Salud y enfermedad. El síntoma.
Basilio Goñi Baleztena.
Un poco de historia.
A mi modo de ver las cosas, la medicina que se practica hoy día es una medicina de enfermedad, cuida más a la enfermedad que al enfermo. Actualmente los problemas más frecuentes son emocionales y no requieren tratamientos extraordinarios, sino atención, consejos y apoyo. Normalmente, y desde que yo tengo uso de razón, son las mujeres las que se han hecho cargo de la salud de la familia, van a la consulta por sus hijos, y hasta por su marido.
De siempre la salud ha sido asunto de mujeres, hace falta intuición, observación, compasión, entrega, amor, y sabiduría. Estas son cualidades del principio femenino, desarrollado sobre todo por mujeres, niños, y ancianos, y en personas con dones especiales. Por eso eran las mujeres las que se ocupaban de la salud de la familia, de la aldea, del clan, abuelas que ponían los remedios para la salud de la comunidad. Su sabiduría estaba basada en la experiencia, la observación y el sentido común, y todo el mundo tenía acceso a ella. La gente las llamaba sabias, y las autoridades hechiceras y charlatanas. La iglesia consideraba la enfermedad como un castigo de Dios por los pecados cometidos, por lo que era considerada como algo “benéfico” para limpiar los pecados.
Hasta el siglo XIII no se aceptó la práctica de la medicina, y es cuando surgieron las escuelas de medicina en las universidades de las que las mujeres estaban excluidas, bajo el control de la iglesia, que ponía sus dogmas. Solo podían ejercer la medicina aquellas personas que disponían de su correspondiente diploma, y las mujeres estaban excluidas de esas escuelas. La práctica de la medicina fue ocupada poco a poco en exclusiva por hombres, con la protección y el patrocinio de las clases dominantes, con el resultado de que una minoría de privilegiados hace leyes para dominar y explotar a la mayoría.
Desde la mitad del siglo XIII hasta el siglo XIX la inquisición torturó y quemó a millones de personas, eran acusadas de herejía y hechicería, sin proceso y bajo tortura. Si confesaban se les declaraba culpables de hechicería, si no confesaban se les declaraba culpables de herejía, pero en ambos casos el resultado era el mismo, arder en la hoguera, y a la vez servir de ejemplo para el resto. Nadie que se opusiera abiertamente a las leyes salía con vida.
Durante el tiempo que duró la inquisición fueron exterminadas unos nueve millones de personas, de ellas cerca del 80% mujeres y niños, con el consiguiente descrédito para toda la familia y la confiscación de todos sus bienes. De alguna manera se ha tratado de eliminar a las mujeres porque así parecía que se eliminaba el principio femenino. Las mujeres atendían la salud, transmitían tradiciones, tenían un poder natural, encarnaban la soberanía del principio femenino con valores como la protección, la cooperación, el compartir, etc.
Desde siempre las autoridades han combatido el principio femenino para mantener el sistema patriarcal de dominación y explotación. La exclusión del principio femenino se ha practicado en detrimento de las mujeres y sigue siendo así en nuestros días. Esta humanidad tiene que recuperar el principio femenino para encontrar el equilibrio que le lleve a la plenitud, a la unidad.
Enfermedad y sanación.
Actualmente el ser humano se enorgullece de los avances técnicos, especialmente en el terreno de la medicina, con soluciones que en muchos casos rozan lo milagroso. Pero también al mismo tiempo han surgido muchas voces de desconfianza hacia la medicina moderna. Cada vez hay más personas, entre ellas muchos médicos, que confían más en los métodos naturales, en las llamadas terapias alternativas, la medicina naturista, homeopatía, etc. Efectos secundarios, falta de humanidad, mutación de síntomas, etc. son los motivos que la gente echa en cara a la medicina moderna.
Hay algo que está fallando porque no se está obteniendo el objetivo deseado. Pero la unanimidad se rompe cuando de buscar alternativas se trata, los remedios naturales, la fisioterapia, la acupuntura, etc. son unos tantos de los métodos que se están utilizando en sustitución de la medicina actual. Si contemplamos en su conjunto todos los esfuerzos y métodos extraordinarios, vemos, una gran receptividad para toda la diversidad de métodos, el afán de considerar al ser humano en su totalidad como ente físico-psíquico. Para nadie es un secreto que la medicina académica ha perdido de vista al ser humano.
