darsecuenta1-1
darsecuenta1-2

Darse - Cuenta - Introducción

Tu verdad. No. La verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela
(A. Machado)
La primera vez que entré en contacto con el “darse cuenta” fue a través de los apuntes de Ángeles Martín incluidos en un cuaderno de la Asociación para cursos de formación, hacia los años ochenta. Ahí es donde leí por primera vez la concepción del darse cuenta; dividido en un mundo interno, un mundo externo y una zona de fantasía. Lo leí, memoricé y aprendí, para ir repitiéndolo cada vez que la ocasión lo requería.
Leí y sigo leyendo escritos que me van cayendo sobre el tema, de aquí y de allá, de esta costa y de la otra. Me quedé con Maslow, y la autorrealización, con el meta constructo que acompaña al hombre/ terapeuta, en su puesta en escena ante el mundo/paciente y que acompaña invariablemente el darse-cuenta de ambos, topé con las concepciones de atención y pensamiento del mundo cognitivo, filosofé un poco con Ortega, Scheler y Hartmann sobre la bondad, belleza o espiritualidad de cosas, actitudes y formas de proceder. También encontré la intuición axiológica como principio básico, que no psicológico, del propio darse cuenta. Me sentí Kantiano en parte con él a priori correcto proceder, en que el debe-ser es anterior y no implica el ser de las cosas puesto que ya es en sí. Leo a Peñarrubia y a Stevens, a Zinker, a Claudio, a los Polsters, Yontef, al Rams, ahora al De Casso, los boletines, no sé, lo que me cae y me viene bien.
En Perls, al volver a leer sus libros me he encontrado con alguien muy próximo, y a través de la Gestalt estoy en este continuo del darse cuenta, de toma de conciencia. Donde voy procurando acomodar y acoplar mi mundo intermedio de fantasía a mi propia realidad de la manera más conveniente. Para mí, hombre de acción, el continuo del darse-cuenta me sirve para mantenerme al día conmigo mismo. Es un proceso inagotable de fenómenos, que están a mi disposición, siempre que yo quiera estar presente.
No es una “iluminación única y trascendente que solamente la puedo alcanzar en momentos especiales”. Está siempre disponible, como una corriente continua de experiencias de las que pueden surgir, nada más que estando atento, momentos sanadores y vivificantes. El focalizarme en mi propia conciencia me mantiene inmerso en la situación presente, aumentando el impacto de experiencias en la vida cotidiana, y aunque inicialmente sea la sensación, en la que recae la atribución vivencial del darse-cuenta, la propia conciencia de la sensación genera la expresión y conforman la unidad de experiencia.
La experiencia sensorial es la raíz de la que brota toda forma de conciencia superior
(Polster`s)
Me he reencontrado con Fritz Perls. Yo lo había leído como teoría básica y necesaria para el discurrir de un terapeuta Gestáltico, pero ahora me lo he encontrado. Me encontré al gitano, al hombre que se contradice sin rubor, al yo que reconoce carencias, impotencias y omnipotencias, encontré sus celos y compulsiones sexuales, su desorden y genialidad (Gracias Pedro de Casso por haberlo acercado un poco más, y en mayor profundidad), y tras toparme de nuevo con el maestro, mi conclusión es que estoy muy a gusto haciendo lo que hago.
Vamos a retomar tema, y para eso que mejor que Perls:
Sin el darse-cuenta, no hay nada. Ni siquiera conocimiento de la nada. No hay encuentro azaroso, de nada con nada. Y los sentidos sensoriales no tienen lugar como para adquirir contenido. Lo subjetivo y objetivo no pueden fundirse en uno. El darse-cuenta es lo subjetivo, El objeto es aquello por lo cual es objeto. Y todos los medios del mundo, La vista, el sonido, pensamientos y tacto, están basados en un terreno común. Que denominando declaro “El médium de todos los media” No es más que darse-cuenta. Que se diferencia- como los ojos y oídos como Kinesthesis y como tacto, como oler -mal oler- oler.
