La Teoría del Apego
Bowlby planteó que, a lo largo de la evolución, la selección natural favorecía a las personas que creaban vínculos de apego porque éstos les proporcionaban una ventaja en la competición por la supervivencia. En épocas prehistóricas, los individuos que solo confiaban en sí mismos y carecían de compañeros que los protegieran tenían más probabilidades de acabar convertidos en presas. En cambio, con relativa frecuencia, aquellos que contaban con alguien que cuidaba de ellos sobrevivían el tiempo suficiente
para transmitir a su descendencia la importancia de crear lazos estrechos. De hecho, la necesidad de estar cerca de una figura significativa es tan importante que el cerebro posee un mecanismo biológico específico encargado de crear y regular nuestra relación con las figuras de apego (padres, hijos y parejas sentimentales). Este mecanismo, sistema de apego, consiste en un conjunto de emociones y conductas que nos garantizan seguridad y protección siempre que permanezcamos junto a nuestros seres queridos. Su existencia explica por qué la ansiedad se apodera de los niños cuando se les separa de su figura materna.
Desde el trabajo de Bowlby, continuado por Ainsworth, Main y Fongay, se ha puesto de manifiesto la importancia de las relaciones tempranas y su influencia en la calidad de los vínculos que establecen los niños con sus cuidadores y que posteriormente
establecerán éstos cuando sean adultos en sus relaciones afectivas.
La teoría del apego extendida a la relación de pareja
El estilo de apego desarrollado por una persona en su infancia influye de manera significativa en los procesos de elección de pareja, así como en la calidad de las relaciones afectivas que establecerá en la edad adulta. Dado que los estilos de apego se
expresan a lo largo de la vida en nuevas relaciones, es comprensible que jueguen un rol importante en las relaciones de pareja, por ser vínculos que favorecen la intimidad y el cuidado mutuo.
La extensión de la teoría del apego a las relaciones afectivas adultas ha promovido un marco de indudable valor para estudiar el amor y las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva Hazan y Shaver (1987) propusieron que el amor puede ser considerado como la expresión del vínculo de apego en las relaciones afectivas entre adultos. Las experiencias emocionales relacionadas con el enamoramiento y el mantenimiento del vínculo, y las reacciones ante la pérdida o amenaza de pérdida del compañero/a, coinciden con los principios básicos de la Teoría del Apego.
Para estos autores, existiría un paralelo entre el apego del niño y su cuidador y el apego en las relaciones de pareja, expresado en el deseo de mantener la proximidad física, la confianza en la figura de apego para el confort y la visión de esta como una fuente de
seguridad en momentos de estrés. Sin embargo, el apego adulto difiere del apego infantil en diversos aspectos: en las relaciones de pareja la naturaleza de la relación es recíproca, las necesidades afectivas previamente satisfechas por los cuidadores se transfieren gradualmente hacia las parejas significativas en la adultez y el apego adulto se manifiesta en la calidad de las relaciones y en
la regulación del afecto ante situaciones de amenaza o conflicto.
Para este enfoque los vínculos de pareja implican una interacción entre tres sistemas distintos pero relacionados; el sistema de apego, el sistema sexual y el sistema de cuidados. El buen funcionamiento de cada uno de los tres sistemas favorece el mantenimiento de vínculos afectivos satisfactorios, mientras que las dificultades en su activación, o las posibles interferencias entre ellos, se asocian con conflicto, insatisfacción e inestabilidad de la relación.
1. El sistema de apego está al servicio de la satisfacción de las necesidades afectivas a lo largo del ciclo vital, siendo su objetivo el logro de una suficiente sensación de protección y seguridad emocional. Las personas seguras se muestran confiadas y receptivas, disfrutan de la intimidad, aceptan la dependencia propia y la de su pareja y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias que las personas inseguras.
-A un estilo de apego seguro le resulta sencillo acercarse a los demás, confían en que los demás estarán ahí, les resulta fácil corresponder haciendo que otros dependan de ellos y tienden a entablar relaciones amorosas maduras y carentes de ansiedad.
-En las personas ansiosas, se produce una sobreactivación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad.
Quienes poseen un estilo de apego ansioso-ambivalente experimentan una terrible inseguridad acerca de si los demás realmente los quieren. Quieren intimar con otras personas y fundirse con el ser amado, pero creen que los demás son reacios a entablar una relación verdaderamente íntima con ellos. Creen que su deseo de intimidad puede asustar y alejar a la otra persona.