La súper especialización y el análisis son los conceptos fundamentales en los que se basa la investigación. Pero estos métodos, a la vez que proporcionan un conocimiento más minucioso del detalle, hacen que el todo se diluya. La falta de un fondo le ha valido el calificativo de inhumana.
Los procesos funcionales nunca tienen significación en sí, el significado de un hecho se nos revela por la interpretación que le atribuimos. Por ejemplo, la subida de una columna de mercurio en un tubo de cristal carece de significado hasta que lo interpretamos como un cambio de temperatura. Enfermedad y salud son conceptos singulares, por cuanto se refieren a un estado del ser humano y no a órganos o partes del cuerpo. Por lo tanto si salud, en singular, se refiere al estado del ser humano, no sería factible hablar de enfermedades, en plural, ya que se refiere al ser humano en su conjunto.
El cuerpo nunca está enfermo ni sano, ya que en él solo se manifiestan las informaciones más profundas, el cuerpo no hace nada por sí solo. El cuerpo de una persona viva debe su funcionamiento a dos entes inmateriales que son conciencia (alma) y vida (espíritu). La conciencia emite la información que se manifiesta y hace visible en el cuerpo. La conciencia es al cuerpo lo que un programa de radio al receptor.
Lo que ocurre en el cuerpo de una persona es la expresión del equilibrio y la libre circulación de la energía. Cuando el pulso y el corazón siguen un ritmo determinado, la temperatura corporal es constante, las glándulas segregan hormonas y en el organismo se forman anticuerpos. Estas funciones no pueden explicarse por la materia en sí, sino que dependen de una información concreta que empieza en la conciencia. Cuando las distintas funciones trabajan de un modo determinado, se produce una forma armoniosa y equilibrada que llamamos salud. Si una de estas funciones altera la armonía y el equilibrio se rompe, a eso le llamamos enfermedad.
Entonces enfermedad significa la pérdida de una autonomía, o también, el trastorno de un orden hasta ahora equilibrado. Visto desde otro punto de vista, se podría decir que la enfermedad es la instauración del equilibrio, lo que se denomina autorregulación organísmica. La pérdida de equilibrio se produce en la conciencia, en el cuerpo solo se manifiesta. Por lo tanto el cuerpo es el vehículo donde se manifiesta la realización de todos los procesos y cambios que se producen en la conciencia.
Así si el mundo material no es sino el escenario donde se plasma el juego de los arquetipos, también el cuerpo material es el escenario donde se manifiestan las imágenes de la conciencia. Por lo tanto si una persona sufre un desequilibrio en su conciencia, ello se manifestará en el cuerpo en forma de síntoma. Síntomas hay muchos, pero todos son expresiones de un proceso que llamamos enfermedad y que se produce en la conciencia de una persona. Se podría decir que todo esto coincide con el planteamiento psicosomático, aunque se puede aplicar a todos los síntomas.
La distinción entre “somático” y “psíquico” podría referirse a lo sumo al plano en el que se manifiesta el síntoma, pero no sirve para ubicar la enfermedad. Con la diferenciación entre enfermedad (plano de la conciencia), y síntoma (plano corporal) el examen se traslada del análisis habitual de los procesos corporales hacia una contemplación del plano psíquico.
Cuando en el cuerpo de una persona se manifiesta un síntoma, este interrumpe la continuidad de la vida diaria. Un síntoma es la señal que atrae atención. Esta interrupción que parece llegar de afuera nos produce una molestia, y desde ese momento no tenemos más que un objetivo, eliminar la molestia. El ser humano no quiere ser molestado, y ahí empieza una lucha contra el síntoma, esto exige atención y dedicación.
La medicina actual trata de convencer a los enfermos de que un síntoma es algo fortuito, cuya causa hay que buscar en los procesos funcionales, y combate el síntoma como el origen de todo, con ello la señal pierde su auténtica función, y se convierte en una señal incomprensible.
La medicina natural solo se diferencia de la medicina académica en los tratamientos a tomar, pero sigue viendo solo una parte del ser humano, la parte física, es posible eliminar un síntoma, pero si no se elimina el origen tarde o temprano volverá a surgir hasta que no contemplemos que es lo que el síntoma viene a decirnos.
