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Darse - Cuenta - Maya / Ilusión. La zona del medio o de la fantasía

La vida es lo que pasa mientras tú estás pensando en otras cosas.
John Lennon
Maya en la filosofía europea sería la filosofía “del como si”. Maya debe contrastarse con realidad, el mundo común observable con todos. Ambos pueden estar muy distantes entre sí, lo que de hecho ocurre en la locura,
o pueden estar integrados como ocurre en el arte. Todas las fantasías, el pensar, el representar roles y jugar juegos, los sueños, las novelas, son parte de él. (Perls)
Ilusión: Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
La parte oscura de “Maya”, su neurosis, la que se angustia a futuro. ¿Y cuántas veces no hacemos esto?, Nos vamos del presente para acudir a la sala de la angustia y tornarnos profundamente improductivos y negativos con nosotros mismos y con la humanidad, a la que de una u otra manera hacemos partícipe de la insatisfacción que nos produce la falta de contacto, del momento actual, con la realidad.
Hablamos de expectativas, planes de futuro, ensayos… De cómo intentamos vendernos la idea de que lo que va a ocurrir en el futuro puede estar previsto o anticipado por nuestro pensar, es decir, no vivimos la experiencia del momento. Nos dejamos ir a una fantasía sin sentido, desprovista de una finalidad acorde con lo que ocurre en el ahora, y con el mecanismo de la desconexión bien activado.
Me puedo ir muy fácilmente. Transportar el pensar a la imaginería narcisista. Ahí está el departamento de las imágenes de la grandiosidad y glorificación al servicio de un futuro idealizado. Y así logro con pasmosa facilidad el no estar aquí, poniendo la necesidad al servicio de la fantasía.
Escribo sobre lo que está pasando en mi pensar en este momento, yo ahora mismo estoy aquí, escribiendo palabras que brotan en mi pantalla, sentado en mi silla, tomándome un zumo de piña, sintiendo la soledad de la casa , escuchando el silencio de la noche, tocando la piel de mis codos que anda seca, sintiendo la palanca que hace mi pierna en el suelo y cómo busco el equilibrio del cuerpo con ese gesto, que a la vez va produciendo una huella corporal. A la par hay una buena cantidad de fenómenos que se agolpan uno tras otro en la conciencia del darse-cuenta, y que emergen, y tal vez son percibidos y se hacen conciencia, y tal vez no son percibidos y vuelven al fondo a la espera de una mayor atención.
Y esto es el presente que percibo a través de la sensación, a la que puedo añadir, o no, interpretación, y que si la escucho y atiendo accede al presente y participa del pensar, que ocasiona el escribir estas líneas, que como ves, lector, son reales.
Líneas en las que pongo mi atención. Lo que sería una “atención prioritaria”, mediante un “procesamiento controlado”. Atención que me mantiene en el presente de una forma adecuada mientras no la exponga a situaciones contradictorias, (intentar escribir mientras mi mente se va a otra cosa), y mientras no le exija mayor demanda que su propia capacidad (no reconocer las sensaciones corporales de fatiga o desinterés).
Esto que hago con el escrito es una “atención selectiva”, siendo en este caso la habilidad que yo pueda tener para continuar con la atención en el escrito, y que haga a este mi flujo del darse cuenta, o por decirlo así, el fenómeno entre fenómenos. Es decir, mantener la atención en el escrito, como estímulo mas relevante, aunque haya otras muchas fuentes de información que también requieren de mi atención. Atención al escrito como fondo de la actividad del momento, pero no impedir, más bien permitir, la percepción de figuras que compartan el primer plano en cualquier momento dado.
Si hablamos de atención focalizada en la actividad, hablamos de pensar, observar y ordenar adecuadamente el pensamiento para poder escribir, hablamos de darse-cuenta, en la zona intermedia. Hablamos de mantener en la conciencia cosas que quiero decir, (ya que este escrito tiene un título y un contenido referido al mismo), cosas que están en la mente guardadas, y las observo, y tomo conciencia de que están a la espera de poder salir a la superficie y hacerse realidad en la pantalla del ordenador.
