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Terapia Gestalt - Asociación Española Terapia Gestalt (A.E.T.G.)

TERAPIA GESTALT

Este enfoque terapéutico fue creado por Fritz y Laura Perls, matrimonio alemán que sintetizó, a lo largo de los años 50, y ya en Estados Unidos, sus influencias respectivas: el psicoanálisis en el caso de Fritz (1893-1970),
psiquiatra formado con Clara Happel, Wilhem Reich y Karen Horney entre otros, y la Psicología de la Gestalt
o de la Forma en el caso de Laura (1905-1990), aunque pueden rastrearse otras muchas influencias más o menos implícitas: el teatro y el psicodrama, el pensamiento fenomenológico y existencialista, el zen, etc.
Encuadrada en el movimiento de la Psicología Humanista, la Terapia Gestalt comparte con dicho movimiento la visión esperanzada del ser humano que tiende a su autorrealización, no como individuo patologizado sino con recursos saludables para su desarrollo óptimo en el aquí y ahora: un tiempo presente y puntual, despojado de absolutos e inmerso en una situación interrelacional con los otros y con el mundo.
La Terapia Gestalt, más que una teoría de la psiquis, es un eficaz abordaje terapéutico y una filosofía de vida que prima la conciencia (awareness, darse cuenta), la propia responsabilidad de los procesos en curso y la fe en la sabiduría intrínseca del organismo (la persona total que somos) para auto-regularse de forma adecuada con un medio cambiante.
Antepone la espontaneidad al control; la vivencia, a la evitación de lo molesto y doloroso; el sentir, a la racionalización; la comprensión global de los procesos, a la dicotomía de los aparentes opuestos… y requiere del terapeuta un uso de sí como instrumento (emocional, corporal, intelectual) que transmita una determinada actitud vital en vez de practicar únicamente una técnica útil contra la neurosis. En la historia de la Gestalt norteamericana ha habido dos corrientes, a veces más contrapuestas de lo deseable: la llamada Gestalt de la Costa Este (New York, Cleveland), más interesada en la sistematización teórica, y la de la Costa Oeste (Esalen, California) que, en palabras de Claudio Naranjo, defínela Gestalt como un intuicionismo que se reconoce como tal.
Ambas están representadas en España: la primera, por Celedonio Castanedo en Madrid y, a través de Jean-Marie Robine, en Valencia, y la segunda en el resto del país, ya que los introductores más significativos de la Gestalt en España corresponden a esta corriente: Rony Felton en los principios barceloneses, Adriana Schnake y Claudio Naranjo en Madrid y otros lugares.

