Gestalt, el arte del contacto
Integral. Barcelona. RBA Libros 2.005
FRITZ PERLS, EL PADRE DE LA GESTALT
¡Finalmente reconocido a los 75 años de edad!
“Yo no he inventado nada -decía Perls- ; no he hecho más que redescubrir lo que ya existía desde siempre.” Efectivamente, la “revolución” gestaltista consistió, a fin de cuentas, en abrir los ojos a fenómenos cotidianos, aunque su aplicación práctica había caído en el olvido:
• Sabíamos ya que para todo el mundo “las cosas son según el cristal con que se miran”, aunque perseguimos unavana búsqueda de una objetivad, por así decirlo, “científica”…
• Sabíamos también que “el corazón tiene razones que la razón no entiende”, pero insistimos en que sea nuestra mente quien tome el mando…
• Sabíamos que es el hábito el que hace al monje, pero nos parece más honorable suponer lo contrario y no hacer caso de la “forma” aparente…
• Sabíamos también que el “cómo” importa tanto como el “qué”, que “todo está en la forma”, como nos recordaba Brassens: “Por la forma que ella le da, su pan se parece a un pastel.”, pero nos quedamos fascinados por “el fondo de las cosas” …
• Sabíamos, asimismo, que no somos definitivamente prisioneros del pasado, y que el tartamudo Demóstenes acabó convirtiéndose en un gran orador… Sabíamos todo esto por experiencia, pero los métodos terapéuticos no habían sacado todas sus consecuencias.
Como muchos genios, Fritz Perls era francamente marginal y así lo manifestaba siempre que podía, tanto en público como en la intimidad. No se plegaba demasiado a las convenciones y ritos sociales y expresaba siempre de forma directa (y hasta brutal) lo que sentía. De esta forma consiguió progresivamente que le rechazaran muchos de sus colegas.
Nunca se presentaba como un gran sabio o un profeta, y se hacía pasar por inculto e ignorante (a pesar de ser doctor en medicina y filosofía). Por otro lado, la América conformista de los años cincuenta no estaba lista para acoger su mensaje de liberalismo provocador. Así pues, a los 72 años no era más que un anciano medio retirado, cansado y desconocido.
Y he aquí que a sus 75 años, con motivo de la “revolución del 68”, fue finalmente “descubierto” por un periodista de la revista Life, y apareció en la portada de ésta. ¡Llegó la gloria! “He aquí un hombre que vive dentro de la más absoluta autenticidad y que encarna lo que profesa.” El público respondió, ávido de un retorno al humanismo, después de la invasión de la fría tecnología.
Todos los fines de semana, Perls ofrece charlas y demostraciones de un nuevo estilo de vida, libre y “encarnado”, mediante un contacto directo, rápido y profundo. En pocos minutos, identifica el problema existencial básico de todos y da pistas para solucionarlo; los psicólogos más eminentes de la costa este de los Estados Unidos recorren 5.000 kilómetros para participar en el “espectáculo”.
La terapia Gestalt sale de la sombra y la comunidad identifica a Perls como el “padre” de este método nuevo, que acabaría por conquistar poco a poco todos los continentes: de América a Australia, de Japón a Rusia… ¡y aún no ha terminado!
Un itinerario agitado
Friedrich Salomon Perls (que adoptó más adelante el nombre de Fritz) nació en 1893, en un sombrío barrio del gueto judío de Berlín. Su padre era un comerciante de vinos y aprovechaba sus frecuentes viajes para multiplicar sus aventuras. Despreciaba a su hijo y lo trataba como “un montón de basura”, y éste, a su vez, también detestaba a su padre: ni siquiera acudió a su funeral. A lo largo de toda su vida, Fritz se rebeló contra todas las figuras paternas (entre ellas la de Freud) y militó en movimientos anarquistas. Su madre era judía practicante, una apasionada del teatro y la ópera (como lo sería Fritz durante toda su vida). Discutía a menudo con su marido, y las palizas no eran precisamente infrecuentes.
L`enfant terrible
A los 10 años de edad, Fritz ya es insoportable: se niega a estudiar las lecciones, falsifica los cuadernos de notas, rompe la fusta con la que le pega su madre y se la lanza a cara … A los 13 años, es expulsado de la escuela. Sus tendencias a la rebeldía no han tardado en manifestarse. Su padre lo pone a trabajar como aprendiz, pero él decide matricularse en una escuela liberal para retomar los estudios, consagrándose al teatro expresionista con una compañía de inspiración “izquierdista” que predicaba la inmersión total del actor en su personaje.
