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Amor y Narcisismo en la estructura de la prueba Hartman

José Luis San Martín y Teresa Herranz

Situar el Amor en el IVH no es sencillo, la cámara para abordar este plano de la existencia la vamos a poner en el mundo del extrínseco Interno, al ser este el marcador de las necesidades afectivas, de la capacidad de “amar y ser amado” que todos tenemos, con el IVH como herramienta, podemos aproximarnos muy bien al estudio de las redes de relaciones entre lo interno y el otro, permitiéndonos observar cómo se están sucediendo las dinámicas vinculares. Son muchos los movimientos que se producen en la prueba, aunque el más destacable en la dinámica narcisista gira en torno al Extrínseco Interno, base de las necesidades afectivas que no son satisfechas. La valoración del mundo interno donde está el yo y la de un mundo externo donde está el yo en relación nos presenta a la persona relacionándose.
La relación terapéutica, es un terreno donde la persona intenta reproducir su modelo vincular de alimento de un Yo que no se sostiene por sí mismo y esta fuera del campo de lo amoroso. El objetivo del terapeuta, tiene que ver con facilitar un encuentro verdadero donde lo afectivo sea atendido incorporando la frustración de lo neurótico que posibilite una integración que la persona no tiene. Para integrar estos aspectos rechazados de sí, hay que recurrir al llamado proceso de “maternaje” inicial, para continuar camino hacia la constitución de un Yo que pueda ser flexible del modo que proponen todas las tradiciones espirituales, este tramo del viaje se dirige hacia el desapego de uno mismo, atravesando el yo hacia el encuentro con el Todo, que es la vida.
El camino hacia el narcisismo es necesario, nos constituye como personas. Necesitamos desarrollar una imagen de nosotros mismos que nos diferencie de los demás. Esta imagen nos viene siempre de fuera, es decir para ser uno necesitamos del otro. En la adquisición de un Yo entran en juego muchos elementos, entre otros: el Ideal del Yo, y el modo en el Yo adquiere el atributo de Ideal. El Ideal del Yo tiene que ver más con una parte sana, y el Yo Ideal es su opuesto más neurótico. El origen de este Yo Ideal tiene que ver con los primeros contactos con la angustia.

La Angustia Narcisista

La presencia de la madre o de la persona que se encargo de la función materna, la mirada amorosa del otro, calma la angustia del bebe dando lugar a un momento ilusorio de satisfacción que parece va a ser eterno. La creencia, marcada en nuestro cerebro reptiliano, que somos todo para esta madre y que somos uno con ella constituye la llamada “célula narcisista básica” o primera experiencia de completitud o de satisfacción. En algún momento se produce la falla de esta experiencia, y la frustración le lleva al bebe a sentir que no es uno para la madre ni con la madre.
A partir de este punto no le queda más remedio que comenzar su viaje por la vida acompañado del resultado de esta experiencia traumática. Tendrá que hacer una serie de movimientos que le lleven a hacer esta transición: de ser único y todo para la madre, a ser singular y limitado. Parece ser que el momento donde no había angustia queda grabado en la memoria corporal del cerebro de reptiles que nos queda, y tendemos a buscar este paraíso perdido.
Las adicciones sociales no son otra cosa que nuestro carácter adictivo volcado en un objeto externo dentro de la amplia gama de adictivos “calmantes” (tabaco, alcohol, amor, sexo, comida, móvil, televisión, internet…) que temporalmente calman la angustia. Esta angustia tiene naturaleza existencial y es difícil de tolerar por la propia persona, bien por ser excesiva o bien porque el “sí mismo” o el “yo” no tiene fuerza suficiente para soportarla.
Según el Principio de regresión, cuando una etapa del desarrollo no está superada, la persona vuelve a ella una y otra vez en un intento de satisfacerse. Si vamos a la PVH, esta angustia, la encontramos en principio, mirando las columnas b y c del mundo interno donde se va situando este anhelo dentro del Sistémico Interno, que conformara los valores esenciales y el cómo la persona se relaciona con ellos. Las relaciones entre las demás dimensiones nos van dando buena nota de estas pretensiones narcisistas y del cumplimiento del Principio de regresión.