Aquello que en nuestro cuerpo se manifiesta como síntoma es la expresión visible de un proceso invisible, y con su señal puede interrumpir nuestro proceder habitual, avisarnos de una anomalía y obligarnos a investigar. Es una estupidez enfadarse con el síntoma, y absurdo tratar de eliminarlo no dejando que se manifieste. Lo que debemos eliminar no es el síntoma sino la causa. Por lo tanto, si queremos descubrir que es lo que nos dice el síntoma tenemos que apartar la mirada de él y buscar más allá. La medicina actual equipara síntomas y enfermedad, es decir, no puede separar la forma del contenido. Por eso no se regatean recursos de la técnica para tratar órganos y partes del cuerpo, mientras se descuida a la persona que está enferma. Se trata de impedir que aparezcan los síntomas.
En definitiva, La enfermedad es un estado que indica que la persona, en su conciencia, ha perdido la armonía. Esta pérdida del equilibrio interno se manifiesta en el cuerpo en forma de síntoma. El síntoma es pues portador de información ya que con su aparición interrumpe el ritmo de nuestra vida y nos obliga a estar pendientes de él. El síntoma nos señala que nosotros, como individuo, como ser dotado de alma, estamos enfermos, es decir, que hemos perdido el equilibrio. El síntoma nos indica de que algo falla, denota un defecto, una falta, que para estar sanos nos falta algo.
El síntoma puede decirnos que es lo que nos falta, cual es el fallo. Y nos dice cosas más importantes que nuestros semejantes, ya que son compañeros más íntimos, nos pertenecen por completo, y son los únicos que nos conocen de verdad. Puede resultar difícil soportar tanta sinceridad, nuestro mejor amigo nunca se atrevería a decirnos la verdad tan crudamente como los síntomas.
Resulta más cómodo vivir engañado, pero no por ignorarlo el síntoma va a desaparecer, si no es de una forma será de otra pero siempre estará ahí para decirnos que es lo que falta. Si nos atrevemos a prestarle atención y establecer comunicación, serán guías infalibles en el camino de la sanación. Al decirnos lo que en realidad nos falta, al mostrarnos donde fallamos y debemos asumir, nos permiten conseguir que, por medio de aprendizaje y asimilación consciente, ellos desaparezcan.
Esta es la diferencia entre combatir la enfermedad y transmutar la enfermedad. La curación se produce desde una enfermedad transmutada, no desde un síntoma derrotado, ya que la curación significa que el ser humano se hace más sano, más completo. La curación se consigue incorporando lo que falta, y por lo tanto no es posible sin una expansión de la conciencia. Enfermedad y curación son conceptos que pertenecen a la conciencia, por lo que no pueden aplicarse al cuerpo, En él solo se reflejan estados de conciencia.
Enfermedades Psicosomáticas.
En muchas ocasiones la enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo. Las enfermedades psicosomáticas son producidas por somatizaciones del individuo, es decir, cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada debido a emociones displacenteras, sentimientos negativos, modificaciones del ciclo vital, o situaciones de alto impacto emocional, las cuales producen estrés, que puede representarse en forma de síntomas o enfermedades físicas.
La medicina psicosomática, toma en cuenta las emociones, las considera y analiza desde un enfoque terapéutico, el cual engloba a la totalidad de los procesos integrados entre los sistemas somático, psíquico, social, y cultural. Procesos que inicialmente emergen desde lo orgánico y que pueden repercutir en la esfera psicológica y física, como por ejemplo traumatismos, diabetes, enfermedades gástricas, alergias, enfermedades endocrinas, cáncer, etc.
¿Hasta dónde pueden llegar las emociones?, ¿Las enfermedades psicosomáticas son un problema mental?, ¿Qué soluciones existen? ¿Cuánto perjudica no hablar de los problemas o que tan malo es no expresar los sentimientos? Existen diferencias individuales en el modo de enfermar, tanto a nivel psíquico como físico.
