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Teoría vincular del Narcisismo

Psicoanálisis / Psicoterapia Integrativa.
Seminario: Edupsi.com. Psicomundo.

El estudio de las gratificaciones y las heridas u ofensas narcisistas producidas por un objeto a un sujeto en un vínculo dado, en la cotidianeidad de toda criatura humana me llevaron a desarrollar este esquema teórico. En él relacionaré algunas hipótesis taxativas que implican determinada interpretación de conceptos psicoanalíticos inevitablemente polisémicos. Intentaré ilustrar aspectos diversos que componen, modifican y surgen de una forma de plantear la estructura narcisista, tratando de aprehender lo que insiste en resistirse obstinadamente a su comprensión: nuestra necesidad y dificultad de convivir en sociedad con los otros semejantes.

El mito de Narciso.

“El mito de Narciso ha llegado hasta nosotros con algunas variantes. Según una leyenda beocia era un hermoso joven que vivía cerca del monte Helicón y del cual se había enamorado otro muchacho, Aminias. Narciso despreciaba el amor y, disgustado con los deseos de Aminias, le envió de regalo una espada, con la orden implícita de que se diera muerte. El amante obedeció pero antes de morir maldijo al amado; y, en efecto, al pasar junto a una fuente y ver su propia imagen reflejada sobre las aguas, Narciso se enamoró de sí mismo tan perdidamente que acabó por suicidarse ante la imposibilidad de satisfacer su pasión. La versión de Pausanias es una clara racionalización del mito tradicional. Supone que Narciso habría tenido una hermana gemela con la que iba siempre de caza y de la que estaba enamorado.
Cuando ella murió fue tanta su pena que se pasaba los días contemplándose en las aguas de un arroyo, pues la imagen borrosa de su propio rostro le recordaba el de su hermana muerta ésta habría sido, en definitiva la causa de que la gente creyera que estaba enamorado de sí mismo. Por su parte, Ovidio complica más la historia. Narciso, hijo del Dios-río Cefiso y de la ninfa Leiríope, fue un muchacho de extraordinaria belleza, de quien el famoso adivino Tiresias habría vaticinado un triste fin, al revelar a su madre que viviría una larga vida si no llegaba nunca a conocerse a sí mismo Narciso despertó el amor de muchos hombres y mujeres, pero no correspondió a nadie Una de sus enamoradas fue la ninfa Eco, quien, debido al castigo que le había impuesto Hera, no podía comunicar a Narciso sus sentimientos, ya que era incapaz de hablar la primera y sólo le estaba permitido repetir los últimos sonidos de lo que oía.
Cuando al fin consiguió dar a entender sus sentimientos al amado, fue rechazada. La conducta de Narciso acabó por atraer el castigo divino: el joven se enamoró de sí mismo al contemplar su imagen reflejada en las aguas y, desesperado al no poder alcanzar el objeto de su amor ni satisfacer su pasión, permaneció junto al arroyo hasta consumirse. Se decía que el cuerpo de Narciso había sido transformado en el río que llevaba su nombre y también que había dado lugar al nacimiento de la flor así llamada. (1)

La Interpretación del Mito.

