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Darse - Cuenta, Sensación - Percepción. El proceso continuo

La gestalt es el fenómeno vivenciado, si lo analizamos y lo dividimos mas, se convierte en otra cosa. (Perls)
No hay una sensación, somos un continuo de sensaciones. No hay una sensación que sea solamente interna o externa, todo está relacionado. De entre todo este continuo emerge una sensación del cuerpo, que toma fuerza sobre las demás que están ocurriendo a la vez, y se hace un fenómeno corporal que es percibido como él mismo, ya que la sensación se forma en un estado sensorial a través de algún órgano sensorial que la recibe y transforma, para que así pueda ser percibida corporalmente.
Todavía siendo sensación, antes de la percepción de la misma, ya existe la dualidad, agradable-desagradable, buena-mala, sin elaboración mental, solamente a nivel de sensación. Con esta información el cuerpo a través del órgano sensorial que le corresponda crea el fenómeno corporal, la sensación de frío- calor, de hambre-empacho, de placer-displacer, de cansancio-descanso, de dolor / tensión-relajación, de sed-saciedad, se produce la percepción del mismo como dualidad.
Esta percepción acoge la sensación y la acrecienta, llevándola a diferentes puertos, rápidamente la transforma en emoción, (rabia, alegría-tristeza, amor-odio, resentimiento-culpa), intuye axiológicamente, y discierne, si es bueno o es malo, si está bien o mal. Y con la información, de sensación, percepción e intuición, nos vamos a la mente, como facultad pensante, donde se incorpora el pensamiento, y a todo lo que existe como fenómeno, le dota de razón, le compara en la memoria y la aporta las oportunas creencias en función de la experiencia de vida, lo aprendido, mas la fantasía, mas la base de oscuridad o inconsciencia de todo lo anterior.
Todo esto crea el fenómeno, en un continuo de flujo que parte como sensación, (bien sea interna o externa), se hace percepción e intuición, y se nutre de la capacidad mental, emocional, y de cognición, y, este fenómeno que se ido creando a través de esta serie de procesos es lo que el yo puede proyectar al exterior. Es el ciclo del darse-cuenta.
Este camino que se ha creado el yo para responder a ese inicial estímulo de la sensación, no está solo. El yo viene con el soy, el yo es su proyección al mundo, y bien puede hacer que el mundo sea exclusivamente una proyección de su yo. Y ese será exclusivamente su mundo, la propia proyección de su yo. O bien puede ser el soy, siendo el soy el es, lo el que es.
El yo, el aspecto tangible del yo, que hace el continuo del darse cuenta, no está solo, está en relación con el cosmos, con la diversidad, con lo demás, (que le podemos llamar como queramos) , y ahí es donde tiene dos opciones: O bien hacer que el mundo sea una exclusiva proyección de su yo, o bien, entender, percibir, discernir, que es un pequeño segmento de una gran diversidad con la cual contacta, siendo esta una gran base objetiva, que dota todo de sentido, donde las cosas y los fenómenos son lo que son por ellos mismos, estando en armonía con la totalidad de las cosas, ya que siendo individualidad son totalidad en ellos mismos. Y lo que el yo, puede aportar, desde él mismo, es el vivenciar el continuo del darse cuenta y sus propios fenómenos integrándose como ser en ese gran sentido.
La base primordial, Dios, lo que debe-ser, el hacedor, la esencia. Como podamos llamarle a ese absoluto donde no existen las situaciones relativas, es donde uno sencillamente es. Y así es como podemos acabar de integrar el yo soy, donde podemos entender que nuestro continuo fluir del darse cuenta está engarzado y sostenido por el continuo universal del darse cuenta, que es el todo y es la nada, que ni es tiempo ni es espacio, ni es objeto ni es sujeto, ni es espíritu o materia, ni existen las dicotomías que ocupan con tanta avidez nuestro razonar.
