A través de la lectura del libro en el que he basado el trabajo he podido marcar una ruta de vuelta a casa con pasos firmes, que se anclen en el suelo y sin retorno. El libro se llama Ser Mujer; Un viaje heroico y la autora es Mureen Murdock El trabajo es un resumen de la obra de la autora haciendo una copia casi literal de sus palabras por lo que no existe bibliografía más que el título del libro y su autora.
1.- Ser Mujer; Un viaje Heroico
Las mujeres vivimos una búsqueda hoy día en nuestra cultura. Es la búsqueda del abrazo a nuestra naturaleza femenina, de aprender a valorarnos como mujeres y a curar la herida de lo femenino. Es un viaje interior importante, cuyo punto de llegada es vivirnos como un ser humano totalmente integrado equilibrado y completo.
Tenemos una primera brecha madre/hija donde se encuentra la primera profunda herida femenina. El viaje de vuelta pasa por una redefinición y reconocimiento de los valores femeninos y su integración con las habilidades masculinas aprendidas en la primera mitad del viaje.
Muchas mujeres nos hemos identificado con nuestros padres, rechazando a nuestra madre y viviendo una vida a través de los valores masculinos. Con el tiempo hemos empezado a sentir un vacío que, cuando lo reconocemos, nos hace conectar con la “llamada” de lo femenino pues no sentimos nuestra identidad como propia.
Comenzamos rechazando lo femenino porque muchas veces lo definimos como algo pasivo. Las mujeres han sido caracterizadas frecuentemente por nuestra cultura como seres descentrados, volubles y demasiado emotivos para ser eficaces. Es por esto por lo que algunas mujeres elegimos modelos mentores masculinos o mujeres de identificación masculina que validen su intelecto, su sentido de propósito en la vida y su ambición y generan una sensación de seguridad, dirección y éxito.
“nuestra heroína se viste su armadura, coge su espada, elige su corcel más veloz y se lanza a la batalla. Logra su trofeo: un título superior; un ascenso, dinero, autoridad. Los hombres sonríen, le dan la mano y la bienvenida al club”
Vale, ya he llegado a conseguir el éxito. ¿Y ahora qué?
Una vez alcanzado el “éxito” no podemos parar de mirar alrededor para ver dónde está el siguiente obstáculo a saltar, el siguiente ascenso, llenando cada momento libre con cosas que hacer. No sabemos parar o decir que no y nos sentimos culpables en defraudar a alguien que nos necesite. A la par empezamos a preguntarnos el ¿para qué? de todo esto. Llega la sensación de vacío de soledad y desolación. También de haber sido traicionada y de sentir una gran pérdida.
Entonces empezamos a darnos cuenta de que lo que podemos haber perdido en este camino es una relación profunda con nuestra naturaleza femenina. Tal vez, la pérdida que sentimos es la de la sabiduría de nuestro cuerpo, la sensación de falta de tiempo para dedicar a nuestra familia o a nuestros proyectos creativos, o la pérdida de amistades profundas con otras mujeres y la ausencia de nuestra propia “niña”
El camino asusta, pero donde hay miedo hay poder. Si aprendemos a sentir nuestro miedo sin dejar que nos detenga, el miedo se convierte en aliado, en una señal que nos dice que algo que hemos encontrado puede ser transformado. Ha comenzado el proceso de iniciación, de aprender el arte de escucharse profundamente a sí misma de nuevo: de SER en lugar de HACER.
En este momento comienza un camino que nos lleva a querer pasar más tiempo en la naturaleza, nutriéndonos de la tierra y una mayor consciencia de los cambios estacionales y de los ritmos de la luna. La época de menstruación se convierte en una ocasión importante para honrar nuestra feminidad, la sangre, la depuración y limpieza del cuerpo y del alma.
El descenso
No puede ser apresurado porque es un viaje sagrado, no sólo para reivindicar las partes perdidas de una misma, sino también para redescubrir el alma perdida de la cultura.
“este territorio no está cartografiado. Es oscuro, húmedo, sangriento y solitario. No veo aliados, ni alivio, ni señal de una salida. Siento como si me hubieran abierto por la mitad en carne viva. Busco las partes desmembradas de mí misma, algo que pueda reconocer, pero solo hay fragmentos y no sé reunificarlos. Esto no se parece a ninguna batalla que haya librado antes. No es la conquista del otro; es encontrarme cara a cara conmigo misma. Camino desnuda buscando a la Madre. Buscando reclamar las partes de mí misma que no han visto la luz del día. Deben estar aquí en la oscuridad. Esperan a que yo las encuentre porque ya no confían. Las he traicionado ya otras veces. Son mis tesoros pero debo cavar para sacarlos. Este viaje no trata de un hada madrina que me enseña el camino de salida. Cavo, pidiendo paciencia, pidiendo el valor para aguantar la oscuridad, pidiendo la perseverancia para no subir a la luz prematuramente, cortando en seco mi encuentro con la Madre” (Relato del descenso de la autora)
Tras el periodo de descenso, empezamos poco a poco a curar la ruptura madre/hija, la herida que resulto del rechazo inicial de lo femenino. De hecho, la curación se da dentro de la misma mujer, a medida que empieza a nutrir su cuerpo y su alma y a reclamar sus sentimientos, su intuición, su sexualidad, su creatividad y su sentido del humor.
Parte de la energía que se ha dirigido hacia fuera se dirige lentamente hacia dentro para dar a luz proyectos creativos, para descubrir de nuevo el cuerpo y disfrutar de la compañía de otras mujeres. Esta etapa implica decisiones claras y sacrificios que para el punto de vista “patriarcal” podrían parecer “tirar la toalla”.
En este inicio de siglo y final del anterior, parte de la vocación de las mujeres es reavivar una espiritualidad creativa que no tema a la extraña belleza del mundo submarino del subconsciente, y ayudar a los hombres a salir del estrecho mundo de los hechos demostrables y limitados en el que la sociedad les ha encarcelado.