Más adelante, en Nueva York, frecuentará el Living Theater. La Gestalt le permitirá desarrollar su afición por la interpretación teatral, así como por la implicación profunda de los actores … i Y por la autonomía anarquista! . Sus estudios se ven interrumpidos por la primera guerra mundial, durante la cual es víctima de los gases tóxicos y resulta herido en las trincheras del frente, después de la guerra, a los 27 años concluye su doctorado en medicina y se especializa en neuropsiquiatría.
Cuatro Psicoanálisis
A los 33 años empieza su primer psicoanálisis con Karen Horney, que continuará ayudándole a lo largo de toda su vida y le acogerá, veinte años más tarde, en Nueva York. Paralelamente, consigue un empleo como médico ayudante de Kurt Goldstein. Este último investiga los problemas de percepción de las personas con daños cerebrales a partir de los trabajos de la psicología de la Gestalt. Allí conocerá a Laura, su futura esposa, que se convertirá también en su psicoanalista y participará activamente en la elaboración de su nuevo método.
Fritz Perls iniciará más adelante otros tres psicoanálisis, antes de ejercer él mismo como psicoanalista. Su tercer analista, Eugen Harnik, es particularmente “riguroso”: respeta una neutralidad permanente, evitando incluso dar la mano a sus pacientes y no pronunciando más de una frase a la semana; para despedirse sin desvelar el tono de su voz, ¡rasca el suelo con el pie!
Sin embargo, Perls prosigue su psicoanálisis con él de forma muy escrupulosa, todos los días, durante dieciocho meses. Como era habitual entre los psicoanalistas ortodoxos, Harnik prohibía a sus pacientes que tomaran ninguna decisión importante mientras durara la cura, a fin de que dicha decisión no estuviera influida por el azar del tratamiento. Cuando Fritz decide casarse, es inducido a interrumpir su psicoanálisis y a “cambiar con entusiasmo el diván por el lecho conyugal”. Tiene 36 años, y Laura doce menos que él.
Su cuarto psicoanálisis fue mucho menos clásico: lo hizo con Wilhelm Reich, futuro disidente de Freud y precursor de la bioenergía. Reich -al contrario que Harnik- practicaba una técnica activa, y no dudaba en tocar a sus pacientes para ayudarles a tomar conciencia de sus tensiones. Abordaba de forma muy directa la sexualidad (considerando el orgasmo como un factor de equilibrio central) así como la agresividad, y militaba políticamente en un marxismo muy liberal aunque, sin embargo, fue excluido del partido comunista. Muy pronto será también excluido de la Sociedad Psicoanalítica Internacional por sus prácticas demasiado “comprometidas”. Pero Perls conservará una gran estima por él y más adelante desarrollará, dentro de su Gestalt, muchos principios de Reich.
En 1943, a los 41 años, Perls huye de la Alemania nazi y se instala en Sudáfrica, donde funda el Instituto Sudafricano de Psicoanálisis. Por aquel entonces, su práctica es tradicional: cinco sesiones por semana, de 50 minutos cada una, sin ningún contacto con los clientes. Más adelante dirá que se había convertido en “un cadáver calculador, como la mayoría de los psicoanalistas de la época”. Consigue una importante clientela y pronto se hace rico y famoso: se instala en una residencia lujosa, con cancha de tenis, piscina privada y … ¡pista de patinaje sobre hielo! Pilota su propio avión y lleva junto con su esposa una vida burguesa y muy mundana.
La ruptura
Dos años después se producirá la gran ruptura: Perls participa en el Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Praga, donde presenta una ponencia sobre las resistencias orales. Sostiene que el instinto del hambre es tan básico como el instinto sexual, y que la agresividad es un comportamiento positivo de supervivencia, que aparece con los primeros dientes. La acogida de sus colegas es glacial. Freud sólo le dirige unas breves palabras y Reich apenas le reconoce, ¡a pesar de que le había tratado todos los días durante dos años!
Perls se siente profundamente ofendido, y conservará durante toda la vida una animosidad hacia sus viejos maestros.
De regreso a Sudáfrica, Perls escribe su primer libro, El yo, hambre y agresividad, publicado en 1942. El subtítulo de la primera edición es: Una revisión de la teoría de Freud, pero este último, como es sabido, ¡llevaba muy mal las críticas! En el libro ya se esboza 10 que, tras nueve años de gestación, se convertirá en la terapia Gestalt: la importancia del momento presente, el lugar del cuerpo, el contacto directo, el valor de los sentimientos, el acercamiento global, el desarrollo de la responsabilidad del paciente, etc.