El yo lo utilizamos como antídoto del “it” y desarrollamos nuestro sentido de responsabilidad sobre los propios sentimientos, pensamientos y síntomas. El “soy” es un símbolo existencial, trae a colación lo que vivenciamos como formando parte de nuestro ser y que junto con el ahora, es nuestro llegar a ser, cada nuevo “ahora” es distinto del anterior. El “me doy cuenta” nos dota de sentido nuestras propias capacidades, habilidades y equipamiento sensorial e intelectual. Sin la capacidad de darse cuenta no hay cognición electiva, tanto el darse cuenta como el contacto y el presente no son más que aspectos diferentes de un mismo y único proceso: la autorrealización. (Perls, testimonios)

La sensación

Volvamos al ciclo del darse cuenta para hablar de lo esencial: la sensación.
Sentidos: Funciones mediante las cuales recibimos las impresiones por medio de los órganos de relación.
Sensación: Imagen o representación corporal del estímulo. El impulso nervioso que produce el estímulo , es conducido al cerebro por el sistema nervioso (parasimpático), que es el que establece la relación con el medio donde se elabora (centro sensorial) y es transformado en sensación auditiva, táctil, gustativa, visual, olfativa, dolorosa o térmica.
En sentido fenomenológico, el contenido de la sensación es lo que está dado como contenido de un sentir, son contenidos cuya aparición o desaparición llevan implícita una “variación vivida” de nuestro estado corporal.
No se trata de sonidos, colores, olores y sabores, sino de hambre, sed, dolor, placer, cansancio, así como las sensaciones orgánicas localizadas en los órganos sensoriales, “sensaciones que son sentidas”.
De ellas forman parte todas las sensaciones que ocurren cuando hay una actividad de los órganos sensoriales, y que se modifican en función de las modificaciones de la actividad. Sensación no es un contenido de la intuición, es la variación del mundo externo e interno de las apariencias, cuando es experimentado corporalmente en la persona. Sensación es todo lo que es capaz de variar en esta dirección.
El contenido de la sensación no es nunca dado, es un acto de comparación entre una multitud de fenómenos ya dados con una multitud de estados corporales. Es lo que puede ser modificado en los fenómenos como resultado de la variación de los estados corporales, su contenido no es otra cosa que el punto final en cada caso de esta relación entre el cuerpo y los fenómenos en los fenómenos.
Se tiene sensación de los elementos de un fenómeno por cuya variación se modifica todo el fenómeno, cuando los estados corporales o los estados de los órganos de los sentidos, son concebidos en un cambio determinado.
Una sensación pura jamás está dada. La experiencia fenomenológica es aquella en la que no hay ninguna separación entre lo imaginado y lo dado, de modo que también podemos decir: que “es aquella en la que nada que no haya sido dado tiene ninguna significación, y que no hay nada que sea dado con excepción de lo que por ella significa”. No hay nada más que su significación y eso es lo que se da.
Solo al cubrirse lo significado y lo dado se manifiesta el contenido de la experiencia fenomenológica. En el punto en que coinciden la satisfacción de lo significado y lo dado aparece el fenómeno. Los hechos y solo los hechos son sus fundamentos, no las construcciones propias de un entendimiento. A partir de aquí es de donde podemos comenzar a percibir e intuir, ya que ambos tienen valor propio y se mantienen si logran adecuar un fuerte vínculo con las sensaciones orgánicas, y partiendo de aquí se establecen como parte intuitiva y perceptiva del conjunto del ciclo del darse cuenta.
El proceso sensorial se desarrolla en tres etapas:
Recepción- Transmisión – Percepción
Para que se puede desarrollar este ciclo de sensación-percepción necesitamos movilizar gran cantidad de información que se relaciona entre ella afín de poder llegar a alguna conclusión. Hay un umbral de excitación, los estímulos necesitan una determinada intensidad para poder ser captados, y hay un umbral diferencial, (o limen de diferencia), que es la medida de la diferencia mínima detectable entre dos estímulos.
La recepción es la experiencia básica inmediata ante el estímulo. La transducción es la transformación de esta magnitud inicial en otra distinta, bien sea por pasos mecánicos (oído, tacto, sistemas musculares), o por los procesos fotoquímicas de la visión, o por ondas sonoras en el oído, o por compuestos químicos específicos en lo gustativo y olfativo o por calor como en los receptores de la piel.