“Los mitos pueden ser interpretados psicoanalíticamente como remanentes deformados de fantasías optativas filogenéticas de la especie. El contenido manifiesto de ellos es producto del trabajo del mito, mediante la deformación que ha ido imprimiendo al contenido latente a través de los tiempos, condensándolo, desplazándolo, cuidando de su representabilidad y efectuando elaboraciones secundarias múltiples que serían las responsables directas de las diferentes versiones.
Para que un mito tenga aún hoy vigencia, despertando nuestro interés epistemofílico debe guardar alguna relación con aspectos de nuestra naturaleza que no han variado en los miles de años que el mito existe. Siendo válido el mismo “socio capitalista, aquél deseo infantil jamás dominado”, el “resto diurno, socio industrial”(3), debe ser relativamente habitual en la cotidianeidad de todos. Al proponer una interpretación tengamos en cuenta que ésta es una hipótesis de trabajo. Como en la interpretación de un sueño, el camino lo indica la ideología, que selecciona uno de los tantos posibles.
Vamos a introducirnos en uno de los caminos. Encontramos en Narciso, igual que en Edipo, no sólo la satisfacción del deseo prohibido sino también el castigo por haberlo concretado: un crimen y su castigo. Esto permite pensar que el mito intenta difundir, fortalecer o imponer una ley. Si esta ley se puede imponer con ayuda de fuerzas irracionales, más poder tendrá: son dioses inmortales y omnipotentes, los que imponen el castigo. El sueño convierte en satisfacción el deseo frustrado durante el “resto diurno”. En ese sentido algunos elementos del mito de Narciso, resultan semejantes a los sueños optativos de los niños, con muy poca deformación.
Narciso, hermoso y joven, seduce fácilmente y con su sola presencia a muchos hombres y mujeres, dándose el lujo de rechazarlos. Esta es la fantasía optativa, concretada: Juventud, belleza, fácil poder de convocatoria. Anhelado poder obtenido sin mayor esfuerzo. El deseo de ser deseado, se proyecta en los otros. El resto diurno: la envidia de estos atributos vista en otros. No confiar en los propios; o simplemente anhelados, sufriendo su falta. Vivencias cercanas a la soledad y a la marginación
El castigo es la soledad temida, a la que Narciso es condenado. Aún el castigo encierra una satisfacción narcisista: el castigo es el fruto de la conducta de Narciso, el soñante; o sea, activamente provocado. En cambio, en la realidad, el resto diurno tuvo que ser soportado pasivamente, por no haber obtenido, o haber perdido, el poder de seducción. La revelación de Tiresias, agrega un elemento difícil para su análisis: Si no llega nunca a conocerse ¿Qué es lo que no debe conocer? ¿El poder que otorga la juventud y la belleza? ¿Su propia naturaleza que tiende a abusar de ese poder, lo que le impide disfrutar de los vínculos en la comunidad? El consenso tiende a confirmar el error de creer que lo que no se conoce, o se niega deja de ser un problema. Como corolario, si el sueño es el guardián del dormir, el mito sería un guardián de la convivencia social: no se debe abusar del poder.

La Estructura Narcisista.
Una Lectura Del Vínculo.

