El cuento del amor.
¿Es el amor un cuento?
Olivia Elizari. Pamplona 2.013
Existe la creencia de que uno escribe sobre lo que necesita aprender, así como que cada uno experto de sí mismo. Esta doble creencia me encuadra en esta tarea de hablar acerca del AMOR y de mi YO en el amor. Enfrentarme a este reto me aproxima a la sensación de vacío tanto por la amplitud y la profundidad del tema, como por la experiencia de bucear en él desde mis propias experiencias.
Como toda polaridad también me invita al deseo de poder abordarlo, porque siendo el sentido/origen del TODO y la única clave real que nos aproxima a la felicidad, siento que profundizar sobre él va a aportar mucha luminosidad a mi consciencia. Desde que existe la especie humana, poetas, filósofos, psicólogos, bioquímicos, teólogos, pensadores de diferentes orígenes han intentado capturar en una definición a esta categoría que finalmente, se revela inapresable.
Por lo tanto, no es mi intención ambicionar hacer tangible lo espiritual y me bastará con exponer de forma ordenada una serie de reflexiones, vivencias, sensaciones, descubrimientos que he ido recogiendo de distintas fuentes a modo de guía, que nos permita transitar el proceso del arte amatorio con sus luces y sombras, sin olvidar la estela de grises (eternamente olvidados). Parto de la convicción de que lo digamos o lo callemos, lo tengamos presente de forma consciente o inconsciente, lo admitamos o lo neguemos, lo aceptemos o nos rebelemos, la gran mayoría de hombres y mujeres estamos inquietos por el rumbo de nuestra vida afectiva.
-Quienes viven en pareja en ocasiones la sienten como un mal necesario y con la eterna sospecha de que la felicidad se encuentra en otra parte.
-Quienes se encuentran solos creen que el remedio para todas sus inquietudes esta en encontrar una pareja.
-Otros van de desencuentro en desencuentro echando la culpa al destino, a la mala suerte o a los defectos ajenos.
Todo esto merece una reflexión y para ello se hace necesario ordenar ciertas creencias que socialmente hemos decidido hacer buenas, sin permitirnos espacio al cuestionamiento. Mucha responsabilidad sobre esto tiene la cultura, lo social, lo aprendido y la manera en la que se ha tratado el concepto de AMOR.
Desmontando Cuentos.
El concepto occidental del amor romántico que floreció en Europa en la Época Medieval, supuso un avance evolutivo respecto a las actitudes de los tiempos anteriores. En el pasado, la elección de pareja la preparaban los mayores y se hacía con miras a cumplir un deber, más que para satisfacer gustos personales.
El avance vino acompañado de un surtido completo de cuentos de hadas y fantasías, que por un lado estimularon la imaginación, pero por otro saturaron nuestra conciencia de esperanzas totalmente fantásticas y desmedidas.
Este legado vino acompañado de ideas que exageraron y distorsionaron lo que es una relación de pareja. Vendiendo la idea que cuando uno siente pasión parece todo muy fácil y que ya no hace falta ni renuncia, ni trabajo.
Entre los mitos amorosos que más sufrimiento han producido se encuentran:
– El amor a primera vista.
Esa promesa instalada según la cual alguien aparecerá en un momento y yo sabré que esa persona es el sujeto de mi amor. Este mito violenta la existencia del tiempo. Según él no es necesario mirar y ser mirado, conocer ni ser conocido, aceptar ni ser aceptado. Todo ocurre en el momento, sin proceso, sin transcursos, simplemente es.
-Hasta que la muerte nos separe.
Tiene un cierto encanto, pero nadie tiene poder para anticipar cuales serán nuestras necesidades y deseos en el futuro, ni tampoco los de nuestra pareja. Debemos reconocer que no tenemos ningún control sobre la longevidad de nuestra relación.
– Se casaron, fueron felices y comieron perdices.
Observando toda la mitología amorosa de nuestra cultura encontramos una y otra vez el mismo relato de ilusiones frustradas, de los impedimentos, del sacrificio, del empeño y, por fin, del encuentro de los amantes, esta vez para siempre, utilizando como frase de cierre “se casaron, fueron felices y comieron perdices”.