Esto es darse-cuenta. Y el saber que estas líneas han de estar acabadas para una fecha tope si quieren conseguir su objetivo básico y primordial, que es superar un requisito formativo de la Asociación, es también un darse-cuenta intermedio, que puede ser “Maya” si lleva a pensamientos ajenos a la experiencia, y es a la par, un ejercicio de responsabilidad en sí mismo. Y es darse-cuenta también el intentar aprovechar lo que está pasando en el presente, la energía del momento, para intentar hacer el escrito, el dejar que aparezcan las palabras por ellas mismas, sin elaboración.
Estoy en contacto con la zona media, conocida también como “la mente”. Es en esta zona donde imagino cosas… Sé que estoy imaginando, insistiendo en eventos del pasado. Se además que no son de verdad, sino que mas bien son imágenes. Si pensara que son de verdad estaría alucinando, es decir, sería incapaz de distinguir la realidad de la fantasía. Este es el síntoma principal de la psicosis.
La persona sana , al jugar, al repasar eventos anteriores, sabe que está en un estado de “como si” de donde puede volver rápidamente a su realidad actual. La fantasía puede ser en gran medida deliberada. Parecería que no hay ningún límite para la fantasía siempre que no la corroboremos y la comparemos con las posibilidades limitantes de la realidad. (Perls)
Todo recuerdo es una abstracción de un acontecimiento, no es el hecho en sí mismo.
El leer de nuevo a Perls me ha llevado muchas veces a imágenes de pasado, me hace reflexionar, y mucho, sobre la muerte, sobre situaciones de riesgo sin sentido, sobre el supuesto desapego a la vida de siempre he tenido una sentencia máxima hacia el mundo “la vida es este momento”, nada más, como queriendo decir que no había un después, sino un ahora. Cosa cierta, es verdad, pero, este exceso de vivir el ahora encubre un claro miedo a la vida, un claro y continuo miedo al reconocimiento, al no fracaso. Porque, si esto puede venir con la vida, dónde queda este continuo desconfiar.
De siempre cuando tras el esfuerzo venía el éxito, no me interesaba, ya estaba cumplido el objetivo que era poseer el momento, lo que venía después daba igual. El éxito no era el disfrute del mismo, la satisfacción que pudiera producir, sino solamente el hecho de conseguirlo. Solamente el “yo puedo”, tenía consistencia en sí mismo, y esto da mucha soledad, y un vacío abrasador, uno con el paso del tiempo no va haciendo amigos, los va dejando atrás en aras de conseguir otros nuevos.
Una vez Miguel Albiñana me hizo recapacitar y ampliar conciencia. Hablándole yo a él de mi nueva sensación de hipocondría, de reconocer el miedo a morir, me hizo reflexionar y enfrentarme con mi miedo a la vida. Cómo, en realidad, no tolero el vivir las consecuencias positivas de mi proceder. Y a tono de lo que acabo de escribir volveré a Perls, y copiaré algo suyo que creo yo refleja lo dicho, algo escrito ya en los albores de su despedida:
Muchas veces he escapado a la muerte y muchas la he deseado, en este momento encuentro que la vida está tan llena de promesas y riesgos que me he encariñado con ella.
Y de nuevo, como cada vez que traigo palabras de Perls, he de decir que así lo siento también. Estoy encariñado con la vida, con lo que da y con lo que ofrece. Esta zona intermedia, a la que como dice Perls, Freud dio el nombre de complejo, es donde podemos fantasear con nuestra realidad. Basta con que no nos guste algo que nos pertenece, o, que nos guste lo que no nos pertenece, para disfrazar la realidad.
Así que podemos ir y venir con total libertad desde el darnos cuenta de nosotros mismos al darnos cuenta del mundo. Desde el yo al tu, desde el retraimiento y la introversión hasta la agresividad al mundo, desde la retirada hasta el contacto. El yo-tu ( yo-ambiente), siempre estará en relación, siempre habrá una necesidad que emerja desde el fondo, para lo que buscaremos apoyo, bien sea en nosotros mismos o en el exterior. Un fluir hacia fuera y un retraerse en uno mismo en un ritmo de vida, ya que el yo-tu conforma una entidad de funcionamiento.
