Si alguien, monjes, os dijese: “Yo os enseñaré como la conciencia puede surgir y desvanecerse, morir y renacer, incrementar, crecer y progresar independientemente de la materia, las sensaciones, las percepciones y las actividades mentales”, yo, os digo, que ese tal, pretendería lo imposible
(Las cuatro nobles verdades. Palabras de Buda).
El hombre es un ser responsable, es un ser existencial Labor básica en psicoterapia es tratar de reconocer en libertad la existencia espiritual. En el sentido de una responsabilidad libre que nos abra a dicha existencia. El yo propio y auténtico, el “yo en sí mismo” no se puede reflexionar y en consecuencia sólo existe como realidad de ejecución.
La fenomenología es una búsqueda de comprensión basada en lo que es obvio o revelado por la situación, más que en la interpretación del observador, trabaja entrando vivencialmente en la situación y permitiendo al darse-cuenta sensorial descubrir lo que es obvio, lo que está dado, percibir lo presente describiendo con claridad lo que “es”.(Yontef)
La existencia es un fenómeno primario que no se puede reducir. Y sus dos aspectos más elementales, como conciencia y responsabilidad son un fenómeno primario del mismo tipo, y son y siguen siendo problemas irresolubles en el plano de una reflexión psicológica. Pero en cuanto los pasamos al plano ontológico dejan de ser problemas: Allí se convierten precisamente en fenómenos primarios, propios del ser humano como caracteres suyos. Atribuciones principales que pertenecen al ser existencial de cada uno como un algo contenido en él.
No sabemos en realidad. En el plano ontológico, inmersa en un plano espiritual la persona,(que puede ser básicamente consciente e inconsciente), es forzosamente inconsciente. De esta realidad se desprende este hecho. Justamente el centro del ser humano (la persona) es inconsciente en su profundidad (la persona profunda). Dicho de otra manera el espíritu es, precisamente en su origen, inconsciente. Así lo decían los antiguos vedas indios: Ve y no puede ser visto, oye y no puede ser oído, piensa y no puede ser pensado.
El hombre encontró intolerable la idea de que al comienzo había nada, de modo que inventó una serie de historias acerca de cómo se creó el mundo, “pero dejando convenientemente fuera la respuesta de cómo se creó el creador” (Perls)
En su origen la conciencia es inconsciente. Si ahondamos en su conocimiento, reconocemos su fondo, su base subconsciente y turbia, que podemos transformar mediante el trabajo en mente clara. Las decisiones que tomamos pueden tener su origen en el des-conocimiento, o en la base subconsciente, y enturbiar nuestra percepción. Así como existe una comprensión o inteligencia pre/científica del ser (intuición sensible), y previa a esta una inteligencia pre/lógica, (intuición material), y una inteligencia pre/moral de los valores, intuición axiológica). Asimismo y previa a toda moral explícita existe la base de la conciencia. La conciencia nunca es totalmente racional, la conciencia solo es capaz de descubrirse a una racionalización secundaria y subjetiva ya que la conciencia se revela como una función esencialmente intuitiva. Para anticipar lo que ha de realizarse la conciencia lo debe intuir primero.
La misión de la conciencia es descubrirle al hombre lo básicamente necesario. Y esto es siempre, y en cada caso, único. Se trata de una única y exclusiva posibilidad de una persona concreta en una situación concreta, es pues un deber-ser individual que no puede ser abarcado por ninguna ley general, por ninguna ley moral, y en ningún caso es conocible racionalmente, sino solo intuitivamente. Y esta función intuitiva es la que corresponde a la conciencia.
Este instinto único, a diferencia del instinto vital en que este se ajusta a una ley general descuidando lo individual, es concreto, es siempre uno e individual. Solamente la conciencia es capaz de hacer ver esa concreción única, esa unicidad, no universal. Lo que significa que una vida a partir de la conciencia es siempre una vida absolutamente personal. La conciencia incluye siempre el aquí y ahora concreto de mi ser personal.
Partiendo pues de la elaboración subjetiva de la conciencia, elaboremos un proceso de desarrollo de la conciencia, para la vivencia del fenómeno, en el conocimiento de la unicidad, y en el saber de la propia unidad:
El proceso de conciencia mediante el que captamos el fenómeno es muy breve, dura una pequeña fracción de segundo, y en él están comprendidas las secuencias que manejamos en el ciclo de Zinker de satisfacción de la necesidad, aunque corresponda en sí misma, a las dos primeras; sensación y toma de conciencia, corresponde a todas (energetización – acción – contacto – realización y retirada.) pues en todas las formas del ciclo existe un darse-cuenta, sea por desarrollo o por interrupción.