-El apego evitativo, por el contrario, implica una desactivación del sistema (conductual, emocional y cognitiva), que conlleva una autosuficiencia compulsiva, una evitación de la intimidad y falta de confianza. En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego. Los evitativos se sienten incómodos ante la intimidad psicológica, les resulta difícil confiar en los demás, evitan depender de ellos y tienden a rechazar a los que tratan de intimar con ellos.
2. El sistema de cuidados es un conjunto de comportamientos y actitudes cuyo objetivo es reducir el sufrimiento o la necesidad de los otros y favorecer su seguridad y bienestar. Su adecuado funcionamiento en una relación de pareja promueve la sensación de seguridad emocional y de gratitud, mientras que el fracaso a la hora de empatizar y aliviar la necesidad del otro miembro de la
relación es una de las mayores fuentes de tensión y conflicto en la pareja, bien porque aumenta la inseguridad sobre la capacidad o el amor del otro, o bien, porque promueve un mayor distanciamiento respecto del compañero que expresa necesidad o estrés.
-Las personas con apego seguro interpretan mejor las necesidades del otro, son más empáticas, ofrecen mayor apoyo emocional y son más eficaces en situaciones de amenaza, o necesidad del otro que las inseguras.
-Por su parte, el apego ansioso – ambivalente se asocia con un nivel inferior de cuidado sensible y con un tipo de cuidado compulsivo.
-En las personas evitativas se ha hallado una menor activación del sistema de cuidados. Presentan mayor dificultad para empatizar con las señales de necesidad de los otros y tendencia a aumentar la distancia emocional.
3. En cuanto al sistema sexual, éste converge con el sistema de apego en la medida en que requiere de intimidad y proximidad
emocional. Abundantes trabajos indican que las personas seguras manifiestan una menor propensión a mantener relaciones
sexuales al margen de la relación principal y a implicarse en relaciones iniciadas mutuamente, disfrutando de las caricias y del contacto corporal independientemente del comportamiento estrictamente sexual. Las personas seguras refieren experimentar más amor hacia sus parejas y más pasión y emociones positivas en sus relaciones sexuales.
-Las personas evitativas tienden a tener relaciones sexuales casuales, menos comprometidas y más promiscuas, con menores niveles de intimidad eróticas y con menores niveles de satisfacción sexual y de deseo sexual. Asimismo, presentan menor disposición a entablar y disfrutar de las relaciones sexuales.
-En las personas ansioso-ambivalentes la satisfacción sexual está más asociada a las caricias que a las conductas más claramente sexuales y los hombres son menos proclives a la experiencia sexual, mientas que en las mujeres se asocia a relaciones de
dominación-sumisión.
4. Los adultos con Apego Desorganizado
Las personas con apego desorganizado viven en un estado ambivalente, en el cual sienten miedo tanto de estar demasiado cerca como demasiado lejos de los demás. Intentan mantener sus sentimientos bajo control. Sienten ansiedad y tratan de escapar de sus propios
sentimientos. Muchas veces se sienten abrumados por sus propias reacciones y experimentan de vez en cuando tormentas emocionales. Suelen ser impredecibles y estar confundidos sobre sus emociones y sentimientos. Les cuesta identificarlos
y se avergüenzan de ellos.
El modo en el que estas personas ven las relaciones es el siguiente: buscan a los demás para satisfacer sus necesidades porque creen que esto no lo pueden hacer por sí mismas, pero creen que, si se acercan demasiado a otras personas, si hay demasiada intimidad, se harán daño. Es decir, la persona a la que acuden en busca de seguridad es la misma de la que tienen miedo a acercarse demasiado.
Como resultado de esto, su comportamiento es caótico, ya que se acercan y se alejan de forma periódica, teniendo un patrón inestable de comportamiento.
El apego desorganizado en la adultez tiende a tener relaciones problemáticas o dramáticas, con muchos altibajos. A menudo tienen miedo de ser abandonadas, pero al mismo tiempo también les cuesta la intimidad. Es probable que se hagan muy dependientes de
sus parejas cuando se sientan rechazadas, pero también se sientan atrapadas cuando están muy cerca emocionalmente. Pareciera que no hubiese una sincronización entre ellas y sus parejas. Es probable que en algún momento de su vida acaben en relaciones abusivas.