Justo ahora que queríamos ver cómo viven juntos, como atraviesan lo cotidiano y lo inesperado, de donde y como obtienen sus perdices, como se ponen de acuerdo para cocinarlas, quien va a ser el encargado de hacerlo y qué sucede cuando hay veda de perdices o cuándo se hartan de comer siempre lo mismo. Cuando pretendemos asomarnos a su convivencia, justo ahí cae el telón. Las expectativas románticas tienen una fuerte carga emocional que nos invita a querer que nos adoren, un sentimiento infantil que suele ser alimentado por miedos y sufrimientos que proceden de carencias del pasado.
Binomio Pasión-Amor.
Parece ser que la pasión es susceptible de formar parte de los guiños literarios infantiles, pero no así el amor, teñido de la tonalidad de lo cotidiano, lo esforzado, lo rutinario. Esto ha generado una adicción al romance. Personas adictas al estímulo bioquímico del enamoramiento, y que cada cierto tiempo necesitan enamorarse para activar el psicocuerpo y salir de un estado mental que, en vez de fomentar la motivación, requiere estimulo.
La motivación nace del centro de uno mismo y tiene que ver con el propósito de la vida, la razón por la que vivimos. Y el estímulo, por el contrario, es una salida momentánea al enfrentamiento directo con el yo, un despiste excitante que, como la pólvora, arde rápido y entretiene a una mente que no quiere entrenarse en la vivencia del presente. Algo así como no conseguir contemplar lo que simplemente sucede, y escapar hacia delante con un chorro de estímulos. En este sentido, valoro necesario enterrar viejas creencias y establecer las líneas que delimitan lo ilusorio de lo real, gracias a la conceptualización de los conceptos pasión/amor.
Culturalmente ha existido una creencia socialmente aceptada de definir el AMOR en términos de pasión, aspecto que ha ido construyendo un introyecto social, que ha creado mucha confusión y limitación en la forma de vivenciar el AMOR MADURO Y CONSCIENTE. Es muy extendida la argumentación al referirse al amor de explicaciones del tipo: “Es cuando sientes mariposas en tu estómago, no puedes pensar en nada más al margen de la persona amada, solo quieres estar a su lado. Cuando estas junto a esa persona todo es maravilloso, pero cuando no puedes esta junto a él/ella parece que sea el fin del mundo.”
Este tipo de definiciones corresponden más a un estado emocional vinculado a la vivencia de la pasión, de a lo que es en esencia el AMOR. Esta falsa creencia ha calado hondo en muchas personas que en la medida que sentían desaparecer estas sensaciones concluían que su amor estaba caduco, adoptando una continua búsqueda de revivir nuevamente esas sensaciones a través de “otros amores” y se veían continuamente abocadas a un mismo desenlace “el feed-back de lo efímero”, no conseguían perpetuar esa sensación en el tiempo.
Estos/as yonkis de estímulos vivían en una permanente sensación de bajadas y subidas emocionales, que les hacía sentirse frustrados/as e incluso cuestionados en su totalidad; “No soy una persona capaz de perpetuar mi amor. Soy incapaz de amar.” Este tipo de auto-conceptos pueden hacernos mucho daño, hasta el punto de desesperanzarnos y tirar la toalla en el amor. ¿Cómo es posible que tantas personas se vean privadas de este bien vital?
Triada Atracción- Pasión-Amor.
La ATRACCIÓN es rápida, casi inmediata y no hay posibilidad de controlar de manera consciente que alguien nos llame la atención. Podemos seguir pensando en esa persona unos minutos, incluso ese pensamiento podría alargarse horas e incluso días. Si no volvemos a verle/a perdemos el interés, y sólo si nos la encontramos revivimos lo que sentimos aquel día. También puede ocurrir que podamos vería/e con mucha frecuencia y en la medida que la/o vamos conociendo va perdiendo interés, porque hay algún aspecto que no nos termina de encajar. Cuanto más percibe nuestro cerebro interés del otro/a hacia nosotros/as, mayores son las posibilidades de que nuestra atracción se transforme en pasión. Se producen en mayor cantidad una serie de sustancias químicas, que entran en circulación en nuestro cuerpo y dan lugar a los síntomas de la pasión. Estas sustancias son responsables de los niveles elevados de energía, que empezamos a experimentar, y nos sentimos más motivados y capaces de hacer cualquier cosa. Sentimos más energía, más fuerza, los días parecen más bonitos y ni siquiera los problemas de siempre consiguen molestarnos.
