Introyección

Todos nosotros crecemos mediante el ejercicio de la capacidad de discriminar, la que en sí misma es función del límite entre lo propio y lo otro. Tomamos algo del ambiente, le devolvemos algo al ambiente. Aceptamos o rechazamos lo que el ambiente tiene para ofrecernos.

Podemos crecer únicamente si en el proceso de tomar, digerimos y asimilamos plenamente. Lo que hemos asimilado verdaderamente del ambiente pasa a ser nuestro para hacer lo que nos plazca. Lo podemos retener o lo podemos devolver en su forma nueva, su destilación a través de nosotros.
Pero lo que tragamos íntegro, aquello que aceptamos indiscriminadamente, lo que ingerimos en vez de digerir, pasa a ser un parásito, un cuerpo extraño que hace de nosotros su morada. No forma parte nuestra aun que presente la apariencia de serlo. Aún es parte del ambiente. Es fácil ver este proceso de crecimiento por asimilación de desestructuración y digestión desde un punto de vista físico.
Crecemos y nos mantenemos mediante alimentos que no nos tragamos enteros, sino mediante alimentos que masticamos (con lo cual comienza el proceso de desestructuración) y digerimos (con lo cual se continúa el proceso cambiando aún más allá los alimentos hasta llegar a partículas químicas que el cuerpo puede utilizar).
El alimento físico una vez adecuadamente digerido y asimilado, pasa a ser parte nuestra, se convierte en hueso, músculo y sangre. Pero alimentos que son tragados enteros, que engullimos, por así decir, no porque lo queremos sino por obligación, yacen pesadamente en el estómago. Nos ponen incómodos, queremos vomitarlos y sacarlos de nuestros sistemas. Si no lo hacemos, si suprimimos nuestra incomodidad, nuestra náusea y nuestro deseo de deshacemos de ellos, entonces finalmente logramos digerirlos dolorosamente o incluso nos intoxican.
El proceso psicológico de la asimilación es muy parecido a su contrapartida fisiológica. Conceptos, datos, patrones de conducta, valores morales, éticos, estéticos y políticos, todos provienen originalmente del mundo externo. No hay nada en nuestras mentes que no provenga del ambiente, de alguna manera, pero no hay nada en el ambiente para lo cual no haya una necesidad organísmica, ya sea ésta física o fisiológica.
Estas tienen que ser digeridas y dominadas si han de convertirse en propias, verdaderamente en una parte de la personalidad. Tales actitudes, modos de actuar, de sentir y de evaluar sin digerir en psicologia se les denomina introyectos, y el mecanismo por el cual estos cuerpos extraños son agregados a la personalidad nosotros lo denominamos introyección.
En otras palabras, los alimentos psicológicos que nos presenta el mundo, el alimento de datos y actitudes sobre los cuales se construye nuestra personalidad tiene que ser asjmilado exactamente del mismo modo que nuestro alimento real. Tiene que ser desestructurado, analizado, desarmado y luego armado del modo corno sea de mayor valor para nosotros. Si sencillamente se traga entero. no contribuye en absoluto al desarrollo de nuestra personalidad. Por el contrario, se torna en algo semejante a una casa tan repleta de posesiones de otras personas que no hay lugar para los muebles propios.
Por lo tanto el peligro de la introyección es doble: En primer lugar el hombre que introyecta nunca tiene la oportunidad de desarrollar su propia personalidad porque esta muy ocupado segurando los cuerpos extraños alojados dentro de su sistema. Mientras mayor es el número de introyectos con que se ha aparejado, menos lugar hay para que él se exprese e incluso descubra lo que él mismo es. y en segundo lugar, la introyección contribuye a la desintegración de la personalidad.
Si uno se traga entero dos conceptos incompatibles uno podrá encontrarse a sí mismo hecho pedazos en el proceso de tratar de reconciliarlos. Una de éstas puede resumirse en la Regla de Oro “tratad a los demás como te gustaría que te tratasen a ti”. La otra es la ley de la sobrevivencia del más fuerte que ha sido reducida al slogan “el hombre es lobo para el hombre” (“homo hominis lupus”).
La introyección es entonces el mecanismo neurótico mediante el cual incorporamos dentro de nosotros mismos, patrones, actitudes, modos de actuar y de pensar que no son verdaderamente nuestros. En la introyección hemos corrido el límite entre nosotros y el resto del mundo tan demasiado hacia dentro de nosotros mismos que casi no queda nada nuestro. Cuando el introyector dice “yo pienso” generalmente quiere decir “ellos piensan”.

