Es la negación del sentimiento, no hay una disociación como en el esquizoide, la mente se vuelve contra el cuerpo y los sentimientos, especialmente los sexuales. Invierten mucha energía en beneficio de la propia imagen, y en el afán por alcanzar el poder, el dominio y el control, este lo consiguen de dos formas distintas: o bien a través de la seducción, o bien por la violencia, por imposición, pudiendo convertirse en su propia víctima si el otro pasa de él, o bien le acepta el desafío.
El psicopático que actúa por imposición ha desplazado su energía hacia la parte superior del cuerpo, habiendo reducido la parte inferior, hay una gran diferencia entre ambas mitades, y bloquea la circulación de energía y sentimientos hacia abajo. Para controlar y dominar el mundo usa excesivamente la mente, cabeza tensa. Observa con desconfianza y mantiene el cuerpo en tensión. La parte superior del cuerpo, es el reflejo de su yo ampliado, de su rigidez, mientras que la mitad inferior, carente y débil, muestra la debilidad típica del carácter oral. La pelvis está deficientemente cargada y rígida.
El cuerpo del psicopático seductor es más regular, no está ampliado arriba y es de estructura más flexible, la pelvis está desconectada aun que esté sobrecargada. También hay tensión en la zona ocular y en la región occipital. Tiene dos miradas típicas, una penetrante e imperiosa, ojos fijos que se clavan en el otro para imponerle su voluntad, y otra dulce, seductora e intrigante, para atraer a la persona a quien se dirige con la intención de se le entregue para satisfacer su necesidad compulsiva de posesión. Tensiones musculares en la base del cráneo por la inhibición en el impulso de mamar.
El psicopático necesita tener a quién dominar, pero aunque parezca que lo domina, a su vez está dependiente de él. Hay una fijación oral. Necesitan controlar por el miedo a ser controlados, a ser usados. Siempre hubo conflicto por dominio y control entre padres e hijo. El impulso de triunfar es tan fuerte, que no pueden tolerar la derrota, ya que les coloca como víctimas.
La sexualidad es usada como seducción, ya que el logro es la conquista en sí más que el acto sexual que es algo secundario. El psicópata en su negación del sentimiento niega su propia necesidad, su maniobra es hacer que los demás le necesiten a él para evitarse el expresar su propia necesidad, así intenta controlar el mundo. No se puede entender su comportamiento si no se conoce su historia, para poder actuar terapéuticamente hay que conocer su experiencia vital, ardua y difícil tarea por su disposición a negar el sentimiento.
El padre o la madre del psicopático son seductores sexuales, seducción velada para satisfacer las necesidades narcisistas de padre o madre y atraerse al niño y vincularse con él. Para ello el progenitor rechaza la necesidad de contacto del niño, lo que genera la oralidad de este, asimismo coloca al niño en un triángulo de oposición al progenitor del mismo sexo, ante quien levanta una barrera en la adecuada identificación con él.
Derivado de la sumisión al progenitor seductor hay una parte masoquista en este carácter, el niño no puede alejarse ni revelarse ante la situación, por lo que su defensa es interna, el niño al someterse consigue apegarse al progenitor, aunque su sumisión sea solamente superficial. Esta parte es más clara en el tipo seductor, el niño se vincula desde la sumisión, tras lograr atraer a la otra persona la situación cambia y surge el aspecto sádico.
El psicopático se relaciona únicamente con quienes le necesitan, mientras se le necesite y pueda controlar la relación permitirá un grado limitado de acercamiento. Hay un gran conflicto entre la independencia y el acercamiento a la intimidad. “Puedo estar cerca de ti y gozar de tu intimidad si me dejo controlar o utilizar”, esto no lo puede permitir porque implica una rendición completa del sentimiento del yo, y tampoco puede prescindir de su necesidad de acercamiento y menos arriesgar su pérdida de libertad, con lo cual ha de ir a la contra, no reconoce su necesidad y la pone en el otro, “Puedes estar conmigo”, a quien somete y coloca en un plano de inferioridad.
Su gran ilusión es creer, en secreto, que posee el poder y que es sumamente importante, como compensación por haberse sentido débil y haber sido seducido por su progenitor. En el mundo necesita mostrar riqueza (muchas veces la consigue) y su poder, y cuando lo alcanza puede ser peligroso, ya que no puede separar la imagen de si mismo de su poder real, con lo cual vive exclusivamente para acentuar esa imagen, nada ni nadie, le es suficiente, por lo tanto, la agresividad del psicopático es una seudoagresión, no se dirige hacia lo que él quiere, sino hacia el predominio, una vez logrado este se queda en estado de pasividad.
El psicopático tenía algo de lo que carecía su progenitor, padre o madre, por esto fue seducido, cuando era niño se percató de esto y ahí es donde surge su apetencia por el poder, poder que estaba solo en su mente pero que le hizo aprender algo: “Cuando alguien necesita algo de ti, tienes poder sobre él.