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Criterios de diagnóstico y técnicas de evaluación. Un extracto

Melchor Alzueta

Diagnóstico:
Historia personal, criterios, evaluación, axilogógía.

Es difícil no diagnosticar en psicoterapia, la propia escucha ya dicta la manera de intervenir, y encuadrar un procedimiento terapéutico ya lleva implícito un cierto diagnóstico. A los terapeutas gestálticos no nos queda demasiado clara la bondad del diagnóstico, en función de nuestra propia teoría.
En Gestalt se trabaja desde la experiencia del momento, las Gestalts que van surgiendo e informan del estado actual de la persona. Es el aquí y el ahora que no interpretamos, sino que dejamos que el propio paciente vaya entendiendo por él mismo.
Conjunto en movimiento e interrelación, ya que el paciente puede compartir experiencias y aprendizajes fuera de terapia con otras personas, es pues un sistema de interacción con otros. Para el terapeuta es su trabajo, y como tal es parte de un quehacer profesional que amplía su bagaje, este bagaje no va ha hacer que sea un mejor o peor profesional, pero si le otorga un nuevo conocimiento para ampliar su experiencia, y es material a supervisar profesionalmente, con lo que este nuevo sistema relacional también entra en contacto con otros sistemas.
Cualquier sistema personal, paciente que llega a terapia es un único sistema estructural, que conjunta todo un engranaje emocional y una totalidad de información corporal y de conducta. Se comunica desde el lenguaje a través del que se posibilita la acción y relación terapéutica, y ayuda a crear un vínculo terapéutico, o no, con el terapeuta.
Lo que el paciente es y muestra, afecta en el sistema del terapeuta, este recibe una nueva persona en su sistema personal, una nueva visita en casa, y ese nuevo estímulo produce una perturbación en el propio sistema. Este lo debe integrar, y acomodarse a él (si esto es posible), y esto ya implica una predisposición y más de una elaboración diagnóstica, que no tiene porque llevar implícito juicio alguno.
En Gestalt como no tendemos a interpretar, cada darse cuenta, cada insight, cada elaboración cognitiva, llena el bagaje del terapeuta de una información a la que no se puede sustraer, y que, aunque no le de uso en el momento, queda como conocimiento implícito de ambos, paciente y terapeuta, y ambos, junto o por separado, elaboran su propio diagnóstico de cada fenómeno.
El terapeuta, en función de su propio conocimiento y de la experiencia procesa la información recibida y la ordena en su sistema, esto se quiera o no, requiere calificar y cualificar, y lleva a un diagnóstico no excluyente ni reduccionista, procesado con amplitud, y contemplando todo el cúmulo de posibilidades, ya que la experiencia nos dicta que el diagnóstico puede, si queda fijado en un criterio inamovible, restringir sobre manera el campo de visión del terapeuta.
Los signos corporales, manifestados por el paciente, van a aconsejar en primera instancia como actuar, lo que nos va diciendo va a ir centrando la temática que le trae a terapia, sea lo más significativo o no, y la relación con el terapeuta va a poner de manifiesto lo sintomático y lo egosintónico. Todo esto va creando diagnósticos refrendados por evaluación y observación, y que conllevan una forma de ver el proceso por parte del terapeuta.
Millon, recalca una y otra vez, que una ciencia de la personalidad necesita de cuatro componentes:
-Teoría o esquemas conceptuales, nosología formal,
-Herramientas de evaluación y terapias adecuadas,
-Siempre utiliza un mismo esquema para describir los trastornos:
-Conducta aparente- Conducta interpersonal.
-Estilo cognitivo (proceso de pensamiento)- Expresividad afectiva (emociones).
-Percepción del sí mismo- Mecanismos de defensa.
Nos dice que una teoría bien elaborada aporta más sencillez y claridad que la información no integrada, y recurre al respecto a Kurt Lewin “no hay nada más práctico que una buena teoría”, para darnos a entender que el desarrollo de una teoría es el requisito necesario para poder entender a una personalidad, y recalca que es la personalidad lo que debe estudiarse, lo que debe conocerse fundamentalmente, como paso previo al conocimiento de su patología.