2.- Alejamiento de lo femenino
Desde la revolución industrial las madres han sido glorificadas o culpadas por lo que sus hijos llegan a ser. Se considera a la madre la causa principal del desarrollo positivo o negativo de sus hijos sin ofrecerle a cambio ninguna recompensa. La madre es simplemente un blanco perfecto para dirigir la culpa de toda la confusión y la escasa autoestima que experimentan muchas hijas en una cultura que glorifica lo masculino.
Empieza el viaje: La separación con la madre
“Un dato curioso que explica cuan complejo se vuelve este momento de separación con la madre es cómo la mayor parte de literatura sobre mujeres y en los cuentos de hadas, la madre está ausente, muerta o aparece como un ser malvado”.
Este momento es especialmente intenso para la hija ya que tiene que separarse de alguien igual a ella. Experimenta un miedo a la perdida, caracterizado por la ansiedad de sentirse sola, separada y diferente del progenitor del mismo sexo que ha sido su primera relación.
En este momento puede darse el conflicto de querer una vida más libre que la que ha vivido la madre y al mismo tiempo querer su amor y su aprobación dado el mito de inferioridad femenina de nuestra cultura. La separación geográfica puede ser el único comienzo.
Para que se pueda dar esta separación podemos generar una imagen de nuestra madre como vengativa, posesiva y devoradora, encasillándola en este arquetipo para poder rechazarla y sobrevivir. Según Jung, esta madre interiorizada comienza a funcionar dentro como una sombra, y al no poder aceptarla en nosotros la proyectamos hacia los demás. Este arquetipo del que hablamos se vivencia con dos polos. Por un lado, la Gran Madre, que es la que encarna el alimento, el apoyo y la protección sin límites, y la Madre Terrible, que representa la asfixia, el estancamiento y la muerte.
Una joven busca en su madre las claves de lo que significa ser mujer y si esta no puede dárselas, la hija se siente humillada por ser mujer. Muchas hijas sienten rabia contra sus madres por haber aceptado con facilidad y de manera pasiva “las cosas como son” hasta que hacen consciente esta reacción inconsciente, continúan funcionando en reacción a sus madres.
Rehúye el arquetipo de la madre-mártir que ha sacrificado su propia vida al servicio de su esposo y sus hijos. Puede que la amargura de la madre, causada por sus propios sueños rotos, estalle en cóleras súbitas o se manifieste en un comportamiento pasivo-agresivo frente a la hija que ha tenido más oportunidades. Esta diosa esta encarnada por la diosa Kali, madre del nacimiento y de la muerte. Lo femenino representado de mil formas diferentes.
Cuando la rabia de Kali no es expresada o canalizada de manera creativa, se convierte en el estancamiento oscuro y devorador de una vida no vivida.
Muchas mujeres sienten un fuerte deseo de librarse de sus madres, pero al mismo tiempo, sienten una inmensa culpabilidad por superarla.
Muchas hijas se distancian de sus madres a causa de la incapacidad de éstas de aceptar sus éxitos y su proceso de individuación. Puede ser que la madre no quiera reconocer las cualidades de su hija ni oír hablar de planes de futuro, porque esto le revela sus propias limitaciones. Es como un mensaje contradictorio de “ten éxito, pero no mucho”
El rechazo del cuerpo femenino
El rechazo de lo femenino ocurre en ambas direcciones, de la hija a la madre y de la madre a la hija. Cuando una niña entra en la pubertad y descubre su sexualidad, la madre puede rechazar o despreciar su cuerpo físico. Puede que sienta envidia de la juventud y del atractivo de la hija, activando sentimientos de vergüenza y de competitividad en la joven. Se experimenta entonces la dicotomía tradicional virgen/ramera.
Antes de desagradar a sus padres, puede que la hija se cierre a su sexualidad emergente hasta que salga del hogar por lo que tanto el padre como la madre tienen un dominio sobre su cuerpo. Sospecho que este es el principio del rechazo de la mujer a su propia sabiduría corporal instintiva. La mayor parte de los cuerpos femeninos saben cuándo algo en sus vidas “no marcha bien”. Pero cuando las mujeres comienzan a ignorar sus cuerpos, empiezan a minusvalorar su intuición en favor de sus mentes.
Cuando una adolescente se da cuenta de que sus padres están incómodos con los signos externos de su sexualidad emergente, puede que rechace su cuerpo en proceso de cambio. Tal vez recurra a la comida para impedir que surjan sentimientos de inadecuación, o al alcohol, a las drogas o al sexo para aliviar el dolor y la confusión por sentirse inaceptable. A medida que aumenta al corte entre su cuerpo y su espíritu, pierde la capacidad para reconocer los límites de su cuerpo contrayendo enfermedades o aumentando sus dolores.
Las mujeres acceden a su espiritualidad a través del movimiento y del despertar del cuerpo, así que una negación del cuerpo inhibe el desarrollo espiritual de la heroína, que ignora su intuición y sus sueños para seguir las actividades más seguras de la mente.
3.- La identificación con lo masculino
El que las mujeres nos encaminemos a ser ambiciosas, tener poder, hacer dinero o tener una buena relación con un hombre proviene de la relación con el padre. Muchas mujeres de éxito tenían padres que estimularon su talento y que las hicieron sentirse desde pequeñas atractivas y queridas. Las mujeres educadas de este modo no sentían que su feminidad fuese puesta en peligro por el desarrollo de su talento.
La relación de una joven con su padre le ayuda a ver el mundo a través de los ojos de este y a verse reflejada por él. En la búsqueda de su aprobación y aceptación, va comprobando sus propias capacidades, inteligencia y autovaloración, en relación con él y con otros hombres. La aprobación y motivación de una niña por parte de su padre la conduce a un desarrollo positivo de su ego. Las mujeres que se han sentido aceptadas por sus padres confían en ser aceptadas por el mundo. También desarrollan una relación positiva con su propia naturaleza masculina ya que tienen una figura masculina interna que les quiere tal como son.