LAS RAICES FILOSÒFICAS DE LA TERAPIA GESTALT

Si la Terapia Gestalt es ante todo, en palabras de Claudio Naranjo, la forma de hacer terapia originada por Fritz Perls, la pregunta acerca de las bases filosóficas de este tipo de terapia necesariamente nos remite a aquéllas en que pudo beber o inspirarse el propio Perls (1893-1970).
Los intereses del Fritz adolescente no se orientaban precisamente a lo teórico. Rebelde, enfrentado a la
tradición religiosa judía familiar que consideraba hipócrita, y fascinado por su temprana experiencia teatral con Max Reinhardt, ve interrumpidos sus estudios de medicina , iniciados como compromiso social frente a la presión paterna, para pasar por la terrible experiencia de las trincheras en la Primera Guerra Mundial
Graduado como neuropsiquiatra una vez terminada ésta, su espíritu inconformista, desencantado, y a la vez vitalista, le pone en contacto con la vanguardia del movimiento de la Bauhaus en Berlín. Aquí, entre una pléyade de artistas, poetas, arquitectos y pensadores disidentes, encuentra al filósofo neokantiano Solomon Friedlaender, en cuya teoría sobre la “indiferencia creativa” basada en la afinidad de los contrarios y la existencia entre ellos de un “punto cero” de equilibrio iba a encontrar Fritz, en sus propias palabras, “un antídoto contra mi confusión y extravío existenciales”. Por esta época, no obstante, iba a acudir también en busca de solución a la que habría de ser su primera psicoanalista, y a la vez la primera introductora crítica al mundo del psicoanálisis: Karen Horney.
Los influjos se superponen. Por un lado, el de su tratamiento y ulterior formación psicoanalítica en Frankfurt, Berlín y Viena, de la mano de otros famosos analistas que le llevan a establecerse él mismo como sicoanalista ortodoxo por más de diez años, primero en Berlín y luego, huyendo de los nazis, en Sudáfrica, donde irá fraguándose su propia síntesis terapéutica particular importancia ejerció en él como terapeuta Wilheim Reich, que habría de agudizar su consciencia de la importancia del cuerpo como factor de anclaje y expresión de los conflictos neuróticos.
Por otra parte, aún en Alemania, coincidiendo con sus inicios psicoanalíticos, resultará decisivo su contacto sobre todo a través de Laura, su futura mujer con la escuela de la “Psicología de la Gestalt” de Frankfurt ( Köhler, Wertheimer, Kurt Lewin…) y sus conclusiones en el estudio de los mecanismos de la percepción: organismo y medio concebidos como un “todo” donde el organismo percibe el medio como conjunto significativo (Gestalt), estructurado en términos de “figura” y “fondo”, en función de su interés o necesidad en cada momento dado.
Cuando el organismo satisface su necesidad, vuelve a un punto cero de equilibrio (coincidencia con Friedlaender), hasta que la tensión surgida de una nueva necesidad vuelve a reestructurar la percepción del medio en orden a satisfacerla y alcanzar así un nuevo equilibrio dentro del ciclo permanente
de “autorregulación organísmica” que caracteriza la vida estos gestaltistas no tenían propósito alguno de utilizar sus investigaciones para fines terapéuticos, pero Perls, guiado por su agudo instinto práctico, rescataría más adelante como eje de su futuro sistema terapéutico una fe inquebrantable en la capacidad humana individual y social de autorregulación organísmica, y el concepto dinámico operativo de “Gestalt inconclusa”, orientando la terapia a la detección y resolución en el presente de “situaciones inacabadas” en la vida del individuo, origen del estancamiento de su energía y, por tanto de su neurosis. De aquí también el adoptar tardíamente para su específica forma de terapia el nombre de “Terapia Gestalt” (hacia 1950).
A estos influjos hay que añadir, todavía en la etapa alemana, algún contacto más episódico que sistemático con el movimiento existencial (Buber, Tillich, Scheler…) y con la fenomenología de Husserl. “Al menos me había compenetrado de una cosa: la filosofía existencial exige que uno tome la responsabilidad de su propia existencia “, dice en su autobiografía, donde también califica a su terapia de “existencial”, al lado de la Logoterapia de Frankl y la terapia del Dasein de Binswanger.
Rasgos existenciales de la terapia Gestalt son también concebir la relación terapéutica como una relación “Yo-Tú” (Buber), y el énfasis en el aquí y ahora. La raigambre fenomenológica, presente ya en la misma escuela de la “Psicología de la Gestalt”, se hace más patente aún en Perls con su insistencia en el desarrollo de la conciencia de lo obvio (“awareness”), sin interpretaciones, como vía de captación de la realidad, y en su alejamiento de todo interés por el inconsciente. Por cierto, Perls, que siempre admiró mucho a Freud,
comenta en su autobiografía: “Estoy profundamente agradecido de lo mucho que me desarrollé oponiéndome a él”.
De esta forma, Perls, poseedor de una mente poderosa, dotada de una fuerza lógica, crítica e integradora de primer orden , pese a no ser ante todo un teórico, iba a adscribirse más por olfato e instinto vital derivados de su propia personalidad y experiencia que como fruto de una trabajosa decantación intelectual a las nuevas corrientes filosóficas de su tiempo (fenomenología y existencialismo, sobre todo), separándose así de las corrientes asociacionistas , mecanicistas y positivistas que dominaban la filosofía y la ciencia en el cambio de siglo y que estaban en la base de toda la concepción psicoanalítica freudiana.
La síntesis personal de Perls, que empezó a tomar cuerpo tardíamente (con casi 50 años), no dejaría de enriquecerse con nuevos aportes hasta en sus últimos años, lo que de por sí pone de relieve, además de su admirable vitalidad, la estrecha coherencia con su propia vida que presidió desde siempre su particular forma de trabajo terapéutico.
Entre esos nuevos elementos, aparte el psicodrama de Moreno o los trabajos de Ida Rolf y Eric Berne, cabe destacar como más importantes, en el orden filosófico, la concepción holística de Jan Smuts (con quien trabó amistad en Sudáfrica) y, sobre todo, el contacto directo que tuvo con la filosofía oriental a lo largo de su estancia de dos meses en un “dojo” japonés.
En los principios taoístas de integración de opuestos –Ying y Yang–, y la atención centrada en el presente y el valor del vacío, propios del Zen, encontraría una confirmación amplificadora de posiciones ya anteriormente establecidas por él en la misma dirección.
De esta forma, su enfoque terapéutico, firmemente encuadrado dentro del Movimiento de la Psicología Humanista o de Desarrollo del Potencial Humano surgido en California en los años 60 de la mano de Abraham Maslow, Alan Watts y Carl Rogers, entre otros, acaba asomándose así a la dimensión espiritual transpersonal, que estaba en germen en ese movimiento, transcendiendo con ello los estrechos planteamientos psicologizantes en que había estado inmerso el mundo de la psicoterapia freudiana hasta el momento.

