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La confusión entre ser y deber ser

Axiología.
La confusión entre ser y deber ser.

La confusión entre ser y deber-ser.
(La existencia de una intuición propia del valor o del deber-ser)
Partamos de la postura de que el valor, lo que debe – ser nunca se deriva a partir de lo que es, de los hechos que ya son, el único valor en que ya todo es como debe ser, es el valor de la verdad formal de la lógica, Valor es lo que debe-ser, y es intuido precisamente como algo que debe-ser, sea o no sea de hecho. Fue Hume, filósofo Escocés de finales del XVIII quién de una manera explícita objetó que de un “es” no se puede deducir un “debe”, fue Kant quién presentó sus doctrinas partiendo de la intuición directa del deber-ser, y bajo el aspecto formal, no bajo el aspecto material.
Ninguno de los filósofos o escuelas de pensamiento, ni estoicos, ni epicúreos, ni Platón, ni Aristóteles, presentaron sus doctrinas partiendo de la intuición directa del deber-ser. Demos por bueno en principio que valor es lo que debe-ser, y que aquello que debe-ser lo podemos denominar valor. Hasta Kant el método decía que lo que debe-ser en ética se deduce a partir de lo que es. Para R. Hartman el deber-ser debe existir para poder ser, si no puede ser, sencillamente no existe, y, en consecuencia, aquello que existe tendrá un mayor bien que aquello que no existe.
Partimos pues de Kant para hablar de valores. Rigorista, con enorme sentido del deber y de la obligación ética se encontró con un problema de método, con una cuestión de tipo formal; La ética siempre se derivó de una metafísica previa, a partir de esta se fundamentaba la ética, pero Kant se convenció de que la metafísica era una ciencia ilusoria, y por tanto tenía que cambiar de método para fundamentar la ética. Esto lo intentó en la “crítica de la razón práctica”, intentando fundamentar el deber-ser por sí mismo, sin derivarlo del ser. Es decir, “de un es, no se deriva un debe”. La destrucción de la metafísica lleva a Kant a afirmar que no conocemos las cosas mismas, sino las apariencias de las cosas, es decir el idealismo, camino iniciado por Descartes con su “discurso del método” donde insiste en los engaños de nuestros sentidos.
A principios del siglo XX Brentano trató de probar que conocemos las cosas mismas porque todo acto es intencional y va dirigido a las cosas mismas, no se queda en la interioridad de la conciencia o en el pensar. En esa época Husserl reivindicó el realismo de medievales y griegos, y defendía que la razón estriba en conocer las cosas como son y no por lo que aparentan, “hay que ir a las cosas mismas”, denominó fenomenología a su pensamiento y creó una corriente en torno a sí con Scheler y Hartmann.
La fenomenología es la búsqueda de la comprensión basada en lo obvio, estudia los hechos que se manifiestan en la realidad, es un método que pretende llegar al conocimiento de la esencia, liberando a los fenómenos de elementos ajenos provenientes del exterior, o de la misma persona que los produce. Busca, por tanto, acercarse al contenido de conciencia sin teorías o prejuicios de la persona que vive la experiencia. Husserl afirma en sus teorías: “La conciencia es siempre conciencia que tiende a algo, es intencional”.
Los filósofos, antes y después de Husserl, han hablado de una disciplina filosófica llamada “fenomenología” que describe sus objetos en lugar de construir explicaciones. Así en la filosofía de Husserl hay elementos dispares y separados en el tiempo como la idea cartesiana, la noción escolástica de intencionalidad, y el concepto de conciencia trascendental de Kant y el idealismo postkantiano. Cada autor renueva el sentido de lo que coge del pasado y desde ahí la idea renovada inicia otra vida.
Husserl sigue a Descartes en su camino de duda total, y examina una filosofía tradicional, la lógica. El camino cartesiano le lleva a cuestionar los presupuestos de la experiencia humana; en la lógica los presupuestos del juicio, de la validez y de la verdad también se vuelven cuestionables. Así pues “cuestionemos lo que previamente habíamos dado por seguro”. Una de las frases más conocidas usadas por Husserl era “yo pongo entre paréntesis el mundo objetivo”, extrae su metáfora de las matemáticas donde ponemos una expresión entre paréntesis y le anteponemos un signo + o -. Mediante este poner así entre paréntesis al mundo objetivo “le damos un valor diferente”.
Al ejecutar la reducción fenomenológica la persona se establece a sí mismo como espectador desinteresado y cambia sus finalidades prácticas. El resultado de este cambio de actitud es un cambio en mi experiencia. La realidad previamente experimentada por mi se vuelve en el aquí y ahora como “mero fenómeno”. Cualquier objeto de experiencia se transforma en ‘fenómeno” para el observador que reconoce la pretensión del objeto o la realidad, pero se reserva la decisión sobre le validez de tal pretensión.