El sujeto y los otros semejantes forman los dos pilares en que se sustenta estructurando al sujeto como ser social. La criatura humana tiene la necesidad de ser reconocida como tal por otro semejante. Necesidad que surge de la historia filogenética inscrita en el cuerpo biológico. La gratificación narcisista el reconocimiento positivo por el otro, calma la ansiedad a la que la condena su propia existencia: el miedo de ser un objeto inútil, desestimable (4)
La necesidad de ayuda, protección y reproducción, condujo a la necesidad de convivir en sociedad, tener un grupo de referencia y de pertenencia. Y de ser reconocido por los miembros del grupo convertidos en objetos significativos. Llamaré a esto Necesidad Narcisista Primordial (NNP).
Esto significa que la estructura narcisista, tal como aquí la planteamos, impone determinada relación objetal, un vínculo que tiene al sujeto como centro y que incluye a los otros, pero sólo para satisfacer sus deseos y necesidades. Esta estructura, que tiene la característica de ser innata y universal, no desaparece nunca, pero sufre ciertas vicisitudes que pueden ser consideradas algunas como normales, otras como patológicas. Incluso la relación objetal altruista, concepto opuesto a la relación narcisista, donde el interés del sujeto es -aparentemente- satisfacer las necesidades del otro renunciando a las propias, encubre siempre algún interés narcisista del sujeto. Esto fundamenta la hipótesis de que toda relación objetal es narcisista. El narcisismo, como “complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de auto conservación(5) impone la dependencia del sujeto a otro/s significativo/s para que confirmen la identidad de aquél como ser.
Dependencia que motiva los procesos de socialización: la identificación, la formación reactiva, la sublimación. “Yo soy alguien gracias a ti. Sin ti, nada soy. “Unicamente tú puedes confirmarme como ser humano.” Esta es la raíz del vínculo social y de todas sus manifestaciones ulteriores. A su vez, motiva que consciente o inconscientemente, en la realidad o en la fantasía la criatura humana posea siempre en su psiquismo el modelo de un vínculo objetal. “En la vida anímica individual aparece integrado siempre efectivamente ‘el otro’ como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio, psicología social.(6)
Pero rápidamente aprendemos que esta necesidad no se satisface siempre ni totalmente, el reconocimiento puede ser negativo: se puede ser despreciado; y que para colmo de males los demás pretenden lo mismo que uno. Frustración que provoca ansiedad y odio. El sujeto se siente despreciado. Proceso que puede seguir dos caminos: el de la sublimación. Consiste básicamente en “portarse bien”, respetar y observar las expectativas del otro, esperar y aprender a buscar la gratificación narcisista a través del respeto y la preocupación por el otro. El del odio perverso, la impaciencia, la violencia y la prepotencia.
Satisfacer la Necesidad Narcisista Primordial (NNP) implica, en última instancia, que el otro que me ama a mí esté pendiente de mis necesidades y deseos para satisfacerlos. Es feliz si lo logra, y sufre si no. Su amor hacia mí es un altruismo incondicional que llega a la desesperación al intentar adivinar mis caprichos. Ese otro es tan omnipotente que no sólo logra adivinar todo esto sino que además llega a satisfacerlo, sea lo que fuere. Lo podríamos comparar con el genio de la lámpara de Aladino: un poderoso esclavo cuya felicidad consiste en servir a su amo En el adulto, un importante elemento diferencia al objeto significativo, del que se espera un amor incondicional, del genio de la lámpara.
El objeto significativo deseado adquiere por el poder mágico de la fantasía y por la omnipotencia que lo puede todo, los atributos estéticos que seducen en forma sostenida a la naturaleza humana. Satisfacción inmediata y total, la plena vigencia del principio de placer. Un amor en forma de un reconocimiento positivo incondicional, es la pretensión de la estructura narcisista sin control.

¿De dónde proviene esta pretensión desmesurada?

Un bebé “vive” al otro que lo mima, protege y alimenta de esa forma, por lo menos, en algunos momentos significativos para el bebé, reviviendo la vida intrauterina. Para el desarrollo normal de un bebé, el vínculo con algún otro debe incluir estos momentos, confirmando así una pretensión heredada que comienza a estructurar al sujeto como tal. La ausencia de esta experiencia deja un vacío peligroso en la personalidad del nuevo ser: la sensación de ser “un algo”, es decir, un objeto que no merece atención. Este tipo de gratificaciones en los vínculos objetales, imprescindible para la salud mental del sujeto en formación, dan la fuerza y su sello al narcisismo. Luego, excepcionales y ocasionales momentos del encuentro humano reavivan este mito de completud imposible, haciendo posible la negación de la carencia. El nacimiento interrumpe un vínculo donde la respuesta automática del organismo materno atiende las necesidades del nuevo ser. A partir de ese instante el otro necesitado deberá ser convocado por un ser cuya indefensión es extrema, lo que implica una dependencia máxima.
El mito de la expulsión del paraíso ilustra el aspecto negativo, resignificando de este modo la experiencia de frustración que no tarda en presentarse: el hambre, la espera o cualquier otra incomodidad. Mientras el poder de convocatoria es instrumentado por una conducta más o menos cercana al odio, la ausencia o el maltrato del otro (no interpretar adecuadamente las necesidades del bebé) reaviva en el bebé el temor de ser un objeto inútil. En ese momento, para el bebé, el nacimiento es resignificado como rechazo. (7) La socialización consiste en educar, imponer el control de las pretensiones narcisistas para resignarse a compartir, a ser solidario. En Psicoanálisis conocemos las vicisitudes de esta educación como la elaboración del Complejo de Edipo.
La pretensión de la raíz narcisista debe ser modificada, modulada, para permitir una convivencia social. El bebé es para la madre el objeto significativo dispuesto a reconocerla incondicionalmente durante el resto de su existencia y así retribuir todo el sacrificio materno. Lamentablemente excepcionales situaciones, que las hay, permiten un equilibrio tan armónico y conveniente para ambos miembros de un vínculo: una pareja de enamorados, socios que emprenden un proyecto común una amistad que se inicia. Ambos se preocupan de gratificar el narcisismo del otro, por un tiempo. La frustración de la NNP puede originar un círculo vicioso de ansiedad y rabia. Convertirse en deseo de dominar o someter al otro, incluso de aniquilarlo.