La percepción sensorial en la Gestalt queda clara, vemos grandes regiones con formas y patrones bien definidos. El todo es algo mas estructurado y coherente que un grupo de fragmentos aislados, la forma es más que la simple unión de los fragmentos. Max Wertheimer, Kohler y Koffka filósofos de la Gestalt investigaron las leyes de agrupación, la bondad de las figuras (Ley de Pragnanz) y la teoría figura-fondo.
La percepción es el proceso psicológico de relación entre los órganos sensoriales periféricos y el sistema nervioso central. La cualidad dual, bueno- malo, frio-calor, amor-odio, bello-feo, agresivo-suave… de la que está dotado el yo, polaridad que conlleva la propia libertad humana y que es la libertad de poder elegir al poder reconocer las dos posibilidades de negativo y positivo, de valor y anti valor, la intuición axiológica. Discernimos la sensación, no la pensamos, ni la juzgamos en función de la experiencia, ni la juntamos y vinculamos a nuestro mundo de creencias y razones, o prejuicios, ni tiramos de memoria para generalizar, y salir del paso con lo ya conocido.
No, simplemente, nuestro cuerpo-mente en su unidad tiene la capacidad de discernimiento, como una cualidad sensitiva mas, la mente como facultad pensante, sexto sentido que integra la información y da forma al yo. En llegados a este punto del continuo del darse cuenta ya vemos que del flujo de sensaciones corpóreas emerge una de ellas que va tomando forma como tal, es la figura que aunque, de momento, no esté percibida mas allá de la sensación está dotada de la posibilidad de discernimiento puesto que ya es dual, y esto positivo y negativo de la sensación se relaciona con lo físico en lo material, en la coseidad, en la más pura sensación corporal e intuitiva y con lo mental haciendo la elaboración de lo emocional, construimos la emoción que nos recorre el cuerpo, con lo que el cuerpo también constituye un aspecto más de la mente, y la mente se hace cuerpo a través de la concreción de la emoción en lo corporal.
Mente que nos va a comenzar a dotar de abundantes recursos para llevar la sensación a otros terrenos en los cuales se siente más protagonista. Nos puede hacer embarcar en el mundo de la imaginación, (cerrar el continuo del darse cuenta y salir del cuerpo), para adentrarnos en los albores del después, en la más que previsible angustia del mañana, o tal vez, en la pesadumbre del recuerdo, cerrando la sensación que con tanto esfuerzo emergió del fondo, la cual se tuvo que dotar de una buena cantidad de información sensorial para hacerse posible, y que a través del primigenio estímulo modificó el sistema nervioso para poder crearse.
Un organismo vivo es un organismo que consiste de miles y miles de procesos que requieren de intercambio con otros medios fuera del límite del organismo. Pero para un organismo vivo el territorio del ego debe negociarse porque afuera hay algo que se necesita. Tanto el metabolismo de intercambio de nuestro organismo con el ambiente como el metabolismo dentro de nuestro organismo, transcurren continuamente de día y de noche. Nuestra vida es básicamente nada más que un aserie de situaciones inconclusas, gestalts incompletas.
No hemos terminado una situación cuando surge la otra. (Perls)

La percepción

Sigamos la frase de Perls para adentrarnos en la percepción como continuo de la sensación en el flujo del darse cuenta. La percepción se dota del contenido ofrecido por la sensación, lo agradable -desagradable tanto a nivel físico como psíquico y vivimos tanto lo que se manifiesta, como lo que no se manifiesta a nivel corporal de una manera más profunda, más sólida. Vamos dándole mayor amplitud al fenómeno mediante la extensión del territorio del yo, concretándolo cada vez mas y a la vez buscando el ampliarlo y verterlo hacia fuera.
Lo que el yo pretende a través de la percepción es sentar las bases de su territorio para ir explorando cada vez más lejos, y aquí entra en juego la dualidad miedo-arrojo, cobardía-valentía, miedo en no poder vivenciar la percepción y esperanza en poder hacerlo.
La percepción es el proceso interpretativo de los datos sensoriales y sentidos de la sensación. Se apoya en experiencias previas, expectativas y predisposiciones personales. Es una “aprehensión de la realidad a través de los sentidos”, donde las cosas se hacen manifiestas como tales en función de un acto de experiencia lo que conlleva en sí mismo un cierto saber acerca de las cosas percibidas.