En algunas personas cuya salud física ha sido muy buena durante toda su vida, el trastorno emocional puede persistir durante mucho tiempo sin llegar a manifestarse de forma clara a nivel físico, de manera que tendrá mayor facilidad para contraer enfermedades comunes como la gripe, menor vitalidad, síntomas leves como dolores de cabeza, problemas digestivos u otros, cansancio crónico, etc., todo ocasionado por la falta de defensas, las cuales bajan de nivel debido al estado anímico. En cambio, otras personas, manifiestan sus alteraciones emocionales a nivel físico muy rápidamente, de forma que es posible que ni siquiera sean conscientes de lo que están sintiendo.
Freud decía que de las tres causas de sufrimiento humano: los desastres de la naturaleza, el propio cuerpo, o las relaciones con otros seres humanos, esta última era la causa más frecuente e importante de los trastornos emocionales. La falta de amor, algunas situaciones negativas, el estrés y la tensión de las grandes ciudades han generado, en los últimos años, una serie de enfermedades que en principio no tenían explicación y que hoy llamamos: “Enfermedades psicosomáticas”.
En muchas ocasiones la enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo. La palabra psicosomática significa: “factores psicológicos con influencia sobre las enfermedades”. A veces acudimos al médico quejándonos de alguna enfermedad o dolencia, y tras hacernos un chequeo los resultados son negativos, no habiendo una justificación al malestar de la enfermedad que creemos tener. Esto causa cierto desconcierto, ya que es más cómodo encontrar una causa física y aplicar un tratamiento, que entender y aceptar que es nuestra mente la que puede estar originando o manteniendo la alteración. Recientes investigaciones demuestran que los factores psicológicos pueden desempeñar un papel importante tanto en la aparición como en el mantenimiento de algunas enfermedades.
De acuerdo con el libro “la mente dividida”, normalmente suele aparecer un síntoma que persiste durante meses sin evolucionar en ningún sentido, ocasionando una molestia crónica que vamos soportando como podemos. Todos estamos sometidos a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida. Una persona puede sentir, por ejemplo, ansiedad ante uno de estos acontecimientos. La ansiedad conlleva una serie de acontecimientos físicos, como palpitaciones y liberación de las llamadas hormonas del estrés.
Cuando la ansiedad se produce muy a menudo no es extraño que pueda acabar produciendo enfermedades físicas o alteración del funcionamiento de determinados órganos. Es decir, Nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo. Otro ejemplo, se ha visto que en las personas deprimidas también suele darse un debilitamiento del sistema inmunológico.
Las emociones no surgen de la nada, están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede. Esta reacción puede dar lugar a síntomas como dolores de estómago o de cabeza, tensión muscular, enfermedades infecciosas o enfermedades respiratorias, tal y como han demostrado algunos estudios en los que se ha visto cómo pueden aparecer estos síntomas tras un acontecimiento estresante. “Nuestra forma de ver el mundo también influye en los síntomas crónicos. Las personas con sentimientos y pensamientos crónicos de desesperanza, desamparo y depresión que, además, tienen poca capacidad para enfrentarse a los acontecimientos estresantes o resolver los problemas de sus vidas (la llamada capacidad de afrontamiento), tienen más probabilidades de tener enfermedades psicosomáticas”
¿Es el ser humano un enfermo?
En la empresa donde yo trabajo somos unos 150 trabajadores, todos estamos sanos, hacemos vida normal, y acudimos al trabajo con normalidad. Una vez al año nos hacen un reconocimiento médico, y a todos nos sale algo, que si el colesterol, el ácido úrico, que si algo en la columna, etc. Es decir, aparentemente todos gozamos de buena salud, y sin embargo a todos se nos diagnostica algún síntoma. La medicina ve en la enfermedad una molesta perturbación del estado normal de salud, y por lo tanto, trata no solo de subsanarla lo antes posible, sino de impedirla y desterrarla. Pero la enfermedad más que un defecto funcional es parte de un sistema de regulación que está al servicio de la evolución, la salud necesita a la enfermedad como complemento o polo opuesto.
Las personas totalmente sanas no existen, en la vida normal estas personas son una ilusión. Hay personas que durante mucho tiempo no se pongan enfermas, ni desarrollen síntomas, pero algún día se pondrán enfermas y morirán. El paso del ser humano por esta vida termina inevitablemente con la muerte porque la enfermedad es un estado de imperfección, y de vulnerabilidad y nadie está libre de ella.