La omnipresencia de Dios está reflejando el darse cuenta. La experiencia como fenómeno aparece siempre en el ahora; Esto es ley para mí: Un presente que presenta la presentida, una certeza que verdaderamente significa realidad. La realidad no es más que la suma de todo el darse-cuenta. Como tus vivencias, el aquí y ahora. La última ciencia aparece entonces como la unidad del fenómeno de Husserl. Y el descubrimiento de Ehrenfeld. El fenómeno de todos irreductible, aquel que él llamó y aún nosotros llamamos Gestalt.
He aprendido que todo está relacionado, que nada es divisible, que, como dice Grof no hay fronteras absolutas entre el cuerpo/ego y la totalidad de la existencia y que el darse cuenta es la sensación de presencia. He aprendido que este tono emocional continuo que me acompaña no es mas allá que mi propia mente, y que aunque el pasado esté cada vez un poco menos presente en el ahora, puedo caer con facilidad en este falso yo que me identifica de una manera más que inconsciente con la fantasía mental. Y he aprendido que a través de la fantasía puedo reducir el presente a ser un medio para conseguir un fin sin sensación real.
Tengo una cosa clara, y voy a usar a Eckhart Tolle: Cuanto más aprendo de mi funcionamiento corporal más me doy cuenta de lo vasta que es la inteligencia que opera dentro de él y de lo poco que en realidad se de ella. Cuando mi mente está acorde con esta inteligencia se convierte en la llave perfecta, entonces es cuando en realidad la mente está al servicio de algo mayor que sí misma.
Cuando dejas de pensar encuentras que estas en un eterno aquí y ahora.
El darse-cuenta es el estado básico de existir en conciencia. Donde uno está despierto y consciente del mundo tal cual es, en oposición al mundo tal como lo creemos o imaginamos. En otras palabras, se deja de pensar.
Es decir, dejamos de hablar con nosotros mismos y de simbolizar para nosotros mismos lo que sucede.
Simplemente nos damos cuenta de lo que es.
Y nadie puede decir lo que es porque sencillamente “el universo es verdad” Cuando estás en el darse-cuenta te quedas sorprendido de la cantidad de cosas que no son lo que parecen, al desaparecer pasado y futuro y estar en la percepción de los fenómenos, nos damos cuenta de lo que es, no hay nada más. Desaparece la persona que siente y sensación, desaparece el deseo, desaparece el pensador y el pensamiento. Sujeto y objeto, ya no están ahí porque no hablamos con nosotros mismos, no hay lugar donde debamos estar o espacio que debamos ocupar, o sitio adonde queramos ir, no hay nada que hacer más allá que el permanecer, no hay nada que pensar porque el pensar ya implica un hacer.
Si practicamos este no hacer, esta actitud meditativa, bien sea en quietud o en movimiento, sin esperar recompensas o iluminaciones, estamos ayudando a la autorregulación organísmica, permitimos que el organismo descanse, por un periodo, del quehacer de lo mental, y aceptamos con naturalidad la satisfacción de las necesidades que aparezcan.
Si nos permitimos el proceso de abrir la mente, de eliminar los pensamientos de la mente, obtenemos una visión de primera mano del mundo, no hay observador, es solamente lo observado y así nos podemos sentir de nuevo niños, de nuevo como un bebé que no distingue entre el universo y sus propias acciones en el universo, solamente es universo.
Recuperar estas posibilidades existenciales tempranas es básico e inapreciable en la búsqueda del crecer. La inocencia primigenia de la sensación la hemos ido anulando a través del aprendizaje y de la socialización, y hemos hecho del niño y del adulto dos perfectos desconocidos, dos seres aislados. Los sentimientos infantiles son los recursos más bellos que la vida adulta puede rescatar: la espontaneidad creativa, la manipulación directa, la imaginación del darse cuenta, la conciencia del aquí y ahora, la fantasía del juego.