El apoyo habitual en el diagnóstico son los manuales, CIE y DSM, ambos con enfoque descriptivo y ateórico, donde el análisis del trastorno y la visión de la anormalidad son características clínicas observables, no son criterios que devienen de hipótesis etiológicas, es decir la definición está basada en signos y síntomas observables, son las pautas (CIE), o los criterios (DSM), de diagnóstico. Ambos manuales clasifican los trastornos mentales por la presencia de un comportamiento, o de un grupo de síntomas, identificables en la práctica clínica, que causan en el sistema perturbaciones y distorsiones, y que originan malestar significativo e interfieren en la actividad de la persona.
Tal vez se pueda pensar que la terapia gestáltica se practica en el aquí y el ahora, en espacios fragmentados del tiempo, en la vivencia del darse cuenta temporal, sin un contexto más amplio en el tiempo, en la identidad personal del paciente, o en su estructura caracterológica, si esto fuera así exclusivamente, la gestalt la ejerceríamos sin diferenciar ni a quien se trata, ni que es lo que se trata. La práctica de la gestalt requiere de una aplicación diferencial. Cuando no tengo claro el diagnóstico de un paciente, disminuye mi comprensión de él y de su experiencia personal, y por lo tanto, también disminuye la eficacia de la terapia. (Yonteff)
Vista normalidad y anormalidad como los dos polos de un continuo, el diagnóstico es la observación de conductas anormales que presentan una connotación negativa para la persona, en el sentido de dificultar su quehacer en la vida cotidiana. Puede ser frágil el equilibrio entre polos y, a veces originarse un trastorno que necesita una intervención para adecuar su conducta, o para atravesar la obscuridad y la obnubilación en lo cognitivo, o para templar ánimos, humores y temperamento. La intervención conlleva una adecuación del nivel tensional y flujo respiratorio, un conocimiento de lo emocional y una revisión de la capacidad de respuesta acorde a lo que ocurre en las relaciones, en la interacción social.
La vía humanista existencial opta por: una teoría fenomenológica de la conciencia, una teoría de relación dialogal y una teoría de proceso de causalidad no lineal. Es el proceso lo que tiene primordial importancia, la gestalt rechaza el énfasis del diagnóstico en el psicoanálisis clásico, la teoría del inconsciente, la de relación y la de causalidad mecanicista. La autoridad conferida al terapeuta por el análisis, donde éste determinado todo y tras un largo proceso de análisis, elabora el diagnóstico con el cual informa al paciente, fue desestimada por la gestalt a favor de una convicción donde el crecimiento, los valores, la verdad de la persona emergen de la relación dialogal entre paciente y terapeuta. (Yonteff)
Desde el modelo organicista hablar de anormalidad es hablar de enfermedad, de alteración o disfunción biológica, en otros sistemas es hablar de distorsiones cognitivas o conductas disfuncionales, en antipsiquiatría se defiende la inexistencia de la conducta anormal. En Gestalt pensamos que en toda terapia subyace una idea de salud, y es hacia ese lugar donde el terapeuta orienta, de uno u otro modo, su quehacer y a su paciente. De la misma manera, subyace una idea de enfermedad que, además de utilidades diagnósticas, implica y determina toda la estructura del proceso terapéutico.
Para abordar el funcionamiento anormal del organismo desde la Gestalt se hace necesario considerar dos puntos importantes.
• “El primero es que los trastornos no son mentales sino del organismo. La división mente y cuerpo en Gestalt no existe, trastorno es una interferencia con el proceso de formación y destrucción de la gestalt. Interferencias que distorsionan y desequilibran la tendencia del organismo a la integración y la autorrealización.
• “El otro punto es que estos trastornos del funcionamiento no son categorías fijas, solamente representan al paciente en referencia a los procesos actuales. De esto, se deduce que en Gestalt la anormalidad la trabajamos en función de la salud.
En cuanto al concepto de salud, la Gestalt la refiere de la forma siguiente:
Una conducta sana en los seres humanos debe ser una conducta integral. Cuando se tiene salud se está a tono con todas las capacidades y con el proceso que hace ser lo que se es. La persona entonces vincula con todas sus funciones vitales y al funcionar holísticamente, todo el ser es parte de una actividad en movimiento continuo. Cada persona compone un sistema único, en consecuencia todas las personas que pasan por terapia son distintas, por tanto nos dejamos afectar por sus propias diferencias, prestando atención a quién es la persona como individuo único y como actúa en su mundo relacional. Podemos comprender a la persona única, pero no podremos comprender su unicidad si esta no es comprendida en comparación con otras.