La Autoestima – El Sentimiento De Sí.

La autoestima es la medida en que la estructura narcisista se siente gratificada, y es un importante parámetro en el camino de la salud mental. Esta medida, modulada por las series complementarias, se convierte en el patrón de la confianza y la seguridad del sujeto en sí mismo y en los demás. Para un buen equilibrio psíquico, para la salud mental, la autoestima debe tener determinada magnitud.
Esto significa que es imprescindible obtener determinada cantidad de gratificaciones narcisistas, reconocimientos positivos del objeto significativo y del grupo de pares, anticipados por su representante internalizado, el Súper-yo. Salud mental implica también cierta dosis de cautela dentro de un criterio de realidad compartido por el grupo comunitario, que es lo que intenta imponer el principio de realidad.
El aumento de la autoestima es la meta de las sublimaciones. Otra (parte de la autoestima) procede de la omnipotencia confirmada por la experiencia del cumplimiento del ideal)(8) El Yo se somete al Ideal del Yo reprimiendo lo que éste considere inconveniente, perverso o malo. Así se forma un Ideal reprimido, prohibido. Podríamos llamarlo Ideal del Ello y puede tomar el mando de la conducta, esto puede ser momentáneo o estructurar un Ideal del Yo perverso. El narcisismo perverso está normalmente reprimido en el inconsciente la autoestima se eleva con el cumplimiento de cualquiera de los dos ideales. La diferencia está en sus consecuencias, internas y externas. Y las licencias culturales contenidas en el Ideal del Yo pueden borrar límites, ya de por sí bastante imprecisos entre el bien y el mal.
Por presiones internas y externas, el Súper-yo se ve obligado a incluir en las normas del Idea del Yo ciertas “licencias” culturales. La experiencia indicará el lugar, el momento y el destinatario para estas “actuaciones” impunes, fácilmente negadas, desmentidas y proyectadas. Al disminuir la autoestima disminuye también la confianza, se genera ansiedad y odio. Ni el odio supera la barrera del miedo, suele presentarse la violencia destructiva. En cambio, ni el miedo inhibe moderadamente la hostilidad, puede impulsar cambios positivos. Es así como acentuando la importancia de la respuesta del otro semejante se resalta la dependencia del sujeto para mantener un saludable nivel de autoestima. Aclarada la importancia terapéutica de la gratificación narcisista, debemos sin embargo recalcar que es la herida narcisista y la ansiedad que ésta produce lo que estructura una instancia tan imprescindible como el Súper-yo. Esto significa que es el complejo de castración el motor de la elaboración del Complejo de Edipo. Idea cercana a la afirmación de la escuela kleiniana, donde la culpa es el motor de la reparación.

El Complejo De Edipo.