• “En el proceso, en primer lugar tomamos impresión de algo, no es nada definido en sí mismo, siendo esta la experiencia de la base primordial, no hay fantasía, ni desconocimiento (fondo de conciencia), o interpretación,(mente) es una pre-experiencia meditativa que nos llega a través de la base primordial del conocimiento, esencia o energía universal, Dios, el todo…
• De inmediato, nos relacionamos con esa base primordial, y tratamos de buscar alguna relación con la sensación. El impulso nervioso que produce el estímulo, es conducido al cerebro por el sistema nervioso (parasimpático), que es el que establece la relación con el medio donde se elabora (centro sensorial) y es transformado en sensación auditiva, táctil, gustativa, visual, olfativa, dolorosa o térmica.
• Interviene la percepción como elaboración del contenido de la experiencia, e intuimos la cualidad material, sensible y moral del fenómeno. Mandamos mensajes de reconocimiento a la memoria, a lo aprendido. Aparece el fondo de conciencia de donde sacamos algún título, alguna identificación para esta nueva experiencia, sobre la base de lo aprendido. Le ponemos nombre, título, y entonces ya sabemos cómo relacionarnos con la sensación. Ya aparece el pensamiento, la actividad mental que comienza su elaboración de racionamiento y creencia.
• Dependiendo de las experiencias de nuestro pasado con las que asociamos la experiencia nueva, calificamos. A partir de aquí se diseña la estrategia de afrontamiento con el fenómeno. Se le da paso, o no, en función de la experiencia de vida, y la relación con similitudes anteriores en las que reconozco la nueva experiencia. Interviene la conciencia turbia con la fantasía y el miedo, en la formación de la figura, e interviene el fondo de desconocimiento que dotan de contenido definitivo”.
La toma de conciencia en el sentido de este escrito es el darse-cuenta, es el fruto de la vivencia de nuestras potencialidades en el ahora. El fenómeno que emerge del contexto de la experiencia crea la sensación, que percibe el fenómeno a nivel de sistema nervioso, y en la facultad propia de la mente, la percepción sutil.
El darse-cuenta, la toma de conciencia, recoge todos estos elementos, los aspectos instintivos y las estructuras mentales, los procesos mentales y emocionales, aprendizaje y memoria y con todo ello crea la base subconsciente / consciente, el fondo o contexto que hace posible que pueda aparecer y formarse la figura.
Este fondo subconsciente, o consciente, es el que dota de viabilidad a todo el proceso, permitiendo que funcione adecuadamente y que la Gestalt surja en su ahora, que la figura se forme desde la necesidad dominante para su satisfacción, que surja de los pensamientos provenientes de la conciencia, provista de intuición axiológica y con la energía adecuada para la propia satisfacción de la necesidad sin quedar interrumpida por resistencias o mecanismos.
Y así está cerrado el círculo, tenemos un fondo consciente que permite la adecuada vivencia de la sensación a través del sistema nervioso central en el que percibe, una conciencia clara en el ahora, y una memoria lúcida que permiten la vivencia actual del momento, que crean la base sólida,
sin la conciencia turbia, y mundo de fantasía proveniente del “yo”.
En esta base de conciencia puede emerger libremente la figura que ocupa el fondo en este momento, y que da continuidad a la aparición de otra gestalt, y así sucesivamente, permitiendo, si la conciencia es clara, el ir cerrando las gestalts conforme la base de satisfacción lo requiere, ir cubriendo el ciclo gestáltico en su totalidad, mediante el flujo de sensación- retirada de la experiencia en satisfacción plena.
Conforme vamos avanzando en nuestro proceso y vamos tocando capas mas profundas de des-conocimiento, nos encontramos esos hábitos desagradables y difíciles de erradicar, pensamientos escondidos bajo pensamientos en la profundidad de la mente, reprimidos en emociones, vergüenzas no reconocidas, miedos no vistos, tristezas ante las que escapamos continuamente sin siquiera darnos-cuenta, celos ocultos, creencias hechas actitudes moralistas, formas justicieras de proceder, valoraciones distorsionadas de conceptos vitales, percepciones erróneas que dan lugar a falsas interpretaciones y la generalización de sensaciones mal reconocidas, o no sentidas y extirpadas del darse-cuenta.