La percepción es subjetiva en sí misma. Percibimos algo y con ello nos relacionamos, en principio nos hacemos con algún sentido y de inmediato nos relacionamos con él, a través de la percepción captamos los detalles precisos de la sensación y vivenciamos lo que se manifiesta y no se manifiesta en el cuerpo. Mas aquí en este proceso perceptivo es donde ocurre un trasvase de Información, percibimos los objetos fuera cuando nuestra experiencia inmediata, el proceso perceptivo, es dentro, es decir, proyectamos la experiencia.
En la percepción además de la sensación y los órganos sensoriales periféricos, está involucrado el sistema nervioso interno. La percepción es el proceso que hace que el fenómeno sensorial que motiva el continuo del darse cuenta no la podamos separar en interno y externo, ya que en el mismo proceso perceptivo nos damos cuenta de que la experiencia está ocurriendo dentro nuestra y la percepción es externa a nosotros en el mismo instante., con lo que, proyectamos externamente la experiencia interna.
Percibimos los objetos fuera cuando nuestra experiencia está ocurriendo dentro. Volvemos de nuevo a la dualidad objetivo-subjetivo. Lo subjetivo de la aprehensión del dato sensorial por parte de la intuición como segmento en la totalidad, y lo objetivo de la existencia de esta.
Nos habla Chogyam Trungpa de la insustancialidad del yo, y dice: Hablar de la insustancialidad no es referirse solamente a la ausencia del yo, sino también a la ausencia de las proyecciones del yo, una vez que las examinamos y vemos su naturaleza efímera y transparente al yo no le queda otro punto de referencia , ya no tiene con que relacionarse. De hecho las nociones de interno y externo son interdependientes, en cuanto empieza el yo, empiezan las proyecciones.
Como quiera que sea, el proceso del darse cuenta es uno, y cualquier intento de definir sus partes o tratar de ordenarlas como partes de un proceso tal vez sea un error, o, tal vez, no existe posibilidad de separarlo en sentido interno o externo y mundo de fantasía, ya que su propia interrelación hace difícil sino imposible hablar de ellas por separado.
Lo que sí está claro es que la proyección del yo es continua, y que por el hecho de ser proyección ya no es solamente un testigo de sensaciones de cualquier órgano sensorial, sino que viene ataviada con la percepción de la sensación, su interpretación intelectual, y su acomodo a la expresión a través de movilidad o lenguaje. De tal forma que cualquier forma de expresión de cualquier darse cuenta es fantasía, a no ser que estemos hablando de la insustancialidad o de la objetividad que expresábamos con el deber-ser del mundo de los valores.
Hablar de la patología de la percepción es hablar de:
Distorsiones sensoriales y Alucinaciones.
Distorsionamos cuando algo que está fuera de nosotros lo percibimos de una manera diferente a sus propias características, en forma, ubicación, lugar, etc.… Bien sea mediante una percepción distinta a la habitual (en comparación con la percepción de otras personas), o bien sea mediante una percepción diferente (donde no hablamos solo de sentidos ya que también interviene el concepto, el proceso conceptual. En definitiva ya que en la percepción intervienen y actúan conjuntamente las propias características de “contexto, del receptor y del propio estímulo” las distorsiones tienen que ver con una no adecuada interrelación de estas tres variables. Distorsiones son anomalías en la percepción de la intensidad, del dolor, de la cualidad, de tamaño y forma y del propio cuerpo.
La distorsión es una incapacidad por parte de la persona para poder distinguir lo que le beneficia de lo que le perjudica. Es un cambio de cualidad, al confundir la esencia, el valor del objeto, confundo para lo que sirve: Distorsiono. Distorsionar es un mecanismo que nos puede servir para salvar algo más importante, (la podemos hacer consciente si queremos), aunque es un mecanismo inconsciente. Nos puede servir para acomodar nuestra realidad pero a la par nos hace escapar de ella, nos impide verla en su totalidad.
