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Personalidad: Estabilidad, consistencia y cambio.

Personalidad relativamente estable o relativamente flexible. ¿La personalidad puede cambiar? ¿Cuánta cantidad y qué clase de cambio es necesario para que podamos decir que ha habido un cambio real?
Son preguntas que deja hechas Pervin, L.A (1998) y que no tienen fácil respuesta ya que están sujetas a interpretación, ¿Qué cambio es necesario para que se produzca una variación en la estabilidad de la persona, y que este pueda ser estimado como significativo en la personalidad?, al respecto Bermúdez (2012 p.149) nos dice que, por supuesto que hay cambios en aspectos diversos de la personalidad a lo largo de la vida, y que estos cambios aun siendo estadísticamente significativos, suelen ser pequeños en términos absolutos, dependen de la especificidad de la persona, ya que aunque estos cambios en los rasgos de la personalidad puedan parecer de pequeño calado pueden tener efectos profundos en el desarrollo de la persona a lo largo del ciclo vital.
Durante todo el ciclo de vida la persona tiene una tendencia a la identificación consigo mismo, existe un hilo conductor que en esencia es el mismo (funcionalmente), y que puede quedar plasmado en las distintas manifestaciones de la vida, aunque vaya ocurriendo ante fenómenos y situaciones totalmente diferenciadas. Este proceso de identificación guía la formación de la imagen que nos hacemos de nosotros mismos y de los demás, y recíprocamente la identidad que los otros se crean de nosotros.
-Por coherencia podemos entender la constancia de las relaciones internas entre diferentes conductas de un mismo individuo, es decir,” para la persistencia intraindividual de un determinado patrón o configuración conductual”. (Fierro, 1982). En psicología de la personalidad la mayor parte de los contenidos psicológicos deberían tomar en cuenta la coherencia, aunque sea la consistencia la que representa el papel principal
-Por estabilidad se entiende la presencia de la misma respuesta o patrón de respuestas ante una misma situación o problema en dos ocasiones temporalmente separadas entre sí, constancia a lo largo del tiempo sin consideración de las situaciones, (de -1,00 a 1,00)
Consistencia es cuando se trata de la misma respuesta o patrón de respuestas en dos situaciones que son significativamente diferentes entre sí, aunque muy cercanas en el tiempo. Constancia en distintas situaciones sin considerar tiempo, (entre -1,00 y 1,00)
En los tres casos se trata de análisis de respuestas observables de una persona, o de un grupo. No se trata de una expresión numérica en abstracto, sino que intervienen factores; tipos de respuesta, el modo de medición y el nivel de consolidación o de generalización. Nos dice Pelechano (2004, p.95).
En la medida en que se tome el valor funcional de la respuesta el cálculo se complica, se debe encontrar la significación funcional de la respuesta y no solamente su tipografía física para saber si se trata de respuestas equivalentes (estables y consistentes, o no). La sociedad tiende a premiar la consistencia y la estabilidad, y la psicología de la personalidad existe dentro de la sociedad, por eso vela por el estudio de rasgos y variables estables, para obtener generalizaciones que puedan sustentar la coherencia del estudio.
Todo ello desde la aceptación de que las diferencias, producto de la interacción general del sistema humano, no tienen por qué ser a priori deficiencias o psicopatologías.”La sensación de estabilidad permite nuestra propia identificación en tiempos distintos, mientras que la consistencia se ha coloreado en occidente con categorías morales como la honestidad. Ambas se han puesto en relación con la fidelidad de un ser humano consigo mismo”. (Pelechano 2000, p.140)
