El Resentimiento.
Una de las experiencias inexpresadas mas corriente es el resentimiento, es la situación inconclusa por excelencia. Los resentidos no pueden avanzar y liberarse, expresar su enojo, cambiar el mundo para obtener satisfacción, ni pueden aflojar y olvidar el asunto que les molesta. El resentimiento es el equivalente psicológico de la mordedura perseverante, ni pueden soltar, ni morder y masticar, ni cualquier acción que permita que tal persona o episodio retroceda hacia el fondo, ni puede, tampoco, acometer esto activamente. Detrás de todo resentimiento hay exigencias, la exigencia es la única forma de comunicación. (Fritz Perls)
El resentimiento, nacido de la impotencia para expresar sentimientos negativos, revierte hacia dentro de la persona individual o del sujeto colectivo, envenenándolo y produciendo graves distorsiones en la aprehensión de valores y su jerarquía. Es un proceso de formación bien peculiar que nace de otras disposiciones de ánimo, (vergüenza, odio, envidia, venganza, celos…), reprimidos por la impotencia.
“Cuando los impulsos negativos de venganza y odio, no los podemos vencer mediante un perdón auténtico, y simultáneamente no les podemos dar rienda suelta, por debilidad personal o por posición social, el veneno del resentimiento aparece insensiblemente hasta producir sus más amargos frutos”.
En la significación de la palabra resentimiento hay dos elementos:
-El primero es que se trata de una determinada relación emocional frente al otro, reacción que sobrevive y se repite repetidamente, con lo cual ahonda y penetra mas en el centro de la personalidad. Este continuo revivir y sobrevivir de la emoción es muy distinto de un recuerdo meramente intelectual, y de los procesos a los que respondió. Es un volver a vivir la emoción misma, un volver a re-sentir.
-En segundo lugar la palabra implica que la cualidad de esta emoción es negativa. Esto es, expresa un movimiento de hostilidad, al que tal vez debamos llamar “rencor”. Ese enojo retenido, independiente de la actividad del yo, que cruza oscuro el alma y acaba formándose, cuando los sentimientos de odio u otras emociones hostiles reviven repetidamente. Todavía no contiene ningún designio hostil determinado, pero nutre con su sangre todos los designios posibles de esta clase.
Lo Fenomenológico Del Resentimiento.
El resentimiento es una autointoxicación psíquica permanente, que surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos. Los que son en si normales, y pertenecen al fondo de la naturaleza humana, tiene que ver con juicios de valor y los correspondientes engaños valorativos. Las emociones y afectos que aquí consideramos son: el sentimiento y el “impulso de venganza”, el odio, la maldad, la envidia y el miedo.
El punto de partida más importante en la formación del resentimiento es el impulso de venganza. La palabra “re sentimiento” ya implica re-acción, es decir impulso reactivo, y este impulso es el impulso de venganza, que difiere de los impulsos amistosos o agresivos de propia dirección y que contiene dos características esenciales: Un refrenamiento y detención momentáneo (bloqueo), del contra impulso inmediato, ( y de los movimientos de ira, cólera o furor, asociados a él) y un aplazamiento de la contra reacción para otro momento y situación más apropiada (“ya te pillaré yo a ti”, “te vas a enterar”…).
Este “freno”(bloqueo), va enlazado a la sensación de que la contra reacción sería fatal, sería un fracaso, por lo tanto es mejor no responder ya que con esta consideración viene enlazado un sentimiento de “impotencia” de debilidad y de “cosa débil”.
Así pues, el resentimiento se basa en una vivencia de impotencia pura, de sentirse débil. Al ser reacción no tiene criterio propio, siempre está en la conciencia el “esto por esto”. Por virtud de todas estas características propias “el impulso refrenado de venganza por pura impotencia es el punto de partida más propio para la formación del resentimiento”.
Al no poder traducir los sentimientos en actividad (por impotencia), estos se enconan, bien sea por debilidad física, por castigo moral, o por temor o pánico, y la persona al existir el impulso reprimido se resiente, se vuelve una persona especialmente amargada, contrariada, que pone “al mal tiempo buena cara” pero que tiene guardados los afectos de repulsión y hostilidad. Cuando el sentimiento de venganza recurre en el pensar y se torna obsesivo se convierte en una “sed de venganza”.