Aprovechemos el momento para incluir a Alan Watts:
Cuando decimos que lo que sucede es tu karma. Todo lo que queremos decir es, que el karma son tus propias obras. Nadie, excepto tu, está a cargo del karma. (Karma significa acción, no significa ley de causa y efecto).
Sentimiento, parte intrínseca del darse-cuenta, parte subjetiva del proceso emocional que recorre el cuerpo ante cualquier fenómeno. La emoción surge allá donde cuerpo y mente se encuentran, igual no puedes hacer consciente la actividad inconsciente de tu mente, pero el cuerpo sí que puede. Siempre habrá un reflejo en el cuerpo mediante el que puedas tomar conciencia de la emoción, porque este es muy sabio. La palabra emoción (emovere), perturbar, surge donde cuerpo y mente se encuentran, observar la emoción es como observar un pensamiento pero en el cuerpo, no es analizar, es mirar hacia dentro ya que la emoción es un patrón de pensamiento energetizado.
Sutil o intensa, no es fácil el mantener la presencia necesaria para poder observarla, si nos dejamos llevar la emoción se transforma en nosotros y puede crear una cadena sin fin con el pensar, alimentándose puntualmente, generando miedos e inseguridades, abandono y resentimientos. Cadena que nos puede atar y con la que nos podemos identificar con facilidad, dificultándonos el poder ir más allá de ella misma, y que a través de la mente, del ego, no nos permite en libertad nuestro Ser auténtico.
Volvamos a un tema que apareció con anterioridad de soslayo y que tiene que ver con la vinculación indisoluble de ambos mundos del darse-cuenta: el mundo interno y el mundo externo.
Podemos decir sin temor a error que cada uno de nosotros es un síntoma del universo, que “para todo adentro hay una fuera y que para todo afuera hay un adentro”, es decir el universo es una consecuencia directa de nuestros actos. Y aun más y esto también lo sabemos: la totalidad es más que la suma de sus partes. El universo es aquello que nos une y vincula y de lo que formamos parte más allá de nuestra individualidad como componentes de un todo universal. Con lo que estamos viniendo a decir que mundo interno y mundo externo en nuestro continuo del darse-cuenta son inseparables, están vinculados y son la misma cosa, uno es producto del todo, el todo es producto del uno. El mundo externo es la extensión de nuestro propio cuerpo. Somos una parte integral del cosmos. Todo, lo que viene a nosotros es el regreso de todo lo que de nosotros salió. Los biólogos nos demuestran con gran claridad que no existe manera de separar definitivamente el organismo humano de su ambiente exterior. Ambos constituyen un solo campo de conducta.
Además al observar algo lo alteramos, solo por mirarlo. No podemos efectuar observaciones sin interferir, de alguna manera, con lo que observamos.
Lo que de verdad queremos hacer es ser capaces de vernos a nosotros mismos sin saber que nos estamos mirando. No queremos observar lo mejor de nosotros mismos, sino que deseamos ver como somos en realidad. Pero eso resulta imposible. De manera similar, todos los acontecimientos del mundo exterior dependen, para tener lugar, del observador. Imaginemos cualquier fenómeno natural: una gran tormenta, un eclipse, el paso de un cometa, un arco iris.
Podemos decir: Hay humedad en la atmósfera y el sol situado en el lugar exacto respecto a la humedad, produce un arco iris. Si hay gente en ese lugar hay un arco iris, si no hay nadie presente en ese lugar no hay un arco iris, para tener el arco iris necesitamos tres elementos: sol, humedad y observador. Se puede dar el fenómeno pero si no hay nadie que lo observa, el fenómeno no consta como tal…
Toda existencia es una relación. Mi darme-cuenta del “mundo interno” está en función de mi manera de sentir y de mi experiencia y existencia aquí y ahora, y es independiente de cualquier argumento o juicio, por parte de los demás, e incluso de mí mismo, es decir yo siento tal cosa dentro de mí, y el que los demás o yo mismo juzguemos estos sentimientos o eventos, esto no lo hará cambiar.