Estamos enganchados a la sustancia que nuestro cuerpo genera cuando percibe a esa persona. Pero nuestro cerebro aprende. Al cabo de algún tiempo, que oscila entre los dos y los seis meses, el cerebro actúa como si ya se hubiera conquistado a esa persona, por lo que la atención que nos brinda el otro, ya no nos produce el mismo placer y se inicia la fase de desinterés. En el tiempo que hemos pasado juntos, podemos conocer mucho acerca de esa persona; como se enfrenta a la vida, como se relaciona con los demás y consigo mismo/a, como proyecta el futuro, como se posiciona en relación a los demás. Cuáles son sus valores, como afronta las situaciones nuevas, que ideas preconcebidas tiene, cuáles son sus dificultades y sus defensas.
Que es lo que le alegra, entusiasma, que le da energía. La evaluación de todos estos aspectos en relación a mí, me hará concluir si somos compatibles o no. Es a partir de aquí cuando puede surgir una relación amorosa. Por lo tanto, se da el caso de que muchas relaciones de pasión no tienen porque desencadenarse en relaciones de AMOR. Hay un estudio de un científico norteamericano, William Glasser afirmó que la transición de la pasión al amor, y la posibilidad de vivir una relación amorosa adulta, exigen una afinidad en las actitudes y en el estilo de vida de los miembros de la pareja en cinco áreas fundamentales; auto-conversación, afecto, poder, libertad y diversión. Entonces ¿Se manifiesta el amor de forma mágica, instantánea? ¿Es un acto sin proceso? ¿Es nacimiento sin gestación? ¿Es un árbol sin raíces?
Fases Del Amor.
Por lo tanto, el AMOR no se genera de forma espontánea, como alguna persona cree, como si alguna persona estuviera bendecida y otras no. El amor es un proceso conformado por fases:
Enamoramiento.
Es un estado muy satisfactorio, que te hace sentir intensamente vivo. Mi existencia de forma repentina encuentra su significado, porque alguien me necesita, me quiere y me hace sentir especial y yo a él/ella. Cuando estamos juntos nos sentimos completos. El sentimiento es tan intenso, que el resto del mundo parece insignificante. Desarrollas una adicción hacia la otra persona.
Esta adicción se debe a que esta nueva sensación parece liberarnos de estados hondamente arraigados de miedo, necesidad, carencia o incompletud. A nivel psicológico la sensación de carencia tiende a compensarse con aspectos externos a nuestro propio ser con los que tendemos a identificarnos, aspectos relacionados con tu posición social, tus posesiones, tu apariencia externa, éxito, pero los miedos perduran y la sensación de carencia también. Sensación que creemos desaparece en esta fase inicial de enamoramiento, pero en realidad es “un apego adictivo del ego”.
Como cualquier droga, te lleva al paraíso mientras duran sus efectos, pero en el momento que desaparecen vuelves al estado inicial. Cuando los sentimientos dolorosos aparecen, ahora lo hacen con mayor intensidad y buscas culpabilizar a tu pareja, proyectando fuera de ti. Tu parte más egoíca sigue esperando inconscientemente que estos tus intentos de manipulación hacia él/ella modifiquen su conducta y él/ella siga en la continua satisfacción de tus necesidades, de modo que siga sirviendo como la tapadera para no sentir dolor. Siempre que pasa la primera euforia, aparece el dolor y la infelicidad.
Es un nombre demasiado genérico y generalmente cubre todo lo que sean manifestaciones de un sentimiento o voluntad al bien, en relación con otra persona o incluso con todo lo que existe. O sea, el amor se suele referir a un modo de relación. Pero podríamos concluir que el amor no es esto, sino que este modo de relación es la consecuencia del amor.