La indefensión y el desamparo con que la criatura humana comienza su vida es suficiente motivación para que ésta necesite experimentar un vínculo que confirme un modelo de gratificación narcisista omnipotente con algún otro semejante. Este otro debe ser capaz de brindarle ayuda y protección incondicional en algunos momentos, calmando así la ansiedad a que la criatura está condenada por su indefensión. Esta experiencia gratificante va creando en el sujeto una confianza básica. Fortaleciendo la raíz narcisista, favorece un desarrollo que podemos entender como sano, ya que su falta (si la criatura sobrevive) alienta una lamentable desconfianza frente a la vida, es decir una debilidad yoica difícil de superar.
Una vez que el narcisismo se afirma por medio de estas experiencias vinculares, se impone el aprendizaje de su control. Esto implica frenar la pretensión de obtener el amor incondicional de los otros. El narcisismo ávido de poder sobre los otros, debe convertirse en uno que respete además el narcisismo ajeno, aprendiendo a sublimar, a obtener el cariño y el respeto del otro mediante el cariño y el respeto otorgado a éste. De tal manera es posible una convivencia imprescindible. La idea es imponer un aprendizaje para evitar así el círculo vicioso de ansiedad y odio que derivan de la frustración inevitable del principio de placer. Aprender a tolerar y a enfrentar a la frustración. Para lograr este paso no hay más remedio que sujetarse a una sistematización del principio de realidad cristalizado en las normas culturales. Lograr un control de los impulsos narcisistas antisociales.
Las normas de convivencia son necesarias y pretenden y buscan una convivencia armónica, pero aún así no pueden evitar que generalmente se encuentren distintas excusas para jugar de determinada manera la dialéctica del amo y del esclavo. El proceso de socialización de la criatura humana es la elaboración del complejo de Edipo: reprimir impulsos hostiles antisociales prohibidos (incesto, homicidio y canibalismo, con sus series de significantes) y someterse a las normas. Todo esto significa ni más ni menos que modular la estructura narcisista, y adaptar la exigencia del principio de placer a alguna sistematización del principio de realidad, aprendiendo a hacerse querer y valorar a través de la sublimación. Aprender a buscar la satisfacción de la NNP en el camino del respeto mutuo, proceso que requiere esfuerzo y paciencia. También implica lograr una socialización en la cual se tiende a colaborar y compartir con el otro en una interdependencia.
En este proceso aparece el Ideal del Yo como cristalización interna de las normas que supuestamente van a garantizar la gratificación de la NNP de todos los miembros de la comunidad dentro de los límites posibles. De esta manera va formando la identidad. Los impulsos pregenitales (impulsos edípicos prohibidos y antisociales) se reforzarán con la frustración en un conflicto que nunca terminará de elaborarse. Éstos podrán intentar satisfacer una patológica necesidad narcisista: someter, usar o destruir al otro. En el sujeto ¿cómo se presentan los distintos aspectos de la estructura narcisista? bajo alguna sistematización del principio de realidad, en el camino del respeto mutuo o bien intentando la vigencia de un principio de placer imposible en el desprecio y el sometimiento del otro. Dos metas de un conflicto que dan como resultado dialéctico nuestra conducta cotidiana (9)
