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Una ciencia de la ética

La axiología de Robert S. Hartman.
Una ciencia de la ética.

Robert S. Hartman: La triple estructura de la ciencia
(La estructura del valor 1959. Mex. F.C.E.)

El papel de lo abstracto como esencia de lo concreto, de lo formal como esencia de lo material, de los sintético como esencia de lo analítico, es conocimiento común y práctica general en la ciencia natural, tan común es el conocimiento y tan general es la práctica que al científico no se le ocurre poner en duda el poder de los pequeños símbolos que lee en el papel. Desde el descubrimiento del método por Galileo, para él las matemáticas eran la lógica del descubrimiento, pasando por Descartes, Leibnitz…todos comprendieron que el algoritmo simbólico puede alcanzar profundidades que la mente no puede seguir, sólo puede reconocer sus resultados. Con el paso del tiempo el poder del símbolo se hizo cosa de rutina, pero para nosotros que nos hallamos ante la nueva situación de una ética sintética, ese poder del símbolo tiene otra vez una importancia central, pues necesitamos elevar a la ética hasta la dimensión formal.
Otra vez clara y autorizada surge la voz de Albert Einstein. Einstein ve claro que debe haber un desarrollo paralelo entre las leyes de la ciencia y las leyes de la ética, establece los principios fundamentales que deben gobernar cualquier ética científica, “todo trabajo científico de un orden superior debe descansar en la conexión de la racionabilidad y la inteligibilidad del mundo”. Esta convicción, casi religiosa, es la base de toda actividad humana racional, y la esencia de la humanidad, de la animalidad racional. Los principios de la ciencia de la ética son los del método científico aplicado a los fenómenos morales.
La ciencia busca relaciones que se piensan existen independientemente del individuo que las busca, esto incluye el caso en que el hombre mismo es el sujeto de la búsqueda, el hombre moral no está excluido del alcance de la ciencia, la ciencia del hombre moral debe incluir proposiciones y leyes como cualquier otra ciencia, proposiciones que sean correctas o falsas, y a las cuales nuestra respuesta de reacción sea, si o no, en otras palabras esta ciencia debe estar tan apartada de su asunto como cualquier otra ciencia.
Emociones, compulsiones, deseos, lamentos, burlas, expectativas…son precisamente las cosas de las que trata la ética, pero son los elementos del asunto, no del método del científico de la moral, la ciencia de éste trata de los valores morales, pero no es moralmente evaluadora, esta diferencia entre la ciencia y su asunto ha sido ignorada con frecuencia.
Einstein ve este peligro, del hecho de que el científico deba abstraerse de expresar emociones, juicios de valor… pareciera deducirse que el pensamiento lógico no tiene nada que ver con la ciencia, Einstein va errónea esta conclusión, es la falacia del método, en este caso falacia normativa. Una ciencia como tal no puede ser emotiva, exhortativa, imperativa…pero como ciencia moral debe tratar emociones, compulsiones…como si estas fueran líneas, planos y sólidos.
Para Einstein el método matemático no es tan sólo una clase específica de un método lógico general que sería aplicable a la ética, a la metafísica y al resto de las humanidades del mismo modo que el algebra y la geometría son aplicables a la ciencia natural. La lógica que desarrollo Leibnitz parcialmente es la clase de lógica comprehensiva que consideramos como la base de la axiología exacta, él vio que los postulados de una ciencia axiológica no deben ser tomados empíricamente de su cuerpo de reglas existentes, sino que debe llegarse a ellos deductivamente, mediante la aplicación de la axiología formal al asunto específico de la ética, mediante la aplicación de las matemáticas al asunto específico de la ciencia.
Los axiomas éticos se hallan y se prueban de modo no muy diferente del de los axiomas de la ciencia, la verdad es lo que resiste la prueba de la experiencia. La verdad en la teoría ética debe significar lo mismo que en la teoría científica en sus tres niveles de proceso: La consistencia inherente del sistema, su aplicabilidad a los fenómenos que constituyen el asunto de la ciencia, y, la concordancia fiel de los resultados de esta aplicación con la experiencia real. Esto en términos de ética consiste en: la consistencia inherente de la axiología formal, su aplicabilidad a los problemas éticos y morales, y la concordancia fiel de los resultados de esta aplicación con nuestra experiencia ética y moral.
Así, la verdad de la ciencia ética es su aplicabilidad, como una estructura formal coherente, a los fenómenos éticos, es decir, a las teorías éticas existentes, y a los fenómenos morales, es decir, las situaciones morales y la concordancia fiel de los resultados de estas aplicaciones a nuestra experiencia ética y moral. Tal concordancia constituye un valor, tal como un hecho en la ciencia natural es la concordancia entre la teoría y la aplicación.