Y en medio de este fluir de relación está la zona intermedia. La que a través del pensar nos puede trasladar a evitar la realidad, “el acerca de”. También nos puede servir para el manejo emocional con el “debeismo”, y en el actuar para “manipular” al otro. Zona de la que solamente dejamos salir aquello que nos conviene en cada momento y que se interpone entre uno y el mundo, e impide funcionar con libertad sino está acorde a la realidad de lo que está ocurriendo en el presente, a nivel interno y en el nivel de relación con el ambiente.
Hablar de la zona media es hablar de la mente, (y por tanto es hablar de problemas psicológicos), y es hablar del yo, lo que es hablar de su proyección en el mundo, de su identificación con deseos y problemas relacionados con su mundo externo. Es encontrarse la relación yo-tu, y la paradoja del contacto-retirada.
La forma del yo consta de la conciencia de los cinco sentidos mas su sexto sentido, que es la facultad pensante. Dice Huneeus en su libro de Lenguaje:
“De modo que si tenemos cinco sentidos debemos tener en la mente por lo mismo cinco sentidos que fabrican los mapas propios de las distinciones de cada sentido. Es decir, cinco sistemas “representadores” de la realidad””Una particularidad nada trivial de estos sistemas es que pueden generar representaciones en forma independiente de los sentidos. Es decir, pueden representarnos en la conciencia cosas y sucesos que no están en la realidad exterior”.
Además de los cinco sentidos y / o sus representadores de la realidad, señalemos a la mente como un sexto sentido, una sexta conciencia, en la forma del yo.
¿Qué es la percepción? Sabed, monjes, que hay seis clases de percepciones, que son: la percepción de las formas visibles, de los sonidos, de los olores, de los sabores, de las impresiones táctiles y de objetos de la mente. Las cuatro nobles verdades. (Palabras de Buda)
A esta sexta conciencia de la capacidad pensante, el Abhidharma siguiendo la tradición budista, incluye una séptima conciencia de fantasía y de confusión, “la mente turbia”, que es la conciencia producto de la nebulosidad y de la confusión, siendo una trama que recorre todos los estados de conciencia de los seis sentidos, enturbiándolos. Es el aferramiento a algo que el yo no sabe muy bien lo que es. Es el mundo de la fantasía, que todo lo enturbia.
Además está la octava conciencia, denominador común o base inconsciente de las anteriores que permite el funcionamiento de todas las conciencias, es el fondo básico inconsciente, el fundamento del yo. Es el desconocimiento, que no aparece de hoy para mañana, proceso evolutivo, que crece y desarrolla como un ser vivo. Es la semilla de lo que somos, el fondo de nuestra conciencia, no tiene conceptos, ni ideas. Es la base de nuestro des-conocimiento.
Estos ocho tipos de conciencia integran el yo. Son su aspecto tangible, su forma, y base de todos los conceptos relativos del mundo, ya que las cosas las nombramos a través de él. En la medida en que se desarrolla el yo comienza la libertad y el encadenamiento del hombre, el vivir el valor o el devalor de los fenómenos, desarrollamos nuestra autoafirmación y el “no”, el negador lógico. Tendemos a generalizar en todas nuestras actitudes producto del aprendizaje y nos llenamos de la cualidad básica del des-conocimiento.
Como dice Huneeus podemos representarnos en la conciencia sucesos y cosas vividas, que en realidad no son vividas en el exterior, nos creamos nuestra propia fantasía en los sentidos, vamos llenando nuestra octava conciencia, el fondo, de percepciones erróneas nunca percibidas en realidad, creando la trama general que recorre la conciencia de los seis sentidos, la conciencia turbia, que impregna la formación de la figura. El aprendizaje a través del que generalizamos el tipo de respuesta que corresponde al estímulo concreto.
Relacionado de alguna manera con este concepto de la forma básica del yo, primer skandha, que emana del Abhidharma, está la interpretación que hacen los Polsters de los modos básicos de contacto. Hablan de las cinco puertas de los sentidos. Ver es ser tocado por ondas luminosas. Oír es ser tocado en la membrana basilar por ondas sonoras. Oler y Gustar es ser tocado por sustancias químicas. El tacto, como forma básica del con-tacto, donde palpamos la verdad de lo que nos dicen. Y añaden dos formas más: La conversación y el movimiento.
