Escala de Valores.
Robert S. Hartman.
Frases Intrínsecas – (12) – L
Valoración intrínseca de un contenido intrínseco, en mi está el germen de la maldad puesto al servicio de la destrucción del otro, falta total de respeto a lo que supone la vida, y conciencia en el hacer daño, poco a poco. EL VALOR MUERTE. Representa la muerte hacia fuera. Hacer daño a otro poco a poco, con conciencia y con maldad.
Torturar a una persona es llevarla al límite, atormentar, hacerle daño con conciencia y con la actitud puesta en ello. Implica una actitud destructiva hacia el otro. Indica el sadismo concreto: físico y psicológico, puede ser una actitud sádica persecutoria hasta el sadismo propiamente dicho. El componente sádico como proyección de un mensaje paranoico de persecución (peligro) en el mundo.
La destrucción del ser humano, la muerte como pérdida de referencia con el “yo” Habla de qué tanto y cómo yo reconozco lo que impide la vida, habla de suspender posibilidades, de remitir a la persona solo a lo interno.
Pueden ser personas que lleven al límite al otro. 6-4-2-3 sexual y 8
Cuando hay distorsión, capacidad para matar, para destruir al otro.
-1, -2, -3, Tendencia a hacer daño al otro.
De valoración intrínseca de contenido intrínseco. Yo maldigo, me maldigo, hablo con mordacidad en mi propio perjuicio, denigrándome, hago una imprecación que se dirige contra mí mismo, contra el día que nací, con lo que estoy diciendo que no quise nacer, que preferiría no haber nacido.
No me quiero. Negación de mí. No quiero estar vivo. Lo contrario de “estar contento con ser yo mismo”. La persona no desea estar viva, se odia a sí misma y puede hacerse daño. Contacto con todos los elementos que suspenden la vida, teniendo a la muerte como pérdida de referencia del yo. Habla de qué tanto reconozco yo lo que impide la vida. Contiene el sadismo hacia sí mismo, pensamientos sádicos.
• En negativo, desde el -1 hasta el -17:
Habla de la capacidad de hacerse daño, de destruir su propia vida, nada tiene sentido en la vida y prefiero desaparecer. Maldigo mi existir desde que nací. Dificultad en el reconocimiento de las actividades que suspenden la vida (inconsciente) Rasgo temerario y autodestructivo. Frase que encierra mucho enojo con la vida. Muchas veces indica aquello que a la persona no le hace feliz. Hay un conflicto existencial, que bien puede ser momentáneo. Columna que unida a la P deja ver el sadomasoquismo.
Según Freud el comportamiento humano está motivado por las pulsiones, que son la representación neurológica de la necesidad física. Al principio las denominó pulsiones de vida. Las pulsiones son las motivaciones de la vida humana, cualquier satisfactor desde el primordial de alimento y agua, hasta el de perpetuar la especie, que le lleva a buscar sexo. A esta energía de vida Freud la llamó libido, a partir del latín “yo deseo”. Freud consideró el sexo como la necesidad más importante en la psique.
Con posterioridad Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades. Ante este supuesto la meta de la vida es la muerte, y comenzó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las pulsiones de vida había una pulsión de muerte.
Perfiló la idea de que todos tenemos una inconsciente necesidad de morir. La evidencia cotidiana de la pulsión de muerte está en nuestro deseo de paz, de escapar a la estimulación, en nuestra atracción por el alcohol y los narcóticos, en nuestra propensión a actividades de aislamiento y en nuestra apetencia por el descanso y el sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de forma más directa como el suicidio y los deseos de suicidio. Y en otros momentos, tal y como Freud decía, en la agresión, crueldad, asesinato y destructividad.