‘los límites de su ego’, entonces estará fijando su ‘límite de contacto’ en la necesidad ‘neurótica’, es decir, no pasará de hacer contacto más que con lo que su mecanismo le hace sentir como necesidad, que desde luego no es la ‘orgánica’, ‘real’ o ‘verdadera’, cuyo ciclo de satisfacción quedará interrumpido.
Otra cosa será, como es obvio, si el sujeto funciona desde su ‘self, desde su percepción ‘real’ y ‘holística’ de la situación, entonces su ‘frontera o límite de contacto’ coincidirá con llegar a hacer ‘contacto’ con su verdadera necesidad en tal situación. Por tanto, el tema de la ‘frontera de contacto’, hasta tal punto convertido en estandarte por nuestros colegas del Este a partir del significado interpersonal que le otorgara Goodman, no tenía en origen otro sentido que el interno, si bien hay que reconocer que había de base cierta confusión de
expresión en el propio Fritz, y que también en ocasiones lo empleó aplicándolo a la relación interpersonal.
O después de YHA Fritz no vuelve a hablar del ciclo de satisfacción de las necesidades, sino que lo sustituye, ya en el EG, por el binomio ‘contacto¬ retirada’. En realidad, es lo mismo, contacto con la necesidad y luego retirada:
“Contacto y retirada, en su rítmica alternancia, son los medios con que contamos para satisfacer nuestras necesidades… son las funciones más importantes de la personalidad total… son aspectos de la misma cosa: la capacidad de discriminar’. “Una de las características del neurótico es que ni puede hacer buen contacto, ni puede organizar su retirada”… ‘Buen’ contacto… Ya vemos a qué se refiere…: contacto desde su ‘self, con lo que desde su ‘self percibe como necesidades ‘verdaderas’ en la situación.
Así pues, este parece ser el sentido que tienen para Fritz las expresiones ‘contacto’, o ‘frontera de contacto’: a saber, relacionadas con la satisfacción o no de lo internamente sentido como necesidades presentes en la situación, y no genérica ni primariamente con el contacto interpersonal. En su última época hablará, en todo caso, de la necesidad de estar en contacto permanente con la zona interna y la zona externa por medio de su darse cuenta: “Una persona absolutamente sana está completamente en contacto consigo mismo y con la realidad…
La realidad es darse cuenta de la vivencia en transcurso, palpar, ver, moverse, hacer… También: “Al ser sanos, estamos en contacto con el mundo y con lo propio nuestro, es decir, con la realidad’ (DyF). Claro, pero siempre ‘dándonos cuenta’ del ‘desde dónde’ estamos haciendo ese contacto, que es lo que determina ‘con qué’ estamos haciendo contacto. Según la forma como hacemos la ‘gestalt’ de la situación, eso es lo que determina lo que vivimos como realidad. Somos creadores de realidad.
La cosa es darnos cuenta de qué realidad creamos: si es ‘verdadera realidad’, es decir, la que operando desde nuestro ‘self percibimos como tal, o si no creamos más que ‘realidad falsa’, ilusoria, fantasía, que es lo único que puede producir la ‘maya’ del propio ‘ego’. Todo depende, pues, de con qué nos estamos ‘identificando’. “La energía va a aquellas partes de nuestra personalidad con las que nos identificamos”.
Otro concepto a destacar es el de las ‘polaridades’, en relación con los ‘agujeros de la personalidad’ y con el ‘punto cero de indiferencia creativa”. Todos ellos están también emparentados con la identificación y con los mecanismos. La identificación con un mecanismo, en un determinado tipo de situaciones, entraña en ellas una polarización a favor de la respuesta que dicta el mecanismo. La respuesta o la actitud contraria, al venir prohibida por el mecanismo, se convierten en un ‘agujero de la personalidad’. Porque ya la persona no puede dar sino un mismo tipo de respuestas en esas situaciones. Ha perdido su ‘poder de elasticidad’ y su ‘responsabilidad’ (la capacidad de dar una respuesta distinta de la ‘automática’, la capacidad de elegir las propias reacciones) con la incomodidad o el conflicto consiguientes.
En cambio, en ausencia de mecanismos que perturben la percepción total del campo, uno puede sentirse situado en el ‘punto O de indiferencia creativa que permite lo que Fritz considera como ideal: “que lo que controle sea la situación”, en vez de que sean los mecanismos los que controlen. Viene a ser lo mismo, como veremos, que funcionar desde el ‘self o desde el ‘centro’, o lo mismo que poder hacer contacto con la necesidad o necesidades verdaderas o reales presentes en la situación con la satisfacción y la tranquilidad consiguientes. No olvidemos que éste es siempre el horizonte al que tender, y que no es algo que puede darse nunca por conseguido.