Padres que han enseñado a sus hijas a moverse en el mundo empresarial. Les han enseñado a seguir adelante a pesar de los fracasos y de los sentimientos normales de ansiedad. Les han animado a ser responsables de sus propias vidas, a valerse por sí mismas en lugar de hacerlas dependientes.
Las mujeres que han recibido este tipo de ayuda tienen suficiente confianza en sí mismas para dirigirse hacia cualquier tipo de actividad. Las que no fueron apoyadas ni en sus ideas ni en sus proyectos o fueron convencidas de que carecían de capacidades para realizarlos tal vez se encuentren inestables en sus vidas, esforzándose por conseguir éxito
Puede darse también que las mujeres que se identifican mucho con el padre desprecien a su propia madre. Estas, dan poco valor a sus relaciones emocionales y no sienten simpatía ni compasión por la vulnerabilidad. Si no se toman tiempo para descubrir la fuerza de la madre y reclamar una conexión profunda con el vínculo materno, tal vez nunca llegue a sanar su separación de lo femenino.
La búsqueda del padre
Durante la SEGUNDA FASE DEL VIAJE, una mujer desea identificarse con lo masculino o ser rescatada por lo masculino. Cuando una mujer decide romper con las imágenes establecidas de lo femenino, comienza inevitablemente el viaje tradicional del héroe. Se pone la armadura, monta en su moderno corcel, deja atrás a su amado y parte en pos del tesoro. Afina sus habilidades verbales e intenta encontrar los caminos de éxito.
La mayoría de las mujeres intentan conseguir poder y autoridad haciéndose como hombres o haciéndose querer por ellos. La identificación con las cualidades positivas de ser hombre puede hacer que tengamos éxito en el mundo y también puede ser muy perjudicial si la mujer cree no tener existencia salvo en el espejo de la atención o de la definición por parte del hombre.
Así como hemos dicho que la aprobación y la motivación del padre conducen normalmente a un desarrollo positivo del ego, una inhibición o una intervención negativa por parte del padre o de la figura masculina hiere profundamente el sentido que una mujer tiene de sí misma. Esto puede conducir a la sobrecompensación y al perfeccionismo o a paralizar literalmente su desarrollo.
Cuando un padre está ausente o es indiferente respecto a su hija, muestra tácitamente su desinterés, su decepción y su desaprobación, lo cual puede ser tan dañino para la heroína como los juicios explícitos negativos o la super protección. La inadecuada atención del padre da lugar a lo que Linda Leonard denomina la amazona acorazada.
La coraza les protege positivamente en la medida en que les ayuda a su desarrollo profesional y les capacita para tener voz y voto en los asuntos del mundo. Pero en la medida en que la coraza les separa de sus propios sentimientos y de su parte más suave, estas mujeres tienden a alienarse de su propia creatividad, de su espontaneidad y vitalidad para vivir el presente, y de posibles relaciones positivas con hombres. Nada de lo que ella haga es suficiente; siempre la empuja diciéndole “más, mejor y más rápido”, sin reconocer sus deseos de sentirse amada, satisfecha o simplemente, de descansar.
El aprendizaje de las reglas del juego con papá
El primer hombre con el que la hija coquetea es con su papá, y la manera como éste responde es esencial para el desarrollo sexual de una niña. La ternura, la capacidad de juego y el amor del padre, son factores muy importantes para una sana sexualidad de la hija; en caso contrario su primer objeto de amor seguirá siendo su primer apego que es su madre. Por otra parte, la dominación, la posesividad y la crítica del padre, pueden perjudicar o destruir el desarrollo heterosexual de una niña.
Más dañino aun es el padre que ignora su función de protector de la sexualidad de su hija y, por necesidad de dominación masculina, viola su desarrollo sexual normal a través del incesto. En este caso, la mujer pasará el resto de su vida reclamando su sexualidad y el hecho de que, como mujer, tiene derechos.
Otras niñas aprenden que es mejor no mostrarse demasiado listas con papá, ya que pueden convertirse en un blanco de ridículo, críticas, desaprobación y abuso físico. Aprenden a no mostrarse demasiado decididas con hombres que no mandan mucho en su casa. Olvidan sus ambiciones y se convierten en mujeres que hacen que sus jefes se sientan bien; pero al final, acaban amargadas, se convierten en mujeres pasivas y cínicas respecto a sus propias vidas.
Las niñas que han sufrido durante su infancia la carencia de una atención positiva por parte de sus padres, siguen buscándola en cada relación que entablan
4.- Las pruebas del camino
El mito de la dependencia
Dependencia y necesidad son dos palabras malditas para una mujer ya que frecuentemente se asocian a la mujer a la que no se motiva para ser independiente. De las mujeres socialmente se espera que atiendan las necesidades de dependencia de los demás aprendiendo a anticiparse a ellas y cuando una mujer descubre que una necesidad personal no está siendo tomada en cuenta piensa que algo no funciona en ella. Puede hasta sentir vergüenza por tener esta necesidad y de alguna manera empieza a suponer que ella no tiene derecho a nada.
Algunas mujeres actúan de forma dependiente para reforzar el ego del otro. Esta actitud de que “el otro” tiene preferencia a menudo es interiorizada por la mujer como una promesa tácita aún cuando la otra persona no lo quiera. Esto se aprende de la observación de la niña de la dinámica familiar
El mito de la inferioridad
En una sociedad que denigra las cualidades femeninas, es poco probable que la mujer se valore a sí misma como mujer. Ella se ve a sí misma y también es vista como carente, así que actúa externamente conforme al mito de la inferioridad. Genera un pensamiento de carencia “si hiciera un poco más… si lo intentara con más insistencia… si fuera buena chica…” entonces estaría bien.