El impulso se pierde en círculos de objetos indeterminados, que hacen imposible su satisfacción en un objeto concreto. Entonces es cuando el pensar se carga de razones y fundamentos llevando las ideas recurrentes hasta la idea del “deber”, el “tengo que” tomarme la revancha”, revancha que se traslada con facilidad al ambiente, y que la impotencia traslada con facilidad a los seres queridos, objeto inocente e insospechado de tamaño resentimiento.
El resentido es terriblemente “susceptible” y se siente herido con facilidad ante cualquier comentario ya que la “sed de venganza” busca cualquier resquicio donde poder explotar. Círculo ciego que conlleva la más pura insatisfacción, dado que no se descarga del daño sufrido ni del “honor ofendido” sino que además se añade a este estado: la detracción del valor ajeno, la hostilidad ambiental que produce la errónea descarga, la pérdida de afecto o amor de los seres cercanos y desde luego la no solución del sentimiento que genera el conflicto más allá que por un amino ilusorio, y la culpabilidad que origina la conducta errónea.
Ya vimos que es parte esencial del resentido el aplazar por impotencia la reacción, el contra impulso, de esta rémora viene el refrán “la venganza se goza mejor en frío”. Falacia por cuanto que aquel que demora su venganza actúa en posición inferior, se pone por debajo en el acto de respuesta. El orgullo es caldo de cultivo del resentimiento, grandes pretensiones internas reprimidas unidas a un gran orgullo, y tal vez una posición social, o de reconocimiento social, inferior puede provocar una sed de venganza y el consiguiente resentimiento ante la impotencia.
Resentimiento Social.
La “crítica resentida”, de la que tenemos abundantes ejemplos en nuestra vida política, y social, se caracteriza por no querer en serio lo que pretende, sino más bien por todo lo contrario.
No critica para remediar aquello que pregona que está mal, sino que más bien utiliza el mal como pretexto para desahogarse. Es el resentimiento el motor de su crítica, y este resentimiento le lleva a sentirse en posesión de la “única verdad”, y en función de esta única y absoluta verdad critica aquello que “no se ajusta a derecho” (cuantas veces no hemos oído esto en los últimos tiempos), esta ha sido, y sigue siendo, característica de diferentes momentos despóticos de la historia humana.
Competencia social, celos y envidia, sentimientos de impotencia ante personas, empresas, instituciones, normas, leyes y sistemas, son posible punto de partida del resentimiento. La envidia, o aspiración hacia un bien, o un don de otro, por el hecho de que este lo posea.
Aspiración esta que en si no es resentida pero si cuando se apoya en una actitud o en un acto de odio hacia el poseedor del don o del bien, cuando a través de nuestra propia ilusión sentimos que ese bien nos pertenece a nosotros, y el hecho de que él lo tenga hace que yo no lo posea. A través de mi ilusión yo me apropio del bien del otro, y si en la realidad yo no lo puedo poseer, siento que me lo han arrebatado. Es un “acto de sustracción”.
La envidia surge al ver y sentir la imposibilidad de poseer lo del otro, al vivir el fracaso en la imposibilidad de adquirirlo, aquí es donde se forma la conciencia de impotencia, la cual de por si no conduce al resentimiento más que cuando se trata de valores. El bien del otro se puede envidiar y eso es lo que hay, pero cuando la envidia queda fijada en dones o valores del otro, en bienes inaccesibles por naturaleza, (corporales de belleza, raza, valores de carácter, espirituales, de creencia..). Estos son colocados en la esfera de la comparación entre el envidioso y los demás, y entonces la envidia pasa a ser resentimiento.
Es la envidia resentida, “La envidia del Ser”. Este tipo de envidia murmura, es la envidia existencial que arremete al otro en su más puro existir ” Puedo perdonártelo todo, menos que seas el que eres”. “No puedo perdonarte que yo no sea lo que tú eres, que “yo” no sea “tu”. El resentimiento envidioso, la envidia resentida va ligado a una actitud comparativa de uno mismo con los demás, a una comparación continua entre nuestro propio valor, el valor de nuestras cualidades y los valores ajenos.
