XX Jornadas Nacionales de Gestalt, A.E.T.G.
Pamplona, Abril 2.006
Ponencias Presentadas En Las Jornadas Externas
Juanjo Albert – La génesis de la creación del carácter
Hay muchos puntos de vista sobre la génesis del carácter y hoy quiero presentar uno de ellos, que no es ninguna novedad y es muy antiguo y conocido, pero que yo creo que no tenemos suficientemente presente los psicólogos y mucho menos los psiquiatras que somos bastante más incultos que los psicólogos. Se trata de refrescar un poco la memoria, y para eso voy a contaros que es lo que ocurre en la génesis del carácter, no voy a hablar de cómo ocurre porque para eso no hay tiempo, lo dejamos para otra posible ocasión.
A partir del renacimiento la psicología, mejor dicho las tradiciones espirituales que había entonces, mucho más antiguas que la psicología, entran en una época de racionalismo. A finales del siglo XIX y principios del XX, aparecen los grandes padres de la psiquiatría y de la psicología fenomenológica, que van poniendo orden a partir de todos los fenómenos que aparecen en el ser humano. Al mismo tiempo aparece Freud que da entrada al inconsciente que no estaba siendo tenido en cuenta en ese momento y que hace ver que el inconsciente rige la vida consciente de las personas sin que siquiera sepamos que existe.
Realmente lo que nos viene a decir la psicología es lo que las tradiciones espirituales nos vienen diciendo desde hace miles de años. Fue necesario poner este orden porque había un galimatías tremendo por aquella época, y lo que se consiguió fue racionalizar y separar a Psiques de su compañero Dios, pero se entró en la dualidad mente-cuerpo, y desde ahí se pudo comenzar a caminar hacia la unicidad. A partir de Freud aparecen sus discípulos, fundamentalmente y más próximo a Freud, Ferenczi que para mí tiene uno de los pilares de la gestalt, muchas cosas de gestalt están ya en Ferneczi, luego Reich, Melanie Klein, Fromm, etc. Una serie de discípulos que son todos ellos discípulos disidentes heterodoxos, parece que es necesario servirse de la ortodoxia para ser creativo. Con el tiempo llegamos a unir lo que hay más allá de lo fenomenológico, y esto es una vuelta a las enseñanzas tradicionales espirituales del ser doliente de occidente o del medio oriente, del budismo, de las tradiciones chamánicas o de las tradiciones sufís.
En este momento, para mí, es importante sacar las tradiciones espirituales de lo religioso institucional, lo que las religiones institucionales marcan en la actualidad, sacar la psicología del racionalismo determinista, colocar las cosas en su punto medio, en su lugar de encuentro, y darle a la palabra trauma el contenido real, y a partir de ahí poder unir de nuevo a psique y eros.
Os voy a leer algunas cosas que he traído de algunas tradiciones para ver que esto ya nos lo venían diciendo desde hace mucho tiempo. Sócrates dice, “conócete a ti mismo y obra en consecuencia”, el Budismo dice “nada tiene existencia real sólo la consciencia y su manifestación a través de la confusión”, la Biblia nos dice “Dios creó al hombre sencillo pero él se empeña en complicarse la vida”, Cristo dice “ama a Dios y al prójimo como a ti mismo”, la Tora nos dice ” lo único que existe es él, él se ama a sí mismo”.
Nosotros interferimos en el sí mismo y lo quemamos, es un cuento chino esto del carácter, nos apegamos a él”. También dice el Corán “conócete a ti mismo y conocerás a tu señor”, Dios está más cerca de ti que tu de mi yugular, con lo cual quiere decir que no está para allá sino para acá. La tradición Sufí que para mí es especialmente importante dice que nuestra identidad consiste en que él tome consciencia de sí mismo a través de nosotros, por eso a través del amor sentimos unidad. Lo más importante para nosotros dicen los Sufís es Dios, es decir nosotros mismos, para mí esta es la clave, lo más importante para nosotros es Dios, es decir nosotros mismos, Dios no es más que una abstracción teórica del amor a nosotros mismos, a nuestro origen, este Dios Reich lo llama “impulso de vida”, que es el impulso que nos hace entrar en contacto erótico con la vida, sin erotismo la vida es tremendamente sosa y aburrida, conduce a la depresión.
Lo que yo quiero presentar es el origen del carácter, (como imaginaba que estarían presentes en estas jornadas los libros de Claudio Naranjo sobre el Eneagrama), y quiero presentarlo a través del eneagrama, haciendo una pequeña introducción.