Interioriza un sentimiento de disgusto consigo misma y su propia voz empieza a parecerse a la de su madre y a la de su padre. Esta crítica interna puede personalizarse en la figura del Ogro Tirano o de la Bruja Malvada que tendrán que ser eliminados. Dado que las mujeres han sido enseñadas a expresar la rabia contra sí mismas, las madres serán el primer blanco de su desprecio.
Asesinar al ogro tirano
Para destruir el mito de la inferioridad, una mujer necesita llevar consigo la espada de su propia verdad y afilarla en la piedra del discernimiento. Dado que los mitos del patriarcado han oscurecido gran parte de la verdad de las mujeres estas tendrán que desarrollar nuevas formas, estilos y lenguajes, para expresar su conocimiento. Una mujer ha de encontrar su propia voz. Reforzar su capacidad de comunicación ayuda a la heroína a poder tratar con muchos tipos diferentes de personas; y tener el valor de manifestar su visión inspira a otras mujeres a confiar en sus propias palabras y en la imagen que tienen de sí mismas. Cada mujer que disipa el mito de la inferioridad femenina se convierte en un modelo para las demás.
El mito del amor romántico
Este mito proclama que una mujer busca al padre/ amante/salvador que le resuelva todos los problemas. Así es presa de falsas nociones de realización tales como “si encuentro al hombre adecuado seré feliz” cuyo mensaje subyacente es “no tendré que averiguar lo que yo quiero hacer, pues puedo vivir su vida. Los hombres cumplen la expectativa social de tomar a su cargo a la mujer y de evitarle tener que abrirse su propio camino.
Este origen de este mito puede provenir ya que las mujeres son educadas para esperar. En la mayoría de los cuentos de hadas, la heroína es sacada de su estado de espera, de su estado de inconsciencia y, de manera instantánea y radical, es transformada en algo mejor. El catalizador de este cambio mágico es normalmente un hombre.
Sin embargo, lo cierto es que cuando ocurre realmente una transformación en la heroína, generalmente no es el resultado de un rescate externo, sino de un intenso desarrollo interno que dura un largo periodo de tiempo. La heroína habrá de tener el valor de desmitificar a su compañero y de tomar la responsabilidad de su propia vida. Tendrá que tomar decisiones difíciles y ganar su propia autonomía.
Cuando una mujer se libera de la creencia de que su realización depende de un hombre, puede encontrar un compañero que sea igual, y disfrutar de un verdadero amor romántico.
5.- La dicha ilusoria del éxito
La mística de la super mujer
El culto de la super mujer de los años ochenta prometió a las jóvenes que podrían “tenerlo todo”: carreras lucrativas y de realización personal, estables matrimonios amorosos en plano de igualdad y una maternidad satisfactoria en reacción a la mística femenina que habían vivido sus madres en los años cincuenta. Estas últimas compensaron el poder que no pudieron tener en el mundo externo de los hombres, con el poder que ejercieron en las familias. Tenían expectativas desmesuradas sobre maridos e hijos, esperaban de sus familias lo que no habían podido conseguir de sí mismas. Al no poder expresar la soledad y el abandono solo les quedó expresar su rabia mientras enviaban mensajes muy confusos para sus hijas “No te cases ni tengas hijos”, “no hagas lo que hice yo”, “vive tu propia vida”. La desvaloración y el odio de la madre por sí mismas convencieron a las hijas de no parecerse a ellas. En lugar de eso serían perfectas cayendo en la trampa de la super mujer.
Tristemente en este esfuerzo por no parecerse a sus madres muchas de estas mujeres llegaron a parecer hombres. Midieron su autoestima, su propia definición y valía en comparación con los patrones masculinos de productividad. Al principio sus éxitos eran estimulantes, pero cuanto más triunfaban, más se les exigía en tiempo y energía. Los valores femeninos como las relaciones y el cuidado de los demás, pasaron a un segundo lugar en el logro de sus objetivos. Muchas mujeres entonces empezaron a sentir que nunca llegarían a ser “completas”. Existe un enorme anhelo por lo que se siente como “algo perdido” pero no se sabe exactamente qué es y por ello alivian el dolor con más actividad. En el fondo lo que quieren es una relación con lo femenino; poder relajarse, ser cuidadas y aceptadas por lo que son y no por lo que han hecho
La gran simuladora
Nuestra heroína ha aprendido a actuar con eficacia, asi que cuando siente una sensación de incomodidad, se lanza al siguiente desafío. Aplaca su sentimiento de vacio mimando su ego con nuevos actos de heroísmo que enmascaran el dolor profundo de no sentirse suficiente. Después de un tiempo se da cuenta que ha conseguido todo lo que quería, pero a cambio de un enorme sacrificio para su alma, pues ha cortado la relación con su propio mundo interno.
La reacción de la heroína a la dependencia total que su madre tenía de su marido e hijos para su propia realización personal le hace proponerse ser más independiente y autosuficiente que cualquier hombre. No dependerá de nadie y actuará hasta estar extenuada. Olvida cómo decir no, será todo para todo el mundo, ignorando su propia necesidad de ser cuidada y querida. Ha llegado a perder el control, y su relación con su parte masculina interna se ha distorsionado haciéndose tiránica y no permitiéndose nunca descansar. Se siente oprimida pero no comprende el origen de su estado de víctima.
Una mujer no logra integrar la tiranía de su padre hasta que no reconoce que todo lo que ha conseguido se ha basado en agradar al padre interiorizado.
Jung dice que el proceso creativo en una mujer nunca podrá llegar a madurar si esta es presa de un inconsciente de imitación del hombre. Define lo masculino como la capacidad de conocer los propios objetivos y de hacer lo necesario para alcanzarlos. Si este aspecto masculino interno permanece inconsciente en una mujer, la convencerá de que ella no tiene la necesidad de explorar sus motivaciones ocultas, y la presionará para que persiga ciegamente sus objetivos conscientes; esto la liberará por supuesto de la dura y simple tarea de descubrir su verdadero punto de vista individual.