En la medida que me doy cuenta, me pongo en contacto con la experiencia, y la dejo fluir dentro de mí en libertad. O bien, lo reprimo, y entonces desaparece, dando paso a otro nuevo fenómeno y quedando como situación inconclusa que vuelve al fondo sin producir satisfacción.
El darse cuenta del mundo externo se relaciona con el contacto sensorial, esto es, con ese contacto que mantengo en cada momento con los objetos y acontecimientos del mundo que me rodea, y que me permite darme cuenta de lo que esta fuera y de lo que ocurre más allá de mi piel. Es lo que en cada momento veo, escucho, toco, palpo, huelo, oigo…
Todo esto, está en mi forma de percibir y en mi forma de ser que se ha ido configurando en función de mi herencia y del aprendizaje. Metidos en harina aprovechemos para traer el corolario del darse-cuenta que hace Yontef en proceso y diálogo:
• Corolario Uno:
El darse cuenta es eficaz solo cuando está basado en y energetizado por la necesidad dominante actual del organismo. Sin la energía, estímulo y emocionalidad del organismo que se esté instalando en la figura emergente, está carece de sentido, poder e impacto. Hay que estar en lo que se está, no vale estar aquí pensando en el allá, por ejemplo, voy a dejar de escribir ahora porque siento un gran agujero en el estómago y necesito desayunar, y así poco contacto voy a tener con lo que estoy escribiendo.
• Corolario Dos:
El darse-cuenta no está completo sin conocer directamente la realidad de la situación y cómo está uno en ella. En la medida en que la situación sea negada el darse-cuenta se distorsiona. La persona que reconoce verbalmente su situación pero no la “ve”, realmente, no la conoce y no reacciona a ella, no se da cuenta y no está en contacto total. Cuando me doy-cuenta totalmente soy responsable, del control sobre y de la opción de, conducta y sentimientos, habilidad de respuesta y comportamiento.
Hummmmm, me llega el aroma del café recién hecho desde la cocina, si me niego ahora mismo el deseo de desayunar, y lo postergo en función del escribir, diciéndome: está bien, ya lo sabes, ya está visto, espérate, estoy de hecho rechazando la situación, y sigo sin estar en contacto real, ni con el escrito, ni con el deseo.
• Corolario Tres:
El darse-cuenta está siempre aquí y ahora, y siempre cambiando, evolucionando y trascendiéndose así mismo. El darse-cuenta es sensorial, no mágico: existe. Todo lo que existe lo hace en el aquí y ahora. El pasado existe ahora como recuerdo, el futuro existe ahora como fantasía, ambos se pueden vivenciar en el ahora, el darse-cuenta es vivenciar y saber lo que estoy haciendo ahora. Por cierto ya hice mi desayuno y todavía sigo con el sabor en el paladar, ahora esto es recuerdo ya que estoy en otra cosa, pero, el sabor sí que sigue estando presente.
Estamos en la página siete u ocho del escrito y antes de seguir escribiendo he de admitir que no voy a ser original en lo que voy a decir a lo largo de este trabajo. Es más que posible, que todo lo que aquí se pueda llegar a decir ya esté dicho alguna vez, o en varios casos muchas veces. Al ser un tema tan escrito en Gestalt existe el peligro de toparse en contradicción con los más puristas del marco teórico, o, en el caso contrario, que los más vivenciales en la práctica Gestáltica consideren que esto es sin mas un marear la perdiz de nuevo.
De todas formas, lo novedoso está claro que puede ser el cómo se conectan los temas, y que esta conexión, no es que sea fruto de una elaboración teórica, sino mas bien es producto de la experiencia, y por tanto no tiene principio y fin, no es un ciclo estructurado, es un relato de viaje por diferentes paisajes.
Así es como siempre nos encontramos la dicotomía objetivo-subjetiva, cualquier cosa que pueda decir este escrito siempre va a ser algo subjetivo, o una subjetivización de lo objetivo. Siempre va a ser una metáfora de viaje, ya que no puede desligarse el observador de lo observado, y así queda claro que, independiente del marco teórico en el que se pueda incluir lo escrito, cualquier cosa que diga de algo es un comentario de mi mismo, ya que soy yo quien escribe.