Proyección

El reverso de la introyección es la proyección. Tal como la introyección es la tendencia a hacerse a sí mismo (self) responsable de lo que de hecho es parte del ambiente, así también la proyección es la tendencia de hacer responsable al ambiente de lo que se origina en el sí mismo (self).
Clínicamente reconocemos que la paranoia, caracterizada por el desarrollo de un sistema altamente organizado de ilusiones, es el caso extremo de la proyección. Se ha visto en caso tras caso, que el paranoico es una personalidad altamente agresiva que siendo incapaz de soportar la responsabilidad de sus propios deseos y sentimientos se los adjudica a objetos o personas en el ambiente. Su convicción de que está siendo perseguido es de hecho la afirmación misma de que quisiera perseguir a otros.
Pero la proyección existe también en formas menos extremas que ésta y tenemos que tener cuidado en distinguir entre proyección, que es un proceso patológico y las suposiciones basadas en la observación, lo cual es normal y sano. La mujer sexualmente inhibida , queen su se queja pone la inhibición en el otro, o el hombre altivo, frío. retraído que acusa a los demás de ser poco amistosos con él, son ejemplos de proyección neurótica. En estos casos las personas han hecho suposiciones basadas en sus propias fantasías y no han reconocido que son solamente suposiciones. Además han rehusado reconocer su origen.
La creación artística también exige un tipo de comportamiento imaginativo proyectivo. A menudo el novelista llega a proyectarse literalmente en sus personajes y se convierte en ellos mientras escribe. Pero nuevamente, a diferencia del neurótico proyectivo, no padece de la confusión de identidad. El sabe hasta dónde llega él y dónde comienzan sus personajes, aunque, al calor de la actividad creativa puede perder, temporalmente, su sentido de límite y convertirse en otra persona.
El neurótico no usa el mecanismo de la proyección únicamente en relación a sus quehaceres con el mundo que está afuera de él mismo. También lo usa en sí mismo. No sólo tiene la tendencia de desposeer sus propios impulsos, sino que también tiende a desposeer aquellas partes de él mismo de donde se originan aquellos impulsos. Les confiere, por así decir, una existencia objetiva fuera de él, de modo que puede culparlos de sus problemas sin encarar el hecho de que son parte de él mismo.
En lugar de ser un participante activo de su propia vida, el proyector se convierte en un objeto pasivo, víctima de las circunstancias. En la proyección tratamos el límite entre nosotros y el resto del mundo un poco demasiado a nuestro favor , de un modo que nos hace posible desposeer y renunciar a aquellos aspectos de nuestra personalidad que encontramos difíciles y ofensivas o poco atractivas. Y, además, por lo general son nuestros introyectos quienes nos llevan a los sentimientos de poca aceptación del si mismo y de la auto alineación que producen las proyecciones.
La personalidad introyectante que se confiere en el campo de batalla de ideas no asimiladas en guerra entre sí, encuentra su paralelo en la personalidad proyectiva, que hace del mundo el campo de batalla donde deben guerrearse sus conflictos privados. La persona excesivamente cautelosa , la cual le dice a uno que quiere tener amigos y ser querido y que al mismo tiempo declara “No se puede confiar en nadie” todos quieren abusar de mí. Es Introyector por excelencia.