El mito de no ser nunca suficiente
Cuando el inconsciente masculino toma el poder, puede que una mujer sienta que nunca es suficiente. Le urge pensar en el futuro en vez de valorar lo que está haciendo en el presente. Una de las razones de la insatisfacción es que las mujeres están sometidas a demasiadas exigencias de tiempo y de energía, especialmente si tienen hijos pequeños y no les gusta reconocer que tienen limitaciones por lo que se les hace difícil negarse a algo. También que no les gusta decepcionar a lo demás y por eso muchas veces dan su asentimiento sin pensar en ellas mismas.
Cuando una mujer puede encontrar la valentía de saberse limitada y de darse cuenta de que es suficiente ser tal como es, descubre uno de los verdaderos tesoros del viaje de la heroína; puede desligarse de los caprichos del ego y alcanzar las fuerzas más profundas que se hallan en el origen de su vida. Puede decirse “no soy todo y soy suficiente”. Entonces se vuelve real, abierta, vulnerable y receptiva a un verdadero despertar espiritual.
Decir no
A las mujeres les cuesta decir que no porque es tan agradable resultar elegida, especialmente por el rey. Nos gusta complacer a papá, a nuestro jefe, a nuestro compañero, a nuestro amante. No queremos defraudar a los demás e invertimos gran parte de nuestra autoestima en hacer felices a otros. La niña pequeña que llevamos dentro no quiere que la excluyan o la dejen atrás.
¿Qué ocurre cuando decimos que no al patriarcado? Pues que tenemos el tiempo necesario para crear en nosotras la posibilidad de desarrollar una relación nueva con lo masculino, con esa figura masculina creativa que nos lleva a la Gran Madre donde podemos sanar la fisura de nuestra propia naturaleza femenina.
6.- la iniciación y el descenso a la diosa
La iniciación de la mujer
El descenso está caracterizado como un viaje al mundo subterráneo, la noche oscura del alma, el vientre de la ballena, el encuentro con la diosa oscura, o simplemente como depresión. Suele comenzar cuando se extingue en ellas un papel determinado como el de hija, madre, esposa o amante. Este viaje al mundo subterráneo está lleno de confusión y pena, alienación y desilusión, rabia y desesperación. Una mujer puede sentirse desnuda y expuesta, seca y quebradiza o en carne viva y vuelta del revés. La heroína debe enfrentarse a verdades sobre ella misma y sobre su mundo que prefiere no ver y cada vez se limpia y depura más en las llamas de la transformación.
En el mundo subterráneo no hay sensación de tiempo, el tiempo es eterno y no se puede acelerar la estancia. No hay mañana ni día ni noche. Está densamente oscuro e inhóspito. Esta negritud penetrante es húmeda, fría y hiela hasta los huesos. No hay respuestas fáciles ni atajos de salida. Impera el silencio cuando cesa el llanto. Una va desnuda, andando sobre los huesos de los muertos.
Para el mundo exterior, una mujer que ha iniciado su descenso está preocupada, triste e inaccesible. Sus lágrimas a menudo no tienen nombre pero están siempre presentes aunque no llore. No puede ser consolada, se siente abandonada. Olvida cosas, no quiere ver a amigos. Se hace un ovillo en el sofá o se niega a salir de su habitación. Escarba en la tierra o anda por el bosque. El barro y los árboles se hacen sus compañeros. Entra en una etapa de aislamiento voluntario, y sus familiares y amigos juzgan que ha perdido la cabeza. Las mujeres encuentran el camino de vuelta hacia sí mismas, no como los hombres, ascendiendo hacia la luz para salir por arriba, sino avanzando hacia las profundidades de la tierra de su ser.
Para realizar este viaje la mujer aparta de sí su fascinación con su intelecto y los juegos de la mente cultural y se familiariza quizás por primera vez con su cuerpo, sus emociones, su sexualidad, su intuición, sus imágenes, sus valores y su mente en este viaje sagrado.
El descenso es una compulsión; todos tratamos de evitarlo pero en algún momento de nuestras vidas viajamos a nuestras profundidades a encontrarnos con nuestra “diosa oscura”. Esta diosa de las profundidades como la mayoría de las mujeres, sólo es temible cuando su energía está aprisionada, contenida y privada de expresión. Cuando puede moverse libremente, todas las criaturas de la tierra y del mar acuden a ella. En su presencia nos renovamos y refrescamos. Las mujeres, y también los hombres, deben recordar cómo encontrarla.
Es muy importante en este proceso aceptar el dolor como es y estar con él para poder salir de él. Esto también facilita que el proceso se tome el tiempo que necesita y no pasar a la acción apresuradamente para poder facilitar una curación profunda. Si abortamos nuestro proceso nunca nos permitiremos llegar hasta el final. Las mujeres y los hombres necesitan apoyarse unos en otros para hacer honor al ciclo femenino, que, como los ciclos de la vida en la naturaleza es de muerte y decadencia, gestación y renacimiento. Al experimentar el ciclo completo de la naturaleza femenina se adquiere la sabiduría de los ciclos de cambio, aceptando el lado oscuro, instintivo, que nos ayuda a encontrar sentido al sufrimiento y a la muerte, al mismo tiempo que al lado alegre y ligero, que reafirma nuestra fuerza, nuestro valor y nuestra vida.
7.- El urgente anhelo de reconectar con lo femenino
Cuando una mujer ha realizado el descenso y ha roto su identidad como hija
espiritual del patriarcado hay un anhelo urgente por reconectar con lo femenino. Hay un deseo de desarrollar aquellas partes de sí misma que se han enterrado durante su viaje heroico: su cuerpo, sus emociones, su espíritu y su sabiduría creativa
La ruptura cuerpo/espíritu
Cuando la humanidad olvido la santidad de la tierra y empezó a adorar a sus dioses en las iglesias y catedrales en lugar de hacerlo en las grutas y en los montes, perdió la sagrada relación “yo/tu” con la naturaleza. Olvidamos que nosotros éramos sus hijos, interconectados con todas las especies. Perdimos el sentido de lo sagrado encarnado en todos los seres vivos, árboles, rocas, mares, animales de cuatro patas, pájaros, niños, hombres y mujeres. Con este desprecio por la santidad de la naturaleza, vino la negación de la santidad del cuerpo.