América
En 1946, después de la segunda guerra mundial, Perls decide dejarlo todo: su familia, su cómoda situación, su adinerada clientela, y se lanza a la aventura para empezar una nueva vida en Estados Unidos. Tiene ya 53 años. En Nueva York logra tener una nueva clientela, siempre como psicoanalista, aunque “fuera de la norma”; sin embargo, sigue empleando el tradicional diván, sin movilización corporal efectiva, y trabaja básicamente de una forma no verbal.
Así, en total, habrá ejercido durante 23 años como psicoanalista antes de inaugurar oficialmente en 1951 su nuevo método, a los 58 años.
En Nueva York retorna, como hiciera en su juventud, una vida bohemia con los “intelectuales de izquierdas”: escritores y gente del mundo del teatro de la “nueva ola”. Frecuenta el Living Theater, que promulga la expresión inmediata de los sentimientos, aquí-y-ahora, a través del contacto directo y espontáneo con el público y la improvisación y no con el aprendizaje tradicional de un papel mediante la repetición.
Su mujer se reúne con él en Nueva York, y todos los miércoles por la noche tiene lugar el encuentro del Grupo de los Siete, formado por los propios Perls, Paul Goodman (un polémico escritor que dará forma a los escritos de Perls), Isaadore From (un filósofo fenomenológico que les hará conocer la Teoría del Self), Paul Weisz (que inicia a Perls en el zen), etc.
Nacimiento oficial de la terapia Gestalt
Es, pues, en 1951 cuando aparece la primera edición de Terapia Gestalt, redactada básicamente por Paul Goodman a partir de las notas manuscritas que le envió Perls. Este libro está escrito en un lenguaje oscuro y no obtiene más que un discreto éxito: apenas se vendieron unos cientos de ejemplares. Habrá que esperar aún veinte años para que Isadore From lo dé a conocer, en el momento en que la terapia Gestalt acababa finalmente por abrir una “brecha”.
A partir de 1952, Perls, su mujer, Goodman e Isadore From empiezan a enseñar el nuevo método en modestos institutos, en Nueva York y en Cleveland, cerca de Chicago. Su éxito es limitado, hay pocos alumnos y Perls inicia giras informativas para tratar de dar a conocer su enfoque en toda América: Canadá (en el norte), California (en el oeste) y Florida (en el sur).
Un amor tardío
Estamos en 1956: Perls está desanimado y cansado de “predicar en el desierto”. Se aleja de Laura, su mujer. Tiene problemas de corazón (fuma tres paquetes de cigarrillos al día). Ha cumplido ya los 63 años, considera que su vida está “acabada ante la indiferencia general y la incomprensión” y decide retirarse en Miami, al sol de Florida. Alquila un pequeño apartamento, donde apenas hay luz. Está solo, triste y retirado. Recibe algunos clientes en terapia, pero no tiene amigos. A causa de una crisis cardíaca, no tiene relaciones sexuales.
¡Y he aquí que se produce el milagro! Marty, una mujer de 32 años de edad, se enamora de él. El amor despierta la desfallecida energía del hombre envejecido, y empiezan entonces dos años de pasión y tardía felicidad… ¡hasta que Marty lo deja por un amante más joven!
Entonces, Fritz retorna una vida errática, dando conferencias y ofreciendo demostraciones de ciudad en ciudad. A los 70 años inicia una gira mundial de dieciocho meses y vive básicamente en un pueblo de jóvenes artistas beatniks en Israel. Le fascina su estilo de vida libertario y basado en la confianza, y acaba dedicándose también a la pintura. Después viaja a Japón y se instala durante unos meses en un monasterio zen… Aunque sin encontrar el satori, la esperada iluminación. Regresará muy decepcionado.
California
En abril de 1964, Perls se instala en Esalen, al sur de San Francisco, en una propiedad que se ha hecho famosa y que fue bautizada más adelante como “la Meca de la psicología humanista”. Dos jóvenes norteamericanos, apasionados de la psicología y el orientalismo, acababan de establecer en ella un Centro de Desarrollo del Potencial Humano, y convocaban a eminentes conferenciantes para animar los seminarios y los cursillos.
Allí, Fritz organiza algunas sesiones de Gestalt y multiplica las demostraciones. Pero su hora aún no había llegado: ¡la mayor parte de estos cursillos no atraen más que a 4 o 5 participantes!, y he aquí el gran movimiento planetario de 1968, iniciado por la “exasperación” de los estudiantes californianos, cansados del American way of tife. ¿De qué sirve amasar riquezas si no se puede ser feliz? La búsqueda desaforada del tener, y del tener más, da paso a la búsqueda del ser, y del ser mejor: lo que se persigue es la calidad de vida.