La filosofía de Husserl pertenece a la tradición de Descartes, que entiende al hombre primordialmente como conciencia, como sujeto capaz de conocer. Como ente teorizante el hombre sabe siempre en alguna medida acerca de sí mismo y de lo que pasa a su alrededor: toda la variedad del mundo ocurre frente a su conciencia. Este poder de darse cuenta que distingue a los hombres admite muchas diferencias internas; diferencias de claridad y grados de elaboración, niveles de mayor y menor generalidad, coherencia, rigor. Este poder del hombre se vuelca en las más diversas direcciones, del cielo a la tierra, de lo microscópico a lo inmenso, fundando áreas de experiencia inteligente con distintos ideales de verdad, métodos para alcanzarla y argumentos que la fundan.
Husserl concibe al hombre como conciencia intencional, en este sentido todo acto de la conciencia es productivo y, eficaz, “no hay actividad de percibir que no dé una presencia actual, ni operación de recordar que no presente lo recordado”. “Como tampoco hay trabajo de imaginar que no engendre imagen, o de opinar que no acabe en una opinión”. Husserl entiende que su propia tarea es ocuparse de investigar sistemáticamente la actividad consciente, el conocer y sus “productos”. Uno de los primeros asuntos que la ocupan es definir las condiciones para cumplir el conocimiento de la verdad o conocimiento verdadero. La obra de Descartes está al servicio de esta tarea y así lo está la de Husserl.
La fenomenología es el lenguaje del pensamiento existencial, implica una atenta mirada al fenómeno que ocurre en el aquí y ahora, describe, no interpreta y no es causalista, ni pretende explicar el pasado, es una disciplina que invita a las personas a distanciarse de su forma habitual de pensamiento, para poder diferenciar lo perceptual y emocional del momento respecto del pasado inmediato. Este acto de reflexión o de vuelta sobre sí mismo nos permite considerar ahora el acto intencional cuyo objeto es el fenómeno. La reflexión es la operación que consiste en ver actuar a los actos, o sea, en examinar al acto como aquello gracias a lo cual aparece lo que se muestra.
También en los comienzos del siglo XX, Moore y Russell reaccionaron contra el idealismo, considerando que realismo es “pensar con sentido común”, y defendiendo que lo bueno es una noción simple, que se capta de un modo inmediato, sin necesidad de derivar lo bueno de nada anterior a esa visión directa de lo que nos parece bueno nada más tenerlo delante, sin buscar más explicaciones, esta observación es importante pues está en la línea de que un “debe” no deriva de un “es”. Ayudar a alguien cuando cae es una acción buena, aunque nunca la haya visto realizar en la práctica, por eso, cuando la veo, reconozco inmediatamente que es una acción buena, veo que las cosas son como deben ser. Si algo es valioso o debe-ser, es lógico y sensato que llegue a ser.
Max Scheler, fundador junto con Hartmann de la axiología o filosofía de los valores. Formado con Husserl, fue un hombre brillante y apasionado, convertido del judaísmo al cristianismo publicó “el formalismo en la ética” y ” la ética materia de los valores”. Considerado como un Aristóteles moderno tuvo problemas con la iglesia católica, de la cual se apartó, y murió “borracho de valores” (Ortega y Gasset). Para entender a Scheler hay que volver a Kant, el formalismo, el rigorismo, el puritanismo es la ética kantiana. En su deseo de no derivar el deber ser a partir de un es, Kant exageró, su ética consiste en el cumplimiento del deber por el deber y nada más que por el deber, se prescinde de lo que uno es cuando cumple con su deber, todo lo que es, lo que denomina Scheler la “tendencia”, deseos, sentimientos, emociones, todo lo emocional o psicológico es denominado tendencia.
De la tendencia de Scheller prescinde Kant, se trata de cumplir el deber solo por el deber, si esto no fuera así, la acción ya no sería exclusivamente moral, y si no fuera así ya no sería moral en absoluto. Entonces haría lo que hago por prestigio, por gusto, por satisfacción, por buscar el aplauso, por hacer un bien a alguien, ya no sería una acción exclusivamente moral, no sería el cumplimiento del deber por el deber, que es el formalismo en la ética Kantiana.
Según Scheler el hombre moral kantiano es el perfecto fariseo, lo único que le importa es su propia perfección moral, dar satisfacción a su buena voluntad; Se aprovecha de la desgracia ajena para darse el gusto de cumplir con “su deber”, trata al desgraciado como un medio para su engrandecimiento moral. Nos dice Scheler que el único deber es actuar de tal manera que la conducta se convierta en norma universal en cada momento, las demás motivaciones han de ser totalmente excluidas.