Confluencia

Cuando el individuo no siente ningún límite entre él mismo y el ambiente que le rodea, cuando siente que es uno con él, se dice que está en confluencia con el ambiente. Las partes y el todo se hacen indistinguibles entre sí. Los niños recién nacidos viven en confluencia; no tienen ningún sentido de distinción entre dentro y fuera, entre ellos mismos y el otro. En momentos de éxtasis o concentración extrema, la gente adulta también se puede sentir confluyendo con su ambiente.
El ritual exige este sentido de confluencia donde los límites desaparecen y el individuo se siente más él mismo debido a que está tan identificado con el grupo. Una de las razones por las cuales el ritual produce un sentido de exaltación y vivencia enriquecida es que normalmente sentimos en forma bastante aguda el limite entre el yo-mismo y el otro, y su disolución temporal es experimentada como algo muy impactante. Pero cuando este sentido de identificación total es crónico y el individuo es incapaz de ver la diferencia entre él mismo y el resto del mundo, está psicológicamente enfermo. No puede vivenciarse a sí mismo pues ha perdido todo sentido de sí mismo.
La persona en la cual la confluencia es un estado patológico no nos puede decir qué es ella ni puede decirnos lo que son los demás. No sabe hasta dónde llega ella misma y dónde comienzan los demás. No vive el límite y no puede hacer un buen contacto con los demás. Tampoco puede retirarse de los otros. De verdad, ni siquiera puede contactarse consigo mismo. Estamos compuestos por millones de células. Si fuésemos una confluencia seríamos una masa informe y no habría organización posible. Por el contrario, cada célula está separada la una de otra por una membrana porosa, y esta membrana es el sitio de contacto y de discriminación en que se define lo que es “aceptado” y lo que es “rechazado”.
Sin embargo, si nuestras partes componentes, que no sólo operan como partes del ser humano total, sino que también realizan algunas funciones particulares, son juntadas y mantenidas en una confluencia patológica, entonces ninguna de ellas podría realizar su trabajo adecuadamente.
Tomemos como ejemplo una inhibición crónica. El llanto, las ganas de llorar que retuvimos en muchas ocasiones, tuvimos ganas de llorar y retuvimos el llanto, contrayendo deliberadamente los músculos del diafragma. Supongamos más aún que esta forma de comportamiento, que en origen surgió como un esfuerzo consciente por suprimir la necesidad de llorar, se convirtiera en algo habitual y automático.
La respiración y la necesidad de llorar se confundirían y se harían confluyentes entre sí. Entonces habríamos perdido ambas actividades, la capacidad de respirar libremente y la capacidad de llorar. Incapaces de sollozar no soltamos nuestra pena , e incluso transcurrido el tiempo olvidamos el motivo de nuestra pena.
Tanto la necesidad de sollozar, por una parte, como la contracción del diafragma como defensa en contra de la expresión de esta necesidad, forman una línea de batalla única y estabilizada de actividad y contractividad. Esta lucha perpetua transcurre todo el tiempo y en forma aislada del resto de la personalidad. El hombre que está en confluencia patológica hace un ovillo de sus necesidades, sus emociones y sus actividades, resultando una confusión tal que no se da cuenta de que es lo que quiere hacer. Ni de cómo se lo está impidiendo. Si la confusión entre la respiración y el sollozar, que mencionábamos antes, se mantiene por el tiempo suficiente, puede resultar un asma.
La confluencia patológica tiene también serias consecuencias sociales. En la confluencia, se exige similitud y se niega la tolerancia de las diferencias. A menudo encontramos esto en padres que consideran a sus hijos como meras extensiones de ellos mismos. Tales padres carecen de la noción de que sus hijos están destinados a ser distintos a ellos en al menos algunos aspectos. Y si los hijos no son confluyentes y no se identifican con las exigencias de sus padres, se encontrarán con rechazo y alienación: “Tú no eres hijo mío”, “Yo no quiero a un niño tan travieso”.
Cuando el hombre que está en confluencia patológica dice: “nosotros”, uno no puede saber de que está hablando, si de sí mismo, o del resto del mundo. Ha perdido completamente el sentido del límite.