Creo que deberíamos eliminar la idea de desterrar de este mundo la enfermedad. Ante la actitud polar del ser humano, la naturaleza en el curso de su vida, hace que el ser humano entre más y más en el estado de enfermedad, hasta que la muerte pone fin a todas sus ilusiones. La enfermedad y la muerte ponen al ser humano en su sitio y destruyen todas sus ilusiones de grandeza.
Nuestros síntomas son insobornables, y enormemente sinceros, con su existencia nos indican que es lo que nos falta en realidad y que es lo que no permitimos que se realice, con su insistencia nos indican que no hemos resuelto el problema con la rapidez y eficacia que nos gustaría. El ser humano vive desde su ego, y el ego siempre ansía poder, y cada vez que le hacemos caso, se hace más grande, con nuevos modos de esclavizarnos. La enfermedad contrarresta cada acto que hace el ser humano desde el ego y lo lleva hacia la humillación y la indefensión, por eso cada facultad, y cada habilidad del ser humano le hace proporcionalmente vulnerable a la enfermedad.
El ser humano está ampliando las medidas preventivas contra la enfermedad, y cree que puede ser protegido contra la enfermedad por diversos métodos, y no se da cuenta de que la enfermedad está ligada a la salud como la muerte a la vida. La destrucción de ilusiones no es ni fácil ni agradable, pero lleva al ser humano a un estado de humildad en el que le hace replantearse la vida.
La vida es un camino de desengaños, se le van quitando una a una todas las ilusiones hasta que es capaz de soportar la verdad. La inmensa mayoría de la gente que ha pasado por un proceso de enfermedad dice que la enfermedad le ha cambiado, y es que, el que aprende que la enfermedad, la decadencia física, y la muerte como compañeros de vida descubrirá que esto no le lleva a la desesperanza, sino que le ayudan a encontrar el verdadero sentido de la salud y la vida.
Nuestra vanidad nos hace ciegos y vulnerables, y en muy pocas ocasiones encontraremos amigos que sean tan sinceros como la enfermedad dicen que hay algo que todavía no hemos resuelto, o por lo menos no con la eficacia que nos gustaría.
La enfermedad ataca siempre por la parte más vulnerable, sobre todo cuando el ser humano cree que tiene el poder de todo, hasta de cambiar el mundo, y basta un simple dolor de muelas para bajar los humos de la omnipotencia a la categoría de un gusano.
La enfermedad, con el poder de llevar al ser humano de la soberbia a la humildad, es el punto de inflexión en el que el ser humano puede completarse, y para esto tiene que escucharse y aprender lo que la enfermedad viene a decirle, tiene que establecer un dialogo con sus síntomas. Tiene que estar dispuesto a cuestionarse sus opiniones y fantasías y asumir lo que lo que el síntoma viene a decirle.
Si se elimina el síntoma se elimina toda posibilidad de establecer un diálogo con el órgano afectado, y por lo tanto toda posibilidad de recuperación, la sanación está siempre asociada a la ampliación de conocimiento y a una maduración.
Como Sanar.
Tal y como están ahora las cosas, resulta muy difícil para una persona poder ver en la enfermedad algo más que una perturbación para su funcionamiento normal. La inmensa mayoría no se pregunta nada acerca del origen de la enfermedad, por educación y ritos asumidos, resulta más fácil y cómodo dejar el cuerpo, cederlo, al que “sabe”, y aceptar como bueno lo que él dice. Sin embargo, cada vez hay más personas que se preguntan, que se puede hacer para alcanzar la sanación. A mi entender, y después de lo que he escrito, lo mejor que se puede hacer es observar, ver que es lo que la enfermedad quiere decir. El ser humano vive en la confusión entre la enfermedad y el síntoma, este es la manifestación de la enfermedad, y un gran aliado en el proceso de curación, ya que a través de él podemos llegar a saber el origen de la enfermedad. Como dice la Dra. Adriana Schnake: si eliminamos el síntoma eliminamos toda posibilidad de comunicación y por lo tanto de llegar al origen de la enfermedad. La mayoría de las personas se esfuerzan en cambiar las cosas, en hacer algo por cambiar, y en realidad no hay nada que cambiar, excepto nosotros mismos, o para ser más exacto, nuestra visión.