Esto que aquí escribo, y que tu lees, es producto del momento, es lo que hay ahora mismo, es la verdad de la que yo dispongo mientras escribo, lo cual no quita para que después en el tiempo, piense de otra manera y escriba otra cosa, en función de nuevas experiencias de vida. Te quiero decir, lector, que nada permanece, te digo por experiencia, (que espero compartas conmigo), que lo que yo creo, siento, pienso y veo ahora, ahora mismo, en más de un caso no tiene nada que ver, con lo que yo creía ayer o hace un montón de años de mí, de las cosas, o de las persona. Por lo tanto, he de suponer que en el futuro seguirá pasando lo mismo. Y para mí esto es practicar un ejercicio de responsabilidad, y que entronca con palabras de Perls:
Me encantan todos los intentos que fracasan de mil maneras. Amigo no seas perfeccionista. El perfeccionismo es una maldad y un esfuerzo. Porqué tiemblas al errar la fama. Eres perfecto si te dejas estar y ser.
Amigo, no temas equivocarte. Los errores no son pecados. Las equivocaciones son maneras de hacer algo de un modo diferente, tal vez en forma novedosamente creativa. Amigo, no le tengas temor a tus equivocaciones.
Amigo, no te arrepientas de tus equivocaciones. Ponte orgulloso de ellas. Tuviste el coraje de dar algo de ti.
Toma años el llegar a centrarse, demora más que años el entender lo que es el estar ahora.
Son palabras que me llegan, y que hago mías. Me siento muy próximo a este viejo gitano. Cuando escribe “empiezo a darme cuenta que soy mucho más complicado de lo que suponía”, me recuerda a la de veces que me he dicho a mí mismo “qué difícil es compartir este cuerpo contigo, Melchor”.
Las palabras tienen significado, o significados, en ellas mismas, porque son símbolos, y como tal señalan algo diferente de ellas mismas, pero el darse-cuenta, es absoluto, es como el día y las estrellas, como nubes y montañas, y éstas son como la música, no hay que entenderla, hay que escucharla y dejarse estar en ella, vivenciar y observar sus formas.
Vivenciar el darse-cuenta es no interpretar, no imaginar, es sencillamente dejarse estar en el fenómeno que emerge del continuo a cada momento, sin preguntas, dejando vacía la mente, permaneciendo en el punto cero de la indiferencia. Ahí es donde podemos descubrir que seamos como seamos, tanto dentro como fuera, esto es así, y por tanto está bien, y que somos el eje universal sobre el que gravita nuestro ser individual como parte del todo.
El lenguaje se compone de palabras, y la expresividad lingüística de una persona, lo que dice y cómo lo dice, nos habla mucho de cómo es. Hay personas de pocas y medidas palabras, parcas en el habla y escuetas en la construcción gramatical. Hay otros que vuelcan las palabras al exterior sin miramiento, se desbordan en un torrente multifacético. Hay quien habla con precisión milimétrica, y hay quien se permite la libertad poética.
Los hay intrínsecos, que usan expresiones más personales y que tiran habitualmente de pronombres personales, impulsivos, viscerales e intuitivos, con un lenguaje metafórico. Es la comunicación esencia a esencia.
Otros extrínsecos donde prima su relación con la cosa, con el objeto, que hablan preferentemente de realidades externas, no esenciales y no íntimas, con una gran cantidad de valoraciones diferentes, con una gran cantidad de valores y conceptos analíticos o abstractos.
Los hay sistémicos, mas rígidos, en los que su expresión se enfoca más hacia lo normativo, y lo autoritario. Las metas, los proyectos, los objetivos, pautas, patrones… En los sistémicos, el lenguaje es más formal, mas técnico, con una gama de valoración de perfecto o de no valor. Es el lenguaje indicativo o apofántico. Tomando en este caso la verdad sobre la objetividad, no sobre el sentimiento como en el intrínseco.