El problema entonces de cómo una nueva ciencia podría producir un mundo moral, puede resolverse muy simple y lógicamente: el mundo moral es una parte constitutiva de la ciencia moral, y la ciencia moral es una parte constitutiva del mundo moral, la ciencia moral es la parte teórica del mundo moral, y el mundo moral es la parte práctica de la ciencia moral.
La confusión de forma y contenido y el énfasis en el asunto más que en la forma constituyen uno de los principales obstáculos para la creación de una ciencia de la ética, estas concepciones erróneas se reducen en la mente común a tres objeciones contra la posibilidad de una ciencia ética. Primero, que el conocimiento acerca del valor destruye la experiencia del valor. Segundo, que la valoración es cuestión de sentimientos, y por tanto intelectualmente inaccesible. Y tercero que los fenómenos concretos pueden conocerse únicamente mediante la observación concreta.
Todas estas falacias producidas por la confusión entre la forma y el contenido de la ciencia, crean el prejuicio empírico o anti-formalista.
1.- La primera objeción se basa en el instinto correcto de que hay una diferencia entre un asunto y el conocimiento de este, y por tanto, entre la valoración y el análisis de la valoración, pero, con una concepción incorrecta de la relación entre estos dos elementos de la esfera del valor. De la misma forma que el conocimiento de la partitura de una sinfonía no la destruye sino que la perfecciona, lo mismo pasa con la experiencia moral.
2.- La segunda objeción descansa sobre la confusión de la valoración con el sentimiento, la valoración es una cuestión de sentimientos estructurados por ciertas leyes, sentimientos que siguen leyes definidas. Las leyes de la música son las de la teoría de la armonía, las leyes del valor son las de la teoría del valor, el sentimiento del valor no es algo arbitrario, citando a Nicolai Hartmann, “el sentimiento del valor no es libre, una vez que se ha comprendido el significado del valor, no se puede sentir de un modo diferente”. No puedo considerar malvada a la bondad, ni honorables el engaño y el fraude, se puede ser ciego ante el valor, pero eso no responde a los valores y no los comprende, el valor es pues, tan poco arbitrario o subjetivo, o tan arbitrario y subjetivo, como lo es el hecho. De la misma forma que el hecho es una combinación de la percepción con las categorías de la ciencia natural, el valor es una combinación de la percepción con las ciencias del valor, siendo estas tan definidas como las primeras.
3.- La tercera objeción es el prejuicio empírico, es decir que los fenómenos concretos sólo pueden conocerse mediante la observación concreta, cuando en sí son las ideas más abstractas las que resuelven los problemas más concretos. En tanto que la ciencia es un conjunto de ideas, los valores humanos son un conjunto de fenómenos. La ciencia en general no trata solamente del hecho, esto lo hace la ciencia natural, es un método para comprender cosas, y los valores humanos son cosas comprendidas, y el método para comprenderlos es la teoría del valor, al respecto existe una gran confusión en la confusión del método con el contenido, el conocimiento del valor significa tratar los valores en una forma carente de valor, es un procedimiento minucioso, comprehensivo y distinto.
El análisis del valor se confunde a menudo con su asunto, la valoración, el analista de valor analiza pero no valora. Un método es siempre una explicación, y un contenido sea hecho o valor, es algo explicado. El método científico no es ni más ni menos que la explicación de algún contenido, sea hecho o valor, y su esencia consiste en descomponer las propiedades sensoriales, (cualidades primarias) de los fenómenos en elementos sistemáticos, (cualidades secundarias), y reconstruir los fenómenos en términos de esos elementos.
La ciencia musical descompone los fenómenos sensoriales musicales (los sonidos), en cualidades primarias (notas, acordes, claves, escalas, intervalos…), con su propio sistema (coordenadas, corchetes…), y reconstituye la música en términos de estos como un sistema llamado armonía. Esta ciencia, la armonía, es para la música lo que las matemáticas son para la física. El sistema en cuyos términos la ciencia natural reconstituye sus fenómenos son las matemáticas, los elementos en los que descompone su observación sensorial son cantidades mesurables.
En general, cualquier ciencia descompone sus fenómenos observacionales en elementos de algún sistema y reconstituye sus fenómenos en términos de ese sistema. Mientras que la ciencia natural reconstituyó sus fenómenos de sentido común en términos de matemáticas, y la ciencia musical en términos de armonía, la ciencia moral tendrá que descomponer sus fenómenos de sentido común (los valores), en términos de las cualidades primarias de algún otro sistema (la axiología), y reconstituir los fenómenos (los valores), en términos de ese sistema.