5. Conclusiones.
Las personas con mayor seguridad en el apego describen sus experiencias amorosas como más felices, amistosas y de confianza. Suelen experimentar el amor como un estado que puede tener altibajos, pero que en general se mantiene constante y tienden
a tener relaciones de más largo plazo. En contraste, las personas con mayor ansiedad en el apego son más propensas a experimentar celos, obsesión o atracción sexual extrema. Por su parte, las personas con alta evitación describían sus relaciones caracterizadas por temor a la cercanía y por frecuentes altibajos emocionales. Por este motivo, las personas inseguras en el apego disfrutan menos de sus relaciones.
La investigación posterior en este ámbito ha puesto de manifiesto la relación existente entre la seguridad en el apego y la calidad de las relaciones de pareja y por tanto con el grado de satisfacción de la relación de pareja. Y desde entonces la Teoría del Apego es
una de las perspectivas teóricas más populares de entre las que ejercen actualmente su influencia sobre la investigación sobre las relaciones cercanas.
Extraído de:
1. Experiencia sexual, estilos de apego y tipos de cuidado en las relaciones de pareja. Javier Gómez-Zapiain, María José Ortiz y Julen Gómez-Lope.
2. Estilos de Apego en Relaciones de Pareja y su Asociación con la Satisfacción Marital. Mónica Guzmán y Paula Contreras.
3. El apego adulto: la relación de los estilos de apego desarrollados en la infancia en la elección y las dinámicas de pareja. Olga
Barroso Braojos.
4. Teoría del Apego. El vínculo. Josu Gago.
5. Maneras de amar: La nueva ciencia del apego adulto y cómo puede ayudarte a encontrar el amor y conservarlo. Amir Levine y Rachel Heller.
Los mitos del Amor Romántico
Extraído de “Los mitos del Amor Romántico en la cultura
occidental”. (Coral Herrera).
La palabra “mito” proviene del vocablo griego “mythos”, comúnmente interpretado en nuestra lengua como “narración” o “relato”.
Los mitos ayudaron a los seres humanos a explicar los fenómenos naturales y poseyeron siempre un poder de trascendencia, una dimensión emotiva, religiosa y espiritual que se expresaba simbólicamente a través de relatos. Los mitos explicaban cómo se comportaban los dioses para permitir a hombres y mujeres imitar a esos seres poderosos, y así experimentar ellos también la divinidad.
El amor romántico es un sentimiento idealizado que utilizamos para calmar nuestro miedo a la vida y a la soledad; es un amor insaciable y además no es un fin en sí mismo, sino un medio para ser feliz, para autorrealizarse, para huir de la soledad que nos acompaña toda la vida, o para sentir emociones que nos hagan sentir vivas. En el amor romántico el uno necesita al otro para fusionarse: el mito de la media naranja nos hace creer que no somos un ser completo hasta que nos juntamos a otra mitad. Y es que el amor nos hace sentirnos protagonistas del relato, nos hace sentir especiales para otra persona, diferenciadas del resto. A menudo, una mujer que nace en una sociedad donde no se le permite trabajar o dedicarse a la investigación o la cultura, sólo alcanza prestigio a
través del matrimonio.
Por eso, a las mujeres Se nos asigna un papel doble. Por un lado, están las cazadoras de hombres, representadas como voraces e insaciables porque sienten deseo propio y buscan formar una pareja con un hombre que las satisfaga y las mantenga. Por otro lado, están las que ejercen un rol pasivo, encerradas en casa esperando a que llegue el príncipe azul que le otorgará una identidad y
colmará su vacío existencial. Y a los hombres se les concede el rol de animal salvaje. Su función es vivir aventuras y tratar de huir del compromiso, pero disfrutando de las mujeres. Son seductores, conquistan, saben artes amatorias, etc. Una vez casado, al hombre se le asigna un rol protector con su familia, se da por supuesto que deben ser los “fuertes”, deben proteger y es la cabeza pensante.
Los dos principales mitos del amor romántico son el príncipe azul y la princesa maravillosa,
basados en una rígida división de roles sexuales (él es el salvador, ella es el descanso del guerrero) y estereotipos de género mitificados (él es valiente,ella miedosa, él es fuerte, ella vulnerable, él es varonil, ella es dulce, él es dominador, ella es sumisa).
La princesa del cuento
es una mujer de piel blanca y cabellos claros, rasgos suaves, voz delicada, que se siente feliz en un ámbito doméstico (generalmente un lujoso palacio, al cuidado de sus padres) y cuyas aspiraciones son muy simples: están siempre orientadas hacia el varón ideal de sus sueños. La princesa es leal a su amado, lo espera, se guarda para él, como hiciera Penélope durante más de veinte años esperando a Ulises.