Los Polster se expresan así sobre la palabra:
Ninguna palabra es idéntica para dos momentos o circunstancias diferentes, ya que la aparición de una palabra constituye un acontecimiento en el que culmina una vida entera de sensaciones, deseos, recuerdos e imágenes. Así entendida cada palabra auténtica debería tener, lógicamente su configuración propia y única de significado.
Al hilo de esto separemos las palabras en sus dos elementos o componentes: Material y Formal. Las palabras materiales del lenguaje expresan lo que captan nuestros sentidos cuando perciben o intuyen lo que ocurre. Es la forma de definir el fenómeno. Lo formal es la capacidad de manipular los símbolos materiales mediante los operadores formales, estando constituido la mitad de nuestro lenguaje de estos operadores lógicos, como son: El negador formal, “el no”. El conjuntor “y”, que es verdadero junto a verdad. El disyuntor inclusivo “o”, que es una forma indistinta entre frases. El implicador, que es la hipótesis “si…entonces”, situaciones posibles que pueden ser hechos o no. El coimplicador, que es una dualidad entre conjuntor y disyuntor inclusivo ” y…o”.
Y… un poquito de lógica, hablemos de las fórmulas lógicas del lenguaje: Valideces, que existen como tales verdades formales, son realidades de hecho. Indican lo que realmente es. Es verdadera en todo mundo posible y se cumple de hecho. Si a una realidad de hecho, validez, la encerramos en un paréntesis y le ponemos delante un negador “no”(no…), hacemos una contradicción. La contradicción puede tener existencia en el lenguaje, pero jamás podrá tener existencia real, ya que no puede haber una realidad que existe de hecho y sea contradictoria Indican lo que necesariamente no es. Consistencias. Sí y No. “Puede y puede no ser”. Denotan lo que puede o no puede existir.
La materia prima de la lógica son las letras del alfabeto, es el elemento material que se manipula con los operadores. La manipulación lógica tiene una gran ventaja, si nos hemos equivocado en el cálculo lógico, lo que resulta es siempre una nueva fórmula lógica, sea validez, contradicción o consistencia. El cálculo lógico no da sorpresas, y está en nuestro pensamiento, ya que pensamiento hace palabra, y la palabra conforma el lenguaje, que es nuestra forma continua de expresión en el mundo. El lenguaje es nuestra forma más creativa de expresión, por las mismas reglas de las que está dotado que son las que le dotan de creatividad.
Citemos a Chomsky:
“Entendemos por libertad la capacidad de realizar actos significativos, y estos actos dependen de los sistemas de reglas o normas que norman y regula el lenguaje y determinan a las restricciones dentro de las cuales se realiza la plenitud del sentido”.
Es decir, puede aumentar la libertad cuando disminuyen las restricciones, pero no por haber libertad absoluta vamos a poder dotar de mayor creatividad a la expresión de nuestro lenguaje. Por tanto hay una interrelación entre las restricciones y la libertad creativa. Hablando de libertad creativa vamos a llevar lo escrito sobre lenguaje a la indiferencia creativa. A la expresividad creativa desde la indiferencia.
Es muy gestáltico el dejar discurrir el trabajo grupal a la experiencia del momento. Desde ahí el momento grupal es el que dicta el quehacer y la norma que regula el discurrir terapéutico o formativo. Y así es el darse-cuenta. Más tomando las palabras de Chomsky entendemos por libertad la capacidad de realizar actos significativos, y estos actos dependen de las restricciones dentro de las que se realiza la plenitud del sentido.
Podemos decir que la restricción en el quehacer terapéutico está en la contención y el encuadre que el terapeuta hace del grupo en cada momento, tomada contención como salida a cualquier bloqueo existente en la conciencia del darse-cuenta grupal, y tomado encuadre como marco que estimula la participación al dotar de normas básicas de funcionamiento que no coartan la expresividad, ni condicionan en modo alguno la experiencia y permiten un cierto tipo de restricción dentro del cual se realiza la plenitud de la indiferencia creativa.
