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A CIERTA EDAD UNA MUJER CON TRECHO COMPRENDE Y ACEPTA SU NATURALEZA CÍCLICA. SE SOSTIENE SOBRE SÍ MISMA Y COMIENZA A REGRESAR A LA VIDA COMPLETADA Y LIGERA DE CARGAS.

                                           “LA MADRE ES LA VIDA”

“Cuando una mujer dice: ¡¡Basta, hasta aquí he llegado!! Ni mil ejércitos de ego y ni todas las trampas de la ilusión podrán detenerla en la búsqueda de su propia verdad. Ahí se abren las puertas de su alma y comienza el proceso de su sanación. Un proceso que la devolverá poco a poco a sí misma, a su verdadera vida. Ese camino no es fácil, pero es el “camino” y con esta decisión comienza un verdadero milagro”.  Clarissa Pinkola-Estés.

LO FEMENINO: DEL MATERNAJE A LA SEXUALIDAD

Si el cambio de esta sociedad urge y pide a gritos la solidaridad y el cooperativismo, la reconexión con una naturaleza cíclica, el desarrollo sostenible, la empatía hacia la otredad, la compasión, la fraternidad, la transparencia en el lenguaje, la necesidad de confluencia en la comunicación, la conciliación entre los pueblos, el cariño hacia el mundo animal, la percepción del sufrimiento propio y ajeno, el respeto hacia nuestro entorno, la consciencia de un consumo responsable, la igualdad de género, la creatividad, la visión holística del mundo, la apertura de la conciencia, y otras tantas cosas que ahora mismo no se me ocurren; me consta que vendrán desde lo FEMENINO. No es una cuestión de género simplemente. Me refiero al hemisferio derecho del cerebro. El cerebro límbico. El lado creativo del cerebro que siente las cosas de la vida desde el corazón, por vibración, por receptividad, por sintonía y empatía. Esta sociedad está vacía y seca de humanidad. La racionalidad ha ocupado el primer puesto dejando atrás el principio del amor y lo instintivo de la vida.
La psicología de lo femenino es cíclica y lunar, no es lineal como la mente racional humana, resulta multidimensional a nuestro intelecto. Ha estado silenciada durante siglos, pero es como si ahora saliera a la luz y de repente constatara los milenios de existencia oculta pero soterrada y patente en nuestra psique colectiva.

LO FEMENINO Y LA SEXUALIDAD

Lo femenino ha sido agredido durante mucho tiempo por una energía metálica, desconectada del corazón y que ha descargado una frenética compulsividad. Se le sigue agrediendo en los paritorios, con el “parto tecnológico” donde la mujer pare de forma antinatural (episiotomía) en aras a una efectividad técnológica. Se agrede el vientre femenino cuando se nos hace creer que la menstruación es un trastorno, una molestia que tenemos que sufrir y que nos impide actuar en un plano de igualdad. Cuando se nos separa del natural derrame a base de tampones, haciéndonos repudiar nuestra propia sangre. Agrede a lo femenino la propia mujer cuando permite que cualquier hombre entre en ella y cuando copia los patrones masculinos permitiendo una sexualidad superficial desligada de lo afectivo.
Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más en una civilización patriarcal que desde su hemisferio izquierdo sigue cometiendo abusos para controlar y erradicar la energía femenina de la Diosa, a la cual se ha temido o no se ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, siendo la naturaleza, la expresión por excelencia de la energía de la Diosa.
Es necesario que femenino-masculino vayan sanado el dolor, el miedo, el rencor acumulado y para ello existen técnicas de sanación que desembocan en una nueva toma de conciencia en la relación a la hora de establecer un vínculo sano entre ambos opuestos. El acto sexual en su forma tántrica es una potente forma de sanación que rompe la dualidad. Cuando una mujer hace el amor con un hombre que no sabe estar presente de forma amorosa y desinteresada está acentuando su herida. En el contacto con un hombre que ha sanado o que está en el camino consciente, que ha integrado la energía femenina, la energía de la Diosa, el útero comienza a purificarse y su corazón empieza a sanar y a abrirse. Se le da una nueva información, se establece un vínculo circular y amoroso desde la consideración, desde el respeto, desde una nueva conciencia.
No estamos hablando de negar ahora el derecho a la libertad sexual, sino de una toma de conciencia en las relaciones hombre-mujer y de una nueva sexualidad que integra, completa, sana y unifica a ambas polaridades. En el ritual tántrico la energía sexual se eleva al corazón. Cuando dos amantes tántricos se unen bajo el “manto azul” están formando la energía primordial de la creación.