Se ha empujado al cuerpo más allá de sus límites de fuerza y resistencia y se le ha obligado a conformarse con las expectativas culturales del tamaño, forma y belleza para servir a la avaricia humana. La denigración del cuerpo femenino ha sido expresada en tabúes culturales y religiosos sobre la menstruación, el parto y la menopausia. También se refleja en las estadísticas cada vez más numerosas sobre violaciones, incesto y pornografía. Lo sagrado del cuerpo femenino, el reconocimiento de lo sagrado en la materia, se perdió cuando la gente empezó a adorar a los dioses masculinos. La reverencia y la fertilidad que en un tiempo se concedía a la mujer que menstruaba, quedó enterrada junto con la Diosa.
En su ausencia, algunas mujeres olvidaron la profunda sabiduría del cuerpo femenino y los misterios de la sexualidad femenina. Las mujeres saben con sus cuerpos.
La sexualidad femenina
La mayoría de las mujeres han perdido esa sensación de poder conectada con su sexualidad. Por el contrario el hombre ha rebajado a la mujer llamándola tentadora, malvada, seductora y devoradora. El poder original de la energía sexual pura y procreadora de la Diosa se ha visto como una amenaza enorme a la autoridad masculina. Durante siglos, las antiguas figuras de la diosa que glorificaban los genitales femeninos han sido desfiguradas por las tribus conquistadoras y por los sacerdotes cristianos.
La Sheela-na-gig, que simboliza en la cultura celta el aspecto de la madre devoradora de la diosa, estaba tallada en piedra en templos y castillos por toda Irlanda y Gran Bretaña. Tenía enormes genitales que sujetaba con las manos y las piernas dobladas, ofreciendo una fantasía de licencia sexual ilimitada y recordándonos, al mismo tiempo, y de manera cómica, nuestros orígenes.
Viendo esta destrucción activa de los símbolos de la fertilidad femenina, no es sorprendente que algunas mujeres actualmente sientan vergüenza de sus genitales y desarrollen enfermedades sexuales. También que vean tantos defectos en su cuerpo y se consideren sucias en lugar de alegrarse de la capacidad de dar a luz y nutrir a sus hijos. Hacen comentarios burlones sobre la menstruación, porque nunca se les ha dicho que tener el periodo o “estar en las nubes”, como lo llaman los indios norteamericanos, es un tiempo de purificación, de intuición y visión; un tiempo que tiene un enorme poder y que debe ser reclamado y respetado.
A muchas mujeres les cuesta tanto vivir dentro de un cuerpo femenino, que abusan de él con comida, alcohol, exceso de trabajo o de ejercicio para exorcizar el malestar de ser mujer. Si una hija se identifica con los hombres para agradar a su padre, pone el énfasis en el desarrollo de su mente y de su intelecto y rechaza su cuerpo femenino. Olvida como escuchar sus deseos y necesidades. El cuerpo es inteligente: sabe cuándo tiene hambre y cuando tiene sed, cuando quiere hacer ejercicio y cuando no. Muchas de nosotras sin embargo hemos sido enseñadas a ignorar y pasar por alto la comunicación con nuestros cuerpos.
El cuerpo de la mujer es de dominio público, como se puede ver hoy en día a propósito del furor sobre el aborto. Todo el mundo tiene su opinión sobre lo que la mujer debe o no debe hacer con su cuerpo.
Durante años se les ha dicho a las mujeres que no podían funcionar tan bien como los hombres en el mundo de la empresa debido a la menstruación y al parto. También y a pesar de los avances conseguidos se sigue penalizando a las mujeres por cogerse excedencias para tener hijos o cuidarlos mientras son bebes en sueldos y ascensos.
Por otro lado, si la madre de una mujer no se identificaba con su cuerpo como mujer, o si hacía comentarios denigrantes sobre su sexualidad o la de otras mujeres es muy probable que haya sido incapaz de apreciar y amar el cuerpo femenino de su hija, por ello muchas niñas temen su sexualidad y odian sus cuerpos y poco a poco se van divorciando de sus instintos. La causa más obvia de este divorcio es el incesto, la violación o el abuso físico donde la experiencia queda almacenada en el cuerpo. O convierten la agresión en una experiencia de profunda comprensión de como el dolor y la confusión quedan atrapadas en el cuerpo y pueden liberarse, o le ponen una armadura a su pobre cuerpo herido anestesiándose a sus propios instintos e intuición.
Cuando un sentimiento auténtico se cercena de los instintos, el verdadero
conflicto permanece o bien en el inconsciente o somatizado. Así la ira, el miedo e incluso la alegría se relegan a la musculatura del cuerpo, quedando crónicamente encerradas e inaccesibles para vivir el día a día.
Cuando una mujer vuelve de su descenso, recupera su cuerpo, y en este acto de reclamar, recupera no solo su forma física personal, sino que encarna lo sagrado de la parte femenina en todos nosotros. Ella empieza a hacer conscientes sus necesidades, empieza a poner conciencia a su alimentación, ejercicio, baños, descanso, salud, amor, dar a luz y morir.