El eneagrama es un mapa de una tradición Sufí, de la tradición Masqandi y de su círculo más interno que es la tradición Sharmouni, y es un mapa para guiarnos en el desarrollo a través del carácter, en el desarrollo espiritual. Para este desarrollo primero hay que pasar por lo personal. No se puede bajar a lo transpersonal sin pasar por el desarrollo personal, eso es un triple salto mortal sin red, conduce más que nada a un globo narcisista.
El eneagrama que en un principio estaba diseñado para el desarrollo espiritual dentro de las órdenes ahora lo utilizamos, a partir de Claudio Naranjo, (sin abandonar su tradición espiritual), como herramienta de psicoterapia y lo utilizamos para trabajar con el carácter, con muy buenos resultados en el carácter y mas allá que esto.
La ley del tres, que se llama también la ley de la creación, la creación entendida como el hacer posible lo real, no la creación de sacar algo de la nada, eso no hay quién lo haga, por más que los fundamentalistas se empeñen, de la nada no sale nada. La creación entendida como hacer lo que es posible, esta ley se rige por tres fuerzas. Una fuerza activa, una fuerza pasiva y una fuerza neutralizante. La fuerza activa es originalmente la esencia, la parte espiritual del ser humano, la fuerza pasiva es el carácter que desarrollamos, y la fuerza neutralizante es la propia vida y el anhelo de lo que perdemos. Dentro de la psicoterapia estas tres fuerzas se manifiesta en que la fuerza activa sería la disciplina del cliente en aceptar el encuadre terapéutico, la fuerza pasiva son las resistencias, que todos presentamos, a la curación, y la fuerza neutralizante es la voluntad consciente que tienen tanto el paciente como el terapeuta.
La ley del siete es la tercera regla, la ley del siete o la octava musical, que también se llama la ley de las manifestaciones. Quiere decir que todo lo creado necesita un orden. En estas tres leyes se basa el eneagrama, el desarrollo del carácter. En la génesis del carácter, personalmente quiero decir que yo creo en la encarnación, si nos ponemos de acuerdo en el contenido de reencarnación a lo mejor también puedo hablar de reencarnación, pero de momento en lo que estoy seguro es en la encarnación. En el momento de la encarnación esa parte del ser humano, que podemos dar el nombre que queramos, alma, fundamento, Dios, Ala, Cristo, Buda, es lo mismo, es la parte del ser humano consciente que se da cuenta de lo que ocurre, o tiene la posibilidad de darse cuenta, tiene la posibilidad de trascender y de evolucionar. Esa parte que en el eneagrama se representa que entra por el punto nueve, parte interna que existe siempre, pero en el nivel de la no manifestación fenomenológica.
El punto nueve en el momento de la encarnación, en ese momento, pasa a un nivel de manifestación fenomenológica, pero sigue en contacto, sigue en contacto con el sí mismo. Este contacto con el sí mismo lo que representa es que conserva la identidad. Eso es muy importante, no rompe el contacto con su propia identidad, pero para mantener este contacto con la identidad hace falta una energía especial, hace falta que la atención permanezca siempre en contacto.
Pero el propio proceso de paternalización y de socialización hace que seamos deficitarios en esta energía, esta energía que llamamos energía sexual, no sexual en el sentido de relaciones sexuales, sino en el sentido del impulso, impulso al placer, lo que Reich llama impulso unitario. Entonces cuando el bebe está en contacto placentero consigo mismo, está manteniendo la atención en sí mismo, está en contacto con su identidad. En la medida en que el bebe comienza a pasar por momentos displacenteros, porque no está a gusto, el bebe y el niño pequeño distraen, tienen que distraer la energía del contacto consigo mismo y ponerla en función de evitar esos momentos displacenteros.
A medida que esto ocurre se va perdiendo la energía necesaria para mantener la atención centrada en sí mismo y la persona va perdiendo el contacto con su identidad original. Este proceso inevitable y necesario para que podamos ir adquiriendo conciencia de que existimos, (cuando nacemos no tenemos conciencia de existencia), es un proceso que si bien por una parte nos fastidia por la otra lo necesitamos. Pero entramos en un estado de distracción, nos distraemos de nosotros mismos, algo que en el eneagrama se llama “el olvido de sí”, olvidamos el origen, estar en este estado de distracción nos lleva a mala cosa. El ejemplo más sencillo, que aparece ahora mismo, es cuando nos pillan hablando con el móvil en el coche y nos ponen una multa, estamos distraídos, y eso pasa a lo largo del proceso de desarrollo, estamos distraídos de nosotros mismos.