SANAR LA CARENCIA DEL MATERNAJE. LA ORALIDAD

Este vínculo materno-filial es el primero que mantenemos en nuestra vida. De la madre nos nutrimos, y conforme haya sido esa nutrición, será el camino que tendremos que transitar en la vida, de ella recibimos la energía de vida, conforme haya sido esa energía, así nos sentiremos en la vida.
Cuando vemos a una persona enojada, este enojo en realidad es con su madre, de un modo muy inconsciente. Comúnmente se dice: está enojada con la vida, o está en guerra con la vida, la madre representa la vida, si yo no estoy en paz con mi madre estaré en guerra con mi vida. Por eso la importancia de sanar este vínculo. Muchas de nuestras enfermedades, son del niño que no recibió ese amor materno que le hizo falta y quedó desnutrido emocionalmente.
De la madre se desprende la relación que mantenemos con nuestro cuerpo, la relación que mantenemos con la comida, la relación que mantenemos con la otredad. Recordemos que es la madre la primera que nos alimenta de energía de vida, que necesitamos para enfrentarnos al mundo. La madre está ligada a nuestra abundancia, si no nos sentimientos abundantes emocionalmente durante el maternaje, estaremos en la carencia continua en la madurez de adultos.
Maternamos a nuestros hijos conforme nos maternaron a nosotras ¿Por qué mi madre no me dio energía? Porque ella no la recibió de su propia madre, no la tenía en ella misma para entregármela a mí. Damos lo que tenemos. Generalmente no podemos dar energía de vida a nuestros hijos, que no hayamos recibido anteriormente de nuestra madre. El dolor, el bloqueo, la carencia de dicha energía, se arrastra de generación en generación, por ello debe liberarse, desde las ancestras a sus descendientes.
El bloqueo está en el pasado, en las infancias de nuestros ancestros. Cada generación que no recibió dicha energía de sus madres se queda mirando hacia el pasado, desprotegiendo y no nutriendo a su descendencia. Muchas madres siguen esperando el amor que no recibieron de su madre, no logrando cortar el cordón sanamente. Mientras yo espere el amor de mi madre siendo ya una adulta con hijos, no estoy nutriendo a mis hijos y estoy creando una cadena de desnutridos emocionales (estado de oralidad infantil)
“En la mente patriarcal de todos y cada uno de nosotros habita el problema colectivo de nuestra sociedad. Una sociedad en que las relaciones de dominio- sumisión y de paternalismo-dependencia interfieren en la capacidad de establecer vínculos adultos, solidarios y fraternales. Una sociedad en la que el hambre de amor materno y paterno, llevan a la mayor parte de las personas a una dependencia afectiva y a una obediencia compulsiva que no solamente son enajenantes, sino que constituyen distorsiones, falsificaciones y caricaturas del verdadero amor”. (Claudio Naranjo)

 LA MENOPAUSIA: EL GRAN PUNTO DE INFLEXIÓN

Cuando las mujeres nos acercamos a los cincuenta años aproximadamente, comenzamos a atravesar un portal que nos conduce a una de las etapas quizás más decisivas en nuestra vida: la menopausia. Palabra cargada de un peso que asusta y a veces entristece; pero este miedo y tristeza distan mucho de reflejar un momento de practicidad, sabiduría y renacimiento que este nuevo ciclo femenino nos ofrece.
La menopausia ocurre cuando los ovarios de una mujer dejan de producir óvulos. Como resultado el cuerpo de la mujer produce menos estrógenos y progesterona. Al disminuir estas hormonas, los períodos menstruales se vuelven irregulares (climaterio) y, con el tiempo, se detienen (menopausia). Pero una de las cosas que más me ha llamado la atención leyendo y escuchando sobre la menopausia, es la cantidad de menopausias que existen. Tantas como mujeres. Somos únicas en cuanto a nuestro carácter, a las experiencias que vivimos, el contexto cultural que nos rodea, la autoimagen, los miedos. Y todo ello influye mucho en cómo vivamos las distintas menopausias.
Este periodo de la menopausia comprende dos fases importantes:
  • Perimenopausia o climaterio: Es el tiempo anterior a la menopausia, cuando comienzan los eventos endocrinológicos, biológicos y clínicos de aproximación a la menopausia.
  • Menopausia propiamente dicha: Es el periodo posterior al climaterio que se extiende desde la última menstruación en adelante.

La perimenopausia o climaterio.