La sordina del corazón
Cuando a una niña se le repite continuamente que es está excediendo, llega a la conclusión de que sus sentimientos son peligrosos. Se cuenta enseguida de que la tristeza, la desilusión, la ira y hasta el entusiasmo, no son aceptables para los padres y los profesores así que mejor no sentir nada. El tema es, que los sentimientos a los que no se hace caso no desaparecen, se esconden y nos atan al pasado. Nos divorciamos de nuestros sentimientos porque no queremos sentir la pena que produce la falta de amor. No queremos oír la furia de su llanto y la exigencia inexpresada de la niña pequeña que llevamos dentro que pregunta ¿Cómo me has podido abandonar? Es muy probable que esta tristeza nos duela en todo el cuerpo. Es uno de los mayores desafíos del viaje el experimentar la profunda tristeza que siente una mujer por haberse separado de su parte femenina. Cuando estamos en este estado necesitamos el apoyo de lo femenino positivo.
La intensidad de la tristeza varía según el grado en que la mujer se siente ignorada y desconocida para sí misma y dependiendo de cuanto tiene que hacer para reclamar sus tesoros perdidos. La tristeza yace en lo hondo del corazón de cada ser. Desnúdalo de todos los demás sentimientos e inevitablemente te encontrarás con la tristeza, lista para brotar. No hace falta agarrarse a ella, liberar la tristeza es una disciplina como la respiración consciente. Inspira, siéntela; expira, libérala. Inspira, y una lágrima corre por tu rostro; expira y sientes gratitud por su calor. Inspira y sonríe. Se buena contigo misma y da pasitos pequeños.
Lo femenino como creador
La mujer que se ha sentido desgajada de su naturaleza femenina, puede empezar lentamente a reclamar la persona que ella es a medida que siente el aflujo de la creatividad. La confianza en el misterio de la manifestación es una de las enseñanzas más profundas del viaje femenino.
Mientras la creatividad masculina tiende a avanzar siempre hacia delante, la creatividad femenina tiende a girar sobre sí misma, no de forma circular sino en espiral. Es esta cualidad de lo femenino la que permite que las cosas sucedan dentro de su ciclo natural. La gente que trabaja a niveles profundos del inconsciente sabe que hay fases tanto de quietud como de renovación, y que ambas deben ser respetadas, protegidas y concedidas el tiempo necesario. No se puede forzar el nacimiento.
El refinamiento del vaso
Se habla del aspecto “intro-vertido” de lo femenino con la imagen de un vaso y Joan Sutherland habla de refinar el vaso que es nuestra vida. “La meditación y esa clase de trabajo solitario refinan el vaso desde dentro y el ritual comunal, el unirse y el celebrar con otras mujeres lo refinan desde fuera. Tenemos que seguir trabajando en ese vaso porque la cualidad de ese vaso determina lo que pasa dentro de él, la naturaleza de la transformación que puede darse. Tenemos que prestar atención a ese proceso de refinamiento de forma que el vaso pueda aceptar lo que se le da. El refinamiento ocurre tanto dentro como fuera, hasta que se convierte en un vaso transparente, hasta que las paredes se encuentran. Y es sencillo, no es complicado, pero exige un auténtico compromiso”
Ser y dejar de hacer, exige aceptarse, quedarse con uno mismo y no hacer para auto justificarse. Es una disciplina que no recibe aplauso del mundo exterior, pero su sencillo mensaje encierra sabiduría: si puedo aceptarme como soy y si estoy en armonía con lo que me rodea, no necesito producir, promocionar o contaminar para ser feliz. Y ser no es pasivo, requiere una atención concentrada.
Si reciben el apoyo y el respeto que necesitan, las mujeres dan a luz a la sabiduría. Y nuestro planeta necesita una sabiduría de “ser consciente” para llegar a una relación correcta con todas las especies vivientes. Este es el motivo de que sea tan importante redefinir los conceptos de héroe y heroína en nuestras vidas. La aventura heroica no consiste en lograr el poder sobre el otro; es una búsqueda del equilibrio en nuestra vida, a través del matrimonio de los aspectos femenino y masculino de nuestra naturaleza. La heroína de nuestro tiempo tiene que atreverse a reivindicar su naturaleza femenina, su poder personal, su capacidad de sentir, sanar, crear y cambiar las estructuras sociales y dar forma a su futuro. Nos trae sabiduría sobre la interconexión de todas las especies; nos enseña a vivir juntos en este vaso global y nos ayuda a reivindicar lo femenino en nuestras vidas.
8.- Curar la ruptura madre/hija
La siguiente etapa del viaje de la heroína habla de curar lo que yo llamo la ruptura madre/hija, la ruptura con la propia naturaleza femenina y es la parte del viaje más difícil.
Tanto si nuestra madre personal era nutridora o fría, si nos daba confianza en nosotros mismos o nos manipulaba, si estaba presente o ausente, nuestra relación interna con ella queda integrada en nuestra psique como “complejo de madre”. James Hillman habla de cómo este complejo está en la base de nuestros sentimientos más permanentes e indisolubles sobre nosotros mismos.
Lo que nos es importante reconocer es que el complejo de madre no es mi madre, es mi complejo. Es la forma en la que mi psique ha asumido a mi madre. Si lo ha hecho de una forma negativa o destructiva, nos divorciamos de nuestra naturaleza femenina positiva y debemos trabajar mucho para recuperarla.
También, hemos podido experimentar una sensación de abandono tanto si la separación con la madre ha sido demasiado temprano como si nos ha faltado su presencia emocional o espiritual lo que desencadenará que la mujer busque a su madre el resto de su vida pidiendo a otros atención y aprobación.