El Ideal del Yo

El Ideal del Yo es algo externo a cada persona, es la unidad de medida con la que se comparan los rasgos o características de la persona. Los ideales que configuran esta función de la personalidad y que vienen del mundo externo son transmitidos en principio por la figura materna. La figura del campeón es un ejemplo de Ideal del Yo, en el que se valora solamente un aspecto de su persona, la que compite. Cada acción es juzgada en sí misma y no de forma total.
Este ideal está vigente en la medida que se haya podido pasar del discurso en el que todo tiene que encajar en la idea previa, al discriminante donde la persona coteja con la unidad de medida que desde el exterior le viene. La comparación del Yo con este Ideal del yo, se hace mediante el proceso de Idealización y es en este momento donde se constituye lo que se llama Yo Ideal. Lacan dice que, uno está en el plano de lo imaginario y otro en el plano de lo simbólico.

El Yo Ideal

“La imagen del Yo, está en poder del otro”, afirma Fiorini. Mi propia imagen tiene que venir necesariamente del otro. El otro es el espejo en el que uno se mira. La formación del Yo ideal, apunta, no tanto a una estructura sino a una serie de relaciones dinámicas que se producen entre el otro, el Ideal de Yo y la Idealización.
Con ayuda del espejo del otro, vemos una imagen que nos lleva a la construcción de un Yo ideal. Hugo Bleichmar haciendo referencia continua a Freud, da una idea bastante clara de cómo se activan los mecanismos que forman esto que se llama Yo Ideal y que se produce como consecuencia del proceso de Idealización, mediante la dinámica que explica de este modo:
“Es en este terreno del dolor y la alegría narcisista donde nos encontramos con una representación privilegiada, el yo ideal, que no dejara de solicitar al sujeto, pues, como sostiene Freud, posee todas las perfecciones de aquello que es de valor. Perfecciones que constituyen el medio para obtener la admiración de alguien. Si la representación de un yo ideal existe, es porque hay alguien capaz de ver al sujeto de esa manera, lo que hace surgir en este el deseo de serlo para aquel. Esto nos dice que para que exista narcisismo es necesario un nuevo acto psíquico, que el yo se forme como unidad. No es que se unifiquen un núcleo de funciones sino al surgimiento de una representación en la que el sujeto se viera como una unidad”.
El Yo Ideal puede ocupar más o menos terreno,  de forma tal que puedan o no convivir en el “sí mismo” de la persona, representaciones o discursos más o menos flexibles. Hay que tener en cuenta que las distorsiones asociadas a este Yo ideal son una de las causas de insatisfacción. Fiorini apunta: “Esta estructura está cargada de omnipotencia infantil unida a un juicio denigrante que viene de un superyo arcaico cargado de sadismo infantil. Lo cual hace que la persona no tenga “capital” acumulado de reconocimiento de sí, lo que le hace vivir con inconsistencia existencial”.
En la PVH la relación dinámica del Intrínseco y el Sistémico Interno miden esta función del superyo, que es el Ideal del yo. Dependiendo de la intensidad con la que el Sistémico exige al Intrínseco adaptarse a unos ideales, se producirá o no el famoso “galgódromo” y la consiguiente falta de satisfacción al no poder alcanzarlos. Para lo cual el psiquismo activara sus defensas, protegiendo al yo de la agresión. Si los ideales no son presentados como exigencias, si no hay que alcanzarlos para ser visto, amado o valorado; entonces, la relación relajada entre el Sistémico y el Intrínseco, será funcional.
La construcción de un sustituto del Yo, este falso Yo que aparece socialmente adaptado, lo muestra la PVH con un mundo externo desbloqueado frente a un mundo interno bloqueado dando cuenta la experiencia de insatisfacción y vacio.

