8ama
ochagav

Psicoterapia centrada en el cuerpo. Ron Kurtz. El carácter (extracto)

Para (Wilhelm) Reich, los sueños dejaron de ser la piedra angular de la terapia. La manera cómo viene el paciente a recibir un tratamiento, su cortesía o terquedad, su modo de hablar, su vestimenta, el estilo y firmeza de la manera cómo estrecha la mano, eran todos registros del carácter.
Y el carácter es real, puede ser tratado. Reich dirigía su atención a esto, lejos de la complicación del contenido y de la asociación libre, que comprometen y distraen la atención del analista común.
Como el inconsciente freudiano era básicamente sensaciones e impulsos del mismo cuerpo, Reich no vio la necesidad predominante de ir hacia atrás en el tiempo para encontrar en el momento traumático el origen de la condición actual. El escribió lo siguiente: ‘Todo el mundo de la experiencia pasada está incorporado en el presente en la forma de actitudes del carácter. El carácter de la persona es la suma total de los quebrados de todas las experiencias pasadas
En el centro mismo de un punto de vista holístico para el estudio de la gente es la noción de que la actividad humana está “multideterminada”. Son muchas las diferentes influencias que se combinan para el desarrollo y mantenimiento de los patrones que estudiamos en la psicoterapia. Esa búsqueda de un gran evento traumático tan popular en las películas acerca de la psicoterapia no es muy frecuente en la terapia. Lo que verdaderamente ayuda a la persona es darse cuenta de sus patrones y comprenderlos, y de las creencias, sentimientos, imágenes y memorias que influyen sobre esos patrones.
A esos patrones los llamamos carácter o estrategia del carácter. Es bueno recordar que se trata de “formas abstractas” y simplificaciones.  En el mundo real no existen caracteres, simplemente existe gente. Los patrones, limitados en número y similares de persona a persona, reflejan temas similares y necesidades y experiencias comunes. Esta singularidad de rasgos no debe distraernos de la verdad de que cada persona es única y que debe ser tratada como tal. El entender patrones nos ayuda al ayudarnos a ver vidas individuales como expresión de raíces comunes. El estudio de las estrategias del carácter nos hace sentir de una manera general a la gente, el modo como manejan sus pareas diarias y sus encuentros con otros, cómo aprendieron a hacerlo de esa manera, qué tipo de eventos, memorias, sentimientos y creencias organizaron sus estrategias de vida.
Los patrones caracterológicos son el resultado de la interacción actual entre la niña en crecimiento y su medio físico y emocional.  Estos patrones y estrategias pueden ser vistos como fuerzas que desarrolló la niña. Visto así, el carácter es concebido como un funcionamiento y no como un mal funcionamiento.  Pero una fuerza desarrollada en una dirección deja sin desarrollarse la otra dirección. Por ejemplo, la fuerza que algunas personas desarrollan para aguantar las situaciones difíciles podría dejarles poco sentido de gozo y levedad en la vida. Podemos pensar acerca de los patrones del carácter de maneras diferentes: como fortalezas o debilidades, función y disfunción; como reflejo de las estrategias que otras criaturas usan (lo que llamo bio estrategias); como procesos de ajuste al estrés generado por la sobrecarga de información; y de muchas otras maneras. Mi preferencia particular es ver al carácter como una estrategia.

El carácter como estrategia

Los procesos caracterológicos son estrategias. Una defensa es una manera general de lidiar con el mundo, un modo de manejar la experiencia. Las personas son creativas, por lo que encontramos varias estrategias en una sola persona.  Eso nos permite tener varias teorías acerca de una persona sin tener que decidir a qué “tipo” pertenece. Una persona puede ser de varios tipos a la vez. Podemos dejar de darnos de golpes con la cabeza contra el muro para decidir qué tipo es el nuestro realmente o qué tipo es otra persona realmente. Somos diversos, hábiles y complejos. No tenemos que reducir a tipos a la gente.
Cualquier descripción sistemática de la conducta humana puede sernos útil y pertinente. Todo puede iluminar los patrones que encontremos. No tenemos que discutir acerca de cuál es la descripción correcta. No estamos buscando las causas; estamos buscando la existencia de sistemas y consistencias. No se trata de averiguar cuál es el verdadero. Se trata de aprender de todos. La consciencia y actitud de la terapeuta cambia sobre esa base. Al ver al carácter como una estrategia, vinculamos el material nuclear a sus expresiones en tanto reacciones a las situaciones percibidas.
Las estrategias del carácter son patrones de reacción organizados y habituales. Son respuestas usadas desde hace tiempo frente al estrés, objetivos, necesidades o deseos que uno percibe. El verdadero estrés, como un dolor crónico o la pobreza, por más cruciales que sean, no son tan importantes para nuestros propósitos.  Lo importante son las creencias, expectativas, emociones no resueltas, incertidumbres acerca de uno mismo y de la relación con otros, en otras palabras, la organización de la experiencia por parte del material nuclear.