En palabras de la autora… “encuentro difícil aceptar y querer a la mujer loca que hay dentro de mi madre, porque entonces tendré que enfrentarme a la loca que yo misma llevo dentro. Si acepto a mi madre como es, tengo que aceptar el hecho de que no puedo hacerla quererme como yo quiero ser amada. Nunca tendré una mamá que me quiera abiertamente: tendré una madre, pero no una mamá. Tengo que aceptar a mi madre como es. No puedo aferrarme al dolor de haber sentido la falta de mi madre de pequeña; me impide ser todo lo que soy” “deja de guardar rencor por lo que te faltó, por lo que no recibiste de tu madre. No son más que excusas, perdona a tu madre. Usa la vista del águila para ver más allá de su pérdida personal o si no tus sentimientos se verán distorsionados. No seas un ratón que no ve más allá de su nariz”
La curación en la naturaleza
Las mujeres se están uniendo una vez más para celebrar las estaciones y para honrar su conexión con las fases de la luna. Las madres han empezado a crear ritos de primera menstruación con sus hijas adolescentes y a celebrar su propia menopausia de forma ritual. A través de las aventuras, las mujeres encuentran el valor para superar sus temores personales sintiéndose apoyadas por una comunidad de mujeres de todas las edades. Cantan, bailan, ayunan juntas y escuchan solas en silencio las historias de la hermana serpiente, del hermano halcón y de la hermana luna. Piden al cielo una visión de su verdadero camino. Las mujeres están compartiendo sus sueños de un futuro que incorpora los valores del corazón, un lenguaje inclusivo e imágenes que celebran la vida.
9.- La curacion del masculino herido
Lo masculino es una fuerza arquetípica, no un género, al igual que lo femenino es una fuerza creadora que mora en cada hombre y mujer. Cuando se desequilibra y pierde su relación con la vida se hace combativo, crítico y destructivo. Este masculino arquetípico puede ser frío e inhumano; no tiene en cuanta nuestras limitaciones humanas. Su machismo nos dice que sigamos adelante a cualquier precio. Exige perfección, control, dominación; nada jamás es suficiente. Nuestra naturaleza masculina está herida. Cada vez que negamos nuestros sentimientos, nuestro cuerpo, nuestros sueños y nuestra intuición servimos a este tirano interno.
La única forma en que la mujer puede remediar este desequilibrio en su interior es llevando la luz de la conciencia a la oscuridad. Debe estar dispuesta a enfrentarse y poner nombre a su sombra de tirano y liberarse de ella. Esto exige un sacrificio consciente de los enganches inconscientes al poder del ego, a los beneficios económicos y a una forma de vida hipnótica y pasiva. Exige valor, compasión, humildad y tiempo.
El reto para la mujer heroica no es el de la conquista, sino el de la aceptación, la aceptación de sus partes innombrables y no queridas, que se han vuelto tiranas por haberlas ignorado. No podemos ir por la vida a ciegas. Tenemos que examinar todas las partes conflictivas de nosotros mismos.
Es tarea de la mujer heroica iluminar el mundo por medio de su amor, empezando por ella misma
Para ello necesita lo masculino: “el inconsciente no puede llevar a cabo el proceso de individuación por sí mismo; depende de la colaboración de la conciencia. Esto requiere un ego fuerte” y para que este sane, necesita tener una relación con su masculino positivo, para que este la sostenga con compasión y fortaleza y así poder reclamar su profunda sabiduría femenina. Es a través de este matrimonio sagrado, ego y ser, como la mujer recuerda su verdadera naturaleza.
10.- Alcanzar la totalidad
La heroína de este tiempo debe usar la espada del discernimiento para cortar las ataduras del ego que la atan al pasado y descubrir lo que sirve a la meta de su alma. Debe liberarse de los resentimientos hacia su madre, debe apartar de sí la culpabilización y la idealización del padre y hallar el valor de enfrentarse con su propia oscuridad. Su sombra es suya para darle nombre y abrazarla. La mujer ilumina estos espacios interiores oscuros, sombríos, a través de la práctica de la meditación, el arte, la poesía, el ritual, el juego, la relación y de cavar en la tierra
La tarea de la heroína de hoy, es extraer el oro y la plata de la mina de sí misma. Debe desarrollar una relación positiva con su hombre interior positivo, de corazón, y hallar la voz de su mujer sabia para sanar su alejamiento de lo femenino sagrado. Al honrar su cuerpo, su alma y también su mente, cura la brecha que existe entre ella misma y la cultura. Las mujeres de hoy están logrando el valor de expresar su visión, la fuerza para establecer límites y están dispuestas a hacerse responsables de sí mismas y de los demás de una forma nueva. Están recordando a la gente sus orígenes, la necesidad de vivir velando, y su obligación de preservar la vida en la tierra.
Las mujeres somos tejedoras; nos tejemos con hombres niños y unas con otras para proteger la tela de la vida.
-Las mujeres somos creadoras; damos a luz a nuestros pequeños y a los hijos de nuestros sueños
-Las mujeres somos sanadoras; conocemos los secretos del cuerpo, de la sangre y del espíritu porque son uno y el mismo
-Las mujeres somos amantes; nos abrazamos con gozo unas a otras, a los hombres, a los niños, a los animales y árboles, escuchando con nuestros corazones sus triunfos y penas
-Las mujeres somos alquimistas; desenterramos las raíces de la violencia, de la destrucción y la profanación de lo femenino y transformamos las heridas culturales
-Las mujeres somos las protectoras del alma de la tierra; sacamos la oscuridad del escondite y honramos los reinos invisibles.
-Las mujeres somos buceadoras; nos sumergimos en los Misterios, donde nos encontramos seguras, maravilladas y plenas de nuestra vida.
-Las mujeres somos cantantes, bailarinas, profetas y poetas; invocamos a la Madre Kali para ayudarnos a recordar quienes somos mientras viajamos por la vida.
La vida nos muestra cosas maravillosas cuando nos damos cuenta de que somos nosotras las que nos estamos soñando
Me atrevo a soñarme
En femenino
La expresión del proceso de vida:
Nos divorciamos de nuestros cuerpos y sentimientos porque no queremos sentir la pena que produce la falta de amor.
No queremos oír la furia de su llanto, la exigencia inexpresada de la niña pequeña que llevamos dentro que dice:
¿Cómo me has podido abandonar??
LA CHICA QUE NO QUERÍA VER
Adriana Oiza Ucar. Pamplona, noviembre 2019