La conversación es consecuencia del pensar, es la expresión de nuestros pensamientos para que los demás nos capten. Al referirnos a trastornos del pensamiento nos referimos básicamente el discurso. Y el movimiento para el contacto, movimiento al que siempre acompañan las diferentes conciencias del yo, conciencia turbia, fondo de conciencia y mente como sexto sentido.
El yo, a través de la expresividad que le dota su forma básica de conciencia, tiene un sentido único de viaje. Por un lado, Fantasía; mente turbia, y por otro lado, el des-conocimiento; el fondo básico de conocimiento.
Es trabajo propio del darse-cuenta de cada conciencia el despertar ante la fantasía disponemos de la realidad
y el compromiso responsable con cada vivencia, con cada fenómeno del darse-cuenta. Tenemos un trabajo claro de polaridad entre la vivencia de “el chiflado”, aquel yo que espera que la solución a su problemática venga del exterior y no se responsabiliza de sus propios actos, que anhela transformarse en otra persona, y que está a merced de que alguien le dote sentido a su vivir. “Dios me hará el milagro”.
En la otra polaridad, el comprender lo humano y el sentirse comprendido, la capacidad para pensar al otro como es y no como lo quiera ver, el sentirse a gusto en el orden del mundo y a gusto con uno mismo, en la aceptación de lo que hay en cada estadío del darse-cuenta. No el cuestionarme como me siento en el mundo, sino el comprenderme intrínsecamente lo que yo soy.
Ante el desconocimiento, está el trabajo personal, el “sufrimiento inevitable” que decía Gurdieff, el ver lo que hay. Los apegos que han quedado en el aprendizaje, la manipulación indiscriminada de nuestros actos, la ignorancia absoluta de nuestro proceder, el manejo distorsionado de la emoción, el juicio de la conciencia moral. Todo lo que dota a la octava conciencia, el fondo de conciencia.
Pero ante este gran des-conocimiento, tenemos ante nosotros la gran posibilidad de la sabiduría, el tomar conciencia del darse-cuenta, el practicar en el continuo de conciencia, tal vez a la búsqueda de algo, algún tipo de satori o iluminación, pero básicamente por el hecho de sentirnos bien, parte integrante de nosotros mismos.
Por el derecho que tenemos de aprender ante cada situación nueva, porque como decía Perls, aprender es descubrir que algo es posible, no es únicamente el digerir información “es descubrir que algo es posible”
Este descubrir que algo es posible es el descubrir que podemos transformar el des-conocimiento en sabiduría, que esto es posible a través de nosotros mismos, a través de nuestra propia experiencia. Podemos variar el rumbo del aprendizaje y convertirlo en nuestra mochila de conocimiento. Y esto no está dado en la lectura de ninguna liturgia, ni es base teórica de ninguna teoría, está en nosotros mismos, en nuestro darnos-cuenta de la realidad de las cosas, el ver las cosas tal como son es la fuente de la sabiduría.
El hacernos uno con el tacto, con el olfato, con el oído y la vista, dejándonos absorber por los fenómenos que están en nosotros. Es solamente vivir la realidad de las cosas a través del darse-cuenta. Este nuestro ahora contiene en si mismo toda la información de lo que hemos podido ser, si ahora nos compenetramos con nosotros, podemos comprender nuestro ser en su totalidad, tal es el poder del ahora a través del darse-cuenta responsable.
El pensamiento es una actividad mental, no rutinaria, que requiere esfuerzo. Ocurre siempre que nos enfrentamos a una situación o tarea en la que nos hallamos inclinados a hallar una meta u objetivo. Aunque exista incertidumbre sobre el modo de hacerlo, razonamos, resolvemos problemas, o de una manera más general pensamos. Implica una actividad global del sistema cognitivo, en la que intervienen los mecanismos de memoria, atención y las representaciones o los procesos de comprensión. Mas no es reductible a estos ya que se trata de un proceso mental de alto nivel que sea sienta en proyectos básicos, pero incluye elementos funcionales adicionales, como estrategias, reglas y heurísticos. (De Vega).