Cambio y estabilidad resultan las dos caras de una misma moneda, el cambio exige que una parte de lo observado cambie y otra no, o, que el ritmo de cambio sea distinto entre dos partes de la realidad, y esta diferencia es la que permite detectarlo. Si nada cambia (estabilidad total) o todo cambia con la misma rapidez y ritmo es imposible detectarlo, y trae la imposibilidad de poder ofrecer recursos de medida.
La personalidad no es impermeable a las circunstancias del ciclo vital y cambia a lo largo de la vida, tales cambios, que habitualmente son graduales, suelen ser pequeños en la mayoría de las personas, lo que nos permite mantener la sensación de que la personalidad es más estable de lo que realmente es. “Parece claro, en consecuencia, que la personalidad se mantiene flexible a lo largo de todo el ciclo vital, posibilitando la introducción de cambios que, por una parte, son fruto del esfuerzo adaptativo del individuo, y por otra, suponen el reajuste de las competencias y los recursos desde los que el individuo sigue haciendo frente a los retos futuros”. (Bermúdez, J. et all 2012 p. 68)
Se han realizado una gran cantidad de estudios sobre los trabajos de Costa y McCrae y los cinco grandes de la personalidad relacionados con la estabilidad. La personalidad resulta bastante estable al tomar como indicador el nivel que cada individuo mantiene en relación a la población de referencia. Esto no permite descartar que se hayan producido cambios en términos absolutos en la personalidad en función de la edad. De los estudios se desprende que con el avance de la edad se produce un incremento en afabilidad y responsabilidad, y un cierto descenso en neuroticismo, extraversión y apertura mental.
La información demuestra que hay mayores niveles de autocontrol, responsabilidad y cooperación que están asociados a una disminución en neuroticismo y al incremento en tesón y afabilidad, mientras al mismo tiempo se va presentando una menor flexibilidad, habilidad e interés para la interacción social (paralelo al descenso de apertura mental y extraversión). Afabilidad y tesón muestran un perfil de crecimiento continuo a lo largo de las distintas etapas del ciclo evaluadas. Estabilidad emocional tiene un incremento significativo hasta la edad adulta media (40 años), seguido de incrementos de escasa significación hasta la edad de 70 años donde comienza un descenso, en cuanto a apertura mental muestra un perfil curvilíneo, aumento hasta el inicio de la edad adulta, estabilizándose hasta la década de los 60, donde comienza un descenso significativo.
(Bermúdez, J. 2012 p. 154) sobre estos estudios extrae dos afirmaciones; Existe una notable estabilidad por lo que respecta a las diferencias individuales en personalidad, esto es, el nivel relativo que caracteriza a cada individuo en las diversas características de la personalidad cambian poco con el paso de los años. Al mismo tiempo disponemos de evidencia suficiente de que cuando uno se va haciendo mayor va mostrando menor número de indicadores de apertura mental, o tiende a mostrar un comportamiento más responsable, por citar dos aspectos, Es más estos cambios parece difícil cuestionarlos ya que están avalados por la evidencia de investigaciones longitudinales y transversales”.
Estabilidad y consistencia se encuentran entrelazadas en el sentido de que en muchas conductas los índices de consistencia exigen estabilidad comportamental.
Si la conducta es definida por sus características físicas es más fácil de estudiar, y las técnicas de medida ofrecen resultados de estabilidad y consistencia. Si la conducta se define funcionalmente (metas, necesidades…), se evalúa la conducta por el grado de cumplimiento de sus finalidades. Estabilidad y consistencia se refieren a la consecución de la meta más que a la propia respuesta. Si se trata del estudio de mente y actividad mental, los fenómenos psicológicos son privados y observados de manera indirecta y parcial, el estudio lleva aparejado intencionalidad y sentido lo que dificulta su contrastación objetiva.