¡Aquí como en los demás puntos importantes de la relación con nosotros mismos y con los demás, lo realmente decisivo es siempre el manejo del ‘Darse Cuenta’ en el Aquí y Ahora de cada situación. Y eso sí que desborda lo que puede trasmitirse con palabras. Eso es el camino, el aprender a ‘discriminar’, el proceso, el Tao…. como queramos llamarlo. Es el campo propio del ‘contagio’, el campo de la terapia, el campo de la formación, el aprendizaje de la vida. Si acaso, lo único que podemos añadir es dar testimonio de lo que sentimos que nos ayuda a recorrerlo.
Finalmente, más que otro concepto, es otra dimensión a destacar de la TG de F. Perls: su dimensión espiritual o transpersonal, ya apuntada, que viene dada por el papel central otorgado a la conciencia y a la fe en la autorregulación organísmica, tanto a nivel individual como colectivo, como referencias últimas del comportamiento humano.
Soy consciente de la densidad de conceptos agrupados y entrelazados por sus respectivos significados, de que adolece toda esta exposición. En capítulos siguientes habrá ocasión de tratar de esclarecer de forma más precisa y menos concisa ese entramado de relaciones conceptuales, pero sobre todo mirando a su aplicación en la práctica terapéutica.
2. Objetivos.
Pues bien, en función de todos estos presupuestos de su concepción terapéutica, ¿en qué consiste entonces la Terapia Gestalt que Fritz practicó y que quiso proponernos a sus seguidores? Y en primer lugar, ¿cómo formuló él el objetivo u objetivos de su terapia?
Sus expresiones son variadas, pero coincidentes. En YHA: “lograr el sentimiento de nosotros mismos”, “facilitar el equilibrio orgánico”, “despertar el organismo a una vida más completa”. En su artículo “Teoría y Técnica de Integración de la Personalidad”, de 1948, habla de “desarrollo de la personalidad’, “personalidad total, y dice: “nuestra meta es la integración” (en el sentido de ser íntegros, completos, de rellenar los agujeros de la personalidad). Y también: “La meta última del tratamiento puede formularse así: tenemos que lograr aquel grado de integración que facilite su propia evolución consiguiente. Dicho de otro modo, el criterio de un tratamiento exitoso es el logro de aquel grado de integración que facilite su propio desarrollo”.
No es nada distinto de lo que en su última época dirá: “La terapia consiste en pasar de la necesidad de apoyarse en otro, al auto apoyo”. En el EG, como hemos visto, propone como objetivo de su terapia el “rectificar las identificaciones falsas”, y también el de “restablecer en el neurótico su capacidad de discriminar’.
Y ya en Esalen, pone más el énfasis en la “autorrealización”, en “la actualización del potencial innato”, en el “crecimiento”, la “maduración”, la “autenticidad de la auto actualización”, “la plenitud de la persona entera”, “tener un centro”, el llegar a ser “gente de verdad, y no gente de cartón”…, todo ello muy en consonancia con la naciente psicología humanística, de la que la TG acabaría convirtiéndose en su terapia más representativa.
Pero en SyE concreta lo que se necesita para llegar a ello: “El objetivo de la terapia, el objetivo del crecimiento, está en olvidar cada vez más la ‘mente’ y despertar a los ‘sentidos’. Estar más en contacto, más en contacto con uno mismo y con el mundo, en vez de únicamente en contacto con las fantasías, prejuicios, etc.”
Mi propio resumen de todas estas expresiones sería: El objetivo de la TG, es que las personas pasen de funcionar con su ‘ego’ a funcionar desde su ‘self’, en el sentido expuesto. Pero éste, como otros puntos de este guión, requerirá un más amplio desarrollo. Está aquí implicado el tema de la ‘autenticidad’ y la necesidad de precisar su sentido de contacto con la realidad ‘integral’, ya que es ahí, al contacto con la realidad, con lo que es, a donde Fritz parece querer llevarnos por todos los medios.
3. El procedimiento.
Lo que falta es concretar algunos aspectos, medios o recursos propios de la TG., con los que busca facilitar el logro de tales objetivos a la luz de los presupuestos o principios expuestos. Básicamente, me limitaré a reproducir una selección de textos de Fritz con comentarios al respecto, unos más genéricos y otros más concretos. De una forma u otra, todas son artificios para el manejo de la ‘identificación’ al servicio del ‘darse cuenta’ del paciente.