Definición clásica, dentro del mundo de la patología, del pensamiento, como se ve no está del todo claro como se la monta el pensar, como le hace para trabajar con el razonamiento y con la creencia, que es lo suyo. Dice De Vega que interviene la memoria, la atención y comprensión, pero que además de esto intervienen otros elementos funcionales. Lo que parece claro es que al discurrir del pensar, De Vega le adjudica, a través del esfuerzo, una meta u objetivo.
Parece pues que el pensar tiene un objetivo, o una tarea, en sí mismo. Que puede ser factible cuando lo definimos en su finalidad de una manera acorde a nuestros recursos, y lo dotamos de los medios requeridos para lograr la finalidad, comenzando por el medio más cercano y próximo en el tiempo. El problema es cuando hacemos del objetivo del pensar una fantasía utópica e irrealizable que nos aleja de la realidad.
El problema es cuando con el pensar nos trasladamos a los albores del recuerdo intentando convencernos de algo que en realidad nunca ocurrió, que es solo ilusión de la mente. Y manipulamos nuestra realidad de acuerdo a la creencia. O tal vez, cuando a través de un viaje al intrépido futuro nos llenemos de expectativas y planes que estén acordes a nuestros más utópicos e inalcanzables ideales.
Dice Claudio Naranjo en Vieja y Novísima Gestalt:
-“Un ideal es una concepción de lo deseable, basada ya sea en la creencia o en la experiencia. Una meta es como un blanco al cual apuntar, o conducta dirigida, un objetivo para nuestra orientación, que podrá ser un ideal o no. La terapia gestáltica no busca eliminar las concepciones de la actividad deseable o con objetivo, a pesar de que si intenta contrarrestar el exceso de orientación hacia el futuro con un buen anclaje en el presente. Si la terapia gestáltica busca la eliminación de las metas e ideales, esta es suficiente prueba de que no lo hace: el objetivo de la falta de objetivos y el ideal de la falta de ideales son aun un objetivo y un ideal”.
Claudio acierta, mi actitud de falta de ideales y objetivos encierra en sí misma un objetivo concreto en la forma de hacer y un ideal bastante concreto en la forma de ser.
No es que haya una teoría rígida en la que apoyarse, ni hay una rigidez en la actitud ante los otros, no se sustenta todo en unos lineamientos precisos. Es más bien, hablar de la nada y la indiferencia creativa, de la autorregulación organísmica, de la presencia, del vivir y aceptar lo que hay en el presente, de la bondad del darse-cuenta… y todo esto está enmarcado en un ideal de ser y en un objetivo del vivir. Acierta Claudio cuando dice que la Gestalt si tiene objetivos e ideales.
Seguimos estando en el capítulo de “maya”, vayamos al pensar. Hay en todos nosotros “pensamientos con un nivel de conciencia”, no exentos del yo, pensamientos que originan una apertura armónica, sin agresión, y un grado de conocimiento de lo que está afuera nuestro. Pensamientos no egocéntricos, que no tienen en sí mismos la necesidad de manipular el entorno. Que son ellos en sí mismo, no son un “como si”. Exentos de la necesaria justificación del “debeismo” de la conciencia moral, y que vivencian los valores, sean materiales, morales o éticos, estéticos y espirituales.
Que son, “pensamientos considerados” como dice Chogyam Trungpa, y son la expresión de nuestra inteligencia básica. Actitudes o tendencias buenas en directa relación con la vivencia de la bondad de los valores.
Valores de respeto a naturaleza, vida humana y sexualidad. De justicia general o abstracta (solidaridad), y particular (equidad, ecuanimidad), valores de autodominio, (sobriedad, disciplina, valentía y templanza). Valores espirituales de entrega o de fe, tendencia a la ausencia de rabia, o de agresividad.