Se dejan de lado los trajes y las corbatas y se sustituyen por los vaqueros desteñidos; se abandonan las grandes fábricas y se cambian por la cottage industry (teletrabajo a domicilio, a pequeña escala, favorecido muy pronto por la microinformática y las telecomunicaciones). Es el reino del small is beautifut y del paradise now, mientras en París aparecen las pintadas en las paredes: “Prohibido no hacer pintadas”; “La imaginación al poder”; “Prohibido prohibir”; “La poesía está en la calle” …
La revista Life da a conocer las ideas de Perls, su búsqueda de una vida auténtica, con el contacto directo persona a persona, sin artificios. Sus seminarios “explotan” bruscamente: más de 300 personas acuden a escucharle todos los días y se pelean por “trabajar” con él durante unos minutos. Inicia nuevas y espectaculares técnicas de diálogo público con él mismo: el “cliente” sube al escenario, se sienta en el hot seat (literalmente: “silla caliente”, aunque, en argot, ¡esta expresión también se refiere a la silla eléctrica del condenado a muerte!) frente a una silla vacía e interpela a la gente más cercana a él, o más bien a la imagen interna que se ha formado de ella: -Mamá, ¿por qué te fuiste tan pronto? Me has abandonado cuando yo aún te necesitaba; te odio terriblemente…
Perls observa el tono de voz, la postura, la dirección de la mirada, el proceso de intercambio imaginario, más que el contenido del discurso. Hablando consigo mismo, o interactuando con Perls, el cliente toma conciencia de partes enteras de su personalidad que se habían quedado en la sombra, camufladas bajo introspecciones (lo que me ha enseñado a pensar y que no siempre está de acuerdo con mis más profundos sentimientos. Por ejemplo: “No puedo odiar a un pobre enfermo”; o bien: “Un hombre no debe llorar”, etc.) o bien revocados, “doblegados”.
Sus seminarios son grabados en vídeo y uno de ellos se edita en 1969 con el título de Gestalt Therapy verbatim (Sueños y existencias en terapia Gestalt). Esto contribuye a la notoriedad del nuevo método. Numerosos especialistas célebres viajan desde todas partes para ver al genial Perls en acción. Experimentan en sesiones de trabajo con él y luego se inspiran en algunas de sus ideas: Gregory Bateson (fundaador de la Escuela de Palo Alto), Alexandre Lowen (fundador del análisis bioenergético), Éric Berne (creador del análisis transacccional o AT), John Lilly (inventor de la “caja de aislamiento sensorial”), Stanislaw Grof (que experimenta con el LSD, creador de la “respiración holotrópica” y fundador de la psicoterapia transpersonal), John Grinder y Richard Bandler (fundadores de la programación neurolingüística, o PNL), etc.
Gestalt-Kibutz
Entonces, Perls decide fundar una comunidad, un kibutz, donde se pueda “vivir la Gestalt 24 horas al día”. Tras haber pasado de la Gestalt individual a la Gestalt en grupo, pasa de esta última a la Gestalt en la vida cotidiana. Adquiere un viejo motel de pescadores en la isla de Vancouver, a orillas de la costa occidental de Canadá, y se instala allí con algunos fieles discípulos. Todo el mundo reparte su tiempo entre la psicoterapia, la formación y el trabajo colectivo. Se diría que Perls se siente “finalmente feliz y satisfecho”.
Pero su felicidad durará poco: el invierno siguiente, de regreso de su último viaje a Europa, fallece, en marzo de 1970, a causa de una crisis cardíaca, dando por terminado así un largo y totalmente atípico recorrido.
¿Con qué debemos quedamos de esta biografía tan inusual? Con algunos temas de reflexión:
• Un genio raramente se “adapta” a su entorno: “No hay forma de afirmarse si no es mediante la oposición” (Wallon).
• Algunos genios se revelan muy pronto (Champollion, que fue quien descifró los jeroglíficos egipcios, ingresó enla Academia de Ciencias a los 17 años); otros lo hacen más tarde: ¡Perls no fue reconocido hasta los 75 años!
• La Gestalt germinó durante mucho tiempo en el espíritu de un médico alemán judío, que había ejercido como psicoanalista durante 23 años: por lo tanto, no es “americana” … iY no ignora el psicoanálisis!
• Una nueva teoría no puede difundirse hasta que el entorno no esté preparado para aceptarla.
Serge Ginger. Gestalt. El arte del contacto
Integral. RBA Libros 2.005