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La filosofía moral. El concepto de ciencia axiológica. La ciencia del valor

Teoría de Robert S. Hartman.
La filosofía moral.
El concepto de ciencia axiológica.
La ciencia del valor.

La filosofía moral. Robert S. Hartman.

La filosofía moral era más filosófica que la filosofía natural, y lo ha seguido siendo, aunque grandes porciones han evolucionado a lo que conocemos como ciencias sociales y humanidades, sólo la metafísica, la ética, la estética, la lógica y la epistemología han permanecido dentro del campo de la filosofía propiamente dicha , el problema es si estas disciplinas, especialmente la ética, pueden desarrollarse hasta convertirse en ciencia moral de la misma forma que la filosofía natural se ha transformado en ciencia natural.
Los más grandes filósofos de la era moderna han intentado fundar una ciencia de la ética basándose en el método de la ciencia natural y han fracasado, la razón es que el mundo del valor es de tal naturaleza que los matemáticos y empíricos no le son aplicables, si se le aplican, la ética se convierte en una ciencia natural como la psicología o la sociología y desaparece, no se deja atrapar y se desvanece , al igual que la princesa del cuento de hadas que tomaba la apariencia de un ciervo cuando se la capturaba.
Esta naturaleza autónoma de la ética ya la vio Platón, pero fue Kant quien la estableció en tiempos modernos, para Kant el conocimiento del valor es básicamente diferente del conocimiento de los hechos, ya que unos son fundamentalmente diferentes de otros, con todo no hay duda de que valoramos y de que los juicios de valor significan algo. Si los valores fuesen una parte del mundo sensible la ciencia natural daría cuenta de ellos, algunos incluso aducen que pertenecen a los hechos de la experiencia y que la ciencia natural puede explicarlos, otros sostienen, por el contrario, que los valores no son hechos de la experiencia externa.
Los filósofos vieron que el libro de la naturaleza estaba escrito en los símbolos de las matemáticas, estas se convirtieron en un patrón para todos las clase de posibles marcos de referencia, así la astronomía usó el cálculo, las diferenciales, y los espacios no euclidianos, la cuántica tomó prestado el cálculo der las matrices, la termodinámica, el cálculo de las probabilidades, esto significó que cada marco de referencia tenía sus propias leyes y su propia significación, la filosofía natural se escindió en física, química, biología, astronomía, etc., y todas esta se dividieron en definidas secciones no siempre compatibles entre sí, pero, todas ellas compartiendo la superestructura formal de las matemáticas.
El mundo moral es una parte constitutiva de la ciencia moral, y la ciencia moral es una parte constitutiva del mundo moral, sin uno no puede haber otro, así la creación de tal ciencia constituye el primer paso hacia el mundo moral, es decir, la bondad hasta ahora ha sido un concepto filosófico y no científico. Así podemos pensar que la falta de moralidad en el mundo es la falta de una ciencia moral en el sentido estricto definido, es decir, la falta de conceptos morales científicos y verdaderamente formales. Es una ética precientífica de concepción filosófica, el conocimiento del bien es fundamentalmente un concepto filosófico. Por contrario la ciencia natural tiene una triple estructura: La ciencia formal de las matemáticas, la ciencia teórica y la ciencia aplicada, esto produce el conocimiento científico de la naturaleza o el pseudocientífico de la sociedad.
Lo que se necesita es conocimiento de la eficacia moral, conocimiento que sea el mismo, moralmente bueno y socialmente eficaz, y este conocimientos solo puede ser el “conocimiento científico del bien”. Esto quiere decir que la naturaleza del bien mismo debe ser investigada con exactitud sistemática, la naturaleza del bien no es la naturaleza de las cosas que son buenas, lo que hay que investigar con exactitud sistemática es el concepto “bien”, y hacer esto conlleva contemplarlo como concepto científico y no filosófico, formal y no-material, lógico y no metafísico o psicológico, sociológico, económico, teológico, etc. Esto implica que como objeto de estudio va a aparecer el término científico “bien”, y no el concepto filosófico, la ciencia moral debe surgir de un estudio terminológico de la palabra “bien”, ya que la eficiencia social de una ciencia como tal depende de su posibilidad formal.