Retroflexión

El cuarto mecanismo neurótico puede llamarse retroflexión, que literalmente significa “volverse atrás intensamente en contra”. El retroflector sabe cómo trazar una línea demarcatoria entre él y el ambiente y dibuja una línea clara y nítida por la mitad, pero la traza por el medio de sí mismo.
El introyector hace lo que los demás quieren que haga, el proyector le hace a los demás lo que el acusa a los demás de hacerle a él, el hombre en confluencia patológica no sabe quién le está haciendo que cosa a quién, y el retroflector se hace a si mismo lo que le gustaría hacerle a otros.
Cuando alguien retroflecta una conducta, se trata a sí mismo como originalmente quería tratar a otras personas u objetos. Deja de dirigir sus energías hacia afuera en un intento de manipular y llevar a cabo cambios en el ambiente que le satisfarán sus necesidades; mas bien, reorienta su actividad hacia adentro y se sustituye a sí mismo por el ambiente como objetivo del comportamiento. En la medida que hace esto, divide su personalidad en “hacedor” y en “hecho a”. Literalmente llega a constituirse en el peor enemigo de sí mismo. Obviamente ningún ser humano puede pasar su vida dándole rienda suelta a cada uno se sus impulsos, al menos algunos tienen que ser controlados. Pero el resistir impulsos destructivos deliberadamente es bastante diferente que volverlos en contra de uno mismo.
¿Cómo se pone de manifiesto el mecanismo de la retroflexión? Tal como la introyección se manifiesta en el uso del pronombre yo, cuando realmente quiere significar ellos. Tal como la proyección se muestra en uso del pronombre it, o ellos, cuando el significado real es yo. Tal como la confluencia se muestra en el uso del pronombre nosotros, cuando el significado real es cuestionable, así la retroflexión se muestra en el uso del reflejo yo mismo.
El retroflector dice “tengo vergüenza de mí mismo” o también “tengo que forzarme a mí mismo para hacer este trabajo”. Hace una serie casi interminable de afirmaciones de este tipo, todas basadas en la comprensión de que él y el mismo son dos personas diferentes. La confusión entre el sí mismo (self) y el otro que yace tras la neurosis se muestra en la confusión total acerca de sí mismo. Para el neurótico, el sí mismo es o una bestia o un ángel, pero el sí mismo nunca es yo mismo.
Freud al describir el desarrollo de la personalidad contribuyó a esta confusión. Habló acerca del ego (el “yo”), el ello (las tendencias orgánicas), y el super-ego (la conciencia) y describió la vida psíquica individual interminable e irrompible consigo mismo, el hombre lucha hasta su muerte. El retroflector pareciera que está actuando de acuerdo a la imagen freudiana del hombre. Pero deténganse un momento a considerar lo que realmente es el superego. Si no es parte del sí mismo, del “yo”, del ego, por necesidad debe ser entonces un montón de introyectos, de actitudes no asimiladas y de planteamientos impuestos al individuo por el ambiente. Freud habla de la introyección como parte del proceso moral del crecimiento, dice, por ejemplo, que el niño introyecta las buenas imágenes parentales y las establece como sus ideales de ego.
El ego entonces también llega a ser un conglomerado de introyectos. Sin embargo, todos los problemas no surgen en relación a la identificación infantil con los padres “buenos”, sino en relación a la identificación con los padres “malos”. De hecho, el niño no introyecta las actitudes y la ética de los padres “buenos”, Las asimila. Puede que no se dé cuenta de lo que hace en términos complicados y en jerga psiquiátrica, pero está traduciendo las actitudes tras la conducta satisfactoria de sus padres en términos que él puede entender; reduciéndolos, por así decir, al mínimo común múltiplo y luego asimilándonos en su nueva forma, una forma que él puede usar.
El no puede hacer lo mismo con las “malas” actitudes de sus padres; no tienen medios para encararlas y ciertamente ningún deseo innato para hacerles frente Así es como tiene que tomarlas como introyectos indigeridos. Y ahí comienzan los problemas. Porque ahora tenemos una personalidad compuesta no ya de ego y superego, sino de yo y no yo, de sí mismo y auto imagen. Una personalidad tan confusa que se hace imposible distinguir una de la otra.
Ciertamente esta confusión en la identificación es la neurosis, y ya sea que se manifieste primariamente a través del mecanismo de la introyección o de la proyección o de la retroflexión o de la confluencia, su marca de fábrica es la desintegración de la personalidad y la falta de coordinación en el pensamiento y la acción.