El amor de algún modo es algo inherente intrínseco a nuestra realidad más profunda, más íntima, y solo cuando esta realidad íntima y profunda se abre paso, es cuando se manifiesta el amor. Si no existe esta movilización de mi propio núcleo central, entonces nada podrá hacer que mi modo de actuar sea realmente amor, aunque lo imite. Viene del prefijo a-mor, de moris mortis que equivale a decir sin muerte. Un estado de conciencia que no está sometido al mundo del tiempo, es decir, que no cambia, que no es relativo. El amor es la conciencia de unidad del estado de presente total que sucede en mi interior, algo que brota de uno mismo sin necesidad de “enamorase” de nadie. Una conciencia simple y única que lo incluye todo. Amor es igual a gozo, alegría, belleza, armonía, felicidad y plenitud.
Un Amor Disfuncional.
Hay tres factores que nos impiden vivir eso que realmente somos:
l-La falta de auto-conocimiento, de falta de consciencia.
2-EI segundo es el temor, supone un insuficiente desarrollo del amor.
3-EI odio; un amor que se cierra en una fórmula mental pequeña, egocentrada, un amor que tiende a excluir todo el resto. El odio también se manifiesta como sentimiento de culpabilidad.
Y hay múltiples formas de ser manifestados:
La Culpa.
Hay muchas personas que han sido engañadas, multiplican su sufrimiento al creer que ellos mismos han provocado las situaciones dolorosas. El hecho de vivirnos como víctimas durante un largo periodo de tiempo, impide que maduremos y avancemos en nuestra propia vida. El verdadero reto es no culparnos a nosotros mismos, ni echar la culpa a los demás que, en realidad, son las dos caras de una misma moneda.
Infravaloración.
Por el contrario, hay personas que ante un abandono lejos de experimentar esta ira, tienen el sentimiento de ser bajos y vulgares. Esta actitud puede finalizar en un proceso depresivo. Las explosiones de ira ayudan a descargar un montón de energía que tenemos canalizada, por el contrario, esta actitud deja la energía atrapada en uno/a mismo/a. si no conseguimos transformar esa ira en templanza y amplitud, podemos terminar odiándonos a nosotros mismos.
Victimización.
Otra reacción que puede surgir es la de victimizarse. Cuando nos sentimos víctimas, experimentamos una cierta sensación de inocencia. Recibimos una especie de bula que nos permite culpar y acusar a otros, sin tener que profundizar y descubrir, en qué medida hemos podido contribuir a nuestra propia infelicidad. Los ataques de celos están muy ligados a personas en las que la autoestima está ligada en exceso a su imagen y atractivo sexual. Se trata de personas que utilizan la seducción ‘para mantener y manipular al otro. Contra más profunda es la relación con uno mismo, menos surgen este tipo de sentimientos.
El Juicio.
El juicio solo sirve para confundir el comportamiento inconsciente de la otra persona con la identidad real, o para proyectar tu propia inconsciencia en la otra persona y confundir tu proyección con su identidad. Cada uno tiende a vivir constantemente una idea de su propio valor. Al parecer, uno se está valorando y juzgando constantemente. Cuando consigo amar más que juzgar, desaparece el sentido de culpabilidad. Hay que amarse y perdonarse así mismo. Muchas veces el tender a amar mucho a los demás, es un intento de compensar un sentimiento negativo de sí mismo, tratando de ser mejor para con los demás.
Esta renuncia a juzgar no implica que no reconozcas la disfunción y la inconsciencia cuando la veas en el otro. Significa ser el conocimiento, en lugar de la reacción. Si haces de esto tu práctica, TU PAREJA NO PODRÁ SEGUIR A TU LADO Y CONTINUAR SIENDO INCONSCIENTE. En lugar de reflejaros mutuamente el dolor y la inconsciencia, en lugar de satisfacer vuestras mutuas necesidades egocéntricas, os reflejaréis el amor que sentís en vuestro interior, el amor que acompaña a la toma de conciencia de vuestra unidad con todo lo que ES. Ese es el amor que no tiene opuesto, que no tiene polaridad.
Mecanismo de Evitación y Disociación del Dolor.