La construcción defensiva del yo

Desprenderse de la imagen inicial infantil no es fácil ya que aparece la resistencia a deconstruirla, no se quiere abandonar esta “imagen de sí” que, por un lado da seguridad y por otro esclaviza, requiriendo de mucha energía para sostenerla. Hemos querido ver algunas características interesantes a la hora de abordar los movimientos narcisistas cuando el Yo Ideal ocupa un terreno importante en la persona; esto se pone de manifiesto en su discurso.
El punto de admiración incondicional lo observamos en el IVH en un A.I. externo elevado, donde “el hambre” de valoración está presente en forma de exigencia que al no poderse cumplir lo tomamos como un aspecto depresivo. El discurso narcisista expresa la insatisfacción del modo siguiente: “el mundo no me da lo que necesito”. Esta admiración incondicional del otro no sujeta a critica, no resiste el contacto con la realidad, quedando la persona en una situación de vulnerabilidad y fragilidad cuando se intenta tocar un punto negativo para él, sea distorsionado o no, ya que seguramente sea un pilar sobre el que se sostiene su estructura.
Es importante señalar que como la imagen está en poder del otro, se presenta la dependencia patológica, apareciendo en el IVH bloqueada la dimensión extrínseca Interna, lo que muestra la dificultad para cubrir sus necesidades afectivas.
En el IVH, el discurso totalizante mantiene la rigidez de un sistémico interno frágil acompañado de un sistémico externo en rebeldía, lo que da como resultado una posición de autoafirmación o rigidez sin causa real.

El juicio global

Aunque el estudio puede ser muy exhaustivo, hemos querido ejemplificar dos tipos de manifestaciones del universo narcisista: la paranoia y la melancolía. Ambos tienen algo en común: El juicio global sobre el ser. El juicio de un aspecto, acaba yendo a parar al global, como ocurría en el discurso totalizante. Es un discurso autosostenido, en que todo está decidido de antemano, teniendo el objetivo de corroborar y desarrollar una tesis que es grata para la afectividad de la persona. Asi, tanto la melancolía como la paranoia giran en torno a un discurso que produce y mantiene la existencia de un Yo Ideal.
La paranoia donde el otro es considerado como enemigo y uno se sitúa en el lugar positivo magnificando lo bueno.
La melancolía en el que se resaltan los rasgos negativos de si, se silencian los positivos y se resignifica todo como no valioso.
Lo que varia es la posición relativa con que la persona ubica se a sí misma y ubica  a los demás en torno a ese Yo Ideal y las operaciones que realiza para distribuir las posiciones.

Racionalización excesiva

La idea narcisista constituye una identificación absoluta con los ideales: “yo soy mi idea”; o lo que metafóricamente se denomina “persona no nacida” o sobre-identificación, hasta el punto de fusión con los ideales del Sistémico Interno. La persona no se está llenando en lo afectivo de una manera eficaz, la idea pasa a ser un sucedáneo de la necesidad. Todo ello da como resultado un nivel de racionalización excesiva con la consiguiente dificultad para entrar en contacto con lo emocional que es vivido con mucha intensidad ya que no es algo familiar para la persona. Al evitar el sufrimiento emocional también evita con ello el contacto con los demás y la posibilidad de nutrirse a través de él.
Observamos de nuevo el Sistemico Interno rigidificado y vemos la racionalización excesiva revisando como ha sido colocada la columna “f”, que situada en el Intrínseco Interno nos permite ver un aspecto de la imagen que la persona tiene de sí misma.
Proyección
La proyección es un mecanismo importante para mantener esta dinámica narcisista, donde el discurso es totalizante, el juicio es global, la racionalización domina sobre la emoción y la admiración tiene que ser incondicional. Siguiendo el principio del placer, todo lo malo es puesto fuera y todo lo bueno dentro y atribuido al yo. Lo criticado en el objeto es específicamente lo que el sujeto no tolera de si mismo resolviendo que lo descalificante quede fuera y puesto en otro. Con el fin de conseguir la integración de todas sus partes, ya que la persona se siente incompleta, necesita del otro para ello.
Si tomamos al paranoico, como referencia, este intenta reafirmarse en su posición de yo ideal y para ello debe encontrar en cada uno su lado deficitario, pudiendo descalificar a cada uno por unas características no reales porque lo que de verdad necesita es que nadie sea adecuado para poder afirmarse el.