Para despedir este apunte del resentimiento social vamos a volver a hablar de la represión del impulso. Odio o siento ganas de venganza contra una persona determinada y me doy cuenta del motivo: Cómo esta persona me dañó o perjudicó, o cómo me fue molesto. A medida que voy reprimiendo el impulso, éste se va desligando cada vez más de la persona concreta y del motivo original. Poco a poco se va ampliando a todas las circunstancias de la persona odiada, a sus relaciones, a sus cosas, a sus familia, ciudad, raza, posición social, país, etc.
Poco a poco se va convirtiendo en una actitud fenoménica, todo lo que me puede recordar a él, gestos, formas expresivas, maneras de andar va derivando en el “ser de una forma”, “pertenecer a una clase”, se va poniendo en marcha el impulso de venganza o de odio, o el miedo, o la angustia, el respeto, el temor, se va produciendo un negativismo universal de los valores, infundado “el odio de clase”, que puede estallar sin un motivo aparente, y cuya relación con el motivo inicial del resentimiento es muy, muy, muy, muy, lejana si es que existe realmente alguna.
Este proceso de discurrir del resentimiento está muy cercano en el sentir de las nacionalidades en la actualidad de nuestro país, en los resentimientos viscerales entre pueblos próximos, odios que en la actualidad no se sabe de donde vienen, en las absurdas rivalidades entre aficiones deportivas de la misma ciudad, o entre barrios. Y un largo etcétera de confrontaciones sin sentido producto de un resentimiento que derivó de un origen del que ya nadie tiene una conciencia cierta.
En la persona saludable, la ira es reactiva (a una situación actual) en vez de ser un depósito caracterológico proveniente del pasado. Es decir, se trata de una respuesta real y efectiva a algo real y presente, por ejemplo, a la injusticia, la explotación o un ataque; y no de una inundación catártica de venganza mal dirigida e ineficaz contra personas inocentes, por faltas que otro cometió hace ya tiempo.
La ira no desaparece con la salud psíquica, adopta más bien la forma de firmeza, auto-afirmación, auto-protección, justa indignación, lucha contra el mal, etc. Tal persona está preparada para ser un luchador más eficaz, a favor de la justicia, por ejemplo, que las personas corrientes. En una palabra, la agresividad saludable adopta la forma de fortaleza personal y auto-afirmación. (Abraham Maslow.)
Cómo teje el tiempo la red sobre la que discurre ese hondo pesar de no poder ser, de no aceptar aquello que fue, de no querer reconocerlo como propio, cuando lo es. Y cuán grande sería el descanso si la afrenta no fuera afrenta, si el honor no hiciera tanta mella en el vivir, y pudiera perdonar ya de una vez para poder ser y sentir el placer.
Decía Nietzsche que la salud del resentido es aceptar lo hecho como propio y aceptarlo como bueno. La salida del resentido es la responsabilidad en la proyección de su yo y la aceptación de aquello que le es dado como propio, salud para todas las pasiones, cierto es, pero en este caso está muy clara la apropiación del yo, la aceptación del mismo y el trabajo con el perdón.
El resentido vierte al exterior la sensación continua de pérdida, el juicio al mundo como dueño de su propia sensación de incapacidad y no puede perdonar y perdonarse el desvalimiento que le produce cualquier situación, ante la cual ya hemos visto su propia incapacidad de reacción.
Los resentimientos son posiblemente las peores situaciones inacabadas, -gestalts incompletas-. Si se está resentido no se puede soltar ni seguir adelante. El resentimiento es una emoción de importancia central, es la expresión mas importante de un impasse. (Perls)
Un resentimiento no expresado a menudo se transforma en sentimiento de culpa, el trabajo es encontrar aquello que originó el resentimiento y buscar la expresión de las exigencias con claridad, ya que la expresión es la mejor manera de hacer la vida de un resentido más fácil. En el resentimiento hay mucha exigencia, siendo esta la forma habitual de comunicación con los seres queridos y el mundo.
Emociones y Salud.
Resentimiento.
Melchor Alzueta