Deflexión

Hacer, hacer, pero no contactar es una maniobra tendiente a soslayar el contacto directo con otra persona, un medio de enfriar el contacto real. La deflexión es un mecanismo activo en el que la energía esta utilizada para evitar centrarse en si mismo. Esta energía esta orientada en forma difusa: quitando calor al dialogo, tomando a risa lo que se dice, evitando mirar al interlocutor, hablando abstractamente en vez de especificar, yéndose por las ramas, saliendo con ejemplos que no vienen al caso, prefiriendo la cortesía a la franqueza, las emociones débiles a las intensas, hablar sobre el pasado cuando lo presente es mas importante, hablar sobre alguien en vez de hablar con alguien, restando importancia a lo que uno acaba de decir.
Habla mucho, y hace muchísimo, pero no puede asimilar la experiencia. Todas estas deflexiones destiñen la vida, la acción no da en el blanco, pierde efectividad y fuerza. El deflector no cosecha los frutos de su actividad. Simplemente no pasa nada, aunque hable se siente impasible o incomprendido, sus interacciones no cumplen lo que cabria esperar. Su incapacidad de llegar al interlocutor malogra el mensaje, aunque lo transmita en forma valida y precisa. Ejemplos de deflexión son, la diplomacia, la fantasía, las explicaciones en la sexualidad, el aburrimiento, la apatía, la desenergetización, la desensibilización.
El objetivo de la deflexion es quitar conciencia. En la deflexion hay un bloqueo en el contacto, aunque la deflexión es auto limitadora, puede resultar útil. hay situaciones demasiado candentes para manejarlas y de las que conviene apartarse. Ejemplo: la ira.
Mecanismos: Polaridad, patología, antídoto y aspecto creativo.

Introyección:

Polaridad: Patología de contacto (exceso). No hay asimilación propia.
Dificultad en la retirada
Antídoto: Asimilación
Aspecto Creativo:Tradición. Reconocer la tradición (aprovechar lo que nos
viene dado). Reconocer los límites
Movilizador: Proyección

Confluencia:

Polaridad: Patología de Contacto. Un quedarse parado. La no existencia.
Dificultad de retirada
Antídoto: Diferenciación
Aspecto Creativo: Trascendencia. Capacidad para trascender los límites
de la persona e individualizarse.
Movilizador: Retroflexión

Proyección:

Polaridad:Patología de retirada. No ve al otro, se ve a si mismo en el otro.
Evita el contacto.
Antídoto:Reapropiación
Aspecto Creativo: Conocimiento. Valorar la proyección como pista de conocimiento.
Ir a la búsqueda de lo propio, que no lo sabemos como propio hasta verlo fuera.
Movilizador: Introyección / Retroflexión

Retroflexión:

Polaridad: Permanente retirada patológica. Exceso de retirada.
Dificultad de contactar con el mundo.
Antídoto:Expresión de lo negativo.
Aspecto Creativo: Disciplina. Retroflexión es disciplina pero actuando contra
uno mismo Desarrollarla pero añadiéndole una finalidad saludable.
Movilizador: Confluencia. Proyección

Deflexión:

Polaridad:No es patología de contacto-retirada. Es un limbo intermedio.
Una conducta neurótica del “como si”
Antídoto:Sensibilización.
Aspecto Creativo: Diplomacia. El deflexor es un diplomático para no ser
franco, usar la diplomacia para propio bien.
Armonía. Capacidad para armonizar el entorno.
Movilizador: Retroflexión, Proyección
Todos estos mecanismos constituyen neurosis únicamente cuando son inadecuados y crónicos. todos son útiles y necesarios en algunas ocasiones en las que las situaciones involucran peligro. La introyección es buena cuando se trata de dar un examen de una asignatura que ni nos gusta ni nos sirve. Las proyecciones son situaciones en que uno planifica y anticipa. Uno se coloca en la situación y de alguna forma se mejora el proyecto.
La retroflexión es buena cuando se tienen instintos asesinos hacia alguien. En general, estos mecanismos usados indiscriminadamente son negativos. Reconversión creativa de los mecanismos: Dos formas creativas de trabajar con los mecanismos: – movilizar la energía entre mecanismos opuestos y -aprovechar el aspecto sano de su estructura.

1.- Movilizar energía entre opuestos:

Son patologías de contacto-retirada, resulta eficaz dirigir la energía hacia la patología opuesta. Trabajo de polaridades para ampliar conciencia y desbloquear fijación. Introyección-Proyección (opuestos directos/ perls) el introyector traga sin masticar lo extraño a el. El proyector vomita como extraño, aquello que es propio. Ambas son caras de la misma moneda y mantienen una relación compensatoria.
Los introyectos producen sentimientos de inaceptación de uno mismo estos mismos sentimientos desencadenan las proyecciones, es decir: Poner fuera aspectos propios que transgreden las normas introyectadas, para no vivir en conflicto interno.
Jugar con estas polaridades es una pauta terapéutica: Discriminar entre los introyectos y aquellos otros valores propios (asimilados /digeridos) ayuda a reincorporar lo proyectado, que antes era inaceptable, pero que ahora puede reconocerse mas fácil como propio.
Entre retroflexión y confluencia: Aunque no son opuestos directos, su diferente cualidad de retirada y contacto patológico aconsejan su intercambio. Al retroflector le viene muy bien aprender a confluir. La posibilidad de fusionarse le permite atravesar sus barreras de contacto, mas allá del propio contacto-retirada, y en términos de polaridades: Proyección – Retroflexión, ambas patologías de la retirada, si exploramos al juez interior (una de las expresiones mas habituales de la retroflexión : la autocensura y descalificación), podemos detectar que muchos de los reproches de este juez son en realidad quejas que habría que expresar hacia fuera, hacia sus legítimos responsables, cosa que el retroflector no se permite por considerarlo proyecciones, cuando se expresan hacia fuera, se facilita la reconciliación interna, se desbloquea la energia que estuvo estancada hacia y contra uno mismo.
El auto reproche conducirá a la depresión y a las resoluciones impotentes, mientras que el reproche al objeto conducirá al acercamiento al objeto, a un enfrentamiento, y posiblemente, al término de una situación de resentimiento.
Confluencia-introyección, la energía cualitativa es menos distinta. una alimenta a la otra y viceversa. y la disolución de ambas es muy similar: Discriminar, asimilar — Introyeccion. Diferenciar – Individualizar — Confluencia
¿Para que puede servir cambiar un mecanismo por otro?, si ambos son neuróticos: ¿Que gana una persona con resolver sus mecanismos retroflexivos si va a desarrollar otros proyectivos? El solo hecho de cambiar el énfasis del síntoma, de movilizar de otra manera sus energías afloja la cualidad básica de la neurosis, que es la fijación.

2.-Aprovechar el aspecto sano del mecanismo:

Es decir, utilizar para el crecimiento la estructura de estos mecanismos ya instaurados y además inevitables. Aspectos sanos: (Tradición / Introyección) (Conocimiento / Proyección) (Disciplina / Retroflexión) (Trascendencia / Confluencia) Tradición – Introyección.
Cualquier proceso de aprendizaje y educación es un proceso introyectivo, y sin ello no existiría la cultura. El reconocimiento de la tradición (De lo que nos viene dado), supone una economía de energía. Se trata por tanto de aprovechar lo recibido, nuestros orígenes, nuestras programaciones, hasta la patología familiar heredada, como una forma paradójica y creativa de asimilarlo. Trabajar desde este enfoque supone mas reconocer los propios límites que los recursos.
Conocimiento – Proyección
La proyección es un excelente sistema de conocimiento en una doble dirección: Dice algo de aquel sobre el que se proyecta, y sobre todo dice mucho del proyector si se detiene a reapropiarse de lo que proyecta, se trata pues de valorar las proyecciones como pistas de conocimiento, ir a la búsqueda de lo propio que no sabemos que es propio hasta no encontrarlo fuera. Este camino es una paradoja, como el viaje del héroe mitológico que se pone en camino a la búsqueda de algo y acaba por encontrarse a sí mismo.
Disciplina – Retroflexión
Toda disciplina supone un esfuerzo, un cierto castigo, un trabajo que va en contra de al menos, algunas tendencias personales. La estructura retroflexiva es de la misma cualidad que la disciplina, si bien cambia el sentido final: Actúa en contra de uno mismo (La autodestrucción reflectora), desarrollar la disciplina es aprovechar la estructura de la retroflexión ya instaurada, añadiéndole una finalidad saludable, lo cual aumenta su autoestima y disuelve las tendencias autodestructivas del retroflector.
Trascendencia – Confluencia
La trascendencia es el aspecto sano de la confluencia, es la capacidad de trascender los límites del individuo. Desarrollar este aspecto sano de la confluencia, facilita la experiencia de la entrega, del abandono, de la fusión amorosa, de la contemplación de la belleza… Esta habilidad de trascender es inseparable de la capacidad para individualizarse.

Apuntes de mecanismos gestálticos
Instituto Ananda
Fritz Perls y Paco Peñarrubia