No podemos dejar de diagnosticar, y es mejor hacerlo de una forma bien pensada y elaborada, con la percepción puesta en el darse cuenta, si no estamos atentos corremos peligro de prejuiciar o de imponer criterios o creencias sin sentido alguno para el paciente. El proceso figura-fondo está conectado con otras figuras más amplias, que son importantes para el trabajo terapéutico, conforman la totalidad estructural, y en consecuencia están presentes en el darse cuenta circunstancial del paciente en un momento concreto, que es lo más inmediato, ya que es lo que se impone en el aquí y ahora. El diagnóstico es una cuidadosa investigación de los hechos para determinar la naturaleza de una cosa, es una búsqueda de significado, y esto en gestalt es la relación figura-fondo; Figura, formación y proceso de la construcción de un significado. Fondo: La constante del funcionamiento humano. Un buen estudio fenomenológico de la formación de este proceso en el paciente nos puede llevar a la comprensión de su personalidad. Así pues, el diagnóstico en gestalt tiene en cuenta la estructura del todo. (Yontef).

La Historia Terapéutica.

La historia terapéutica es el informe de vida del paciente al terapeuta, para este lo primero es saber que le trae al paciente a terapia, e ir entendiendo quien es, de donde viene y sus expectativas de futuro. La historia está narrada desde las palabras y el punto de vista personal del paciente, de su mundo interno y relacional, y es esencial para encuadrar el proceso.
Tras el discurso del paciente, el terapeuta ha de ir extrayendo la historia latente y no manifestada por él, síntomas evidentes, rasgos personales, genograma familiar… es información necesaria para enfocar una intervención terapéutica. El terapeuta va conociendo la historia, las circunstancias de vida del paciente.
Van surgiendo antecedentes clínicos, familiares, culturales y, poco a poco, su vida desde la infancia, lo prenatal, el vínculo de apego y la relación con la madre, el principio de la infancia, el triángulo edípico, la relación con padre y hermanos. La socialización; experiencias preescolares y escolares, relaciones afectivas y mundo sexual, la historia educativa y laboral, todos los aspectos de su lugar en el mundo narrados por el paciente, su mundo social.
El curso de la intervención, pese a que es necesario que esté estructurado, con la finalidad del conocimiento del paciente, va a dar lugar a un proceso terapéutico, a la creación de un nuevo sistema que es el vínculo paciente / terapeuta, y que se va a ir surtiendo de las elaboraciones del proceso, el análisis de la estructura se pone al servicio de lo que va ocurriendo, la imagen que nos deja C. Naranjo cuando nos dice que las técnicas de intervención no son las raíces del proceso.
Para que el proceso vaya nutriéndose de nueva información, es necesario que se cree el vínculo terapéutico, donde surge la confianza, la comprensión y la empatía con el historial que va apareciendo, el vínculo va a favorecer actitudes del terapeuta, intervenciones desde el apoyo o la confrontación, orientadas a hacer evidentes patrones fijos de conducta que ocasionan malestar, distorsiones cognitivas, emociones perturbadoras y un des adecuado nivel relacional. Surgirán situaciones que el paciente ha vivido como traumas, abusos y malos tratos, o como situaciones de indefensión. Adicciones y malos hábitos, conductas erróneas, frustraciones de infancia y afectivas, y todas necesitarán un tipo de intervención que no estaba escrita en el trabajo estructurado, es parte del proceso terapéutico, que es un sistema que se retroalimenta a sí mismo y que está en continua evolución.
Dentro del historial del paciente está el conocimiento que se va adquiriendo sobre el estado cognitivo, aspecto y actitud, características del habla, su conducta evidente y actividad psicomotora, estados de ánimo y afecto, y los procesos psicológicos básicos. Incluye la historia médica que nos lleva a investigar sobre los sistemas corporales siguiendo un esquema que establezcamos.