Una distorsión clara es “el enamoramiento”, distorsionamos: fomentamos la imagen del otro, bien sea en positivo o en negativo, según sea amor o separación. Son estados de distorsión de la realidad. Amor / Odio. La ausencia total de la percepción del estímulo es la anestesia, y de la percepción del dolor la analgesia, siendo la polaridad hiperalgesias / hipoalgesias. Obviamente la capacidad de percibir un estímulo está condicionada por la capacidad de nuestros propios órganos sensoriales. De la misma forma podemos distorsionar si no tenemos integrada la “capacidad de diferenciación”, nuestra capacidad de ver / percibir el mundo como una globalidad, como una totalidad. Es decir, la relación de mi mundo, tanto interno como externo, con el conjunto universal.
Esta capacidad es la suma de las tres dimensiones: intrínseca, extrínseca y sistémica. Puedo construirme una isla de racionalidad en la cual habito, y donde las sensaciones tienen cabida a través de la interpretación. O, puedo poner mi yo en función de lo que veo fuera de mí, al servicio de la cosa externa, con lo que no integro el fenómeno dentro. O bien puedo hacer que todo lo que ocurra esté únicamente en función de experiencias anteriores, con lo que no permito que ocurran nuevas experiencias en realidad, estoy repitiendo continuamente
lo ya aprendido.
Distorsión perceptiva es la ilusión, percepción equivocada de algo concreto, los estímulos que percibimos en la realidad los mezclamos y combinamos con una imagen mental bien concreta, es decir interpretamos a través de esta imagen, figura, a la cual acomodamos el fondo a fin de satisfacer nuestra ilusión. Así pues interpretamos, identificamos, reconstruimos estímulos concretos y los combinamos con predisposiciones internas y subjetivas (expectativas, deseos, el propio cansancio, emociones…) Elaboraciones mentales que tiñen nuestra percepción de nuestra propia ilusión.
Una alucinación es una experiencia sensorial normal, para quien la siente. Ball habló de “percepciones sin objeto” (falsa percepción) y creó una postura que defiende que: las alucinaciones son un trastorno de la imaginación, siendo la alucinación una representación exteriorizada; son un fenómeno más sensorial que perceptivo, y que su característica fundamental es que tiene espacialidad (aparecen en el espacio objetivo exterior, no en el espacio subjetivo, son percepciones corpóreas vivenciadas en el espacio externo), y corporeidad (cualidades objetivas). Tendencia criticada con amplitud ya que la persona que alucina distingue entre imaginación y alucinación, y porque no hace referencia al trastorno de conciencia que acompaña a la alucinación que altera el juicio de la realidad y que hace a la persona aceptar estas imágenes como reales.
Contrarios a estos principios están aquellos donde la alucinación es un fenómeno de creencia, de juicio, por lo que se puede considerar un trastorno de naturaleza intelectual. La alucinación es un trastorno de juicio encuadrable en los trastornos del pensamiento. Con la creencia alucinatoria de que se percibe algo y de que es real. Y en tercer lugar está la postura mixta de aquellos que consideran a la alucinación como una alteración de pensamiento y de percepción. Percepciones sin objeto que conllevan la convicción del paciente. En esta corriente están Slade y Bentall: La alucinación es una experiencia similar a la percepción que: Ocurre en ausencia de un estímulo apropiado; Tiene toda la fuerza e impacto de la correspondiente percepción real, y no es susceptible de ser dirigida ni controlada voluntariamente por quién la experimenta.
Efectivamente hay una ausencia del estímulo apropiado, la persona otorga a la alucinación todas las características de una percepción real, “ilusión de la realidad”, con lo que la persona está convencida de que lo experimentado tiene su origen fuera de la persona, en el mundo real, siendo así que pertenece única y exclusivamente a su imaginación, y, existe la real dificultad para poder alterar o disminuir la experiencia a deseo o voluntad de la persona, proviniendo de esta incapacidad la angustia que produce la alucinación.
La alucinación conlleva una” ruptura con la realidad,” siendo un proceso más o menos transitorio y mas allá de un trastorno patológico evidente, esquizofrenia, pueden aparecer en trastornos afectivos mayores (depresiones, manías), en deficiencias sensoriales, en síndrome orgánico del estado de ánimo, en enfermedades del sistema nervioso central, en intoxicaciones y/o abstinencias y en complicaciones quirúrgicas.