Denominado por la medicina tradicional china como segunda primavera, es una transición única para plantearnos cómo queremos envejecer. Es un momento vital en el que nuestras hormonas, nuestro cuerpo, nuestra psique transitan por un terreno retrospectivo, donde hacer balance de la situación es prácticamente inevitable. ¿Qué quiero en mi vida? ¿Qué quiero para mí? ¿Qué quiero dar al mundo? Y para reflexionar, es necesario parar. Sentirnos. Tener un espacio y un tiempo propios. Así es como podemos vernos de frente, mirando hacia atrás y hacia delante al mismo tiempo. Ser honestas y amorosas con nosotras mismas requiere coraje en esta cultura de la culpa y el arrepentimiento en la que vivimos.
En el climaterio no sólo se da un cambio hormonal sino también del sistema nervioso que afecta todo nuestro ser. Es una revolución como lo fue la menarquía en la adolescencia. Con la diferencia que en la adolescencia no teníamos muy bien definida la identidad y la buscábamos fuera. En el climaterio la identidad ya está construida y la búsqueda es interna.
El climaterio implica tanto cambios físicos como psíquicos. Afortunadamente, cada vez es mayor el número de mujeres que vive esta etapa con naturalidad y sin repercusiones psicológicas. No obstante, en el área psíquica se suceden los problemas de nerviosismo, anorgasmia, irritabilidad e inestabilidad emocional. También se dan casos de depresión, con un porcentaje menor de afectadas. Los síntomas emocionales y efectos psicológicos de la menopausia que la mujer puede experimentar a causa de estos cambios hormonales son los siguientes:
  1. Alteraciones en el estado de ánimo y cambios de humor: este es el síntoma emocional más común de esta etapa, pues los cambios hormonales comentados pueden provocar cambios significativos y repentinos en el estado de ánimo de la mujer. Se puede pasar de la euforia a la tristeza y la ira sin razón aparente, así como estar más susceptible de lo habitual y enfadarse o molestarse con más facilidad. Además, estos síntomas pueden intensificarse si la mujer siente rechazo hacia esta etapa de su vida.
  2. Irritabilidad: cuando los sentimientos están a flor de piel, se suele ser mucho más irritable, y durante la menopausia es posible que la mujer esté mucho más sensible y susceptible, que le moleste cualquier cosa que anteriormente no, que le ofenda cualquier cosa que le digan, que esté a la defensiva, etc.
  3. Ansiedad: la reducción de los niveles de estrógeno y la consiguiente disminución de los neurotransmisores que regulan el estado de ánimo también pueden provocar ansiedad, un síntoma que puede agravarse o intensificarse, además, por los otros síntomas físicos que se padezcan, como los sofocos o los sudores, y la repercusión que estos supongan para la vida personal y social de la mujer.
  4. Tristeza profunda o síntomas de depresión: se ha señalado que el descenso de estrógenos junto al padecimiento de los síntomas incómodos de esta etapa y el hecho de que la mujer esté asumiendo que está sobrepasando la etapa de la adultez, puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión en la menopausia. Se ha observado con más frecuencia la depresión en mujeres que presentan síntomas severos en aquellas que se aproximan a la menopausia y aún desean ser madres. Depresiones profundas ante la difícil aceptación de una maternidad frustrada.
  5. Dificultad de concentracióntanto el estrés y la ansiedad como el insomnio, los sofocos y otros síntomas de la menopausia pueden provocar que la mujer tenga una menor capacidad para concentrarse en las actividades que debe realizar en su día a día.
  6. Problemas para conciliar el sueño: padecer de sudores y sofocos nocturnos puede afectar severamente a la calidad del sueño y hacer que sea muy difícil conciliar el sueño y descansar. Además, el insomnio puede provocar, a su vez, que la irritabilidad aumente y que la mujer se encuentra muy cansada y fatigada al día siguiente.
  7. Pérdida de deseo sexual: la reducción de estrógenos y los cambios que se producen en la zona íntima durante esta etapa provocan que la mujer tenga una menor libido. Aparece la sequedad vaginal y las paredes vaginales pierden elasticidad, por lo que las molestias que se experimentan durante las relaciones sexuales también hacen que el deseo sexual disminuya.
  8. Pérdida de memoria: la disminución de estrógenos también afecta al funcionamiento normal del cerebro y se han observado más lapsos de memoria a corto plazo, aunque no de gravedad, en mujeres que están en la premenopausia y menopausia.
  9. Baja autoestima: muchas mujeres viven la menopausia como una etapa traumática y esto sumado a todos los síntomas físicos y emocionales que se pueden producir pueden acarrear problemas de autoestima.
Los síntomas físicos son los siguientes: Sofocos. Sudoraciones nocturnas. Aumento de peso. Sequedad, comezón, irritación vaginal. Disminución de la libido. Huesos más débiles o frágiles (osteoporosis). Desestructuración mental. Fatiga y cansancio físico. Dolores articulares. Piel seca. Caída de cabello. Dolores de cabeza. Incontinencia urinaria. Insomnio

¿Cómo podemos minimizar los efectos psicológicos?