Kaplan y Sadock (2008) le llaman revisión de sistemas y lo estructuran así: Cabeza, ojos/ oídos/ nariz/ garganta, sistema respiratorio, cardiovascular, de asimilación (gastrointestinal), de eliminación (genitourinario) y otros hallazgos. Constelación de signos y síntomas que puede dar lugar a un síndrome, una alteración reconocible del sistema, una situación patógena, o nos pueden informar acerca de patrones desajustados de conducta, y una definición caracterológica, que nos va a llevar, de una u otra forma, a un diagnóstico.
Pero la persona que acude a terapia, el paciente, es más que un sumatorio de signos y síntomas, si el terapeuta fija exclusivamente su atención ahí se deshumaniza, pierde de vista la totalidad y se puede hacer sectario, seguimos a Meninger que decía que “la tendencia a tabular los estados de la enfermedad, era antitética con la comprensión de la persona que experimenta la enfermedad, y quitaba énfasis el enfoque compasivo, que es la marca de ley de la psiquiatría”, para Meninger “la descripción de signos y síntomas constituye la ciencia de la psiquiatría, la pericia del observador, su imaginación creativa y su capacidad empática son el arte de la psiquiatría (Kaplan, Sadock 2008.

Criterios De Diagnóstico.

Hay diferentes criterios para definir la normalidad psicológica, ninguno de estos criterios es por sí solo suficiente para poder definirla, pero la contemplación de todos ellos nos va a ayudar a reconocer los dos polos del continuo de normalidad / anormalidad en la persona.
Criterios Estadísticos De Frecuencia Y Continuidad.
Calificando lo normal / anormal según la frecuencia dentro de una curva normal, es decir, lo poco frecuente tiende a la anormalidad, siendo lo normal lo frecuente, esto es diagnosticar sobre una cualidad, y calificando la continuidad, cuantificación por exceso o defecto de una conducta, viendo si esta es poco habitual o patológica.
Criterios Clínicos.
El síndrome o conjunto de síntomas, el patrón fijo inadaptado, estos criterios definen la conducta como anormal en función de la sintomatología, signos, patrones y síntomas observados por el terapeuta, por tanto, información subjetiva ya que depende del criterio de este, pero que si va aportar el diagnóstico de un cuadro patológico o una personalidad disfuncional.
Criterios Sociales.
Una conducta es patológica, o no, en función del consenso social en un momento dado y en lugar determinado. Esta es la variable socio-cultural en la apreciación de la patología, anormalidades que ya no lo son y otras de nuevo cuño que antes no lo eran (momento), y anormalidades que aquí no lo son y si lo son en otros lugares del planeta, o al contrario (lugar). El diagnóstico no es un hecho aislado del mundo social en el que se inscribe, de la misma forma a nivel social también hablamos del nivel de adaptación al medio, y el criterio de anormalidad que de ahí se pueda desprender.
Criterios Subjetivos.
Quién mejor que la persona que acude a terapia para dictaminar su propio estado, él conoce sus síntomas y al acudir a terapia pide ayuda y manifiesta su incomodidad, sufrimiento o malestar. Esto que puede ser una verdad es una verdad relativa, ya que en otras ocasiones lo anormal no genera sufrimiento o malestar para la persona, es egosintónico, y esta no pide ayuda (esquizofrenia, determinados trastornos de personalidad…). Siempre los criterios subjetivos dependen de la persona que acude a terapia y de cómo viva sus propios síntomas, a veces es el entorno de la persona quién empuja a este a terapia.
Criterios Biológicos.
La anormalidad psicológica es expresión de alteraciones funcionales del proceso biológico, enfermedades mentales desde este criterio. Sabemos que todos los criterios son necesarios. Ante una anormalidad hay un sustrato biológico, psicológico y social, que informa del funcionamiento mental y conductual de la persona, sin que exista una línea concisa y clara de separación entre lo normal y lo patológico. Los distintos criterios nos van a preparar ante la conducta del paciente, nos van a hablar de causa y etiología, y de las características (epidemiología) de los factores de riesgo, ayudándonos a establecer pautas de intervención. Signos y síntomas son manifestaciones que podemos observar, y pueden ser primarios o inherentes al cuadro de malestar que se observa, o inespecíficos, es decir sin relación con él, y orgánicos o funcionales, y tener determinados grados de intensidad (baja, moderada, grave).