Abrirse al amor es abrirse a lo nuevo. En nuestro intento de decir NO al dolor, decimos NO al amor. Nos da miedo entregarnos, porque tememos dos grandes monstruos; el rechazo y el abandono. Tal vez el trabajo consiste en perder el miedo a la entrega. Eludir las relaciones es un intento de evitar el dolor y no soluciona nada. Es probable que te ayude más a despertar tres relaciones fracasadas, que pasar ese tiempo encerrado en tu habitación. Cuando deseamos y el otro está presente es muy hermoso, pero cuando no es así, el dolor parece insoportable. Por eso normalmente frenamos el ser espontáneos y buscamos vidas seguras encerradas en nuestra vieja personalidad segura y estructurada.
Algunas personas sienten la repulsión hacia su propio sufrimiento, creyendo que si permiten que su dolor haga acto de presencia, lo que estarán haciendo es auto-compadecerse. No he conocido a nadie que se haya visto perjudicado por aceptar su dolor. Hay personas que enferman por su incapacidad para sentir y expresar su dolor. Individuos siempre enfadados, prepotentes, amargados deprimidos y todo ello, como resultado de la disociación de su propio dolor, un sufrimiento que persiste, a pesar de los denodados esfuerzos por eliminarlo.
Recordemos las cuatro grandes verdades del budismo en relación al sufrimiento:
l-Debemos reconocer la existencia del sufrimiento en todos los seres humanos.
2-EI sufrimiento tiene una causa; no sucede de forma accidental.
3-Examinando la causa del sufrimiento podemos ponerle remedio y hacerlo cesar.
4-Que merece la pena dedicar los mejores esfuerzos de nuestra vida en el cultivo de la cesación del mismo.
Las personas que viven amnésicas a lo Real, viven identificadas con todas las capas de cebolla de nuestro ego. Cada progresiva desidentificación que experimentamos en nuestro “camino de vuelta” equivale a una cierta forma de muerte. El dolor se produce por la ruptura de alguna de las cadenas que esclavizan la conciencia de identificación. Vivimos sometidos a la amnesia de la identificación con nuestro ego.
Muchos psiquiatras olvidan por completo el poder transformador que tienen las emociones dolorosas, y lo que hacen es buscar rápidamente un talonario de recetas para prescribir algún medicamento que tape y desconecte. El dolor es fuente de vulnerabilidad y espiritualidad.
No hablo de resignación, sino de aceptación y transformación. La compasión hacia uno mismo significa centrarse en nuestro yo y aceptar el propio dolor por la pérdida, mientras que la autocompasión nos arrastra a un pozo sin fondo en el que nos consumimos y desesperamos. No se trata de recrearse en el dolor o enganchare en el drama que nos justifica para no afrontar la vida y admitir cambios.
A medida que aprendemos a relacionarnos con nuestras pérdidas y con sus consiguientes frustraciones, encontramos una perla escondida en lo más profundo de nosotros mismos. Lo profundo de la identidad esencial. Encontramos un yo desde el que brota el amor causado y la generosidad de la verdad y la Belleza.
Tan importante como saber solucionar los problemas que surgen en una relación es saber soltarla, sobre todo cuando uno sabe que aquello que mantiene a base de culpas y reproches se aguanta tan solo por apegos y miedos ocultos. Muchas de estas personas prefieren adoptar una actitud resignada, lanzándose el mensaje de “podría ser peor” y viviendo una vida emocional totalmente mediocre.
Soltar la relación a veces tiene tanto sentido como comenzarla. Si el bienestar de uno no está compensado es necesario encontrar el coraje suficiente en uno mismo para cerrar el ciclo y agradecer lo aprendido tanto en los momentos de sonrisas como en los momentos de lágrimas.
El desarrollo de la inteligencia emocional implica aprender de la experiencia sin ningún tipo de sensación de fracaso, porque en realidad, no hay fracaso sino aprendizaje. El problema es que tapando y aplazando las disfuncionalidades, perdemos el contacto con nuestros sentimientos e intuiciones. Estamos metidos de lleno en el sueño de las inercias, de las dependencias y del miedo al cambio. Sucede que al no confiar en nuestras propias intuiciones, lo que hacemos es negarnos.