Rebeldía

Este mecanismo de proyección ira unido a una posición de poder respecto al otro reflejándose en las relaciones personales y, por supuesto, con el terapeuta. Como la relación discurre fuera del plano emocional, donde el extrínseco interno no alcanza satisfacción, se hace difícil establecer un vinculo de confianza. La forma de poner en el mundo este discurso la vemos manifestada en el IVH en el Sistémico Externo bloqueado.
El terapeuta por su parte observara lo que le aporta la columna “o” interna, el llamado “guía interior”, siendo importante comprobar que este en positivo. Esto facilitara el desarrollo de todo el proceso de “maternaje” o “segunda crianza” que será necesario para reparar, en la medida de lo posible, las heridas emocionales que han producido la pérdida de contacto real con los demás.

Los extremos y las polaridades

La imagen narcisista es cultivada neuróticamente una y otra vez en un intento fallido de responder a la pregunta de ¿quién soy yo? Pregunta que, por supuesto, queda sin responder. En el IVH, la situación que presenta el sentido existencial que la persona tiene se presenta en la columna “m” interna, normalmente devalorada y distorsionada ante esta falta de orientación existencial.
La valoración va en una franja horizontal: de máxima valoración a máximo rechazo; y todo el discurso será ubicado dentro de una de ellas. Así mismo, son utilizadas reglas comparativas de valoración, en continuos de polaridad binarios del tipo: “si/no”, “ganar/perder” o “superior/inferior”. Estos al estar sesgados por la referencia o creencia básica no van a lograr más que reconfirmar lo que ya creía saber, en la dirección de “soy la/el mejor” o “soy la/el peor”, según su posición en el continuo de valoración, sufriendo frustración y decepción cuando no lo consiga.
La polaridad Amor/Odio es el intervalo en el que se mueve el narcisista en su búsqueda de identidad. Dependiendo de nuevo de la formación del sistémico interno y de su nivel de valoración hacia un lado u otro de esta polaridad, las manifestaciones narcisistas hacen un amplio recorrido que va desde el amor incondicional al amado, a la destrucción del objeto de amor, dependiendo del polo que rija en ese momento.
Esta polaridad se aplica tanto si se adopta una posición existencial más exitosa, donde la persona se siente grande, como si la posición es mas masoquista, donde predomina el “yo no valgo”. En el IVH observamos como la columna “p” del mundo interno oscila, dando idea de la situación en el intervalo sadomasoquista que se presenta frente al terapeuta de una forma muchas veces sutil. Las reacciones emocionales hacia los demás son también extremas, bien de admiración o idealización, o bien, de decepción o frialdad. La expresión en tiempo y lugar adecuado de las emociones lo observaremos a través del D.I. interno, aunque puede presentarse con cifras bajas teniendo que ver la emocionalidad desmedida, aunque no tolerada, a través del resto de parámetros de la prueba y de su interrelacion. Todas estas características del discurso narcisista tendrán su reflejo en el cuerpo físico de la persona, lo que nos indica el INT%, como medidor de la energía biopsíquica de la persona, que normalmente aparecerá bloqueada.