Ya en YHA había sentado Perls como afirmación de principio “la identidad de la realidad y el presente”. Decía: “A lo largo de la parte teórica de este libro he recalcado de la forma más clara… la importancia de darse cuenta de que no hay otra realidad más que el presente”. Y ya en Nueva York, en 1948, en su artículo “Teoría y técnica de integración de la personalidad”, declaraba en tono enfático: “Sostengo que toda terapia puede llevarse a cabo únicamente en el ahora. Cualquier otro método constituye una interferencia”.
Seguidamente presentaba lo que hasta el final de su vida consideraría ‘la técnica básica de su terapia’: “Y la técnica que nos permite comprender el ahora y permanecer en él es el ‘continuo de conciencia ” por el cual se descubre y se toma cabal conciencia de cada experiencia real… ‘estoy experimentando esto, ahora siento esto’… “En el EG, aunque no la cite por su nombre, declara: “La terapia gestáltica es una terapia del ‘aquí y ahora’, en que le pedimos al paciente que dirija toda su atención a lo que está haciendo en el presente, durante el curso de la sesión, aquí y ahora.
“Al paciente se le pide que emplee “la sencilla frase: ‘Ahora me doy cuenta’ (‘Now I am aware)”. Por eso, en Esalen prefería hablar de ‘continuo de darse cuenta’, pues es en esta época cuando en sendas afirmaciones absolutas, como a él le gustaba hacerlo, escribe en su DyF: “Yo he hecho del Darse Cuenta (awareness) el eje de mi enfoque”, a la vez que en SyE decía: “Estos son los dos pilares sobre los cuales se apoya la terapia gestáltica: el ahora V el cómo”, y asimismo: “La terapia gestáltica es estar en contacto con lo obvio”. Así pues todos esos ingredientes son los que conforman su técnica básica: El Continuo de Conciencia o Continuo del Darse Cuenta.
La convicción de fondo es que “el darse cuenta per se -por y de sí mismo- puede ser curativo”, convicción que se apoya en la fe en la auto-regulación organísmica, la ley biológica que preside la formación figura-fondo y la emergencia de la necesidad orgánicamente más urgente. Y asimismo, en la fe en la capacidad del organismo para atenderla, con sólo que la mente no interfiera con sus mecanismos y estrategias evocativas. Dice Fritz: “Porque con un awareness pleno uno se da cuenta de esta autorregulación organísmica, uno puede permitir que el organismo se haga cargo sin interferir, sin interrumpir; podemos fiamos de la sabiduría del organismo”. Habrá que precisar en qué consiste y cómo lograr ese awareness pleno que conduce a confiar en la sabiduría del propio organismo.
Con otras palabras, podríamos decir que la actitud terapéutica de fondo es Fe en lo que sucede, Fe en lo que hay. En esa dirección, ofrece muchas vías:
• Poner al paciente en contacto con la realidad. Es el ‘darse cuenta’ de la ‘zona interna’ y de la ‘zona externa’. “La T.G. exige del paciente… que se viven tan plenamente como pueda en el aquí y ahora. Le pedimos que se dé cuenta de sus gestos, de su respiración, de sus emociones, de su voz y de su expresión facial, tanto como de sus pensamientos más apremiantes. Sabemos que mientras más se dé cuenta de sí mismo más aprenderá acerca de lo que es él mismo”.
Otro texto, también del EG: “El paciente debe volver a sus sentidos. Debe aprender a ver lo que está ahí y no únicamente lo que imagina que está ahí. Debe dejar de alucinar, transferir y proyectar. Debe dejar de retroflectar y de interrumpirse a sí mismo… Debe comprenderse a sí mismo y a los demás, y dejar de torcer y distorsionar los significados a través de la lente deformadora que suponen los introyectos, los prejuicios y las convicciones. Entonces adquirirá total libertad de acción (que es parte de la salud) trascendiendo los límites de su específico carácter’. Los sentidos, claro está, aunque no viene mal precisarlo, no son solamente los cinco sentidos externos, sino también los internos, el darse cuenta de lo que ocurre en uno mismo: sensaciones, sentimientos, emociones… También aquí la neurociencia viene a proporcionar un interesante apoyo. Y el terapeuta puede también, con vistas a ese objetivo:
o Proporcionar al paciente entrenamiento en la escucha y en la observación: “requiere un esfuerzo darse cuenta de que la percepción es una actividad y no una simple actitud pasiva”
o Actuar como “un espejo de aumento” para lo que muestra el paciente pedirle ‘que exagere’ lo que dice o hace.