Desgraciadamente, es nuestra desconfianza más que nuestro amor y generosidad, la que frecuentemente nos impulsa a complacer y satisfacer a los demás, para así poder ganar su aprobación y alabanza. EI poder y control sobre los otros son mecanismos de supervivencia y seguridad.
La cruzada unidireccional en busca del poder y el control nos deshumaniza y causa disociaciones internas, negándose el acceso a nuestro núcleo interior, desde brota el amor y la empatía. A veces, interpretamos mal la autonomía, pensando que consiste en liberarnos de nuestros sentimientos más vulnerables, en lugar de aprender en armonía con ellos.
Uno de los problemas más agudo en desarrollo de las parejas y las familias son las “Dependencias Emocionales”;
La Dependencia.
Niveles de dependencia:
1º- Dependencia.
2º-Codependencia.
3º-lndependencia.
4º-Co-depedencia.
5º-lnter-independencia.
1º-Dependencia.
La dependencia es fuente de sumisión y dolor. Sentimiento de que la otra persona es única en el mundo y que sin ella yo sería incapaz de ser feliz. Significa que estamos perdidos si esa persona se va, nos abandona o muere. No tiene en cuenta que la felicidad es un asunto de responsabilidad personal, en todo caso, uno elige a otro/a para compartirla.
2º-Codependencia.
Dos dependientes juntos. Una relación en la que el control, los celos y los enganches de atracción y rechazo suponen la tónica de ataduras y apegos. El amor y el odio se alternan con suma facilidad. Una persona se siente carente y busca en el otro compensar dicha carencia. Se basa en la idea de querer al otro/a porque se le/a necesita. Con este planteamiento la persona en vez de trabajar para desarrollar dicha carencia, acepta su mutilación y deja que sea el otro a quien se lo aporte. Este modelo por su propia estructura adictiva busca cambiar al otro para la satisfacción de las propias necesidades y lo hace desde una manipulación soterrada. En este nivel se siente un inconfesable miedo al abandono y a las contradicciones que se experimentan al sentir confusión en el ámbito de la propia identidad.
Estos temores a soltase suelen conllevar grandes dosis de manipulación defensiva, en muchos casos, inconsciente. Muchos niños educados en la seducción y complacencia a sus progenitores, desarrollan altas dosis de manipulación. Buscan la aprobación ajena en cualquier proceso de decisión personal. Supone no asumir la propia autonomía emocional y transferir dicha responsabilidad a otros/as. Los patrones de relación se modelan de la relación que tienen los padres entre sí, así como de la relación que tiene cada progenitor con sus hijos/as. Alude inconsciente a que el amor conlleva cierta propiedad y que habla de algo muy distinto del necesario factor de vinculación y pertenencia a la familia. El antídoto a la codependencia es el trabajo personal.
3º-lndependencia.
Está basado en un desarrollo de una sensata autonomía emocional. Vivir la vida sin apegos excluyentes y capacidad para renovarse y auto-gestionarse los niveles de afectividad e intimidad. Son personas que no necesitan negarse a sí mismas para satisfacer las expectativas de los demás acerca de ellas. Personas que se saben completas y auto-referenciadas y no necesitan la aprobación sistemática de los demás. Han aprendido a buscar lo que requieren para su equilibrio, y además, saben encontrarlo.
Poseedores de la caña para pescar. Este modelo de desarrollo ha superado la manipulación soterrada y puede vivir la soledad sin sentir ningún tipo de aislamiento. La soledad y el retiro son una bendición para el alma, pero el aislamiento puede ser enfermizo y patológico. Son personas que buscan en el otro una gran carga de afinidad y un proyecto que puedan hacer común sobre una base de espiritualidad y crecimiento mutuo.
4º-Co-independencia.
Una relación basada en dos independiente juntos. Dos naranjas enteras unidas desde su autonomía e individualidad. Deciden vivir en relación de sumas mutuas, sin ninguna resta. En este escalón, no se produce el tan frecuente temor a la pérdida de amor por causa del triunfo del otro, y por otro lado, el miedo a la pérdida del ser amado, ha sido reemplazado por la confianza en la cooperación y el amor genuino. “Permanezco contigo, porque te amo”.