Intervenciones

Fromm propone ser delicados y cuidadosos con la labor de “vencer el propio narcisismo” y recuerda que lo importante no es la meta sino el camino recorrido, y que todo paso que nos acerque a la verdad y nos suelte de esta idea a la que estamos atados es un gran paso. También invita a mirarse en el espejo que otros ofrecen para así poder corregir nuestros pasos en este baile que es la vida de cada uno. Este ser espejo es una de las labores más importantes que tenemos los profesionales que nos ponemos delante de las personas que quieren mejorar su caminar por esta vida y que buscan en definitiva ser cada vez más ellas mismas. Y es que no olvidemos que al ir ganando en realidad también vamos ganando en confianza y por lo tanto en esencia o identidad.
Para Kohut la solución a las problemáticas narcisistas esta en el desarrollo de un sí mismo integrado y coherente que proporcione un claro sentido de identidad, con capacidad de expresar sus talentos y aspiraciones mediante intereses, valores y metas, y con capacidad de relación; es decir, el desarrollo no es una cuestión de dejar atrás el narcisismo sino de llevarlo a formas más maduras.
El trabajo requiere hacer frente a una verdadera carencia existencial y la tarea es acompañar a encontrar guías de apoyo verdadero. Restaurar la verdadera confianza perdida en el sí mismo.
Esta búsqueda de lo que cada uno es y hacia lo que cada uno es, necesita del encuentro amoroso entre dos personas, si este encuentro no se produce desde la confianza, la persona se repliega hacia sí o se adapta en formas defensivas para poder ser aceptada y querida por el otro. Durante el proceso, la presencia del terapeuta tendrá que ser activa y empática, ofreciendo a la vez una dosis de frustración que pueda irse tolerando poco a poco; siendo firme y afectuoso a la vez y para así ir acercando a la persona a su mundo emocional y afectivo.
Todo esto va a suponer una “segunda crianza” en donde se pueda restablecer una relación de confianza y la persona pueda abrirse, esta vez sin miedo, a una relación en la que pueda ir acercándose más a su ser mas verdadero favoreciendo un apoyo en ideales reales y no en ideales imposibles.
Los apoyos pasan sobre todo por el cuerpo, Hector Fiorini dice: “Es en el cuerpo donde el sujeto encuentra depositables las imágenes de si, o reflejables las imágenes de sí y es en el cuerpo donde va a buscar la idea de un sí mismo, en el interior de su cuerpo también va a buscar los soportes de su identidad.”