Antes de pasar de la palabra a otros menesteres, nos vamos a parar con brevedad en la función expresiva: la voz.
La voz tiene dirección y tiene impulso. Puede ser armónica. En cuyo caso establecerá contacto y será bien recibida por los interlocutores, generando sosiego en el momento y haciendo posible el fluir del contacto. Puede resultar agresiva, con el consiguiente rechazo por parte del ambiente, ya que con seguridad traspasará las fronteras del contacto e intimidará, incomodará o encrespará al oyente, provocando su resistencia.
Si la voz carece de la fuerza que requiere el momento relacional, se perderá, no entrará en contacto real, es más que probable que las palabras se pierdan antes de llegar al destino, lo que provocará, o el decaimiento de la conversación, o la retirada de alguna de las partes. Hay voces destinadas a hablar en público, que se poyan en su potencia y despliegan toda su energía cuando la ocasión lo requiere, y hay voces que están destinadas a la intimidad, al contacto más íntimo, voces de timbre más bajo. A través de la palabra y de la voz entramos en contacto. Se produce la fusión (que no con-fusión) con el “tu”, el “vosotros”, o el “ellos”.
El contacto nos lleva a unirnos y a separarnos, a juntarnos y a retirarnos, y esta paradoja nos acompaña continuamente, y nos cuesta mucho resolverla. O bien nos sentimos solos, o bien nos quedamos pegados, o bien escapamos continuamente, o tal vez evitemos. El buen contacto supone que yo tenga mi sentido del propio yo, y que además tenga claro cuáles son los límites de mi frontera de contacto, y qué, o quién, permito que traspase la frontera, y qué es lo que rechazo. Necesito saber si yo dependo del consentimiento del otro, o si yo transgredo las fronteras de los demás. Necesito saber si se salir o no puedo salir del otro y me quedo pegado, necesito sentirme bien situado en el mundo, respetar mi propia soledad y la de los demás, y reconocer mi lugar como propio, estar a gusto en el palo de gallinero que me corresponda en cada momento.
…Más que una parte del organismo, la frontera del contacto es esencialmente el órgano de una relación particular entre el organismo y en ambiente… (Perls,Goodman…)
El contacto solo se puede producir entre seres independientes, que se arriesgan a quedarse pegados en el mismo, ya que pasamos del yo-tu al nosotros, y ahí nos jugamos nuestra denominación de origen. Pero en un contacto sano tenemos la posibilidad de nutrirnos del otro y del ambiente, ya que si se produce contacto, hay experimentación, y obviamente, se produce cambio. La frontera de contacto es el lugar en el que se experimenta el yo con lo que no es el yo, y esa vivencia es nutritiva si es sana. La frontera es la consecuencia de toda una vida de aptitudes adquirida y experiencias de vida. Valores, momentos del recuerdo, imágenes, escenas, vivencias, todo esto que está en la frontera de contacto interviene cuando se establece un nuevo contacto, y tiñe, o destiñe, la nueva relación, en función de la experiencia de vida, que es la que nutre al fenómeno del contacto, en función de su meta-conocimiento del mundo relacional.
El pasado es un resultado del presente, hoy, ahora estoy viviendo mi pasado. Y desde este presente de ahora mismo, en este poner conciencia en la fantasía, me doy cuenta del origen de la vida, y desde ahí, puedo, podemos recorrer el tiempo hasta el primer origen. Todo puede empezar ahora, ahora mismo estamos presentes en el big-ban, y este pasado, el principio de la creación está ahora con nosotros, es un acto de voluntad, y podemos disfrutar del comienzo de la creación, porque ahora mismo está ocurriendo en nosotros. El presente está haciendo el pasado.
El universo es una vibración, todo es una vibración, todo viene del espacio, todo sale de la nada, escribo las palabras desde el vacío de mi habitación, vacío del que ocupa una pequeña parte toda la materia que aquí se junta, y esto hace perfectamente obvio que la nada es la raíz de algo, que no se puede tener algo sin la nada, de hecho si no estuviera la nada yo no podría estar aquí. No se puede tener la figura que emerge sino hay un fondo.