Y, poco a poco, nos vamos apartando del conflicto, de la neurosis, de no saber quien es uno en realidad, viéndolo solo a través de interpretaciones y de la proyección del yo en el mundo, sin saber cómo son las cosas ni como se relacionan entre sí. Nos vamos apartando de la incapacidad para ver y diferenciar el todo. Atravesando capas que son pasos en el discurrir de la experiencia, en aclarar la conciencia turbia y limpiar la memoria, dando pasitos, pequeños pasitos para salir de la confusión general en que nos encontramos.
Y estos pasos, independiente de la práctica de meditación, o contemplación, están en la comprensión de las cosas tal como son. Sin ideas que sirvan de prejuicio o interpretación, sin criterios pre-establecidos. Poniendo la atención y la intención en el acto simple, en lo que ocurre, siendo nosotros lo que hacemos. No intentando agarrar el momento como propio, ya que este es independiente de nosotros. Con total confianza y disciplina en cualquier aspecto que desempeñemos. Considerando cada acto, por pequeño que sea, como un fin en sí mismo.
Nos envía por sí misma la conciencia a lo trascendente, a lo ontológico. La conciencia puede comenzar a intuirse, y tal vez, comenzar a entenderse, en su sentido pleno, cuando la concebimos en su impermanencia, ya que a través de sus orígenes todavía no podemos acabar de explicarnos todos los aspectos del organismo.
Cuando queremos concretar la experiencia humana de ser libre, hablamos de la vivencia de los fenómenos, hablamos de la existencia del darse-cuenta. Si queremos hablar del valor de la acción humana, de su carácter objetivo, hablamos de axiología. Pero para poder hablar de la condición humana del ser responsable, nos tenemos que remitir a lo trascendente de tener conciencia.
Lo psicológico de la conciencia es solo el aspecto inmanente de un fenómeno trascendental, la pieza que penetra como una cuña en la inmanencia psicológica. La conciencia es solo el lado de un todo trascendental, que como tal desborda el plano de la inmanencia psicológica, o sea que trasciende dicho plano.
Para salir de la problemática del origen de la conciencia no existe camino alguno psicológico o psicogenético, sino únicamente ontológico.
“Como señor de mi voluntad soy creador, como siervo de mi conciencia soy criatura”. (Víctor Frankl)
Cierto es que este es un guión ya descrito, que estos son pensamientos ya elaborados con anterioridad, y que este discurrir del darse-cuenta ya está dicho en otros lados. Mas tampoco deja de ser cierto que aunque haya alguien que escribe, este guión sale solo, no está preparado de antemano. No es que sean pensamientos sujetos a un esquema pre- diseñado, va surgiendo el hacer, lo que también quiere decir que esta es una manera de vivir el darse-cuenta. Y aquí caben unas palabras del Fritz Perls de dentro y fuera.
¿Cómo podemos funcionar si el organismo no recibe órdenes de ninguna parte? Incluso si llegáramos a rechazar la dicotomía que nos divide en mente y cuerpo, ¿Cuál es la fuerza milagrosa que nos hace funcionar? ¿Tal vez un dictador interno, o un gobierno con poder ejecutivo, tal vez un cerebro computadora, el cerebro, las emociones, o… tal vez un alma, un dios que empapa el cuerpo y que con infinita sabiduría se hace cargo de todas las necesidades y metas del organismo?
No lo sabemos, podemos elucubrar al respecto haciendo mapas, modelos, hipótesis de trabajo… pero no hay una evidencia clara.
Las cosas no existen; cada acontecimiento es un proceso; la cosa es meramente una forma transitoria de un proceso eterno. Todo está en un flujo. Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río.
Este enfoque de la conciencia del darse-cuenta terminará como empezó, cumpliendo su ciclo propio. Está así, y así es en este momento, y por tanto, no puede ser conclusión definitiva, más allá que en el ahora. En cualquier otro momento habrá otro darse-cuenta propio y exclusivo.
El completar la gestalt se llama satisfacción. Satis -suficiente-, facer -hacer-, hacer de modo que uno tenga lo suficiente. Con la satisfacción el desequilibrio se aniquila, desaparece. La gestalt está concluida. (Perls)
Apuntes del Darse – Cuenta
Conciencia
Melchor Alzueta