Son muchos los que se empeñan en mejorar el mundo, pero a pesar de ellos, solo hay una cosa que cambiar, y es uno mismo, todo se reduce a conocerse uno mismo, es muy fácil decirle a alguien lo que tiene que hacer, pero es enormemente duro, y hace falta un enorme coraje para rascar dentro y aceptar e integrar lo que llevamos dentro. Pero mejorarse a sí mismo no es si no aprender a verse como uno es, y no significa conocer su yo. El Yo es al Ser lo que un vaso de agua al océano. El camino de la salud es el camino que va del Yo al Ser. Cuando un síntoma me indica lo que estoy rechazando, tengo que aprender a ver esta carencia y asumirla conscientemente. Tenemos que aprender a observar, aunque con este sistema de vida es muy difícil, ya que vivimos en una distracción continua porque solo con una observación constante y atenta se pueden vencer las resistencias y hacer crecer el amor que se necesita para asumir lo observado, para ver la sombra hay que iluminarla.
La medicina actual lo que hace es eliminar el síntoma, y por lo tanto también se elimina el principio que ese síntoma nos revela, lo que el síntoma viene a decirnos. Cuando descubrimos lo que el síntoma quiere decirnos, nos asustamos porque nos pone delante lo que nosotros hemos rechazado, lo que no queríamos, la agresividad, la ira, la pereza, etc., en ese caso no hay que hacer nada, abrazarlo, y aceptarlo, porque es lo que nos falta para ser completos, y es ese no querer tener lo que genera la sombra y nos enferma. Debemos saber que no existe ningún principio peligroso, solo la fuerza desequilibrada es peligrosa, y que un principio es neutralizado por su opuesto. Al aceptar un síntoma se hace más superfluo, y la resistencia lo hace más fuerte. La verdadera sanación solo puede hacerse en la mente, pero siempre queda la incógnita de si una persona llega a ser sincera con ella misma. Creo que en la mayoría de los casos la ceguera es tan grande que es necesaria la utilización de ayuda externa.
A mi entender el único sentido comprensible de esta encarnación es la toma de conciencia, la gente gasta mucho dinero y energía en cuidar y atender el cuerpo a pesar de que algún día será comida para los gusanos, y también está claro que algún día tendremos que dejar todo aquí, dinero, familia, amigos, etc. Lo único que perdura más allá de la tumba es la conciencia, y es lo que menos nos preocupa. Tomar conciencia es el objetivo de nuestra existencia, y todo el universo está a ese servicio.
Basilio Goñi Baleztena.
Pamplona 2016
Bibliografía.
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– Viktor Frankl – La voluntad como sentido –
– Viktor Frankl – El sentido de la vida –
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– Bárbara Ann Brennan – Manos que curan – Edit. Planeta
– Ruediger Dahleke – El mensaje curativo del alma – Edic. Robinbook
– Francisco Peñarrubia – Terapia Gestalt, La vía del vacío fértil – Alianza
– Joe Dispenza – Desarrolla tu cerebro – La esfera de los libros
– Ángeles Martín – Manual práctico de psicoterapia gestalt – Desclée de brouwer
– Adriana schnake – La voz del síntoma – cuatro vientos
– Adriana schnake – Los diálogos del cuerpo – cuatro vientos
– Adriana schnake – Enfermedad, síntoma y carácter – cuatro vientos
– Carl G. Jung, Joseph Campbell, y otros – Espejos del yo – Kairós
– Thorwald Dethlefsen, Rudiger Dahlke – La enfermedad como camino –
– Vernon Coleman – El poder autocurativo del cuerpo – RBA
– Eva Pierrakos – Del miedo al amor – Pax México
– Ruediger Dahlke – Las etapas críticas de la vida – Plaza y Janes
– Boris Cyrulnik – El amor que nos cura – Gedisa
– Gilbert Tordjman – Como comprender las enfermedades psicosomáticas – Gedisa
– Alexander Lowen – El mensaje del cuerpo – Herder
– Guillermo Borja – La locura lo cura – La llave
– Jorge Bucay – El Camino de la autodependencia – Grijalbo
– Eckhart Tolle – El poder del ahora – Gaia ediciones
– La mente dividida – John E. Sarno – Sirio
– Gilbert Tordjman – Como comprender las enfermedades psicosomáticas – Gedisa