La crítica de Mischel.

Fierro, A (1982 p.71) relata que Mischel no deja títere con cabeza en el gabinete del psicodiagnosticador ni en la panoplia del psocómetra, no deja ni fiabilidad, ni validez, ni utilidad incremental en las pruebas de personalidad. Descalifica a toda la psicología de rasgos o factores de personalidad como una simple variedad, seudocientífica, del etiquetaje de personas en la percepción social. Los rasgos de personalidad no son otra cosa que rótulos que impiden la objetiva evaluación de las conductas. Aunque deja a salvo de su ataque a las dimensiones de naturaleza cognitiva.
Mischel sostiene que los resultados de las investigaciones no apoyan el supuesto de que la conducta sea estable y consistente a través de las situaciones. La estabilidad puede darse, pero no por internas disposiciones permanentes de la persona, sino por la similitud de las situaciones a las que se ve expuesta. Rasgos como neuroticismo, locus de control, represión o dogmatismo en muy raras ocasiones superaban el 0,30 de predicción. Su análisis se centró en torno a tres cuestiones que consideraba básicas: estabilidad temporal de la conducta, consistencia transituacional de la misma y validez predictiva. Andreu, Y (2014, p. 46) va desglosando la crítica de Mischel.
La consistencia transituacional estaba muy ligada a los instrumentos de medida empleados para el estudio de las conductas, este resultado para Mischel, apuntaba a la consistencia en cuanto resultado de sesgos perceptivos, más que como característica propia de la conducta en sí misma. Respecto a la validez predictiva, para Mischel, los instrumentos de medida elaborados bajo el supuesto de consistencia comportamental, no permitían una predicción superior a la que se lograba por análisis de la conducta pasada, o las autoclasificaciones.
Mischel defiende un marco teórico situacionista y propone abandonar el concepto de personalidad en favor de las variables situacionales. Para el sólo la estabilidad temporal recibe apoyo empírico, de tal forma que lo único que permite predecir la conducta de una persona en una situación es la observación previa de esa persona en esa situación. Es decir, lo importante es el control de las contingencias ambientales, por lo que el interés debe recaer, más que en el análisis y clasificación de los rasgos de personalidad, en el análisis y clasificación de las dimensiones de la situación. La unidad de estudio es trasladada así desde la persona a la situación.
La crítica formulada por Mischel da lugar a la crisis de la psicología de la personalidad, favorecida por los desarrollos de Pervin, el impacto del trabajo de Skinner sobre la psicología clínica, la revolución cognitiva (Miller, Gallanter y Pribram, 1960) y la psicología social experimental. (Andreu, Y. 2014, p.47). Con posterioridad Mischel quiso puntualizar sus intenciones, “mis intenciones no eran las de destruir la personalidad, sino la de defender la individualidad y unicidad de cada persona contra la tendencia generalizada a utilizar unas pocas características de comportamiento para categorizar de forma consistente a las personas en unos rasgos fijos, asumiendo que estos eran lo suficientemente relevantes para poder predecir conductas concretas y tomar decisiones relevantes sobre la vida de la persona”…”mi propósito fue destacar que los clínicos tendían a inferir, generalizar y predecir demasiado, a la vez que observaban muy poco” (Mischel 1979, p. 741 en Pelechano 2000, p.140)

Sobre La Consistencia.