o Pedirle transformar sus preguntas en afirmaciones
o Devolverle ‘lo obvio’ (el neurótico no lo ve)
o Pedirle que hable en 1a persona
o Trabajarle la conciencia corporal y de la respiración. Los mecanismos están en el cuerpo
o Plantearle las 5 preguntas básicas: ¿Qué estás haciendo?, ¿Qué es lo que sientes?, ¿ Qué es lo que quieres?, ¿ Qué estás evitando?, ¿ Qué es lo que esperas? (EG)
o Ayudarle a distinguir fantasía de realidad: “Si queremos lograr que una persona sea entera, en primer lugar tenemos que discernir lo que es meramente fantasía e irrealidad, y descubrir dónde está en contacto y con qué” (SyE). ‘Dónde está en contacto y con qué’: Fritz parece usar aquí el concepto de ‘contacto’ en el sentido expuesto más arriba, de ‘desde qué límites’ se está relacionando.
o Ponerle en contacto con sus interrupciones: “Haciendo que nuestros pacientes se den cuenta, por medio de la concentración aquí y ahora, de sus interrupciones y de cómo les afectan, podemos llevarles a integraciones reales.
Podemos disolver los enganches interminables en que se encuentran atrapados. Podemos proporcionar/es la oportunidad de ser ellos mismos, porque habrán comenzado a experimentarse como ellos mismos” (EG). Otro texto: “Si logra llegar a darse cuenta verdaderamente en todo instante de sí mismo y de sus acciones en todos los niveles -fantasía, verbal o físico-, puede ver cómo se produce sus propias dificultades… y puede ayudarse a sí mismo a resolverlas en el presente, aquí y ahora” (EG). Y otro más: “Consiguiendo que nuestros pacientes, por medio de la concentración, se den cuenta en el aquí y ahora, de la realidad de estas interrupciones, de cómo les afectan, podemos llevarlos a verdaderas integraciones…
Para nuestros pacientes significa verse ellos mismos como parte de un campo total, y poderse así relacionar tanto consigo mismos como con el mundo. Esto es un buen contacto” (EG). ‘Verse ellos mismos como parte de un campo total’: es su visión holística del concepto del ‘sí mismo’, única esfera en cada uno de nosotros capaz de hacer ‘un buen contacto’. Aspectos generales:
• Atravesar el vacío y los ‘impasses’, esto es, la forma de no quedarse atrapado en los bloqueos, en los miedos catastróficos, en las confusiones… Experimentar cómo de la nada el desierto florece a través de la ‘explosión’ o de otra forma… El ‘vacío fértil’.
• Apoyo-Confrontación: “El terapeuta debe frustrar aquellas expresiones del sujeto que reflejan su auto-concepto, sus técnicas manipulativas y sus patrones neuróticos. Y debe satisfacer aquellas expresiones del paciente que sean verdaderamente expresiones de su sí mismo” (fin EG). “La primera responsabilidad del terapeuta es no dejar pasar, sin confrontar, cualquier afirmación o conducta de parte del paciente que no sea representativa del sí mismo y que evidencie su falta de responsabilidad. Esto significa que tiene que vérselas con cada uno de los mecanismos neuróticos a medida que aparecen” (EG). Especialmente, truncar las evitaciones.
• Reapropiación de las proyecciones y de los agujeros de la personalidad: “Todo lo perdido por la persona puede recobrarse, y el modo de lograr esa recuperación es entendiendo, jugando y llegando a ser esas partes enajenadas. Dejándole jugar y descubrir que ya tiene todo esto (que cree que únicamente los demás le pueden dar), aumentamos su potencial. Le colocamos sobre sus propios pies, le damos más y más poder sobre sí mismo y habilidad de viven ciar, hasta que sea capaz de ser él mismo y enfrentarse al mundo. No puede lograr esto a través de enseñanzas, recolección de información, o haciendo programas y planes.
Tiene que descubrir que toda esa energía que gasta en manipulación puede ser aprovechada, y que puede actualizarse él mismo en vez de tratar de actualizar un concepto, una imagen de lo que quiere ser… simulando ser algo distinto de lo que es… Pero la persona tiene que descubrir esto viendo por sí misma, escuchando por sí misma, descubriendo lo que está ahí, y cogiéndolo y captándolo por sí misma” (SyE). La terapia Gestalt, como veremos, trabaja con energías, es un trabajo fundamentalmente energético.
• Trabajo con las polaridades: Silla vacía, Perro de arriba/perro de abajo: “La silla vacía es un truco de proyección e identificación” (DyF). Está muy relacionado con lo anterior. Se trata de reintegrar partes disociadas de la personalidad mediante juegos de identificación.