Conclusiones axiológicas

La Axioterapia, supone un estudio axiometrico de los procesos psicológicos. Por eso nos encontramos con algunos marcadores de la prueba que no reflejan lo que vemos en la experiencia, como es el caso de la ansiedad y como es “expresada” en la prueba.
Encontramos que la prueba tipo, de valores o formas concretas, que apuntan a una problemática narcisista, no existe; lo que se cumplen son algunas características que hay que estudiar detenidamente y que se manifiestan de un modo u otro en la prueba. Por eso se hace necesario antes de manejar la prueba, conocer bien los conceptos, los mecanismos defensivos y las compensaciones neuróticas. Ver como un mismo fenómeno, es expresado en la prueba de modos distintos para una misma persona, y acompañar ese recorrido.
Algunas observaciones sobre la prueba son:
División entre los dos mundos, con desbloqueo en el mundo externo frente a un mundo interno en mayor conflicto, ambos unidos por mucha ansiedad frente a unos ideales subjetivamente irrealizables.
La ansiedad no siempre aparece claramente marcada en los SQ/VQ, en realidad aparece muy pocas veces, hay que mirar el anhelo de los ideales y en la relación tensa del Sistémico y el Intrínseco Internos.
El Extrínseco Interno no se satisface y si lo hace, hay que fijarse en las contradicciones tales como: fantasía, exceso de racionalización. Hay que poner especial atención en esta dimensión ya que a veces no puede satisfacerse aunque no haya un motivo concreto que lo impida. La columna m nos hablara más concretamente de esta cuestión.
El Intrínseco Interno puede estar desbloqueado frente a un Extrínseco Interno muy bloqueado y un Sistémico Interno igualmente bloqueado y que suele estar atrapado por la energía psicofísica bloqueada lo cual convierte el dato en una distorsión narcisista, ya que uno no puede verse sin atender a sus necesidades ni conciliarse con sus ideales, tal y como marcan los INT en las dimensiones internas. Esto muestra una vivencia y una percepción parcial del sí mismo.
Hay que poner atención a los movimientos del DIF, suelen ser elevados dando cuenta de la percepción parcial sobre todo del mundo interno.
– El mundo externo se presenta casi siempre desbloqueado en lo concreto o con algún bloqueo bajo. Lo más llamativo suele ser la estructura del Intrínseco Externo bloqueada representando la falta de límites a la hora de relacionarse con el otro.
El Sistémico Externo suele aparecer con los valores más altos respecto al resto de valores del mundo externo, casi siempre bloqueado o cercano al bloqueo en la estructura marcando la rebeldía de la que hablamos en el trabajo.
“El rasgo que lo identifica médicamente es un marcado error de cálculo de las propias capacidades y posibilidades, acompañado de fantasías de grandeza. El narcisista está tan convencido del alto lugar que le está destinado, que espera que los demás reconozcan su superioridad y que se lo digan. Anhela la aprobación y la admiración de los otros y suelen ser muy sensibles ante la mínima falta de consideración de los demás, pero al mismo tiempo no tienen idea de cómo se ven las cosas desde la perspectiva de otras personas”, explica Charles Zanor, psicólogo de West Springfield, Massachusetts.
Esos ingredientes eran suficientes hasta ahora para definir una patología. A esto habría que agregar “la necesidad de menoscabar al prójimo para sentirse más importante”. Pero los médicos estadounidenses que elaboran el DSM (muy utilizado en la Argentina) esta vez no se pusieron de acuerdo con respecto a que esas características puedan ser consideradas hoy una “enfermedad”. En otras palabras, cada vez son más habituales, y por lo tanto queda desdibujado el umbral entre la patología y la normalidad.
“Arrogancia, soberbia, descalificación del otro, son las típicas características del narcisista. Pero en la sociedad occidental actual, donde prima el ‘culto al yo’, el narcisismo ha dejado de ser algo patológico”, señala el psicoterapeuta Roberto Sivak. Un colega suyo, Andrés Rascovsky, coincide: “Existe una creciente preocupación por uno mismo. Es el mensaje que se da desde los lugares de venta de poder y de consumo”. Y agrega: “El narcisismo le está ganando la batalla al altruismo”.
Según Sivak, “si el ser humano no se quiere un poco a sí mismo, no sobrevive. Cierto grado de narcisismo es fundamental. Pero su madurez se manifiesta cuando es capaz de convivir con otros. Lo malo es cuando el narcisismo llega a niveles desproporcionados”. Además, destaca que “no es casual que la eliminación del narcisismo como patología proceda de la cuna de la sociedad de consumo, que es Estados Unidos. En otros lugares del mundo, Oriente o Europa del este, es una vergüenza hablar de los logros de uno mismo y usar al otro en beneficio personal”.
Rascovsky, por su parte, aporta que “normalidad no es sinónimo de salud”. Se refiere a que el hecho de que el narcisismo ya no sea una conducta de manual para los médicos, no significa que el que lo padece goce de buena salud mental. “En todo caso –agrega– deberíamos hablar de la patología de una sociedad narcisista, y si esto es tratado como algo normal estamos en problemas”.
Según los especialistas, el narcisista rara vez llega a reconocerse como tal para pedir la ayuda de un terapeuta, pero esto puede traducirse a la larga en drogodependencia, automedicación, úlceras y hasta cáncer. Ese es, más allá del síntoma de una sociedad que puede hacerse la distraída, el peligro de que el narcisismo deje de ser considerado una enfermedad.

José Luis San Martín y Teresa Herranz