El concepto de la ciencia axiológica. Robert S. Hartman.

Todas las actividades humanas giran en torno a los valores, éstos dan sentido a la vida humana. Estamos en este mundo para realizar los valores, para vivirlos e incorporarlos a nuestra vida, si así lo hacemos nuestra vida será plena, mas sino ponemos por obra los valores nuestra vida será una frustración, tanto en la vida social como en la personal. La falta de conocimiento ético es la característica principal de la condición humana, sufrimos un desequilibrio moral e intelectual: la discrepancia entre el desarrollo de la filosofía natural, por una parte, y el de la filosofía moral por la otra. La ciencia natural ha desarrollado métodos que han puesto fuerzas gigantescas al alcance de cualquier individuo capaz de hacer funcionar un ordenador, o de apretar un botón, pero, desgraciadamente la ética o filosofía moral no se ha desarrollado al igual que su hermana gemela, la filosofía natural.
El caso es que vivimos en varias épocas a la vez. Tocante a nuestra emociones nos hallamos aun en la edad de piedra, odiando y amando, envidiando y deseando tan primitivamente como el hombre de las cavernas, hemos aprendido a controlar la naturaleza antes de haber aprendido a controlarnos nosotros mismos, y al hacerlo hemos perdido hasta el dominio de nuestras propias invenciones y hemos potenciado nuestra caóticas emociones hasta dimensiones globales, sino cósmicas.
El sentido amplio de la palabra valor no se restringe únicamente al valor ético, aunque es muy frecuente creerlo así. Bueno-malo, justo-injusto, moral-inmoral, el bien y el mal vienen a ser lo mismo que valor y antivalor, “el valor ha venido siendo considerado como algo obligatorio, y por tanto su omisión o violación se ha considerado como algo culpable”. En términos jurídicos el antivalor es crimen o delito, en religión pecado y en lo moral o ético, vicios o pecados capitales de mayor o menor grado, siendo considerado en conductas estimables como una virtud. Es decir, siempre se piensa en términos de exigencia en su cumplimiento social, derivando su no vivencia en un sentir de culpabilidad.
La única manera de poner orden en el presente caos del mundo de las relaciones humanas consiste en efectuar la misma clase de análisis sistemático que efectuaron los fundadores de la ciencia natural, así como estos desarrollaron las matemáticas como un instrumento para entender la naturaleza, los filósofos de la moral han tratado de desarrollar otro instrumento para tratar de entender la naturaleza moral, la axiología o teoría del valor, (axios: valioso).
En la teoría del valor se ha venido suponiendo desde el trabajo analítico, que cada pequeña acción de valor, o tipo de ella, lleva su pequeña razón, así el teórico del valor queda relevado de buscar una razón del todo, y puede contentarse con observar y clarificar todas las pequeñas razones en sus pequeños contextos, esperando que un día, en un remoto futuro, todo ello tendrá sentido. Esta esperanza es fútil, pues solo el pensamiento sistematizado dentro de una estructura unificadora es acumulativo, los problemas cuando son tratados por sí mismos, y con sus propias “soluciones”, no forman por sí mismos una totalidad. En otras palabras, si el asunto de la teoría del valor es el valor, entonces la mayor parte de las teorías del valor de nuestro tiempo son asuntos de la teoría del valor más bien que teorías. El proceso acumulativo de la ciencia es la diferenciación de la visión unitaria, sin tal visión los problemas permanecen separados y su solución es una ilusión, a menos que se haga del orden el objeto primario del pensamiento.
Las sutilezas de la discusión axiológica no son un fin en sí, sino un medio de entender la realidad moral, en el nivel de esta realidad “los problemas morales son los valores de los cuales el lenguaje axiológico es la teoría”, la cual contiene la estructura del valor, que es la estructura del patrón que es pertinente a, y, nos explica la esfera de los valores. El valor aparece en tres niveles, el del patrón axiológico: el valor formal o valor, el de la esfera del valor, el valor fenoménico o valor, y el de la combinación de ambos, el valor axiológico, los tres juntos forman la ciencia del valor.
El bien no es ya una propiedad de las cosas, sino una propiedad de los conceptos, o, más bien, es una propiedad de la relación entre las cosas y los conceptos, cualifica la posesión por parte de la cosa de las propiedades mediante las cuales se define su concepto. El bien es analíticamente indefendible, pero no sintéticamente, no puede ser definido como un concepto empírico abstraído, pero si como una construcción lógica. No es una categoría filosófica, pero bien puede ser un axioma científico, por tanto su “indefinibilidad” es la de los axiomas, es la de lo evidente en sí mismo, que no es capaz de demostración ni la necesita.