• Otro tanto sucede con el trabajo con los sueños, con la ventaja añadida de que partimos de material innegable del paciente… Aquí, especialmente, hay ocasión para combinar muchas de las ‘técnicas’ expuestas…
• Revivir ‘dramáticamente’ situaciones pasadas, trayéndolas al aquí y ahora de la terapia: “No basta con recordar un incidente del pasado, uno tiene que volver a él ‘psicodramáticamente” (TG de F. Perls y P. Baumgardner). El ir y venir, y el trabajo de psicofantasías.
• Gran variedad de juegos gestálticos grupales (“El Darse Cuenta”, de John O. Stevens ofrece sugerencias sin cuento)
• Etcétera… Por supuesto, la lista es incompleta porque no cabe poner puertas al campo de la creatividad de cada terapeuta. Y también porque leyendo a Fritz encontramos en sus textos muchas otras sugerencias, por ejemplo, en la olvidada tercera parte de YHA. La lista queda también incompleta por otra razón: porque esta simple enunciación de recursos requiere una exposición más pormenorizada, razonada y revestida de carne y sangre, que es lo que intentaré a lo largo de las páginas que siguen.
IV. El terapeuta.
Mención aparte merecen algunas referencias de Fritz a la actitud del terapeuta, alma de la terapia, ya que el principal instrumento del terapeuta es él mismo, y ser terapeuta gestáltico sólo requería, para él, que cada cual fuera ‘él mismo’, lo que como sabemos, no es tan sencillo…
La actitud propia del terapeuta gestáltico no es la apatía, ni la empatía, sino la simpatía, que Fritz define como “compromiso con el campo total, un darse cuenta del sí mismo y del paciente”. “El terapeuta tendrá que darse cuenta de las relaciones del campo total, tanto de sus propias necesidades y reacciones ante las manifestaciones del paciente, como de las necesidades del paciente y sus reacciones ante el terapeuta. Y deberá sentirse con la libertad de expresarlas” (“Terapia Gestalt’, de F. Perls y Patricia Baumgardner).
Actitud de facilitador, no de ayudador: “El terapeuta no puede hacer descubrimientos para el paciente, sólo puede facilitar el proceso en el paciente” (T.G. de F. Perls y P. Baumgardner)
Trabajo sobre sí mismo: “Para mirar y realmente ver, el terapeuta debe estar completamente vacío y libre de ideas preconcebidas” (id.)
Atención a la ‘gestalt escondida’: “La psicoterapia significa ayudar al paciente a enfrentarse a aquellos hechos que se oculta a sí mismo… No debemos perder el hilo que conduce desde el síntoma a la ‘gestalt’ escondida… Perseverando en esa concentración… encontramos y reorganizamos las evitaciones específicas”. “Lo importante es el evento inconcluso, que aún vivo e interrumpido, espera a ser asimilado e integrado” (YHA). Podemos deducir aquí una invitación de largo alcance a trabajar situaciones infantiles en donde tuvieron su origen esas interrupciones, situaciones que pueden surgir en terapia en muy diversas ocasiones.
En resumen, una terapia experiencial, sólidamente fundada, coherente en sus principios y en su práctica, sumamente exigente para con uno mismo, como terapeuta y como persona, y también para con el paciente. Una terapia ‘de realidad’, que trasmite una filosofía de vida asentada en la búsqueda existencial de la verdad, capaz de inducir a más o menos plazo (más bien más) una profunda serenidad interior y armonía con el entorno.
Lo que ahora toca es proceder a pasar revista a algunos de los más relevantes elementos reseñados fugazmente en los diversos apartados de este ‘guión’, para tratar de mostrarlos, en primer lugar, en toda la fuerza y todo el ornato de detalles con que Fritz los vistió, y también intercalando sobre la marcha acotaciones personales de mi propia cosecha.
En esta tarea me esforzaré por unir una más clara comprensión del entramado de conceptos y expresiones utilizadas por Fritz, con la forma concreta de aplicarlos él mismo en su práctica terapéutica, y algunas precisiones en uno y otros campos sacadas de mi propia experiencia. De esta forma, confío contribuir a una mejor apreciación del conjunto. En cualquier caso, mi intento representa ante todo mi deseo de honrar la herencia recibida con mi propia aportación ‘subjetiva’.
Marco de la terapia Gestalt.
Guión de introducción.
Pedro de Casso.
Pedro nos dejó este escrito cuando vino a impartir un seminario de supervisión en la formación de Gestalt. Corresponde a un esbozo de apertura para su nuevo libro y fue usado para el taller de supervisión de técnicas Gestálticas en Diciembre del 2.012. Gracias Pedro