El debate entre consistencia de conducta o especificidad situacionista ha llenado páginas de muchos autores, el final de la polémica queda establecido como una psicología de la interacción entre situación y persona. Cita Pelechano (2000, p.141) que un aspecto importante a destacar es la forma en que se ha planteado la polémica. “En los trabajos queda implícito que consistencia o especificidad son dos posiciones opuestas, de forma que la negación de una conlleva la afirmación de la otra, y a partir de aquí, se ha llegado a suponer que los datos demostrativos de inconsistencia llevan aparejados, sin mayor discusión la demostración de especificidad situacional de toda conducta del ser humano”.
Por otro lado, a tenor del coeficiente manejado por Mischel (0,30) falta definir qué nivel de consistencia sería la barrera que separa la consideración, se pregunta Pelechano ¿cuándo existe consistencia, y que cuantía debe arrojar el coeficiente para que pueda decirse que una conducta o un atributo son consistentes? Se hace necesario recordar que “una de las funciones de la personalidad y de la conducta por ella determinada es la facilitar la adaptación o ajuste del sujeto a su medio ambiente” (Allport 1937), los niveles próximos al 1,00 pueden derivar en una conducta inadaptada o patológica, donde las respuestas son independientes a la situación en que se registra la conducta.
Diferentes autores han elaborado distintas propuestas, Buss y Craik (1980) distinguen entre consistencia comportamental (datos singulares de acciones observables), y consistencia disposicional (actos múltiples basados en categorías con valor funcional), los rasgos son categorías cognitivas de actos que resumen tendencias generales de comportamiento, “para Buss y Craik la medida es un índice compuesto de actos múltiples, obtenido del conjunto de frecuencias de actos, en un período específico de observación”. (Andreu, Y (2014, p.29)
Alker (1972) advierte que la consistencia de la personalidad es solamente relativa y no tiene además por qué reflejarse en comportamientos topográficamente semejantes, la localiza en el conjunto de las estrategias con las que las personas abordan las situaciones (en Fierro, A. 1982).
Sobre la consistencia Ben y Allen, presentan un acercamiento ideográfico basado en dos supuestos:
1.- Para cada individuo unos rasgos son relevantes y otros no, y además no necesariamente los mismos.
2.- La interpretación del rasgo y las conductas que les sirven de referencia significativa tampoco han de ser equivalentes para todos los individuos.
En consecuencia, el análisis de consistencia puede reflejar que los individuos no son consistentes de la misma manera, y ello no tiene porqué llevar inconsistencia.
Epstein sostiene que en estudios donde aparece inconsistencia ésta tiene mucha relación con el error de medida, debido a un inadecuado muestreo de conductas y situaciones, la confusión ha sido el considerar que podía encontrarse consistencia en el comportamiento desde la observación de ítems únicos de conducta. Define los rasgos como amplias disposiciones de respuesta, en consecuencia no puede esperarse que predigan ejemplos o instancias únicas de conducta.
Propone técnicas de agregación donde los datos de conducta son resultantes de una amplia gama de índices conductuales a observar en un amplio rango de situaciones.” La estabilidad puede ser demostrada sobre un amplio rango de variables siempre y cuando la conducta en cuestión sea promediada a partir de un número suficiente de ocasiones”.
Pelechano cita al respecto de la estabilidad: “La búsqueda de coeficientes de consistencia muy próximos al de 1,00 para todo individuo y todo atributo de la personalidad, puede ser una quimera tan arriesgada como la búsqueda del santo grial y posiblemente, pueda ser un mejor camino no interpretar los complementos a 1,00 empíricos como error de medida, sino como un reflejo de la relativa inconsistencia que caracteriza al ser humano (Pelechano 2000, p. 151).
Lamiell et all. (1986) ha denominado a su trabajo psicología idiotética la que se sitúa a mitad de camino entre la nomotética y la idiográfica, no trabaja con la comparativa entre individuos, sino que usa las puntuaciones de un individuo frente a otras puntuaciones del mismo. Son un conjunto de puntuaciones con orientación idiográfica con los procedimientos de cálculo tradicionales nomotéticos, son indicadores del individuo en sus propios contextos.
Psicología de rasgos, situacionismo e interaccionismo no son distintas soluciones para un mismo problema, sino sendas soluciones a tres diferentes problemas; el de la estabilidad de las disposiciones individuales a través de situaciones y/o del tiempo, el de los efectos generales de las situaciones a través de los individuos, y el de las interdependencias entre el agente y el entorno estimular al que se enfrenta. (Fierro, A. 1982).
El interaccionismo es el intento de integración de posturas anteriores, la interacción entre factores individuales y características de la situación. La persona se comportará de manera similar en situaciones semejantes, y se comportará de forma distinta en las situaciones que valore como diferentes. La cuestión no es preguntarse a que factor se debe la mayor parte de la conducta, sino ver como ambos se conjugan para dar cuenta de la conducta. Cita Andreu, Y (2014, p. 29):
“El modelo interaccionista ya no habla de consistencia, sino de coherencia, ya que, si bien la conducta cambia de una situación a otra, no lo hace de manera aleatoria, sino siguiendo un orden y coherencia internos, esta coherencia hace posible la predicción del comportamiento, posibilitando, a su vez, un sentimiento de identidad”.
Tras todos los trabajos, estudios y debates sobre consistencia durante más de medio siglo no hay una configuración definitiva sobre el tema, a la psicología de la personalidad no le va a quedar más remedio que aceptar que el ser humano es de forma natural un tanto inconsistente. La propia definición del término consistencia en la RAE presenta dos acepciones; por un lado, duración, estabilidad y solidez. De otro lado, “coherencia entre las partículas de una masa o los elementos de un conjunto”, el conjunto humano, individual y de hecho “muy suyo”, a veces no presenta coherencia, en momentos puntuales, o en trechos de su vida en determinados elementos de su conducta, que además se interrelacionan con la totalidad del sistema y con un buen número de sus componentes.