Técnicas De Evaluación.
Existen multitud de instrumentos de evaluación, instrumental útil para ayudar a realizar un diagnóstico e ir evaluando la eficacia del tratamiento escogido, la terapia Gestalt no hace hincapié en la utilización de los mismos, pero, igual que cualquier otra forma de intervenir, se puede apoyar en todo lo que puede orientarle en la obtención de su objetivo, que es la salud del paciente.
Los resultados obtenidos de cualquier exploración no pueden interpretarse de forma aislada, ya que esto sesgaría la realidad, son parte de un todo, que no se puede reducir a una parte, y como tal, son complementos evaluativos de la totalidad de una exploración, por tanto, no por ellos mismos dan lugar a un diagnóstico.
La evaluación psicológica es una disciplina de la psicología científica, es un método compuesto de inducción y deducción. La exploración cognitiva nos explica el comportamiento mediante una serie de procesos, esquemas, que son estructuras mentales internas que actúan entre el estímulo y la conducta, (pensamientos automáticos, distorsiones cognitivas), la exploración sistémica nos sitúa en la redefinición de lo sintomático a través de la estructura familiar (redefinición positiva, preguntas circulares).
A nivel conductual podemos observar las relaciones entre las respuestas y las variables que las mantienen, (análisis funcional), el “ojo clínico”, y los informes médicos, nos va a permitir observar entidades disfuncionales a nivel corporal, el conocimiento de la estructura de personalidad nos va a mostrar los rasgos caracterológicos y los patrones disfuncionales de la persona.
Desde el modelo de atribución se utilizan técnicas tipificadas de recogida de información que miden rasgos, factores, dimensiones o entidades nosológicas, para saber cuál es el lugar de la persona estudiada en relación con un grupo normativo, son los criterios estadísticos. Los test psicológicos están comprendidos dentro de la totalidad de la evaluación psicológica y son parte de ella, así como las técnicas de evaluación, son procedimientos usados para poder diagnosticar. Los test psicológicos son instrumentos sistemáticos que comparan datos de dos o más personas y necesitan fiabilidad (estabilidad) y validez, es decir que cumplan la función para la que fueron diseñados, y estandarización para poder clasificar mediante tablas las puntuaciones obtenidas según un grupo normativo.
No es el objetivo de este escrito seleccionar o extraer test o escalas, por tanto vamos a seguir la estructura de evaluación de Vallejo, J. (2006):
A. Evaluación de la eficiencia. Inteligencia (inteligencia general y escalas de inteligencia); evaluación de aptitudes; instrumentos de rendimiento o ejecución; evaluación del desarrollo.
B. Evaluación de la personalidad. Técnicas psicométricas (cuestionarios de personalidad y clínicos), y técnicas proyectivas.
C. Pruebas de evaluación del deterioro de funciones superiores.
D. Otras áreas de evaluación clínica. Habilidades sociales, calidad de vida y ciclo de vida, hechos vitales, apoyo social, afrontamiento, polaridades y mecanismos, relación de pareja, patrones de conducta, psicopatología general, valoración de estrés y ansiedad, depresión, insomnio, clínica obsesivo-compulsiva, estados psicóticos, trastornos alimentarios, adicciones, enfermedades somáticos, duelo, trastornos del comportamiento.
E. Otras técnicas de evaluación. Técnicas objetivas, historial, entrevistas, autorregistros.
En nuestro caso la fuente habitual de extracción de datos es el ” Perfil de Valores Hartman”, un perfil de valores, el cual ordena y valora la estructura y el momento actual de una persona. La manifestación del Ser en su concreción nos permite asignar cualidades, siendo el valor la cualidad que poseen algunas realidades consideradas bienes, por lo que son estimables. El valor viene ligado a un sujeto en relación con un objeto.
Valor: Cualidad relacional entre sujeto y objeto, subjetivo (deseo, necesidad, momento, comparación), objetivo (deber, cualidad estructural, la esencia de la cosa con su cualidad, independiente de quien la vea), teniendo polaridad en cuanto son positivos o negativos (valor vida, valor muerte), y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores. Los valores objetivos incluyen el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades en ellos mismos. Los subjetivos representan un medio para llegar a un fin (deseo personal). Todas las cualidades de valor están relacionadas entre sí formando un conjunto, son interdependientes y no son homogéneas (las medidas cambian en función de la necesidad).