Ya que nos fuimos a la patología de la percepción, vayamos ahora a la dualidad realidad / fantasía. La capacidad de realismo es la capacidad con la que afrontamos / percibimos las situaciones del mundo, tanto interno como externo. Es el sentido de la realidad, o la capacidad para percibir la realidad desde el realismo mismo de la persona. El realismo va con lo concreto, con la realidad con la que pueda captar los fenómenos a través de los sentidos. Cuanto más acrecentada tenga la posibilidad sensitiva, estén más despiertos mis órganos sensoriales, tendré más fuerza interna para poder ver la realidad de mis situaciones personales. Si tengo atrofiados los sentidos, desensibilización, más cerca estaré de necesitar interpretar cualquier tipo de experiencia, con lo que viviré con mayor facilidad un mundo de fantasía. Una buena capacidad de realismo es sana, es una señal de fuerza interna, fuerza para verse y hacer las cosas, para poder afrontar las situaciones realmente. Es asimismo señal de fe en uno mismo y en el universo.
La distorsión de la realidad es la fantasía mecanismo de amortiguación o exageración de la realidad, es el bloqueo en poder percibir algo como es, el yo queda atrapado en su propia red, bien sea por ilusión o alucinación, distorsiona lo real y lo transforma en fantasía. Así el yo se defiende de ver las cosas concretas que no quiere ver, bien mediante la fantasía “rosa”, optimismo, o fantasía “negra”, pesimismo. En el trastorno de esta distorsión nos iríamos hasta el trastorno bipolar.
Siguiendo en el continuo del darse cuenta, vamos a prestar atención a “la atención” Darse cuenta es traducción de Awareness, aunque esta palabra también es traducida por “tomar conciencia”, o percatarse (Claudio Naranjo). Escribe Paco Peñarrubia en su libro que Awareness tiene también las connotaciones de estar alerta y atento, como actitud de estar despierto, no como esfuerzo voluntarioso. “La capacidad del darse cuenta, podría describirse como la melliza desdibujada de la atención. ” El darse cuenta es más difuso que la atención, implica una percepción relajada (en lugar de una percepción tensa) y es llevada a efecto por la persona total” (Perls), y sigue Peñarrubia: También cabe dirigir esa percepción con una finalidad determinada y a esto lo llamaba Perls “concentración”, o “darse cuenta focalizado”, que es una función de la conciencia pero no su esencia.
A la atención se la puede entender como el foco que hace resaltar unos objetos del resto, la figura, siendo la conciencia, como un continuo de vigilia-sueño la luz que ilumina esa escena, el fondo. El concepto de “la atención”, no es un concepto unitario ya que puede aludir a diferentes características y propiedades y por lo tanto es definible tanto por sus modalidades como por los efectos que produce en el procesamiento de la información. Lo que sí está claro es que la atención es condición necesaria para que se produzca conocimiento, y como actividad mental está involucrada en los procesos psicológicos básicos.
Existen dos modelos de atención:
Los modelos de filtro o estructurales, que se refieren a la característica en la selección de la propia atención, y los modelos de capacidad o de recursos limitados centrados en los límites de la atención a la hora de realizar tareas.
Procesamiento automático y procesamiento controlado. Al primero lo regula mas el aprendizaje del hecho concreto, es repetido en el tiempo y demanda poca cantidad o calidad de atención. Practicar muchas veces una misma tarea trae consigo el descender en los recursos atencionales automatizándolos. Cuando nos encontremos ante el volver a hacer lo mismo pondremos en marcha la respuesta que ya conocemos, que seguramente será lo primero que aparecerá en nuestra atención.
El segundo es producto del momento y demanda mayor intensidad en la atención al ejecutar la acción. En el modelo estructural el problema puede estribar en el pedirle a la atención dos tareas contradictorias o incompatibles. En el modelo capacidad el problema reside en hacer mayor la demanda de atención que la capacidad existente.
Veamos diferentes calidades atencionales:
• Atención como concentración:
La atención es una focalización perceptiva con claridad de la conciencia hacia un conjunto de estímulos, hacia un fenómeno sensorial que se abre paso. Es la figura que emerge del fondo. Es la atención como la orientación de la conciencia hacia ese fenómeno que se experimenta, siendo la concentración la persistencia concentrada de la atención. La conciencia es la luz que ilumina la escena y la atención es el foco que hace iluminar unos objetos del resto.