La ciencia del valor. La axiología. Robert S. Hartman.

La ciencia en general no es una ciencia natural ni tampoco es ciencia moral, es simplemente ciencia, es decir, es un método que no tiene nada que ver con el contenido o el objeto de la ciencia, así como el contenido de la naturaleza da a la ciencia el carácter específico de ciencia natural, de la misma manera el contenido de la moralidad, o del valor en general da a la ciencia que trata este objeto el carácter específico de ciencia valorativa o axiológica.
Constituye una pauta aplicada a un conjunto de objetos, la pauta siempre es una estructura sistemática del pensamiento, o un sistema lógico o formal, ya que la lógica es la forma de la estructura del pensamiento. La elaboración de esta ciencia presupone el conocimiento exacto de cuál es la naturaleza de una pauta o de un marco de referencia. La tarea axiológica consiste en definir el concepto fundamental de la axiología, el del valor, en términos estrictamente lógicos. De la concepción de la ciencia como conjunto de una pauta formal y un grupo de objetos, se sigue que cada ciencia tiene su propia pauta, y su propio grupo de objetos o acontecimientos, según esta concepción de ciencia hay diferencia entre la ciencia y su objeto, es muy difícil hacer la distinción entre el sujeto y el objeto de una ciencia moral, pero debe hacerse esta distinción si se quiere analizar y conocer. Una cosa es el ser y otra cosa es analizar el ser, el axiólogo debe prescindir de su ser para su saber, aun sabiendo que es, y que siendo sabe.
Lo primero que debe hacer un filósofo de la naturaleza debe hacer es estudiar los fenómenos mismos más que leer libros acerca de ellos. Esto reza para el estudioso del valor, quien ha de estudiar los fenómenos del valor más que los libros acerca de tales fenómenos. Galileo en su lectura descubrió letras nunca vistas por Aristóteles, los símbolos geométricos, así como Galileo leyó el mundo de la naturaleza, el axiólogo debe leer el libro del mundo del valor, debe estudiar los valores en lugar de estudiar los análisis del valor, así descubrirá en el mundo del valor letras vistas antes que descifrarán su significado oculto de igual manera que los símbolos de Galileo descifraron los de la naturaleza.
El movimiento para Galileo era esencialmente una idea definida, en su observación no buscaba el movimiento, sino localidades y tiempos, para el Aristotélico, al contrario, no se buscan potencialidades y actualidades, más bien el cambio está presente en última instancia y por su propio derecho, sólo por ser visto. El gran logro de Galileo fue que “geometrizó” el movimiento, como no pudieron hacerlo los Aristotélicos, la importancia de esto no radica solamente en la introducción de elementos cuantitativos, su consecuencia se descubre cuando advertimos que él introdujo un nuevo tipo de concepto que envuelve una relación diferente con la experiencia directa.
Conceptos de este tipo no pretenden representar objetos de la experiencia directa, más bien son construidos matemáticamente a partir de datos, son funciones cuyos valores pueden establecerse únicamente mediante la determinación observacional de los valores de sus argumentos, por decirlo en lenguaje matemático. Son conocimientos científicos que descomponen las impresiones del sentido común en elementos susceptibles de ordenación sistemática, así, si la esencia de la ciencia es la sustitución de cualidades secundarias por cualidades primarias susceptibles de ordenación sistemática, podemos descomponer las cualidades secundarias del valor , en cualidades primarias de valor, susceptibles de ordenación sistemática, de esta manera podemos hacer con respecto del valor lo que Galileo hizo con respecto del hecho.
La comprensión científica data del descubrimiento de los todos funcionales, no de las partículas que componen un todo y comparten sus propiedades esenciales, sino de los elementos abstraibles que deben entrar en relación los unos con los otros, a fin de producir una totalidad con la cual ellos mismo no guarden parecido. Protones y electrones no guardan parecido con los objetos físicos que nos son familiares, pero sus interrelaciones son la base de las propiedades que podemos observar en el mundo material.