Pensamientos relacionados con la vivencia del amor y de la amistad en libertad y respeto. Humildad, verdad , modestia y la falta de des-conocimiento, o lo que es lo mismo, la práctica del darse-cuenta en conciencia, permitiendo el emerger de la figura sin empujar, sin ir a la búsqueda de la misma y sin agresividad, en armonía con el entorno y el propio organismo.
Tenemos asimismo el tipo de pensamientos contrarios, devalores o pensamientos egocéntricos. Centrados básicamente en el des-conocimiento básico del yo que produce el egocentrismo, la ignorancia del sí mismo.
El no querer mirarse, ni verse a uno mismo produce un actuar sin responsabilidad en la consecuencia de los propios actos, actuando de forma impulsiva e impetuosa sin tener en cuenta, ni a los demás ni al entorno.
Creencias mantenidas como dogma a las que nos aferramos, ya que si nos soltamos de ellas se nos produce un profundo vacío, nos quedamos sin nada a lo que podernos agarrar, el, apego a todas estas creencias, normas de conducta y comportamiento estereotipadas, que son producto más bien de ideales no concretados y de gestalts no cerradas en varios momentos del aprendizaje de la vida.
Dudas por falta de confianza en uno mismo, orgullo necesario para preservar el yo propio por encima de los demás en el trato social. La creencia fatalista de que todo carece de sentido, de que haga lo que haga nada va a poder cambiar, o bien, la contraria en que mi ser especial está por encima de cualquier circunstancia de vida, o, la creencia moralista, el aferrarse dogmáticamente a creencias filosóficas o religiosas como único dogma de fe y de salvación, obviando y haciendo caso omiso del trabajo personal.
En estos pensamientos egocéntricos esta la vivencia del valor en sentido negativo, la devaloración del acto propio. Violencia física, esclavitud y agresión al prójimo y a uno mismo. Violencia moral de desigualdad y tiranía. Injusticia, bien sea insolidaridad o parcialidad (ingratitud, deslealtad y mentira). Ira, hostilidad, resentimiento, venganza y cobardía como muestras de intemperancia, y , la codicia, como frivolidad o vanidad, todo ello como devaloraciones morales relacionadas con creencias propias de la conciencia moral, que nos hace necesitar de ese sentido propio, único, de justicia que prevalece ante cualquier situación o persona, y que nos hace vivir el devalor de cada situación.
Todos estos pensamientos, egocéntricos o de conciencia dependen en su cualidad del comportamiento instintivo que viene con ellos, es decir, de cómo los proyecta el yo hacia fuera, bien sea que lo haga con amor o con odio, o con la necesidad de pegarse a algo, o bien con la de parasitarse en algo. Cada uno de estos pensamientos, independiente de egocéntricos o de conciencia, pueden ser buenos, malos o indiferentes, valiosos o anti-valiosos. Todos los pensamientos tendrán siempre algo de la otra polaridad, por lo que se hace muy difícil el poder criticar o condenar nada en sí mismo. Tal vez un acto valioso, encierre otro contenido en la conciencia. Tal vez un acto condenable en sí mismo, sea producto de otra circunstancia que lo ocasione.
El pensamiento se manifiesta como la palabra; la palabra se manifiesta como el hecho; y el hecho se convierte en un hábito; y el hábito se endurece hasta convertirse en carácter; de modo que observa el pensamiento y sus formas con cuidado, y deja que surja el amor y que nazca de la preocupación por todos los seres…
Del mismo modo que la sombra sigue al cuerpo, conforme a lo que pensamos, en eso nos convertimos,
(Dhammapada, proverbios de Buda)
El objetivo de la terapia, el objetivo del crecimiento está en olvidar cada vez más la mente y despertar
a los sentidos. Estar más en contacto con uno mismo y con el mundo, en vez de únicamente en contacto
con las fantasías, los prejuicios…
Si alguien confunde “maya” con “realidad”, si toma la fantasía por realidad, se trata de un neurótico o de un psicótico. Si en vez de estar divididos entre maya y realidad lo integramos, a esta integración le llamamos arte. El gran arte es real y al mismo tiempo es una ilusión. La fantasía puede ser creativa pero lo será únicamente si está en el ahora. (Fritz Perls)
Apuntes del darse-cuenta
“Maya”
Melchor Alzueta