Si el principio de realidad pierde su dominio, (lo que traduce el fracaso del Ideal del Yo) la autoestima puede convertirse en megalomanía, bajo el proceso primario. Esta significa delirio de grandeza y es un ejemplo de cómo, aún en el delirio, el objeto es conservado. Grandeza implica una comparación con otro más pequeño, e ilustra la necesidad de ser valorado socialmente. La salud mental necesita un intercambio constante con la realidad externa que confirme o rectifique el Ideal que representa el principio de realidad.
El proceso de socialización implica la elaboración del complejo de Edipo Esto significa la internalización de la cultura mediante las identificaciones que forman el Ideal del Yo y que señalarán al Yo cuáles son los impulsos que deberán ser reprimidos. La instauración de la represión, lejos de lograr la anulación de esos impulsos, impide solamente a través de un constante gasto de energía su acceso a la conciencia. Intenta evitar así su acceso a la motilidad, lo que normalmente logra. Pero esta normalidad, la frágil genitalidad, la adultez normal alcanzada, no está exenta de sufrir procesos regresivos, que fortalecen esos impulsos y debilitan la capacidad yoica de frenarlos. Si el proceso de elaboración del complejo de Edipo ha sido lo que entendemos como normal, quiere decir que a estructura narcisista ha sido modulada con el respeto y la preocupación por el otro, que son valores éticos internalizados en el Ideal del Yo.
La necesidad de convivencia ha creado normas de fines coartados (sociales) y de una sexualidad permitida y aún exigida, con la esperanza de un placer más seguro y duradero: lograr la valoración social y ser elegido objeto de amor en forma más segura y duradera. Aún normalmente, en la socialización del sujeto se internalizan ciertas “licencias” en el Ideal del Yo que permite actitudes perversas con algunos otros. Conductas cuya auto percepción puede resultar dolorosa, se ocultan bajo groseras o sutiles defensas que la inteligencia humana pone a su disposición: la negación, la desmentida, la proyección y la racionalización. Estos mecanismos, posibles gracias a la autosugestión, disminuyen la ansiedad. (10).
El grado de fortaleza yoica que el sujeto pueda lograr dependerá de las series complementarias. Este grado de fortaleza posibilita la sublimación mientras espera de los otros el mismo tipo de respuesta. Aún así, no hay identidad lo suficientemente fuerte como para resistir indefinidamente esa espera. Si la respuesta social positiva no llega, sea del grupo de pares o del objeto significativo, la frustración, tarde o temprano, va a fortalecer los impulsos prohibidos. También las series complementarias determinarán la medida subjetiva, ya que es imposible objetivarlo, de la respuesta positiva que se espera y el límite que la separa de la sensación de rechazo, o sea, de la respuesta negativa.
La frustración, inevitable en la práctica, irá modulando la estructura narcisista también en el Ello bajo el proceso primario, exigiendo continuamente el reinado del principio de placer y burlándose cínicamente del sometimiento al principio de realidad del Ideal del Yo. Tratará de sabotear toda sublimación que por presión del complejo de castración ha ido desarrollando un Yo social consciente. De esta lucha, constante e inevitable, depende la salud y la enfermedad. El anhelo es lograr una genitalidad sólida y duradera y evitar el retorno a una perversa pregenitalidad. El miedo al rechazo, la marginación y la soledad son los aspectos más temidos del complejo de castración. Si el sujeto percibe que lo temido ha sucedido, si se siente rechazado o despreciado, lo reprimido fuerza su retorno con todo su poder destructivo.