De manera similar, en la ética y en la estética parece poco probable que los conceptos científicos verdaderamente poderosos no tengan las propiedades obvias de los fenómenos de valor mismos. Susanne Langer afirma que los valores son fundamentalmente diferentes de los hechos y requieren un método especial para su comprensión, y define que la ética y la estética no pueden alcanzar una etapa teórica mientras sus conceptos básicos, es decir, sus abstracciones, sean las propiedades de las cosas que ellas deben explicar.
La ciencia en general no es ni ciencia natural ni ciencia moral, sino la ordenación sistemática del desorden. Al leer la historia y la filosofía de la ciencia nos encontramos una y otra vez con esta definición. El instrumento para ordenar un desorden es una estructura formal de referencia, ya hemos dicho que en la ciencia natural esta estructura viene a ser la matemática, en cualquier otra ciencia vendría a ser alguna otra estructura lógica, armonía en la música, y en la teoría del valor es lo que llamamos axiología. Es la elaboración de dos diferentes proposiciones que son verdaderas acerca del bien en una estructura que llamamos axiología formal. De ahí se derivan denominaciones precisas del hecho y del valor.
Siguiendo a Langer el hecho es lo que se concibe como asunto de la axiología, así como una melodía es el asunto de la armonía. De ahí se deduce que el mismo dato ontológico puede ser al mismo tiempo valor, hecho y una melodía, dependiendo de la concepción que se le aplique, Susanne Langer no sólo vio que la diferencia entre el hecho y el valor radica en las diferentes estructuras de referencia, incluso proyectó la estructura de referencia para el valor. Partió de que el instrumento indispensable de toda filosofía es la lógica, la lógica pura, de la cual la matemática pura es una rama, la lógica puede tratar cualquier asunto, no está limitada únicamente a aquellos conceptos y premisas que definan a las ciencias de la cantidad, pero, que sus posibilidades de aplicación a la ética, a la historia, a la estética…están aun inexploradas. No se han efectuado sistemáticamente análisis de conceptos tales como hecho histórico, valor, vida y muchos otros.
Así como las matemáticas son la estructura formal de la ciencia natural, la lógica, la axiológica, es la estructura formal de la ciencia moral. Así como Galileo definió el movimiento constructivamente en términos geométricos, nosotros definimos el valor constructivamente en términos lógicos. Así la axiología formal realiza la conjetura de Langer “es más bien improbable que bueno o malo sean términos fundamentales”. La ciencia del valor debe basarse en términos primarios al igual que la mecánica se basa en términos primarios del movimiento, una ética científica no puede basarse tampoco en sus propias categorías obvias, bueno, malo, no son las distinciones de mayor importancia, parece razonablemente seguro que las distinciones de mayor importancia, las entidades finales, serán diferentes de deseos, actos sociales, etc. Como los fenómenos electromagnéticos de los que tratan los físicos son diferentes de los objetos materiales, el color o los sonidos del mundo que en última instancia interpretan.
Así pues la analogía entre ciencia y ética es ciertamente muy íntima. En general no puede descubrirse ninguna conexión entre el conocimiento de los hechos y el conocimiento de los valores. Formalmente empero esta conexión no sólo es obvia, sino compulsoria, es, realmente sin duda, lógicamente necesaria, pues todo conocimiento es metodológicamente uno.

Robert S. Hartman:
El conocimiento del bién. FCE. Mex. 1965
La ciencia del valor. UNAM Mex. 1964
La estructura del valor. FCE. Méx. 1959
R. Frondizi:
¿Qué son los valores? FCE Méx. 1959