La más alta cualidad de un ser realizado consiste en ser independiente de la buena opinión de los demás. En este nivel lo normal es que cada miembro de la pareja pueda tener su propio grupo de amigos y que no necesariamente tienen que ser conocidos y colonizados por el otro. Conlleva así mismo que las reuniones familiares que cada uno tenga con su propia familia no tengan necesariamente que ser compartidas con el otro/a. Se basa en un profundo respeto y confianza al camino maduro y consciente del otro.
5º-Inter-independencia.
Una red de independientes. Una red de relaciones abierta a una red esencial de afectividad y cooperación.5u verdadero compromiso se establece con la calidad de la relación que se es capaz de crear a cada instante. Desde la Inter-independencia se puede vivir la co-independencia como relación integrada en este quinto nivel. No pertenecemos a nadie y, por tanto, no tenemos que dar explicaciones, ni necesariamente mezclar a unas personas con otras.
Este nivel es alcanzado por personas que sienten regocijo del amor, reconocen que lo que aman en realidad no es tanto el apego carnal al rostro o a la forma de ser amado, sino que han llegado a ser conscientes del estado de consciencia que experimentan cuando actúan con dicho ser.
Todos los deseos de una persona por sofisticados e idealizados que sean, corresponden a estados mentales. A estados vibratorios de la consciencia que pueden traducirse en la gama más variada de emociones y sentimientos: exaltación, cariño, deseo, ternura, protección, entrega…. Sentimiento que conforman toda una gama de frecuencias y que “suceden” solo en el interior de su cerebro y que se suelen traducir como amor y sus variantes.
Los seres humanos que han conseguido conquistar su mente, es decir, prestar atención a los movimientos atrás- delante de la misma, sin reaccionar. Consiguen aquietar el pensamiento neurótico, y sus cadenas de asociación, experimentando una mente que vive en el presente. Una mente que vive libre del tiempo y de la tiranía de las memorias. La búsqueda de ese estado perpetuo del Aquí y del Ahora. La mente humana está sometida a constantes anticipaciones negativas, basadas simplemente en la memoria de dolor. Ese trasiego entre el pasado doloroso y el futuro proyectado, crea el miedo. Y en muchas ocasiones la diferencia entre el miedo protector y el miedo neurótico es muy sutil.
Es por esto, que hay que ampliar el presente, vivir el momento sin tener que perpetuar el placer, ni el regocijo. Aceptar lo que venga en un estado de flujo y practicar la confianza en la conciencia. Hay que saber abrazar el deseo, pero también saber soltarlo. No hay que permitir a la mente que colonice el futuro con sus ansias emocionales y practicar el desapego, viviendo de instante en instante.
Es conveniente limpiar su mente de proyecciones que se atribuye a otros/as, de sus carencias y sentimientos de abandono para llegar a no necesitarlo, sino simplemente amarlo. Este tipo de disfuncionalidades en el seno de una relación amorosa, muchas veces son el Origen de infidelidades y rupturas.
La Infidelidad.
En nuestra cultura tan posesiva y dependiente, la forma más evidente de sentirse engañado se suele dar cuando nuestra pareja se salta el acuerdo de relación monógama. Las razones y las motivaciones por las que se tiene relaciones con otra persona que no sea tu pareja, son muy variadas y abarcan un complejo abanico de motivos: un simple homenaje carnal, la búsqueda de independencia, la curiosidad, la experimentación, la insatisfacción, la carencia, la fascinación hacia el poder, el dinero o el conocimiento, la revancha personal.
Nuestra parte masculina en una relación sexual busca el simpe placer carnal, mientras que nuestra parte femenina tiende a acceder al despertar sexual a través del afecto y la comunicación emocional.
Si actuamos desde nuestra parte masculina la infidelidad tendrá un acento sensorial si por el contrario actuamos desde la parte femenina tenderá a existir una entrega emocional con todo lo que conlleva de proximidad, admiración y gratitud. Hay una tendencia social a poner en valor la parte masculina, por lo que el rumbo evolutivo tiende a cierto androginato psíquico.