Una serie de indicaciones nos pueden ayudar a sobrellevar mejor esta etapa de la vida y a mantener un equilibrado estado emocional:
  • Aceptar la menopausia como una etapa más de la vida:
    Es importante comprender lo que le está ocurriendo a nuestros dientes, articulaciones, a nuestros huesos y adaptarse a estos cambios de la forma más positiva posible. No es fácil aceptar el envejecimiento. Esta etapa natural en la vida de toda mujer es una fase transitoria a superar. Es un buen momento vital para dedicarse más tiempo a una misma, disfrutando al máximo de todas aquellas actividades que verdaderamente nos gustan.
  • No reprimir las emociones negativas
    Conviene aceptar los ogros que nos acucian con calma y serenidad. Compartir nuestro sentir con personas de confianza o escribir las emociones que experimentamos, reconociéndolas y afrontándolas. Una buena gestión emocional hará que nos sintamos mejor con nosotras y las personas de nuestro entorno. Se aconseja la meditación, la respiración consciente, ejercicios de yoga. Nos conviene parar y silenciar la mente.
  • Fomentar la autoestima y el auto amor
    Para reducir los efectos psicológicos de la menopausia y lograr un equilibrio emocional es fundamental que trabajemos el amor propio y la compasión, en el sentido budista de la palabra. Urge que resintonicemos con nuestro cuerpo y su verdadero sentir. Cambiar aquellas cosas que nos desagradan, escuchar nuestro monólogo interior. Iniciar cambios personales que nos motiven hacia la transformación.
  • Relacionarse con el entorno y gestionar la vida social
    Abrirse a nuevas amistades, relacionarse conscientemente con amigos y familiares; convocar tertulias, formar grupos con salidas al monte, hacer quedadas, ir al cine juntas, abrir tu casa para una comida o cena con conciencia del dar y recibir.
  • Buscarle el lado positivo: tratar de buscar las ventajas que puede tener esta época de la vida. Una mayor seguridad y madurez. El disfrute de la sexualidad sin tener que preocuparse por posibles embarazos y la liberación de las molestias asociadas a la menstruación. Disfrutar de tener tiempo de calidad para nosotras mismas y poder viajar hacia nuestro mundo interior. La menopausia es casi la mitad de la vida de una mujer. Si somos capaces de honrar nuestras profundas necesidades internas de arraigo y libertad, tendremos el potencial de sembrar con sabiduría y amor, un mundo lleno de compasión y creatividad.
Hay una imagen que me gusta mucho porque resume muy bien lo que es la menopausia: la mujer árbol. En la juventud conectamos con las raíces de la tierra, creando proyectos materiales: hijos, empresas, negocios, arte. Y en la segunda primavera, nuestros brazos se expanden como ramas hacia el cielo abriéndose a la espiritualidad ampliamente entendida. Nos preguntamos quiénes somos, de dónde venimos y qué venimos a hacer en la vida.  Estas hojas cobijan a quien se acerca, surgiendo así el arquetipo de la Madre Universal, que está al servicio de lo que va llegando con sabiduría y calma.
  • “Aspirar a ser “anciana” es desear el crecimiento psicológico y espiritual que ella simboliza. La anciana es un arquetipo, un potencial interior que cultivamos hasta convertirnos en él. Y cuando descubres, con la edad, la cantidad de cualidades y fuerza que hay dentro de ti, te entran ganas de convertirte en bruja”. Jean Shinoda Bolen
La mujer al cruzar la menopausia se abre a la oportunidad de experimentarse a sí misma de una manera diferente. Al dejar atrás el desconcierto y el temor generados por la presión cultural y al abrirse a la verdad que mora en su interior, la mujer encuentra un gran desafío para el que está mucho mejor equipada que cualquier otro bípedo. Le es posible sentarse en consejo y usar el poder de la sangre retenida, para crear un mundo armonioso a su alrededor. Nunca es tarde para dar el primer paso hacia nosotras mismas; el de habitarnos.