GESTALT Y CLÌNICA

La psicología de la Gestalt se transforma en Psicoterapia cuando F. Perls introduce el concepto de motivación.
Hay tres premisas que fundamentan la Gestalt como una terapia con sus aplicaciones en el campo de la Psicología Clínica:
-EL DARSE CUENTA
-LA AUTOREGULACIÒN ORGANÌSMICA
-EL CONTACTO
–La primera premisa es el DARSE CUENTA, que tiene que ver con el “qué” y el “cómo” de la conducta y no con el “porqué”. Sólo cuando el individuo se da cuenta de lo que hace y de cómo lo hace podrá cambiar su conducta. Esto introduce un cambio sustancial en el modo de concebir al paciente, el cual pasa de echar la culpa de lo que le sucede algo o alguien externo a hacerse responsable de sus conductas y de sus consecuencias.
–La segunda es la HOMEOSTASIS, que Perls identificó con autorregulación organísmica y lo definió como el “proceso mediante el cual el organismo interactúa con el ambiente para mantener el equilibrio”.
–La tercera es el CONTACTO, que ya va implícito en la anterior premisa de homeostasis. El contacto es imprescindible para el crecimiento y el desarrollo del ser humano. La salud y la enfermedad vendrán determinadas, pues, por una alteración en cualquiera de estas tres expresiones del ser humano.
A partir de esa concepción, la persona que asiste a terapia ya no es un enfermo irrecuperable y la enfermedad no es una fijación en una etapa infantil, como lo era para el Psicoanálisis, o una mera conducta observable, como lo era para las terapias conductuales, sino un desajuste en el intercambio con el ambiente.
Los objetivos de la Terapia Gestalt son:
– Pasar del apoyo externo al auto apoyo.
– Aprender a darse cuenta de lo que hace y cómo lo hace (auto-responsabilidad).
– Lograr la mayor integración posible, ya que esto facilita el crecimiento y desarrollo del individuo.
– Fomentar en el paciente una actitud activa y responsable que le permita aprender a observar sus conductas y a experimentar otras nuevas
Hay mucho de novedoso en la Terapia Gestalt y en su abordaje desde la práctica clínica. A saber:
1. Concepto de “paciente” como persona que viene a terapia en contraposición con el “enfermo incurable”.
2. La cualidad del terapeuta como el que “enseña a aprender”.
3. El proceso terapéutico como experiencia de contacto esencialmente fenomenológico.
En cuanto al primer punto, la persona es tratada como una totalidad y es co- responsable del proceso terapéutico; es por eso que ha de ser particularmente activo y capaz de descubrir y lograr sus objetivos a través de sus propios esfuerzos.
En cuanto al segundo, un terapeuta gestáltico: No interpreta, no condiciona ni des condiciona: acompaña. Atiende a la conducta, no a los mentalismos. Atiende al darse cuenta y no a preguntas especulativas; al aquí y ahora en lugar del allá y entonces. Tiene un estilo directo y activo en el trabajo terapéutico y una preocupación por crear una relación horizontal.
Paciente y terapeuta son dos personas embarcadas en una tarea en la que el foco de atención es el paciente; no se fomenta la dualidad de que el sano es el terapeuta y el enfermo el paciente. El uso del terapeuta como herramienta de cambio, el que apoya lo genuino y confronta lo neurótico del paciente. Sus devoluciones oscilan entre el apoyo y la frustración.
Por último, un terapeuta gestáltico no le dice al paciente lo que ha descubierto acerca de él, sino que le enseña a aprender acerca de sí mismo. En lo que se refiere al proceso terapéutico, éste no es un producto terminado sino que ha generado una persona que ha aprendido a desarrollar el “darse cuenta” que necesita para solucionar sus propios problemas.
El criterio de éxito no es la aceptación social, sino el incremento de la capacidad de darse cuenta del paciente, que se ve reflejado en un aumento y recuperación de su vitalidad y en una conducta más integrada de acuerdo a sus necesidades esenciales y a sus posibilidades.
La última aportación a la que quiero referirme está contenida en una frase de Perls: “La Terapia Gestalt es algo demasiado bueno como para acotarlo exclusivamente a los neuróticos”.