Estabilidad y cambio en psicología de la personalidad.

Dividir lo unido, unir lo dividido, eso es la vida de la naturaleza (Goethe en Allport 1970)
Aquí como en el caso de la coherencia hay que distinguir entre estabilidad de respuestas y estabilidad funcional, por un lado, la repetición de respuesta (persistencia) como criterio de medida, y por otro la equivalencia funcional de la respuesta como criterio de estabilidad para resolver los planteamientos a lo largo de un periodo temporal. La estabilidad, así como la coherencia, siempre están mediadas por los contextos de vida, una larga duración de esa estabilidad no tiene porqué ser adaptativa ya que existen los cambios en situaciones y contextos de vida.
Para saber si cambian con la edad las diferencias individuales en personalidad se usa el coeficiente de correlación entre medidas test-retest. En estudios transversales el análisis de la estabilidad y su interpretación psicológica funcional se produce en espacios cortos y en un mismo espacio evolutivo. En los estudios longitudinales, seguir una misma muestra durante años, este análisis, realizado en el tiempo, trae un menor coeficiente de estabilidad relativa.
Hay diferentes tipos de estabilidad y de cambio, y diferentes maneras de medirlos. Caspi y Bern (1990), Avia (1995), Pervin (1998), presentan diferentes tipos de estabilidad:
-Estabilidad absoluta. Constancia del mismo atributo a lo largo del tiempo. Los valores de la personalidad permanecen estables, es difícil encontrar atributos psicológicos con características inalterables en el tiempo.
Estabilidad relativa. Es el mantenimiento de del orden o intensidad de la puntuación en una característica de la personalidad respecto a su grupo de referencia, esto queda reflejado mediante el coeficiente de correlación.
Estabilidad estructural. Persistencia de valores de correlación entre un conjunto de variables a lo largo del tiempo, es la más habitual en los estudios de investigación, aunque no haya un acuerdo sobre los procedimientos más adecuados para su evaluación, en los coeficientes de correlación una cosa es la comparación dos a dos y otra distinta la comparación de todos los factores entre sí. Para esta comparativa se usa el análisis factorial, exploratorio para aplicar cálculo de matrices a un conjunto de datos, y confirmatorio para poner a prueba la existencia de una estructura.
Estabilidad ipsativa o individual. Continuidad en la ordenación de variables, o perfil de personalidad, es la constancia del individuo a lo largo de su trayectoria vital, el procedimiento de medida corresponde a aplicaciones distintas de los mismos procedimientos.
Ya quedó dicho que la evolución que experimenta la personalidad de una persona o grupo está condicionada por los eventos y circunstancias que corren paralelas a su ciclo vital. Pero al mismo tiempo la persona, con sus potencialidades, recursos y limitaciones es un agente activo en su propio desarrollo. Ya que su realidad biopsicosocial como persona única, con su particular trayectoria vital, desde la que persigue el logro de sus objetivos y planes, le otorga un carácter modulador en los fenómenos, dando a la situación un carácter único aun cuando las características intrínsecas puedan ser comunes a muchas otras personas.
Pervin (1998) considera que respecto al desarrollo de la personalidad podemos contrastar cuatro tipos de cambio:
Cambio absoluto y cambio relativo, una persona pude cambiar absolutamente pero no tiene porqué significar un cambio por encima del término medio para su grupo de edad, puede existir un cambio absoluto para la persona, pero no un cambio en comparación con sus semejantes.
Cambio cualitativo y cambio cuantitativo, los individuos pueden obtener más conocimiento, pero ello no tiene porqué modificar su forma de pensar, el desarrollo de la autoconciencia puede ser un cambio cualitativo más que un cambio en las puntuaciones de las variables, hay cambios que van más allá que los cambios cuantitativos.
Cambio fenotípico (cambio a nivel observable), y cambio genotípico, (cambio a nivel estructural fundamental). Un cambio fenotípico, no tiene que significar que haya habido un cambio a nivel básico estructural, genotípico, hay cambios fenotípicos que no llevan implícito un cambio estructural.