Nuestro templo (cuerpo) nos habla, nos da señales para que lo atendamos. Y si no lo escuchamos nos grita en forma de enfermedad. Es una oportunidad para parar, observar el dolor de la sequía y la aridez. Trazar una ruta hacia nuestras profundidades y sanar algo que está latente en nuestro interior. Para muchas culturas, esta interrupción de la capacidad de dar a luz significa el pasaje a un lugar de sabiduría. Sin embargo, cuando la identidad de la mujer se ha basado en ser “para otros” y ser la “cuidadora emocional del mundo”, puede suponer una crisis muy fuerte. Con los hijos más autónomos o independizados, las pérdidas y duelos del camino, los cambios hormonales y físicos, se le agregan, sentimientos de tristeza, desilusión, desgana, sequía y falta de alicientes. El camino directo para salir de esta situación se centra en las oportunidades y no en las pérdidas.
Esta crisis vital no es una enfermedad ni un trastorno, así que la propuesta sería rediseñar el último proyecto de vida para una misma, saliendo del victimismo del “pobre de mí”. Muchas de las emociones y sensaciones son esperables y hay que legitimarlas. Las emociones tienen una correspondencia con lo corporal. Según cómo llevemos esta etapa de la vida tendremos una oportunidad para volver a nuestro centro y sintonizarnos de nuevo o perdernos para no volver sin encontrar el camino de retorno a casa. ¿Hacia la vida o hacia la muerte?
1- Una oportunidad para resintonizarnos con el cuerpo
El autoconocimiento significa poder para tomar nuestras decisiones y transformarnos en expertas de nosotras mismas. El lenguaje del cuerpo es revelador, es una fuente riquísima de sabiduría acerca de nosotras y de lo que nos está ocurriendo. En este sentido, los síntomas son mensajeros y el desafío consiste en descifrar el mensaje que nos traen a cada una de nosotras en esta etapa de la vida. Si de niñas no crecimos lo suficientemente respaldadas por nuestros padres, y no llegamos a forjar una sólida confianza en nosotras; ahora, ya adultas, no tenemos tanta necesidad de sentirnos aceptadas. Nuestra “madre interna” nos reconoce y nos aprueba sin necesitar mirar a fuera.
2- Una ocasión para superar el juez interno
Durante nuestra infancia, el hecho de no someternos a las exigencias de los seres queridos podía acarrear su enfado y menosprecio. Este rechazo antaño suponía una catástrofe. Sin darnos cuenta hemos heredado esa desaprobación, y ahora posiblemente seamos nuestro peor juez. Pero ya no somos aquella criatura dependiente. Ahora hay una persona adulta y soberana que puede protegerse de los ogros del camino. Han pasado ya muchos años y el miedo, que en el pasado nos hizo replegarnos, ya no tiene sentido. Para ser felices, lo que realmente necesitamos es analizarnos y criticarnos menos. El gran problema no son los demás, sino esa constante lluvia de autojuicios a los que nos sometemos. Todas somos mujeres válidas, eficientes, profesionales y sin embargo cada una se ha convertido en su peor enemigo.
3- Una oportunidad para ser auténticas
Ser una misma nos libera de viejos miedos, de los frenos y de los condicionamientos ajenos. Cada persona nace con su propia identidad, con sus propios dones y talentos; muchas veces, por la presión recibida, los abandonamos por el camino de la vida y no los desarrollamos. Ha llegado la hora de dejar atrás los sueños y los deseos de los demás para cumplir los nuestros propios. Pisar con pasos recios por nuestro propio camino nos va a mostrar grandes sorpresas, dotar de autoestima y de un profundo sentimiento de seguridad y arraigo. Hay que salir de la zona de confort y descubrir nuevas oportunidades en la vida. Nunca es tarde si la dicha es buena.
4- El final del victimismo
A veces dejamos que nos influya en negativo lo que piensen los demás sobre cualquier aspecto de nuestra vida. Nadie es “perfecto”. Si alguna persona realiza algún comentario personal sobre nosotras, podemos tomar y aceptar las observaciones constructivas como un beneficio, así como tomar las críticas negativas como una oportunidad para ver más allá en las razones del malestar de la otra persona. Reflexionar sobre la intención que tenían al decirlas y aprovechar para ver si nosotras mismas nos juzgábamos de forma parecida. Ya no más balones fuera. Se trata de asumir responsabilidades, y con ello también errores y fracasos propios. No pasa nada por corregir, transformar y mejorar.
5- Observación de nuestros pensamientos derrotistas