Cualquier experiencia por la que pasemos desde que el feto tiene suficiente sustrato para poder codificar, desde los aproximadamente cinco meses de gestación, cualquier experiencia no se pierde nunca, queda codificada en la memoria de la vida. Entonces nosotros vamos perdiendo ese estado de identidad pero nos queda, entramos en un estado sensitivo sensorial de anhelo por lo que perdemos, y de tristeza porque sentimos que somos traicionados, y a la vez nos traicionamos a nosotros mismos, ya que el niño cuando se expresa se en todo su ser, no es algo distinto de lo que expresa, expresan es, y si no se le permite, por este proceso de educación, se sienten traicionados, pero al mismo tiempo también él siente que se traiciona, o que tiene que inhibir, que tiene que reprimir cosas, manifestaciones que el desearía, que el necesitaría.
Entonces permanecemos en ese estado de anhelo, que lo hemos olvidado, pero lo sentimos, esa tristeza, esos momentos de tristeza que nos empeñamos en llenar con cosas triviales de la vida, es una tristeza esencial. Esa memoria de la traición, esa memoria que tenemos de ese estado, nos lleva a estar insatisfechos, fundamentalmente de una situación de vacío, entonces esta que debería ser la fuerza activa se transforma en fuerza pasiva.
En el punto tres lo que ocurre es que en este viaje se va perdiendo la identidad, en este viaje va apareciendo esta sensación de vacío y la persona no tiene más remedio que identificarse con una imagen especular que le devuelve el medio. Una imagen que le devuelven los padres. “Quiero que seas así, no te quiero como eres”, y nos van devolviendo una imagen de cómo quieren que seamos, entonces no nos queda otro remedio que identificarnos con esa imagen. Pero es una imagen especular, ese no somos nosotros.
Pero necesitamos identificarnos con eso para ser alguien, y es espantoso permanecer ahí, y ahí es donde ocurre ese proceso de identificación, ese instinto de identidad. Como perdemos la identidad necesitamos identificarnos, pero con una imagen virtual, algo que no existe. Es como un cuento que nos contamos y que nos lo creemos, y además nos apegamos tanto a la imagen que ni siquiera somos capaces de verla, y creemos que somos como pensamos que somos, y eso no es así, esa es la imagen del ego.
Nos la creamos para llenar ese vacío, este identificarnos con esa imagen que en el fondo sabemos que no es nuestro, que no somos así, aunque no lo sepamos conscientemente lo percibimos sensitiva y sensorialmente, y esto nos crea una sensación de ansiedad. Este estado de anhelo, de soledad, de falsedad, queda también codificado en la memoria de la vida, y lo percibimos también con sensación de angustia, sensorialmente lo percibimos con esa sensación tan desagradable como es la angustia, y lo llenamos con lo que tenemos a mano, si no me hubieses hecho eso”, pero realmente la angustia no proviene de ahí. Lo vivimos pero nos hemos olvidado de ello, desconocemos las causas. Tenemos la sensación de angustia, pero realmente las causas las desconocemos, han quedado en el olvido, han quedado en el inconsciente, y seguimos aferrados a esa imagen que hemos creado para suplir la pérdida de identidad. Y tener en cuenta que al perder el contacto con la identidad se pierde el poder real del yo, y usamos esa imagen para poder tener un contacto falso que luego nos empeñamos en mantener con todas las causas.
En este paso llegamos al punto seis, claro, vivimos en un estado de temor, de temor a que se nos descubra la imagen. A lo que más miedo tenemos todos es a que se nos caiga la imagen que tenemos de nosotros mismos y de los demás, y ahí empleamos toda nuestra energía. Cuando nos entra este temor lo que hacemos es identificarnos más todavía con la imagen, con lo cual el olvido es mayor, se trata de hacer el viaje al revés, de volver a ese estado de vacío, de vacío fértil, como subraya Paco Peñarrubia. A ese estado de vacío que hay entre el punto uno y el punto tres para poder volver a encontrar la identidad perdida. Y esto da miedo y es necesario tener coraje y fe en que podemos, y para ello es bueno tener un guía, un terapeuta en quién poder confiar. Que nos confronte amorosamente, que no nos juzgue, que no nos culpe, que no nos critique, y poder trabajar el carácter desde las envolturas más superficiales a las más profundas.
Para esto la gestalt es una herramienta idónea, porque lo que para el terapeuta es obvio, para el cliente no lo es. Pero trabajando desde la confrontación amorosa en el aquí y ahora eso puede hacerse obvio, ayudar al cliente a darse cuenta de que está pegado a una imagen totalmente virtual, que lo único que hace es constreñirle, evitar que sea creativo y producirle sufrimiento, en esto la gestalt es la herramienta idónea.
Y por hoy esto es todo ya que no dio tiempo a más.
Muchas gracias.