-Cambio continuo, gradual, modelo uniforme que puede ser identificado, y cambio discontinuo, es abrupto y esencial, (accidentes graves, cambio de ambiente y contexto), que pueden significar un cambio que es discontinuo con su personalidad del pasado.
Queremos estudiar la continuidad o coherencia que puede estar en el centro del cambio manifiesto, mientras que al mismo tiempo queremos reconocer el cambio radical, discontinuo, y aun en los cambios cualitativos diferenciamos entre un cambio cualitativo continuo con un patrón anterior y otro que es discontinuo con un patrón anterior, Pervin (1998, p.205) tras la reflexión se hace la siguiente pregunta:
¿podemos distinguir entre el cambio en una característica particular o en un aspecto de funcionamiento de la persona, y el cambio en la organización en conjunto de la personalidad de la persona? Una cosa es proporcionar pruebas de la estabilidad o el cambio, otra cosa es demostrar la comprensión de los procesos implicados.
Nos dice Pelechano que al trabajar con un modelo multinivel es posible considerar variables moduladoras, es decir, parámetros internos o externos al sistema funcional pero que poseen relevancia funcional. “Las relaciones entre dos o más variables en un mismo sistema, y las propiedades funcionales de cada una de las variables deben ser definidas en función, no solamente de ellas mismas, sino también de las influencias que sobre ellas poseen los parámetros relevantes” (2000, p.146)
En la polaridad estabilidad-cambio hay variables que actúan como moduladores, algunas son tan obvias como el intervalo de tiempo transcurrido, (a mayor tiempo transcurrido mayor probabilidad de cambio), también modulador de cambio es el momento del ciclo vital, el coeficiente de estabilidad es menor si el individuo es más joven. “Si atendemos a variables estructurales globales, el cambio se produce en menor medida que si contemplamos, por ejemplo, facetas o variables más específicas y de carácter más cognitivo como los valores, intenciones, objetivos vitales, actitudes, etc., en las que el cambio es probablemente mayor”. (Andreu Y (2014 p.31).
Es claro que, en dependencia del marco teórico con se contemple la personalidad, esta será algo que corresponde a una persona, y si la contemplamos desde otro marco será esa misma persona, pero denominada con otros conceptos, y medida de una u otra manera. Para unos la personalidad es lo invariante, poco cambio puede haber. El ser humano crece y evoluciona, y a de adaptarse a lo que le rodea, el recién nacido no tiene la misma estructura que una persona de treinta años. Hay cambios evolutivos que actúan y ayudan a gestionar la personalidad en cada momento.
“Respecto a la estabilidad y cambio en la personalidad, parece que la no reduccionista y más compleja, resulta ser la respuesta certera. En la personalidad detectamos estabilidad, al tiempo que también constatamos la existencia de cambio. Además, el grado de cambio/estabilidad no permanece constante en las diferentes circunstancias, sino que se encuentra modulado por diferentes factores”. (Andreu Y 2014, p. 31).
Cerremos este apunte sobre estabilidad y cambio con un extracto de las conclusiones de Bermúdez (2011 p.187):
1.- Existe una significativa estabilidad en las diferencias individuales en personalidad.
2.- La magnitud de los coeficientes de estabilidad relativa es alta (0,58), en dependencia del intervalo test-retest (a más corto tiempo mayor coeficiente)
3.- Se producen cambios de escasa magnitud en los niveles absolutos que las variables presentan en distintas etapas de la vida. Disminución de valores absolutos en extraversión, neuroticismo y apertura mental, e incremento en tesón y afabilidad.
4.- La personalidad se mantiene flexible a lo largo de todo el ciclo vital, incorporando cambios que reflejan la maduración y el proceso adaptativo.
5.- El cambio producto de interacción y adaptación se produce de manera gradual y se asimila a la evolución global de la personalidad dando sensación de continuidad a lo largo de la vida.