Aspectos básicos del carácter

Los aspectos básicos, como el funcionamiento del sistema nervioso, la adaptación biológica, el desarrollo, la interacción social y la organización de la experiencia, no “explican” el carácter en el sentido reduccionista. Simplemente nos dan puntos de vista que pueden ser usados para pensar acerca de las personas con las cuales trabajamos.  La estructura y conducta de las personas ofrecen claves de su material nuclear sólo en la medida en que tenemos puntos de vista a partir del cual podemos percibir y comprender.

Señales de resistencia y como las provoca la terapeuta

  1. La paciente hace más lento el proceso, no responde preguntas, no toma en serio las sugerencias que le hace la terapeuta. Esta actitud es provocada cuando la terapeuta no lee bien las señales de la cliente, no le da a la paciente el tiempo que necesita simplemente para pensar, presionando su propia agenda en lugar de descubrir la de la cliente.
  2. La paciente asume su propia dirección, sin conectarse primero con la terapeuta. Esta actitud es provocada cuando la terapeuta no se hace cargo de la situación en los momentos apropiados; no tiene claridad acerca de lo que experimenta la paciente cuando está descontenta con el modo como van las cosas.
  3. La cliente bosteza, se distrae, demora las cosas, argumenta, hace discusiones intelectuales, habla sin atención. Esta actitud es provocada cuando la terapeuta no trata las verdaderas preocupaciones de la cliente.
Una buena terapia puede sentirse. Se siente fácil y bien. Hay un movimiento de las preocupaciones superficiales hacia niveles de interés más profundos, hacia la curiosidad, hacia el sentir una introspección. Hay también espontaneidad. Cosas nuevas y sorprendentes ocurren. Hay cosas que descubrimos. Hay momentos en que uno se estanca, momentos de miedo y desesperanza, pero la sensación general es que hay un movimiento, un progreso. Todas las señales de la cooperación del inconsciente están ahí.  Cuando el inconsciente coopera, emerge un material significativo.  En una buena sesión, la paciente y la terapeuta participan ambas plenamente, cada   una va permitiendo a la otra un espacio importante en el mundo. Los sentimientos emergen y son expresados. La paciente revive y resuelve recuerdos dolorosos.
Todos los patrones se vuelven conscientes y se exploran nuevos patrones. Las fuerzas motrices que energizan y dirigen este cambio, se originan en la paciente. Las fuerzas motrices son procesos de crecimiento que han tenido dificultades para madurar.  Algo ha estado      interrumpiéndola, una necesidad de actuar en contra del crecimiento que en una etapa de la vida fue poderosa. Lo que sea eso, frustró el crecimiento y el desarrollo, primero en el período normal de crecimiento de la niñez y luego, como parte de una actitud adaptada general hacia la vida. El potencial para el crecimiento está ahí, esperando.  Una buena terapia lo reconoce.
Una buena terapia evita provocar la necesidad de resistir. Para ello es esencial que exista una actitud emocional cálida y aceptante; que acepte especialmente las defensas y la gran necesidad de seguridad y control que estas representan. Estas necesidades son mayormente inconscientes y por lo mismo extremadamente poderosas. A pesar de las dificultades y dolor que causan a la cliente, en el contexto del sistema de creencias de este son lógicas y necesarias. El reconocer las defensas y honrarlas permite que estas se relajen y abre el camino a que ocurran importantes experiencias. Al trabajar con las defensas, las reconocemos, asumimos y aceptamos sin juicios.  Cualquier otra actitud emocional termina evocando las defensas y atrapa a la terapeuta en el conflicto de la cliente y en su sistema caracterológico.

Ron Kurtz. El carácter (extracto)