La princesa encontrará su autorrealización en el gran día de su vida; la boda con el príncipe. La princesa es una mujer discreta, sencilla, llena de amor y felicidad que quiere colmar de cuidados y cariño a su esposo y que
además le dará hijos de cuya paternidad podrá estar seguro. Es una mujer buena frente a las mujeres malas, aquellas representadas como seres malvados, egoístas, manipuladores, caprichosos, insaciables, débiles y charlatanes. Las malas
disfrutan pasionalmente del sexo, pero a pesar de que atraen a los hombres por su inteligencia y sus encantos, no ofrecen seguridad al macho, que casi nunca las eligen para ser princesas ni les piden matrimonio. Son tan atractivas como peligrosas, por eso evitan enamorarse de ellas, como fue el caso de Ulises con Circe.
Hasta ahora la feminidad pasiva ha sido mitificada en los relatos para tranquilizar a los machos y suavizar su
ancestral miedo a las mujeres, por un lado, y para ofrecer modelos de sumisión idealizada a las mujeres, por otro. Muchas de las mujeres de las culturas patriarcales han sido educadas para asumir en muchos casos el rol de mujer fiel cuya máxima en la
vida no es alcanzar la libertad (deseo masculino por excelencia), sino el amor a través de un hombre (lo que se supone que es normal en las mujeres).
El príncipe azul es otro mito que opera en el imaginario femenino porque se nos ofrece siempre como figura salvadora, del mismo modo que Jesucristo o Mahoma salvaron a la Humanidad de sus pecados. Nótese que Eva es la mujer mala por cuya curiosidad y
desobediencia los seres humanos fuimos condenados al dolor y la muerte. Sólo un Hombre como Jesús podía venir a salvarnos; pero ni con su muerte logró que su padre nos perdonase. Estos modelos de feminidad y masculinidad patriarcal son la base de gran parte del dolor que experimentamos al enamorarnos y desenamorarnos, porque se nos vende un ideal que luego no se
corresponde con la realidad. Principalmente porque todos somos fuertes y frágiles, activos y pasivos, dominadores y sumisos; pero, nos encajonamos en unas etiquetas que determinan nuestra identidad, sentimientos, actitudes y comportamiento para toda la vida. Éstas etiquetas nos dan una seguridad, pero nos quitan libertad para reinventarnos, para cambiar, evolucionar o aprender nuevas formas de relación. La pareja es una categoría social mitificada como el lugar donde hallar gozo, paz,
calma, tormento, alegrías, estabilidad, bajo la promesa de la fusión total. Son muchos los enamorados y enamoradas que desean levantar cuanto antes su amor sobre la estructura sólida de la pareja feliz, un mito que ayuda a concluir los relatos y que se presenta como el paraíso sentimental gracias al cual evadirnos de esta realidad.
Gracias a nuestra actividad racional, la Humanidad puede no solo construir mitos, sino también deconstruirlos, porque en ellos están insertos los miedos, las motivaciones, el sistema de creencias, los valores, la ética, los modelos a seguir y los deseos de los miembros de esa cultura. En el caso del romanticismo patriarcal, creo que es fundamental exponer las entrañas de sus mitos para poder acabar con la desigualdad y con el patriarcado a nivel narrativo, emocional e ideológico. Es importante mostrar la falsedad de esas idealizaciones que nos encajonan en unas máscaras sociales, que empobrecen nuestras relaciones y nos hacen sufrir porque chocan
con la realidad, generalmente menos bella y maravillosa que la fantasía amorosa.
Además, provocan dolor porque el amor no es eterno, ni perfecto, ni maravilloso, ni nos viene a salvar de nada. La idealización del amor romántico es la nueva religión colectiva que nos envuelve en falsas promesas de autorrealización, plenitud, y felicidad perpetua. De ahí la insatisfacción permanente y la tensión continua entre el deseo y la realidad. Y es que nos pasamos la vida sufriendo decepciones precisamente por estas “ilusiones” que nos invaden en forma de espejismo. La desigualdad, la pobreza, el
hambre, las guerras, el engaño de políticos y empresarios a las comunidades, el destrozo medioambiental y la sensación de que nada es lo que parece (ni la democracia, ni la paz, ni los Estados) nos invaden. Y mientras, las mujeres siguen esperando a su príncipe azul y los hombres a sus princesas virginales en un círculo vicioso que no se completa jamás, porque las personas somos infinitamente más complejas y contradictorias que los personajes planos de los cuentos patriarcales.