Cuando empezamos a conectar con nosotras mismas de una forma amable y comprensiva, nos liberamos de auto juicios y auto machaques. Escuchar nuestro monólogo interno (introyectos) y prestar atención a esas “voces interiores” con cariño y comprensión (ecos maltratadores) nos ayuda a transformar patrones mentales que dificultan el transcurso de nuestro día a día. Ya no necesitamos poner afuera a personas que expresen lo que nosotras de alguna manera ya reproducimos en nuestro diálogo interior. Al expresarnos con mayor libertad y autoaprobación, dejamos de buscar ese juicio negativo que, en realidad, es solo nuestro. Meditar, expresar con confianza a nuestros afines nos procura el apoyo para continuar perseverando hasta el final.
6- Expresarnos en público con claridad y discernimiento
Es hora de no tener miedo de expresar lo que pensamos, de compartir nuestras ideas, de ofrecer sugerencias, de rebatir con buenos argumentos. Nuestra opinión es tan válida como la de ajenos, más si cabe, cuando se trata de nuestra propia vida. Sabemos mejor que nadie lo que nos agrada, lo que nos disgusta, lo que es adecuado para nosotras y lo que no. Atrás dejamos una infancia en la que nuestra voz fue sistemáticamente acallada e invalidada. Recuperar nuestras propias palabras, expresarnos con libertad defendiendo nuestra postura con claridad, discernimiento y coherencia, atrevernos a decir que NO con calma y serenidad.
7- Tomar decisiones
Crear, decidir, ejecutar, planificar, ordenar, clasificar, discernir, perseverar, confiar en nosotras mismas. Son nuestras decisiones. No tenemos que darle explicaciones a nadie. Nuestra vida es nuestra, vivámosla y disfrutémosla. Empecemos a proponer planes, a hacer las cosas que realmente nos gustan. A resolver nuestros problemas hallando nuestras propias soluciones, no dependemos de los demás para todo. Valernos por nosotras mismas nos aleja de la dependencia emocional. Siempre podrán echarnos una mano o darnos un consejo, pero la última palabra, la decisión final, siempre es nuestra.
8- Una oportunidad para salir del vacío interno
Cuando recuperamos nuestro verdadero yo y dejamos de depender de la aprobación ajena, de su juicio, o del nuestro propio, nos sentimos más seguras y nos apetece realizar actividades diferentes más lúdicas y menos académicas, quizá. No se trata de retirarse, sino de crear nuevas alternativas. Podemos comenzar con retos sencillos como:
  • Apuntarnos a actividades creativas que nos gusten como movimiento espontáneo, hacer teatro, apuntarnos a un taller de escritura, un curso de buceo, un taller de clown, clases de tango, yoga, meditación.
  • Caminar o pasear por el monte en actitud contemplativa, observando la naturaleza, escuchando los pájaros, el ruido del agua, observando la caída de la hoja….
  • Bañarnos en manantiales y en ríos torrenciales utilizando el grito primal. Hundir los pies en el barro y correr. Recuperar nuestro lado salvaje e instintivo.
  • Viajar a lugares desconocidos que siempre hemos querido visitar y no nos atrevimos por miedo a ir solas.
  • Pintar, escribir, adoptar mascotas y aprender de ellas, tejer conscientemente con compañeras, colaborar en proyectos cooperativos de organización circular.
  • Trabajar los arquetipos de la mujer salvaje, mujer lunar, mujer halcón, la loba, las diosas griegas, los viejos mitos de la diosa….
Sería interesante crear rituales para transitar este paso de mujer joven a mujer madura. Celebrar con nuestras amigas y mujeres de la familia creando círculos sagrados, invitarlas a cenar, a pasar un fin de semana en la naturaleza, donde podamos sentir lo circular de lo femenino. En algunas culturas sólo se considera mujer sabia o mujer medicina si has transitado por la menopausia. Para ellas es un honor y desconocen los síntomas que en occidente llamamos típicos de la menopausia. La ancianidad en las culturas indígenas ocupa un rango social elevado y reconocido. Las arrugas expresan sabiduría, estar de vuelta de muchas cosas. Son las parteras, las curanderas, las sanadoras, las consejeras. Las maestras de la sabiduría ancestral de la tribu. Tienen mano para las plantas y los animales. Confían en el lenguaje del corazón. Escuchan sus cuerpos. Improvisan. Saborean el goce de la vida. Son atrevidas con los retos de la vida. No imploran, tampoco se quejan. Defienden sus ideas con entusiasmo. Confían en su naturaleza instintiva y siguen a su intuición. Organizan consejos de mujeres. Actúan desde la bondad y sin juicios. Abrazan, consuelan y comprenden.
  • ADAGIO A LA MUJER MADURA