Cada valoración tiene que ver con el momento de la persona, momento que está en función del tiempo y del espacio, siendo el valor el grado de utilidad o aceptación de las cosas para satisfacer necesidades o proporcionar bienestar, o también como la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase. Los valores pueden ser fijos o dinámicos (permanentes o cambiantes), y pueden diferenciarse en base a su grado de importancia y por lo tanto conceptuados en términos de una jerarquía, algunos más altos que otros.
Todas las personas asignan su propio valor a las cosas, la forma de aplicar este valor es único y característico en cada persona, siendo un hábito del pensamiento, que incluye el pensar acerca de las cosas, discernir sobre sus diferentes aspectos, ordenar los valores y elegir entre las diferentes opciones. La forma de pensar y asignar valores, que es propio de cada persona, se le denomina estructura del valor. La estructura es lo que da forma a un objeto, aquello para lo que sirve, una persona es un conjunto de cualidades que componen una estructura.
Dado que pensamos en lo que valoramos, que sentimos según el valor que demos al objeto en cuestión, y que actuamos hacia lo que valoramos, la calidad de la valoración que hagamos tiene que influir decisoriamente en la del pensamiento, emoción y acción.
El contenido estructural del valor está en relación:
Al sujeto (intrínseco) relación con la emoción y los conceptos singulares.
Al objeto (extrínseco), relación con la acción y los conceptos abstractos.
Y a su interrelación (sistémico), relación con el pensamiento y los conceptos formales.
Esto se establece en una dualidad: “externa e interna”.
Externa: mi yo con el mundo, contigo (tu), con vosotros (en función del rol) y con ellos (la autoridad, el sistema exterior).
Interna: mi yo conmigo mismo, (yo mi me conmigo) en cuanto al yo como auto concepto, al rol frente a uno mismo, ( yo mi me contigo), necesidades primarias afectivas y de contacto, (lo que significas para mí), y la norma moral interna, ( yo mi me con ellos) , el yo en cuanto a normas, ideales, principios, metas y objetivos.
Los valores esenciales SON, pero cuando los aplicamos tienen que ver con un objeto, son concreción, porque nuestra energía está concretada en tiempo y en espacio, y está definida en un cuerpo, Valor individual, valor familiar, social y valor espiritual. Los cambios a nivel grupal generan cambios a nivel individual.
Axiología “Valoramos algo según el grado en que se ajusta a su concepto” (axioma central axiológico)

Teoría de los valores.

Es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza del valor en relación con los diferentes aspectos del ser humano, moral, estética, religión, creencias, metafísica… La palabra Axiología proviene del francés axiologie, y ésta del griego axio, lo digno o lo que tiene valor, y del griego logos, enumerar, seleccionar, escoger. La axiología formal es un sistema científico de identificar y medir el valor. Que intenta explicar el mundo a través de los valores, tiene su base en las matemáticas de los números transfinitos y en la lógica, transfinitos son aquellos en los que una parte de ellos iguala en número a la totalidad, abarcando los números finitos, los infinitos de numerables y los no de numerables.
El axioma fundamental de la axiología formal nos habla de bondad de un objeto, con el mayor o menos grado de cumplimiento con las propiedades del concepto de ese objeto. La naturaleza de todo valorando es múltiple, ya que en cada uno existe y es necesario tener en cuenta sus aspectos intrínseco-personas, extrínseco- cosas, y sistémico-ideas. Así la axiología plantea las tres formas de presentación del conjunto de propiedades:
Dimensión Intrínseca: Yo-Personas.
Lo que uno es: su esencia. La relación esencia a esencia. Abarca los aspectos íntimos y esenciales del ser humano. Es el reino de la intuición y la emoción, que incluye la consciencia intuitiva de sí mismo y de los demás como seres individuales únicos, así como los deseos, sentimientos y efectos. Es lo visceral, el impulso interno. La capacidad de percepción del sí mismo y del otro. Seres humanos conscientes, con su propio concepto singular “Yo soy yo” con un número infinito de propiedades continuas.