• Atención como selección:
Atención selectiva es la capacidad o habilidad para separar los estímulos relevantes de los irrelevantes, para poder extraer del fondo el conjunto de figuras que requiera el momento, es la capacidad para seguir una fuente de información cuando hay otras muchas que compiten por atraer la atención, es la atención selectiva. La atención nos permite seguir algún acontecimiento de interés entre otros muchos, nos da la capacidad necesaria para seguir una fuente de información aunque haya otras muchas que también requieran de nuestra atención, este “afinar en” no es que en si mismo sea patológico, lo que ocurre es que por otro lado, puede limitar nuestra capacidad para seguir todos los acontecimientos que ocurren en nuestro fondo de conciencia. La atención selectiva pretende concentrarnos en un acontecimiento, excluyendo a los demás hasta que ocurra algo más importante que interrumpa la concentración, pero, para que esto ocurra necesitamos de alguna forma percibir también aquellos acontecimientos a los que no estamos atendiendo, separando los aspectos irrelevantes o interrumpiendo nuestra concentración en los aspectos pertinentes.
• Atención como activación:
La activación está relacionada con la focalización de la atención y con el grado o intensidad de la misma. La claridad y nitidez en la puesta en escena de la figura. Nuestra política de distribución es encargada de administrar los recursos disponibles de forma selectiva y pondera entre las estructuras del proceso. Esta política depende de las disposiciones duraderas en el tiempo, de la intención del momento, de la evaluación de las demandas y de la activación. Estando todas estas variables en todo momento del discurrir de la atención, y en función de la propia capacidad del momento de la persona, del nivel según la edad y de la situación.
• Atención como vigilancia:
Hipervigilancia o hipersensibilidad hacia el medio. Es una dedicación atencional definida por el propio trabajo a realizar, sin prejuzgar la actitud o el estado de la persona. En las tareas de vigilancia se eleva la atención en la tarea y disminuye la sensibilidad, no hay figura mientras no emerja la misma, pero se está en la tarea de prevenir su aparición. Puede ocurrir que en la vigilancia la percepción equivoque el cometido, o, que el cansancio disminuya la atención y pierda el sentido de la vigilancia.
• Atención como expectativas:
el ser humano por conocimiento y experiencia previa, anticipa, se prepara, adopta sesgos, para bien o para mal, con esto es más eficaz y más rápido, pero la expectativa por sí misma no puede concretar la acción, y cuando no se cumplen los acontecimientos previstos se deteriora el rendimiento. Este tipo de atención es el que viene definido en el continuo del darse cuenta como zona de fantasía, no hay presencia, no hay atención en el aquí y ahora, es expectativa de futuro.
En llegados hasta aquí, leamos un cuento:
Una madre y un hijo viven juntos. El niño pregunta a la madre: ¿Dónde está mi padre?. Y la madre contesta:
“Es un ser maravilloso, pero no podrás encontrarlo” Esto despierta la curiosidad del niño, y la madre le cuenta mas historias maravillosas sobre su padre.
Llega un momento que el niño tiene tantas ganas de conocer a su padre que la madre se ve obligada al levarle a él. Salen de la casa por la puerta principal, y se dirigen hacia las montañas; suben cuestas empinadas, cruzan ríos y salvan multitud de obstáculos. Finalmente llegan a una sierra desde la que se divisa el valle; en el valle hay una casa. La madre dice: “Esa es la casa donde vive tu padre” Bajan hacia la casa y entran por la puerta de servicio. Adentro está un hombre, y la madre le dice al hijo: “Aquí está tu padre”. Después del esfuerzo gigantesco del viaje, después de todas las escaladas y andanzas el niño está muy ilusionado y feliz de conocer a ese padre tan maravilloso.
Luego, en el otro lado del cuarto, el niño descubre una puerta que lleva a la mismísima casa donde siempre había vivido con su madre. La madre podría haber llevado al hijo directamente por esa puerta para conocer a su padre, Pero el niño nunca hubiera valorado a su padre, sino hubiera tenido que emprender el viaje.
Si la madre hubiese llevado simplemente al niño a la otra habitación, Esto no habría significado nada para él.

Apuntes del darse-cuenta
Sensación/Percepción
Instituto Ananda