Sería conveniente hacer una diferenciación el término infidelidad tiene que ver con un acto de cama, mientras que la deslealtad supone una negación o menosprecio al peso específico y al valor que esa pareja tiene en nuestra vida. El tema es complejo y está influido tanto por programas culturales como por arraigos ancestrales. Cuando nuestra pareja se siente atraída por otra persona, reconocemos un deseo en ella que amenaza nuestra posición de pareja, poniendo en peligro nuestra principal referencia de afecto y comunicación, con sus consiguientes derivados económicos, sociales y familiares.
El dolor que nace ante la pérdida de algo en nuestra pareja que sentimos de nuestra exclusividad y que nos enfrenta a un proceso de desapego y posterior reencuentro, es un dolor emocional muy intenso, que en muchas ocasiones nos vemos incapaces de afrontar manteniendo relaciones agotadas.
La Ruptura.
Todo nace, crece, llega a su culminación y empieza a declinar para decaer y morir. Las crisis personales y relacionales a menudo son como los nudos del bambú, que a manera de frontera son el final ya su vez base del ciclo emergente. Aunque hay mucho sentimientos de decepción que surgen las rupturas que pueden hacer revivir recuerdos dolorosos que, a su vez, destapan antiguas heridas de abandono, pertenecientes a anteriores ciclos de la espiral de la vida. Ante el primer golpe de engaño de pronto cambia la percepción de nosotros mismos, de nuestra pareja y a menudo, de la vida misma.
Cuando la traición es inesperada la primera reacción natural es la negación. “Pronto volverá, esto no puede durar mucho, al final todo acabara bien”. Los ataques de ansiedad se sugieren y tienden a provocar noches de desasosiego, e incluso casos serios de insomnio; los nervios se agarran al esto mago y se pierde el apetito. El abandono puede resultar tan fuerte como la pérdida del ser querido. Atormenta saber que nuestra pareja está ahí y nos invaden pensamientos machacones sobre como todo podría haber sido diferente. Si nos enfrentamos a la situación hiriente de manera sana, aprenderemos a protegernos de la posibilidad de sentirnos traicionados de nuevo, bloqueándonos y blindando nuestro mundo emocional de corazas y resistencias.
Tras estos episodios de dolor y negación, los intentos de volver con nuestra pareja a menudo están más relacionados con la sensación de haber perdido nuestra dignidad, que con un auténtico deseo de estar con él/ella de nuevo. Estos sentimientos de incertidumbre y baja autoestima que sienten las personas abandonadas, se acaba traduciendo en rabia con todas las letras. Sentir nuestra rabia y expresarla de forma responsable, sin acusar a nadie, puede ser un buen paso hacia el alivio y la curación de la herida. En realidad, la ira en sí misma no es perjudicial. Puede ser de gran ayuda para restaurar nuestra autoestima y dignidad.
El enfado se vuelve algo dañino y desaconsejable cuando se acaba transformando en rencor y en venganza. Los sentimientos de venganza, aunque no lo parezca, nacen con frecuencia del deseo de saber que somos importantes para alguien, de saber que marcamos la diferencia en su vida. La frustración genera una clase de ira que tiende a exigir que nos valoren como sea. Si no podemos conseguir que esa persona nos ame, tendemos a gratificando imaginando que esa persona va experimentar dolor y sufrimiento.
Bibliografía.
-El camino hacia el amor. Deepak Chopra
-El arte de amar. Erich Fromm
-El amor es una carta cerrada. Joaquim Quintino Aries
-Los límites del amor. Walter Riso
-El libro del amor. Dr. Frank Andrews
-El buen amor. Sergio Sinay
-Autoconocimiento transformador. Claudio Naranjo
-Ternura y Agresividad. Juan José Albert Gutiérrez
-Infancia, la edad sagrada. Evania Reichert
-El eneagrama del amor
-Apuntes de Psicología Transpersonal. José María Doria
¿Es el amor un cuento?
Olivia Elizari Aranguren.
Pamplona, 2.012