Junto a lo que Scheler llama tendencia (procesos psicológicos y emocionales), hay un acto de conocimiento, “la intuición de algo material como valioso”, lo que debe-ser objetivo, que es independiente de las motivaciones subjetivas, algo que pertenece a la intimidad de su conciencia y que no sale de ahí, un conocimiento de algo objetivo, la intuición de que algo es valioso o debe ser. La ética material de los valores, algo objetivamente valioso para todo el mundo, y ante lo que todo el mundo sabe que debe hacer ante esa situación, ésta es la motivación decisiva para Scheler, independientemente de las motivaciones subjetivas o psicológicas, y en oposición al deber por el deber de los kantianos.
Otro pensador del ámbito de Husserl fue Nicolás Hartmann; Aceptó la tesis de Scheler de que existe una “intuición material de los valores”, junto con las emociones que acompañan nuestros juicios de valor, a la valoración subjetiva se une un verdadero “acto de conocimiento”, la intuición de algo realmente existente entre nosotros. Su verdadera aportación a la axiología consistió en la jerarquía objetiva de los valores, no se limitó a la parte formal de la axiología sino que trató de ofrecer una lista de valores éticos y describir sus contenidos.
Hartmann nos dice que con la intuición axiológica percibimos el deber-ser (valor), que acompaña las acciones humanas, los hechos que por ello se constituyen en materias valiosas. O con las que percibimos el deber-no-ser, el de valor, de acciones humanas anti valiosas. Cuando hablamos de un de valor, deslealtad, injusticia, violencia, menosprecio, irresponsabilidad, afirmamos que hay deber, o que hay obligación, en no hacer esto, estamos experimentando la intuición material de un anti-valor, sea en conducta propia o ajena. De la misma forma percibimos un valor como tal, en nosotros o fuera nuestro, y de inmediato nuestra conciencia dicta un “eso está bien, es valioso”.
“Apreciemos la diferencia entre intuición sensible e intuición axiológica, con la sensible percibo lo que es, lo que ocurre, es lo que veo con mis ojos físicos, con mi ojo axiológico percibo lo bueno y que debe-ser, o lo malo y que debe- no ser”. Estas experiencias internas de conciencia son actos de conocimiento, intuiciones axiológicas, aprehensiones de la realidad. Tal como percibimos imágenes, colores, sonidos, olores… a través de nuestros sentidos, de nuestra intuición sensible y con ello construimos el conocimiento físico, así percibimos a través de la intuición axiológica nuestros conceptos de valor y de valor, de deber-ser y de deber-no ser.
“Debe”, como todas las relaciones axiológicas tienen un sentido negativo y uno positivo. El sentido positivo es la dirección hacia el cumplimiento de la comprensión, y el sentido negativo es el camino contrario. Así “X debe ser bueno” usa “debe” en el sentido positivo: el predicado se refiere al sujeto, y la bondad significa cumplimiento de la comprensión del sujeto. En cambio “x debe ser malo” usa “debe” en el sentido negativo, el predicado se refiere al sujeto, pero la maldad significa el no-cumplimiento de la comprensión del sujeto.
Revisando conceptos de Robert Hartman, la axiología formal deriva el “debe” del “es”, mediante la equivalencia de debe con los diversos significados de la relación formal, “debe existir” si significa algo, y ese algo es no-naturalista. Debe puede tomarse, o bien analíticamente, o bien sintéticamente. Tomado analíticamente (1) significa sencillamente implicación lógica, para que una cosa sea algo, por ejemplo bueno, debe ser una cosa. Tomado sintéticamente (2), este es el significado de Moore, significa que “una cosa debe ser más bien que no ser si es que ha de ser buena”. Esto significa, axiológicamente, que la existencia de una cosa es mejor que su no-existencia, y esto de acuerdo con la definición de mejor, significa que una cosa existente tiene más propiedades que una cosa no existente, lo cual es indudablemente cierto. Puesto que, de acuerdo con (1 analítico), una cosa no puede ser buena a menos que sea una cosa, y de acuerdo con (2) debe ser una cosa más bien que no ser una cosa, el que una cosa sea buena significa que debe existir.
Mientras que el debe como base del bien corrompe al bien y lo aflige con todas las debilidades del que él debe es heredero, debido a su origen kantiano, el bien libre del peso irracional del debe, es un concepto racional y ciertamente lógico, y puede servir como base para la definición racional e incluso lógica del debe.