Cambios Evolutivos.

Son las modificaciones de la personalidad aparejadas con la evolución del ser humano a lo largo del ciclo vital. Son exigencias grupales normativas, esto es, el contexto social de influye en la conformación y exigencias del ser humano a lo largo del ciclo vital, son valores normativos producto de normas grupales culturalmente aceptadas, y cambios en el ámbito individual y en contextos más cercanos. La división del proceso evolutivo en etapas es necesaria para la comprensión del ciclo de vida, tanto en la investigación, como en la docencia o en la clínica, y como conocimiento personal. Pero no deja de ser un hecho artificial, ya que es en sí misma, una interpretación social, además el paso de una etapa de desarrollo a otra varía en cada persona, y los prismas bajo la que se observa son culturalmente occidentales, no corresponden a una totalidad.
Desde la perspectiva del ciclo vital, se contempla el estudio de las diferentes variables que inciden en las etapas de desarrollo. Las transiciones entre ciclos se pueden generar por causas internas a la persona, biológicas, o por causas externas o sociales, y van a desencadenar cambios en las relaciones con el entorno o el interior de la persona, son periodos de adaptación que generan conflicto y momentos de inestabilidad, ante los que puede surgir la adaptación o pueden quedar sin resolver.
1.-Variables normativas dependientes de la edad, diferentes tipos de determinantes biológicos y ambientales relacionados con la edad cronológica que afectan, de modo similar, a muchos individuos.
2.- Variables normativas dependientes de la historia. Son procesos biológicos y ambientales que se producen en un momento histórico concreto.
3.- Variables relacionadas con acontecimientos vitales. Son imprevistas, no ocurren de acuerdo a lo normativo, incluyen sucesos importantes en la vida de una persona particular.
Teoría evolutiva es la de Erik Erikson (1963), que enfatizó que el desarrollo del yo es más que el resultado de energías psíquicas interiores, es también social y cultural. Su creación de las ocho etapas de desarrollo del yo es el centro de su trabajo, el desarrollo sucede de un modo secuencial, y en el caso de que una de las etapas no sea satisfactoria, esto afecta a las etapas que le siguen, y todas ellas reflejan este fallo en forma de un desajuste cognitivo, emocional o social. Es el principio epigenético. Ha recibido críticas por su escaso valor a la hora de la predicción concreta, y por la falta de concreción en los fenómenos que suceden. Erikson nos presenta las variables correspondientes a cada ciclo vital:
1 Confianza frente a desconfianza esperanza.
2 Autonomía frente a vergüenza y duda voluntad.
3 Iniciativa frente a culpa propósito.
4 Laboriosidad frente a inferioridad competencia.
5 Identidad frente a confusión de roles fidelidad.
6 Intimidad frente a aislamiento amor.
7 Generatividad frente a estancamiento cuidado.
8 Integridad frente a desesperación sabiduría.
Puede resultar una cuestión más retórica que práctica el dividir en estadios arbitrarios el desarrollo progresivo de la personalidad, como hace Erikson, desde la infancia hasta la edad senil, o bien, las siete edades del hombre de Shakespeare, o tres, o cinco, o nueve, pero no deja de ser una división semántica o retórica. Para cada persona solo hay un curso ininterrumpido, consecutivo de vida.
Seguimos a Allport; “Podemos caer en otra abstracción psicológica; hablar de mecanismos de crecimiento separados, y que sea a través de estos mecanismos cuando la personalidad avanza de un estado a otro, pero aquí queda mal aparada la homogeneidad del proceso de crecimiento. Tal y como señala Goethe en la cita “la naturaleza continuamente une, construye y destruye, organiza y desorganiza”, de un modo tan complejo que no se puede hablar de ningún mecanismo aislado que actúe con independencia”. (Allport, G. 1970 p.147)
Existen otros cambios vinculados a los procesos de maduración biológica y cambio evolutivo, así como a la propia homeostasis, se trata de variables biológicas moduladoras del cambio, y pueden situarse en el apartado del sustrato biológico, en este caso las normas provienen más de procesos biológicos que de presiones sociales.
Eysenck consideraba que lo básico y esencial del funcionamiento humano está descrito y justificado a partir del análisis del sustrato biológico, y en consecuencia todo cambio biológico conlleva un cambio de personalidad, esto no quiere decir que todo sea un reduccionismo biológico, ya que podemos contemplar a la personalidad como un todo integrado e interrelacionado, y a la psicología de la personalidad como ciencia natural y como ciencia social.