La mujer madura no tiene miedo de llorar. Llora sin culpar, ni culparse. Sabe que está vaciándose, limpiándose. Sus lágrimas rompen todas las corazas creadas para dar su mejor néctar, el de su alma. Ya no necesita decir ni hacer tantas cosas. Ni sacrificarse, ni dar tantas explicaciones. Cuando habla, bendice, reconcilia, decreta. Cuando escucha… te siente, te acompaña, te acepta, te ama.
No necesita controlar tanto. Lleva tiempo soltando y sabe que en la vida todo se va encajando. Ha entrado en lo más profundo de sus entrañas. Conoce sus miedos, sus mentiras. Conoce y acepta sus fantasmas. Sabe lo que quiere y también sabe, que no sabe nada. Ya no juega a ser víctima, no espera salvar, ni ser salvada. Con mayor serenidad y firmeza pone las cosas en su sitio. Su fuego cataliza pero ya no queman sus llamas. Cuando mira hacia atrás ya no siente nostalgia. Ha aprendido a lamer sus heridas y a sanarlas ella misma. Ha dejado de exigirse tanta perfección, tanto autodominio y belleza. Sabe que la verdad nunca puede ser tapada desde fuera. Al paso de los años se ha vuelto más dulce, tolerante, más serena. Y al tiempo más segura, tranquila, completa, con más entereza.
Ahora se permite disfrutar, protestar y enfadarse. Ha aprendido a observar, a dejar de juzgarse. A volver a su centro, a mirar dentro, a templarse. Cuando la sombra la atenaza, sabe sostener la embestida. Ha aprendido a sostenerse. Conoce mejor el camino de regreso a casa cuando toma consciencia de los patrones conocidos y mecánicos. Sabe que es una llamada del Ser para seguir despertando. Sabe que cada paso en su vida es preciso y necesario. Para llegar al aquí y ahora, al propósito universal, a ese amor que no condiciona.
Cuando se mira en el espejo ve una mujer transformada y completada. Con una sonrisa en la mirada. Ha pasado muchas noches oscuras del alma. Sabe que ella misma ha elegido los conflictos que la atenazan y se hace responsable de su vida porque es sabia. Ya no necesita ser admirada y elogiada por su cuerpo o por su cara. Su belleza no es de este mundo, es sostenida por la luz de su alma. No pases por delante de ella sin mirarla. Sus cicatrices, sus heridas, sus arrugas, si las escuchas… te hablan.
La mujer madura también puede ser joven, fresca y divertida. Sólo depende de que haya podido cuidar a su niña interior y abrazarla. Valora y disfruta más que nunca los pequeños detalles de la vida. Ella se siente abundante, amable y aceptada. Sabe que la vida la bendice, y por ella se siente cuidada.
Sabe sostener, contener y comprender sin tiempo, ni espacio. Ya no tiene miedo de su sombra, tampoco le asustan otras. Ha ido y ha vuelto, ha llegado al origen de las cosas. Honrando a su linaje, con sus ancestros ha hecho las paces. Está conectada a la naturaleza madre y padre, a la luna, al sol, al mar, al aire. En su afán de amor, la madre dio todo sin quedarse con nada. Ahora sabe darse y sabe estar sola porque se ama. Ha dejado de mendigar hace tiempo. Confía en lo que el universo le regala. Ella por fin se entrega y elige ser llevada.
Sabe reconocer al hombre consciente de lejos. A ella ya no puedes conquistarla con argucias o cuerpos con coraza. Sólo con un corazón amable, húmedo y sincero. Su corazón irradia y está abierto para zambullirse en el amor de un guerrero que sabe mirar y reconocerse en ella. Sabe rendirse al hombre y en su abrazo calmar la herida callada. Su corazón está libre para amar y ser amada. Su piel más rendida, ya no es tersa, pero si más humana, más sentida, más delgada. Yo honro y agradezco a la mujer madura que soy y a cada una de mis maduras hermanas. En vosotras me encuentro, me aliento, me escucho, me siento, me lleno. En vosotras me amo, me elevo, me reconozco, me crezco, me libero. En vosotras siempre soy… en el círculo me completo.