Aprendemos a amar a través de los cuentos que nos cuentan en la infancia, los relatos de la adolescencia, las novelas, las películas y los musicales. Las historias de amor occidental están contadas bajo el esquema de nuestra estructura mental basada en la dualidad de los elementos opuestos: día/noche, blanco/negro, femenino/masculino, etc., por eso la pasión amorosa está inevitablemente ligada a la fusión de la vida con la muerte. El orgasmo pasional se desata con las contradicciones que se desatan entre el deber y el querer, el dolor y el amor, el deseo y el placer, el sufrimiento y la sublimación.
Los esquemas de los cuentos y relatos se instalan en nuestro inconsciente, están ya incorporados a nuestro organismo, a nuestra personalidad, a nuestro lenguaje, a nuestro arte, a nuestro deseo. Incluso aunque nuestra ideología y nuestra filosofía de vida no sean capitalistas ni patriarcales, aún así, las emociones están hechas a su medida. Resulta tremendamente difícil escapar de los mitos aun
cuando poseamos toda la teoría anti-romántica del mundo.
La cultura patriarcal ha enseñado a los hombres a ser fuertes, valientes, violentos, protectores. Tienen que defender a su familia, trabajar deslomándose para mantenerla y lograr el éxito en su vida profesional. Los hombres de verdad tienen que ser viriles, con
un apetito sexual devorador. Hoy los hombres anti patriarcales quieren deshacerse de estos imperativos culturales y reclaman el derecho a ser sensibles, pacíficos, a relacionarse de otra forma con las mujeres, en un plano de igualdad, de respeto mutuo, de generosidad y comunicación.
Las mujeres hemos sido más vulnerables a la tragedia romántica porque nos han educado para que nos pasemos la vida deseando que un hombre nos salve y nos colme la existencia (como Isolda, Melibea, Julieta, la Bella Durmiente, Cenicienta, Blancanieves…). En este sentido, las conquistas legales, jurídicas, sociales y económicas de las mujeres en materia de igualdad deben acompañarse también de una lucha por liberar al amor de la necesidad. Es decir, de lograr que las mujeres tengan otras metas en la vida más importantes que
lograr un hombre que las ame, para que así puedan relacionarse con ellos en un plano de igualdad y de libertad.
Aunque muchas mujeres tienen independencia económica, vida social intensa y en ocasiones éxito en su desarrollo profesional, todavía son muchas las que no se sienten completas sin un hombre a su lado. Quizás porque películas, relatos, canciones, nos siguen seduciendo con el mito del príncipe azul o la princesa rosa, y sus finales felices, que causan una tremenda frustración en casi todos nosotros, más grande cuanto más idealizamos las relaciones de pareja.
Lo lógico debería ser, poder transformar los relatos, contar nuevas historias, cambiar los modelos idealizados que han quedado obsoletos, construir héroes y heroínas de carne y hueso, crear nuevos mitos que nos ayuden a construir unas sociedades más justas, igualitarias, ecologistas, cultas y pacíficas.
Encaminar nuestros esfuerzos al bien común, trabajar para proponer otras realidades, luchar por construir otras nuevas en lugar de huir de lo que hay mediante paraísos emocionales y promesas de salvación individuales.
Bibliografía:
- Maneras de amar: La nueva ciencia del apego
adulto y cómo puede ayudarte a encontrar el amor y conservarlo. Amir Levine - Apego & Psicopatología: Una Revisión
Actualizada Sobre los Modelos Etiológicos Parentales del Apego Desorganizado.
Felipe Lecannelier y otros autores. Universidad del Desarrollo, Chile. - Experiencia sexual, estilos de apego y tipos de
cuidados en las relaciones de pareja. Javier Gómez-Zapiain, María José Ortiz y
Julen Gómez-Lope - El apego adulto: la relación de los estilos de
apego desarrollados en la infancia en la elección y las dinámicas de pareja.
Olga Barroso Braojos. - Relaciones de pareja, dependencias emocionales
y bloqueos. Ignacio Parra. - Estilos de apego en relaciones de pareja y su
asociación con la satisfacción marital. Mónica Guzmán y Paula Contreras. - Teoría del apego. El vínculo. Josu Gago
- La evolución del deseo: estrategias del
emparejamiento humano. David Buss. - El buen amor en la pareja, Joan Garriga.
- Los mitos del amor romántico en la cultura occidental.
Coral Herrera. - Ser mujer. Un viaje heroico. Maureen Murdock
- Lo que el corazón me dijo. Magdalena Lasala
Amaia Villanueva Sanz
24/05/2019