Variables Moduladoras Biológicas. Los Ritmos Biológicos.

El cambio es permanente a nivel biológico, el comportamiento de todos los organismos con sistema nervioso cambia a lo largo del tiempo, a de adaptarse a las exigencias del medio externo y necesita regular las demandas fisiológicas internas. De esta regulación se encargan los ritmos biológicos, que rigen las funciones corporales y actúan sobre procesos como la ingesta, la sed, el sueño, sexualidad y reproducción.
Son cíclicos y permanentes y dirigen algunas pautas de conducta, su principal función es la de sincronizar conducta y funcionamiento corporal con los cambios del entorno, poseen un origen genético y pueden ser modulados por factores ambientales. La estabilidad la podemos ver en los mecanismos que regulan el equilibrio homeostático del organismo, permiten mantener constante el nivel de determinadas variables fisiológicas, “la disminución por debajo del valor crítico necesario para mantener el equilibrio de las variables señala el inicio de un período de privación que da origen a la aparición del estado motivacional, su intensidad depende del tiempo de privación transcurrido, y ejerce un control directo sobre nuestra conducta, orientándola hacia el restablecimiento del equilibrio homeostático” Montoya, T (2013 p.21)

Variables moduladoras de salud. Estabilidad salud-enfermedad:

Factores de riesgo. Nos dice Ferrero J. (2015) que las variables psicológicas juegan un papel importante como factores de riesgo o protección, bien a través de las respuestas psicofisiológicas (aumento del nivel de estrés- depresor del sistema inmune), o bien a través del comportamiento; hábitos o estilos de vida, que promueven el contacto o la evitación de los elementos patógenos. Para la psicología de la salud los resultados corresponden a una multicausalidad. Escribe Allport (1970 p. 420) “la salud es evidentemente una variable amplia que podría ser definida indefinidamente”.
El factor de riesgo es una variable, básicamente permanente, que puede modificar la probabilidad de que haya cambios en otras variables. Dos acepciones en la variable:
1.- Riesgo relativo: tasa de incidencia o prevalencia de una enfermedad.
2.- Riesgo absoluto, posibilidades medidas que tiene una persona de desarrollar un trastorno específico.
En cuanto a la conducta hay también dos tipos de comportamiento que inciden sobre la variable:
1.-Conductas de riesgo o patógenos conductuales, comportamientos que aumentan la probabilidad de enfermedad.
2.- Conductas de salud o inmunógenos conductuales, comportamientos que disminuyen el riesgo de enfermedad prematura.
Otro cambio significativo a nivel de salud, y en consecuencia a nivel conductual, y que afecta directamente sobre las variables de personalidad, es el cambio psicopatológico, que puede ser producido tanto por traumatismos físicos como psicológicos. Este cambio se puede producir gradualmente (procesos degenerativos y adicciones), o puede ser repentino por traumatismos o sucesos vitales estresantes.
Esto puede provocar un cambio en los procesos y características de la personalidad, pudiendo provocar alteraciones cognitivas y emocionales, y un cambio a nivel relacional. En definitiva, los modelos teóricos de la personalidad y la psicometría contemplan en general, y deben contemplar la inconsistencia y falta de fiabilidad, no como errores de medida, sino como elementos constitutivos de la personalidad humana.

Melchor Alzueta S.
Pamplona 2016

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