CONCLUSIONES

“Hace unas décadas cuando las mujeres llegaban a los 50 sentían que tenían la vejez muy cerca; hoy la esperanza de vida ha aumentado, a los 50 la vejez está más lejos porque a esa edad se tiene un estado de salud, de cultura, de educación, de ayuda terapéutica, de participación ciudadana y esta se convierte en una edad más estable y creativa”.
“En las mujeres de 50 años hay celebración y libertad, pertenecemos a la primera generación que de forma significativa estudió una carrera, vivió una juventud de libertad, no hemos sido sumisas porque hemos tenido independencia y hemos disfrutado de nuestro salario, unas han sido madres, pero han mantenido otras identidades. Es cierto que existe el síndrome del nido vacío, pero lo superan con sabiduría y conciencia ampliada; no queda otra. Cuando arribamos a esta edad, nos enfrentamos al monstruo más temido: el encuentro con nosotras mismas, el descenso a nuestro submundo, recorremos el rito de iniciación más importante de todos, el encuentro con la Diosa. Cuando el túnel termina, cuando el desierto empieza a regarse y a crecer la hierba del auto amor, las heroínas del cuento se sienten más completadas, mejores consigo mismas y en paz”.
Las mujeres de 50 participan en nuevos espacios públicos, hablan de tú a tú con los estamentos políticos y sociales porque han accedido a la cultura, a la educación y al trabajo remunerado. Empiezan a tener apoyo de otras mujeres que ocupan puestos de responsabilidad en los que otras generaciones sólo vieron a hombres, lo que les permite moverse con más libertad, seguridad, complicidad, empatía y cooperación.
La idea de que la menopausia es el principio del fin de todo y de la sexualidad, no es del todo cierta, la menopausia permite una sexualidad consciente, más tranquila, menos preocupada por temas de embarazos o métodos anticonceptivos. Hay mujeres que atraviesan crisis, depresiones, enfermedades, cierto, pero esta fase es parte del camino para acceder a la plenitud, atraviesan la menopausia con la conciencia de empezar el último viaje de sus vidas. El menos productivo quizás, pero el más significativo. El paraíso de encontrarse con su fuente interna, manantial inagotable de recursos creativos. El reencuentro con su origen, con su raíz más profunda.
  • El pajarico sale de su jaula y salta hacia el vuelo del águila libre con visión aguda desde sus alturas de la observación, es el estado de gracia, el aliento del gran espíritu que conoce el mundo de las sombras y el de la luz (mente superior). El águila es el símbolo que representa el legitimismo de la libertad individual y la alegría que late en su interior. Ella sanó sus alas rotas con amor y voló hacia su nido más alto, el hogar del valiente y confiado corazón.

Ana Arriola. Pamplona, 2018

BIBLIOGRAFÍA

 EL NIÑO DIVINO Y EL HÉROE: Claudio Naranjo

  • EL MUNDO ESPIRITUAL SECRETO DE LOS NIÑOS. Tobin Hart
  • CLOWN ESENCIAL. Alain Vigneau
  • DIOSAS: LA CANCIÓN DE EVA. Manuela Dunn Mascetti
  • LAS DIOSAS DE CADA MUJER: Una nueva psicología femenina. Jean Shinoda Bolen
  • MUJERES CORRIENDO CON LOBOS. Clarisa Pinkola Estes
  • LUNA ROJA. Los dones del ciclo menstrual. Miranda Gray
  • SER MUJER: UN VIAJE HEROICO. Maureen Murdock
  • BUDISMO DIONISÍACO: Claudio Naranjo
  • TERNURA Y AGRESIVIDAD: Juan Albert
  • ENSAYOS SOBRE LA PSICOLOGÍA DE LOS ENEATIPOS. Claudio Naranjo
  • CARÁCTER Y NEUROSIS. Claudio Naranjo
  • Charles y Caroline Muir
  • EL MAESTRO DEL CORAZÓN. Annie Marquier
  • CÍRCULO Y CENTRO. Paco Peñarrubia
  • PALABRAS DE PODER. Lauro Henriques
  • EL MILLONÉSIMO CÍRCULO. Jean Shinoda Bolen
  • LAS BRUJAS NO SE QUEJAN. Jean Shinoda Bolen
  • LA LUNA Y LA VIRGEN. Nor Hall
  • LOS CAMBIOS EN LA VIDA DE LAS MUJERES. Anna Freixas Farré
  • PARA LAS MUJERES FUERTES. Marge Piercy
  • COSAS QUE VENGO DICIENDO. Claudio Naranjo
  • El huevo de obsidiana. Ana Silvia Serrano
  • GEOMETRÍA SAGRADA. Stephen Skinner
  • EL ENEAGRAMA DE LA SOCIEDAD. Claudio Naranjo
  • SANAR LA CIVILIZACIÓN. Claudio Naranjo
  • SIN REGLAS. Erótica y libertad femenina en la madurez. Anna Freixas Farré
  • LA REVOLUCIÓN QUE ESPERÁBAMOS. Claudio Naranjo
  • ELEMENTOS DE YOGA. Sri Aurobindo y La Madre
  • SÉ UNA LUZ. Investigaciones sobre el SER y el conocer. Consuelo Martín
  • EL ARTE DE LA CONTEMPLACIÓN. La aventura de vivir con lucidez. Consuelo Martín
  • ABUELAS, MADRES E HIJAS. Anna Freixas Farré
  • NUESTRA MENOPAUSIA. Anna Freixas Farré
  • LA DAMA DE URTUBI. Pío Baroja
  • LAS CARTAS DE LA MEDICINA: el poder a través de los animales. Jamie Sams y David Carson