Lo valorado se vuelve único, cuando el número de propiedades es infinito pero ya no de numerable, esta es la dimensión intrínseca, el valor del “yo” humano es por tanto transfinito, (Cuánto vale el amor de la madre, o, el del enamorado) Se mide por el grado de cumplimiento de una singularidad, siendo su ejemplo de aplicación el hombre mismo, con una creativa forma de pensar y un lenguaje metafórico en lo singular de sus conceptos. Cada persona cumple siempre perfecta y exactamente su concepto, aunque pueda desconocerlo o empeñarse en incumplirlo. Y eso hace a cada ser humano único, individual e irrepetible.
Dimensión Extrínseca: Ello-Cosas.
Objetos materiales separados existentes en el espacio-tiempo. Conceptos abstractos, definiciones abstraídas de las cosas del mundo concreto y formado por un número potencialmente finito de cualidades discontinuas. Lo relacional, la esencia se proyecta, el yo proyectado al mundo. Se refiere a realidades externas, no esenciales y no íntimas de la persona. Es el reino de la acción que incluye clasificar, ordenar y comparar por sus propiedades. Carácter, trabajo, profesiones, roles, cosas, imagen y estatus social.
La combinación de las diferentes cualidades de un objeto producen gran número de posibles valoraciones diferentes, tanto más cuanto más sofisticado sea el objeto. Valoración, número de propiedades que va desde uno al infinito, pero de numerables), es entonces cuando nos referimos a la dimensión extrínseca. Pragmática forma de pensar y lenguaje común, aplicado en objetos u ocupaciones, en una amplia gama de valores y con conceptos analíticos o abstractos. Se mide por el grado de cumplimiento de una abstracción.
Dimensión Sistémica: Súper-Yo- Ideas.
Se concreta en las normas, pautas y patrones que forman el conjunto de reglas o principios de la persona. Es el reino del sentido, que incluye pensamientos, ideas, conceptos formales, interpretaciones, creencias, dogmas, intuiciones económicas, políticas, religiosas y culturales. Construcciones mentales que no tienen existencia real en el espacio – tiempo sino solo de forma aproximada, definiciones construidas con un pequeño número de cualidades que se cumplen o no se cumplen, por tanto los valores aplicables en este ámbito oscilan entre uno y cero, según se cumpla o no se cumpla la definición.
Cuando el número de propiedades es finito y de numerable (n), entonces hablamos de la dimensión sistémica. Se mide por el grado de cumplimiento de una construcción formal. Relación con normas y autoridad es el orden de forma general, su lenguaje es técnico y la forma de pensar dogmática o esquemática, siendo los sistemas científicos sus ejemplos de aplicación, su característica distintiva es la construcción mental, con una gama de valoración de perfecto o de no valor y conceptos sintéticos o constructivos.

Pamplona, Febrero 2.010
Melchor Alzueta

Bibliografía Consultada:

DSM- IV-TR.(2002) Manual diagnóstico de trastornos mentales. Barcelona. Masson.
Belloch A. Sandín B. y Ramos F.(1995) Manual de psicopatología. Madrid. Mc. Graw Hil.
Erikson E. (2000) El ciclo vital completado. Barcelona. Paidós
Horta E., Requena E., Talarn A., y Jarne A.(2006) Psicopatología Clínica. Barcelona .UOC.
Jarne A. y Talarn A. (2005) Manual de psicopatología clínica. Barcelona. Fundación Barraquer
Kaplan. & Sadock.(2008) Sinopsis de psiquiatría. Barcelona. Wolters Kluver Health.
Millon, T. (1998). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Barcelona: Masson
Naranjo Claudio.(2005) Carácter y Neurosis. Vitoria. Editorial La Llave D.H.
Reich Wilhelm (1976). Análisis del carácter. Buenos Aires Editorial Paidos
Lowen A. (1972) La depresión y el cuerpo. Buenos Aires. Editorial Paidos
Lowen, A. (2009) La espiritualidad del cuerpo. Buenos Aires. Editorial Paidos.
Vallejo Ruiloba J.(2006) Introducción a la psicología y la psiquiatría. Barcelona. Masson.
Yonteff Gary.(1995) Proceso y diálogo en gestalt. Santiago de Chile. Cuatro Vientos Editorial