El vacío y la materia, lo hueco y lo sólido llegan juntos al ser, y no podríamos percibir la sensación del ser a menos que al mismo tiempo percibamos la sensación de algo más. No podemos ver la figura sin el fondo, y esta es la gran cosa del darse-cuenta, el continuo de la sensación del fondo del que emergen figuras que forman el fenómeno del darse-cuenta.
¡Qué cantidad de procesos! Dice Claudio Naranjo en Vieja y Novísima Gestalt:
La nada solo es nada mientras estamos bajo la compulsión de hacer de ella un algo. Una vez que aceptamos la nada, todo se nos da por añadidura. La nada entonces, se convierte en una pantalla sobre la que podemos ver todas las cosas, “un fondo” ante el cual surgen libremente todas las figuras. Una vez que no tenemos que ser creativos, cualquier cosa que hagamos es nuestra creación, una vez que no tenemos que estar iluminados, nuestra toma de conciencia del momento es iluminación, una vez que dejamos de estar preocupados de esto o aquello y sentimos una nada con respecto a tales estándares, nos percatamos de que somos lo que somos.
Todo y todos somos aperturas a través de las cuales el universo se mira, y este escrito es una manera de ver las cosas, y no es más que eso, una manera, ya que existen innumerables maneras de ver. Si este escrito es expresión del universo, no puede ser una mera casualidad, ya que es una apertura a través de la que el universo se observa, por tanto alguna cabida ha de tener en sí mismo, y, tal vez, alguna finalidad. Los árboles fructifican, las semillas germinan, el hombre es, en sí, naturaleza inteligente. Todo tiene un objeto… bueno lector, te propongo un contacto, una relación desde el fondo de nuestro ser, te propongo un leer sin comienzo ni final, porque, en llegado aquí te puedes preguntar… ¿y en leyendo este escrito me daré cuenta de algo?
Te hago una pregunta ¿cómo podemos saber que las cosas son buenas si no hay algo que sea no bueno en su totalidad? Es decir malo en sí mismo. Y aquí podríamos hablar de Kali, con su cimitarra en una mano, una cabeza cortada en la otra, pisando el cadáver de su marido, Shiva, y chorreando sangre en sus colmillos, en la representación de la cosa más terrible. Claro, ante esta imagen que te propongo algo bueno ha de haber en este escrito, Kali es aquello horrible que no debe suceder y ante esta comparación me quedo tranquilo en la fantasía de mí darme cuenta del momento.
Por otra parte Kali como la Gran Madre es el sostén del mundo, es su fundamento, es la grandísima función de lo femenino, es la sustancia. Y como sustancia volvemos al darse-cuenta que de momento aquí nos tiene, y vuelve la imagen de la conciencia, ¿porqué cual es la definición de conciencia?, es un “que” muy difícil, tal vez el más esquivo de todos, porque hablamos muchos de su contenido, de lo que abarca, más bien de lo que suponemos que abarca. Pero ni siquiera podemos pensar en ella porque en realidad no sabemos lo que es. Ya estamos de nuevo en lo mismo, si no tengo conocimiento de mi conciencia, entonces no se de mi mucho más allá que lo que está ocurriendo en este momento presente, en este aquí y ahora, y de lo que ocurre ahora solamente de lo que me puedo dar-cuenta… bueno, el cansancio produce divagación, hay que cortar esto, voy a escribir unas líneas de Alan Watts:
No es el tú qué piensas que eres. No es la opinión que tienes de ti mismo. No es la idea o imagen que tienes de ti mismo. No es tu sensación crónica del deber. Tu ser está más allá de todo eso. Es algo que nunca puedes capturar. No puedes comprenderlo ¿para qué? Si pudieras ¿qué harías con él? Nunca puedes llegar a él.
Apuntes del darse-cuenta
Introducción
Melchor Alzueta