Esquematizando, en la vida anímica encontramos:

1. Una criatura ingenua que no tiene ningún interés en dejar de serlo. Es antisocial, caprichosa y prepotente y entiende que los demás deben estar a su disposición siempre. Es la estructura narcisista sin control, las fuerzas ocultas de la perversión bajo el mando de un Ideal prohibido y reprimido.
2. Y un sujeto maduro, adaptado socialmente, comprensivo, tolerante y humilde. Dispuesto a respetar y preocuparse por el otro para hacerse querer y respetar. Es la estructura narcisista bajo el control de normas sociales contenidas en el Ideal del Yo entendido como normal. La lucha dialéctica de estas fuerzas contrarias da como resultado la personalidad del sujeto, en el cual un Ello antisocial alberga el caballo que deja cabalgar el Yo social consciente, empecinándose en llevar a éste por los caminos elegidos por aquél. En el mejor de los casos, ambas fuerzas unidas producen un sujeto creativo, productivo, capaz de hacerse querer y respetar por aquéllos que respeta y quiere, instrumentando la potencialidad creadora del ingenio humano.

La Sublimación.

El respeto mutuo, adoptando algún intento cultural de sistematización del principio de realidad, intentará modular el narcisismo mediante el respeto por el otro, convirtiendo una estructura narcisista prepotente en otra socialmente valorada. ¿Cómo se logra esta transformación? En primer lugar, se debe internalizar lo que esa cultura entiende por “portarse bien” (sublimar) y por “portarse mal” (perversión). Ambos conceptos son tomados en sentido amplio, ya que de esa manera la sublimación comprende la formación reactiva y la perversión la perversidad.
La sublimación, su respuesta positiva, la valoración social consecuente y el incremento de la autoestima que esta respuesta produce, son tres factores que componen una escala privilegiada en el trayecto vital de la criatura humana. Para ser reconocido positivamente debe acomodarse a las expectativas de los otros, y para eso debe modular su estructura narcisista y formar su Ideal del Yo. Sublimar, es quitar la carga hostil a las pulsiones pregenitales, convirtiéndolas en pulsiones de adaptación activa y productiva. El sujeto podrá recibir por ellas la respuesta gratificante de la valoración social que, al elevar la autoestima, crea una agradable sensación de confianza y seguridad. El Súper-yo (los otros internalizados) dará las primeras respuestas favorables, o no, en su función autocrítica hasta que la respuesta de los pares la confirme.
Ya vimos que el sujeto necesita el reconocimiento positivo de los otros significativos. Para eso realiza el esfuerzo de sublimar. La demora de la respuesta será tanto más soportable cuanto más sólida es la confianza y la autoestima; en otras palabras, si las series complementarias han permitido aprender a esperar y disfrutar de una respuesta cariñosa posible del otro y ha desvanecido ilusiones imposibles. En esto consiste la fuerza del Yo. La fortaleza yoica enfrenta un serio examen: realizar el esfuerzo, esperar el resultado y disfrutar de una realidad posible, renunciando a sueños imposibles. Aprobar este examen es un logro que implica un equilibrio integrado por el Súper-yo, el Ideal del Yo y un ambiente social que permite y favorece ese equilibrio.
Evitar el retorno de lo reprimido no es fácil. La hostilidad destructiva siempre se encuentra agazapada, esperando la debilidad de las contra cargas yoicas para actuar. La frustración puede fácilmente tomar un incremento traumático y virar una frágil genitalidad, regresivamente, hacia la patología.
El esfuerzo que implica modular la estructura narcisista con la preocupación y el respeto hacia el otro, espera su respuesta. Como si el sujeto supiera que esa adaptación es bastante frágil y precaria, necesita la respuesta positiva y constante que alimente un circuito benigno que le permita seguir controlando los impulsos hostiles con seguridad y confianza, evitando así un círculo vicioso de ansiedad y rabia.
No es posible adquirir una identidad yoica que pueda prescindir de la respuesta social positiva y gratificante. El Principio de Placer no contempla esfuerzo alguno. La criatura humana tampoco se somete fácilmente al Principio de Realidad, por más que su vigencia es una exigencia de la pulsión de auto conservación. Así, la necesidad de convivir en sociedad con otros semejantes, impuso la sublimación que creó a la cultura sistematizando al Principio de Realidad.
1. C. Falcón Martínez, E. Fernández-Galiano y R. López Melero Diccionario de la mitología clásica. Alianza Editorial. Madrid 1980 Tomo 2 pág. 445
2. A. Hagelin. Narcisismo mito y teoría en la obra de Freud. Kargieman eDICS.p 24 El Dr. Hagelin ofrece otra interesante interpretación del mito
3. Freud 1916 Lección XIV Realizaciones de deseos BN T VI pág. 2263
4. “En la sociedad humana, en todos sus niveles, las personas se confirman unas a otras de modo práctico, en mayor o menor medida, en sus cualidades y capacidades personales; y una sociedad puede considerarse humana en la medida en que sus miembros se confirman entre sí… La base de la vida del hombre con el hombre es doble y es una sola: el deseo de todo hombre de ser confirmado por los hombres por lo que es, e incluso por lo que puede llegar a ser y la capacidad innata del hombre para confirmar a sus semejantes de esta manera. El hecho de que tal capacidad esté tan inconmensurablemente descuidada constituye la verdadera debilidad y cuestionabilidad de la raza humana: la humanidad real sólo existe cuando esa capacidad se desarrolla.” M. Buber en Teoría de la Comunicación Humana pág. 86″Pensamos que lo que los existencialistas llaman el encuentro corresponde a esta esfera…” Teoría de la Comunicación Humana pág. 86
5. Freud, 1914 Introducción del narcisismo AE T XIV pág. 71
6. Freud, 1921 Psicología de las masas y análisis del Yo BN T VII pág. 2563
7. Interesante comunicación personal de Susana Ochoa.
8. Freud 1914 Introducción del narcisismo BN T VI pág. 2032
9. Es tan notoria la similitud entre la ideología socialista y la ideología fascista, con los extremos del narcisismo, que se puede afirmar que el conflicto de estas ideologías.

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